El día de hoy vamos a analizar un pasaje bastante controversial. El año pasado me enteré de un grupo de ateos que construyeron una página en internet en la cual se dedicaban a promover entre los jóvenes el reto de blasfemar al Espíritu Santo. El grupo se denomina, “The Rational Response Squad y el reto, “The Blasphemy Challenge” ó “El reto de la Blasfemia.”
Lo que este proyecto hace es un reto para que alguna persona blasfeme contra el Espíritu Santo, haciéndo un video y subiéndolo a Youtube.com, en donde debe seguir las siguientes recomendaciones,
“Usted puede condenarse al infierno como usted lo desee, pero en algún lugar de su video debe insertar la frase: “Yo niego al Espíritu Santo.” Porqué? Porque, según Marcos 3:29 en la Biblia Santa, ‘cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.’ Jesús le perdonará casi cualquier cosa, pero no perdonará que usted niegue la existencia del Espíritu Santo. Nunca. Este es un camino de una sola vía el que usted está tomando aquí.”
Cuál es el premio que ofrece el Rational Response Squad? Un DVD llamado, “El Dios que no estaba ahí.” Qué es lo que desea este grupo de personas: “Su alma.” Así de claro muestran su mensaje. Este tipo de mensajes son bastante preocupantes, pero, es que estas personas entienden lo que el verso quiere decir? Por lo que leemos en el pasaje, es claro que no es así. El verso escrito por Marcos (Mateo 12:32; Lucas 12:10) dice así,
“pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.” Marcos 3: 29
Es claro que inclusive muchos cristianos no comprenden lo que Jesús está enseñando en este verso. Muchos creen que se refiere a decir algo en contra del Espíritu Santo, lo cual es cierto, pero lo interpretan como maldecir al Espíritu Santo, o como lo dice este grupo de ateos, negar la existencia del Espíritu Santo.
Cualquiera que lea todo el capítulo 3 del evangelio según Marcos, se da cuenta que el verso no tiene nada que ver con negar la existencia del Espíritu Santo. Veamos todo el pasaje, antes de realizar el análisis,
“Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí. Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin. Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa. De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo.”
Además muchos cristianos están constantemente preocupados de haber cometido el pecado imperdonable, y a pesar de profesar a Cristo como el Señor de sus vidas, viven en un constante miedo. Porqué llegan a esas creencias? Hemos dicho en las entradas anteriores de esta serie que gran cantidad de cristianos no saben leer la Biblia, y toman pasajes totalmente fuera del contexto. La Biblia es la que nos dice a que se refiere un verso. Cómo? Mediante el contexto del pasaje del que se toma el verso. En algunas ocasiones debemos escudriñar las Escrituras con mayor esfuerzo, pero siempre debe ser la Biblia la que nos imponga lo que es correcto, y nunca debemos permitir que sea nuestra ‘sabiduría’ la que interprete un pasaje.
Pero, que es el pecado imperdonable del que habla este pasaje? O, primero, cuál NO es el pecado imperdonable? El pecado imperdonable no es el asesinato, ya que hombres como Moisés (Éxodo 2:12), David (2 Samuel 11:15) y Pablo (Hechos 8:1) asesinaron a otras personas, y es claro que ellos están en estos momentos en la presencia de Dios. El pecado imperdonable no es el adulterio, porque sabemos que David fue un adúltero (2 Samuel 11). Sabemos que este pecado tampoco es la poligamia, debido a que Salomón tenía casi mil mujeres, 300 esposas y 700 concubinas (1 Reyes 11:3).
Qué es entonces el pecado imperdonable? Recordemos que el contexto es lo más importante. En este pasaje, Jesús viene haciendo múltiples milagros en Galilea, sanando en presencia de los fariseos, en la sinagoga, a un hombre con una mano seca (Marcos 3: 5); gente con plagas (Marcos 3:10); echaba fuera demonios (3:11), etc.
Ahora, en el pasaje de Marcos 3: 20-30, los fariseos viendo que Jesús hace todos estos milagros, “decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.” (Marcos 3: 22). Esta es la clave para entender el verso 29. Qué hace Jesús? Mateo 12:25 nos dice que Cristo, sabiendo los pensamientos de los escribas y fariseos les enseña dos parábolas. La primera dice,
“¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.” Marcos 3: 23-26
y la otra,
“Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.” Marcos 3: 27
Prácticamente Jesús les está enseñando lo ilógico de sus argumentos, pues si Su poder viniera de Satanás, entonces el diablo estaría yendo contra su propio reino, debilitándolo. El deseo de Satanás es mantener cautiva a la humanidad en su propio pecado. Jesús por el contrario, está liberando a la gente de los demonios que los tienen cautivos, y con ello está atando a Satanás, para que no continúe con su trabajo. Los fariseos, intentan achacar los milagros de Jesús al poder de Satanás, lo cual, como Cristo lo muestra, es ridículo.
Entonces, la blasfemia contra el Espíritu Santo es un voluntario rechazo de la obra del Espíritu Santo, atribuyéndole al demonio lo que evidentemente es divino. Los fariseos habían presenciado y sabían claramente que Jesús realizaba los milagros por el poder del Espíritu Santo, pero aún así, desafiantemente insistían, contrario a lo que ellos sabían era verdad, que era Satanás quien le daba poder a Jesús. Esto no era un error momentáneo, sino una rebelión continua frente a una verdad inaludible.
La blasfemia contra el Espíritu Santo no es un acto hecho por descuido, o que ocurra sin que una persona se dé cuenta de haberlo cometido. Por el contrario es una actitud rebelde y conciente. Los fariseos habían visto a Cristo sanar enfermos, dar vista a los ciegos, curar paralíticos, pero aún así blasfemaban contra el Espíritu Santo. De nuevo, para hacerlo más claro, esta blasfemia es no creer lo que una persona sabe es verdadero. No es meramente negar, ni rechazar al Espíritu Santo, sino rechazar lo que el Espíritu Santo da testimonio. D. A. Carson dice lo siguiente,
“El Nuevo Testamento revela que tan cerca uno puede venir al reino– probando, tocando, percibiendo, entendiendo. Y además muestra que venir tan lejos y rechazar la verdad es imperdonable. Lo mismo sucede aquí. Jesús carga a aquellos que perciben que Su ministerio es otorgado por el Espíritu y entonces, por cualquier razón– quizás despecho, envidia, arrogancia– lo achacan a Satanás, se han puesto ellos mismos lejos de poder ser perdonados. Para ellos no hay perdón, y ese es el veredicto de uno que tiene la autoridad para perdonar pecados.” [1]
Este pecado no tiene perdón porque demuestra la ausencia de deseo de arrepentimiento, que es necesario para poder ser perdonados. Juan Calvino escribió,
“Porqué es que es dicho que aquel que blasfeme contra el Espíritu es más pecador que otro que blasfeme contra Cristo? Es porque la majestad del Espíritu es mayor, que un crimen cometido en Su contra debe ser castigado con mayor severidad? Ciertamente esa no es la razón; pues debido a que la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9) brilla en Cristo; el que le rechaza, destruye, tanto como puede, toda la gloria de Dios. Ahora de que manera se separará Cristo de Su Espíritu, para que aquellos que tratan al Espíritu con rechazo no insulten a Cristo? Aún percibimos, que la razón de la blasfemia contra el Espíritu excede los otros pecados, no es que el Espíritu sea mayor que Cristo, sino que aquellos que se rebelan, luego de que el poder de Dios les ha sido revelado, no pueden ser excusados de ignorancia.” [2]
Como dice Calvino,no es que hay mayor culpa en blasfemar contra el Espíritu Santo que blasfemar contra el Hijo del hombre. Ciertamente no es porque uno tenga mayor dignidad o gloria que el otro. Quizás rechazar a Jesús durante su humillación terrenal era perdonable porque Su gloria fue ocultada. Pero rechazar el poder del Espíritu Santo, como es claro en Sus milagros,era imperdonable porque claramente es divino; no hay posibilidad de dudas. La distinción es entre no reconocer la luz y el rechazo voluntario de la luz que es claramente visible.
Muchos creen que este pecado imperdonable puede ser cometido por cristianos. Esto es totalmente falso, pues el pasaje se refiere a personas no-creyentes, que a pesar de haber presenciado el poder del Espíritu Santo, que testifica que Cristo es Dios, le rechazan, y achacan Sus poderes a Satanás, y por lo tanto no tienen perdón. Un verdadero cristiano, un creyente, NO puede cometer el pecado imperdonable, pues es Dios quien le ha mostrado la verdad (Ezequiel 36: 22-32), le ha puesto la fé en su corazón (Efesios 2:8) para confesar a Cristo como su Señor (1 Corintios 12:3). Dios mismo sotiene la fé de los creyentes; Dios mismo nos persevera en la fé y nos perfecciona día a día (Filipenses 1:6; Romanos 8:30).
Cuál debe ser nuestra respuesta a los ateos y especialmente al “Blasphemy Challenge”? Debemos orar mucho. Dios nos ha dado el privilegio de participar en la recolección de Sus ovejas mediante la predicación del evangelio. Debemos luchar por la verdad, proclamando la verdadera palabra de Dios. Aquellos no creyentes que rechacen el testimonio del Espíritu Santo, que testifica que es Cristo, quien ha hecho el milagro dentro de cada uno de nosotros, y que conciente y voluntariamente lo atribuye al demonio, no puede encontrar perdón de Dios porque ha desechado su propio arrepentimiento. Luchemos día a día para que más y más personas puedan ver la verdad de Cristo, orando para que la voluntad de Dios se haga en las vidas de todos los hombres, y que sea Su poder el que despierte a los suyos a través de nuestra predicación.
Ver más “Pasajes Difíciles,” aquí.
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[1] D.A. Carson. The Expositor’s Bible Commentary. Página 292.
[2] John Calvin. Commentary on Mark 3: 23-30.
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