Obispos españoles piden que crucifijos se mantengan en escuelas
MADRID, 24 Jun. 10 (ACI/Europa Press).-La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha aprobado una declaración sobre la exposición pública de símbolos religiosos en Europa en la que señalan que esta actitud «cierra el camino del futuro» a las sociedades y en la que piden que los crucifijos se mantengan particularmente en las escuelas para transmitir identidad y valores.
Este documento se ha realizado a la espera de una próxima resolución de la Corte Europea sobre la exposición de símbolos religiosos en las escuelas estatales y con el objetivo de subrayar «la importancia de la cuestión para las convicciones religiosas de los pueblos y para las tradiciones culturales de Europa».
«Las sociedades de tradición cristiana no deberían oponerse a la exposición pública de sus símbolos religiosos, en particular, en los que se educa a los niños», expresan en el texto, donde advierten que, de lo contrario, «estas sociedades difícilmente podrán llegar a transmitir a las generaciones futuras su propia identidad y sus valores».
«Se convertirían en sociedades contradictorias que rechazan la herencia espiritual y cultural en la que hunden sus raíces y se cierran el camino del futuro», añaden.
En este sentido, apuntan que «ponerse en contra de los símbolos de los valores que modelan la historia y la cultura de un pueblo es dejarle indefenso ante otras fuentes culturales no siempre benéficas». Además, dicen que «ciega las fuentes básicas de la éticas y del derecho que se han mostrado fecundas en el reconocimiento, la promoción y la tutela de la dignidad de la persona».
«No pretende excluir»
En cualquier caso, el Episcopado español recuerda que la presencia de símbolos cristianos en la vida pública y, en concreto del crucifijo, «refleja el sentimiento de los cristianos de todas las confesiones y no pretende excluir a nadie».
«Al contrario es expresión de una tradición a la que todos reconocen un gran valor y un gran papel catalizador en el diálogo entre personas de buena voluntad y como sostén para los que sufren y los necesitados, sin distinción de fe, raza o nación», reconocen.
Sobre la cuestión concreta del crucifijo, defienden que en la cultura y tradición cristianas representa «la salvación y la libertad de la humanidad» y añaden que de ella «surgen el altruismo y la generosidad más acendrados, así como una sincera solidaridad ofrecida a todos, sin imponer nada a nadie».
Autonomía entre religión y política
La Conferencia Episcopal defiende también que fue el cristianismo el que favoreció que Europa supiese afirmar la autonomía de los campos espiritual y político y abrirse al principio de libertad religiosa. «Esto se ve más claro en nuestros días, cuando otras religiones se difunden entre nosotros al amparo de esa realidad», añaden.
Finalmente, los prelados españoles reconocen que el derecho a la libertad religiosa existe y se afirma cada vez más en Europa, y que en algunos países se permiten explícitamente otros símbolos religiosos. En cualquier caso, reiteran que «sólo en una Europa en la que sean respetadas a la vez la libertad religiosa de cada uno y las tradiciones de cada pueblos y nación, podrán desarrollarse relaciones adecuadas entre las religiones y los pueblos, en justicia y en libertad».
Camino: «símbolo de nuestra cultura»
En rueda de prensa, el portavoz y Secretario General de la CEE y Obispo Auxiliar de Madrid, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, ha recalcado que suprimir el crucifijo es «poner en peligro» el «logro» de la separación entre política y religión.
Además, ha aclarado que mantenerlo no significa la exclusión de otras religiones ni la imposición a éstas del credo cristiano. En cualquier caso, ha reiterado que la exhibición de símbolos cristianos en espacio públicos «no es una imposición, sino un símbolo de la raíz de nuestra cultura». «Nuestra cultura tiene ese matiz, queramos o no», ha añadido.
En este sentido, Mons. Martínez Camino ha defendido que del cristianismo se derivan valores como la libertad religiosa o la dignidad inviolable del ser humano. Por tanto, ha denunciado que «no se entiende» la supresión de símbolos cristianos en una sociedad cristiana y ha añadido que «prohibir el crucifijo es ir contra el crucifijo».
Con todo, se ha preguntado acerca de qué símbolos sustituirán a los crucifijos si finalmente se prohíben porque, en su opinión, «ese vacío tenderá a ser llenado por otros símbolos» que pueden «no ser benéficos». El Prelado no quiso citar ninguna ideología o religión concreta y se limitó a señalar que «pueden ser muchas». «Pueden ser símbolos del ateísmo, del agnosticismo o de otras religiones con otros valores», ha dicho.
Los obispos creen muy «grave» que el Gobierno prohiba los crucifijos en las aulas
ABC
La Conferencia Episcopal Española (CEE), consideró ayer «grave» que una sentencia prohíba la exhibición de símbolos religiosos, y está en contra de que se prohíba el uso del crucifijo en las escuelas publicas por ley, dijo su portavoz, Juan Antonio Martínez Camino. En la rueda de prensa posterior a la reunión de la Comisión Permanente de la CEE, Martínez Camino añadió que el crucifijo «no impone ninguna religión, no implica ninguna confesión de fe y que el Estado, aconfesional, debe tutelar la libertad religiosa». «Eliminar símbolos es segar la hierba bajo los pies de nuestra propia cultura. Prohibir el crucifijo es ir en contra del crucifico», añadió.
Según el portavoz de la CEE, «nuestras sociedades son cristianas y el Estado tiene que tener su neutralidad, pero eso no quiere decir que esté legitimado para prohibir la exhibición de los símbolos cristianos en ningún sitio». El crucifijo, agregó, además de un símbolo cristiano «es un símbolo de la raíz de nuestra cultura».
La Comisión Permanente hizo una Declaración también ante la resolución el próximo día 30 de la Corte europea sobre la exposición de símbolos religiosos en las escuelas estatales. La corte emitirá un fallo sobre el recurso del gobierno italiano por la sentencia del tribunal europeo que daba la razón a una ciudadana que había pedido la retirada del crucifijo en una escuela cerca de Padua en 2002. La Declaración pide a Europa que respete «a la vez la libertad religiosa de cada uno y las tradiciones de cada pueblo y nación» para que se puedan desarrollar unas relaciones adecuadas entre las religiones y los pueblos, en justicia y en libertad.
La CEE, junto con otras conferencias episcopales, subraya la importancia de esta cuestión para las convicciones religiosas de los pueblos y para las tradiciones culturales de Europa y argumenta que gracias al cristianismo, Europa ha sabido afirmar su autonomía.
Los obispos españoles vuelven a la ‘guerra de los crucifijos’
EL PAÍS
«Suicidio cultural», «persecución», «desertización de la vida pública». El Gobierno ya sabe cómo van a tomarse los obispos la anunciada reforma de la ley sobre Libertad Religiosa para regular, entre otras materias, la presencia de símbolos religiosos en los espacios públicos.
«Suicidio cultural», «persecución», «desertización de la vida pública». El Gobierno ya sabe cómo van a tomarse los obispos la anunciada reforma de la ley sobre Libertad Religiosa para regular, entre otras materias, la presencia de símbolos religiosos en los espacios públicos. La oposición será agria, como en el pasado. Ayer lo demostró el portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino.
Además de sostener que Europa pudo «abrirse a la libertad religiosa gracias, precisamente, al cristianismo», el portavoz de los prelados sentenció que el crucifijo es más que un símbolo religioso. Prohibirlo en la esfera pública «es ir en contra del crucifijo», concluyó. Dijo desconocer las intenciones del Ejecutivo socialista sobre el tema, pero sostuvo que «ni siquiera hay un borrador de ley que el Gobierno haya hecho suyo, mucho menos un proyecto».
El presidente José Luis Rodríguez Zapatero viajó hace dos semanas a Roma para entrevistarse con Benedicto XVI y analizar con el secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, la probable reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, de 1980. Anunciada varias veces por el Gobierno, se ha pospuesto año tras año. Los obispos están convencidos de que, si se produce por fin, conocerán ese proyecto antes de hacerse público.
Mientras se concreta, los prelados reiteran criterios y condenas, que anuncian otra guerra del crucifijo. Se trata de una controversia que viene y va, con los mismos argumentos, como si no pasaran los años. La primera se desató en 1977, cuando aún persistía el intransigente nacionalcatolicismo impuesto por el dictador Francisco Franco. El caudillo había muerto dos años antes y el presidente de las nuevas Cortes Españolas, Antonio Hernández Gil, retiró el crucifijo de su despacho oficial. Aún resuenan las execraciones contra el honorable jurista y confeso católico.
Ahora, la disculpa para resucitar las condenas es internacional. El próximo día 30 se inicia el debate en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para resolver el llamado caso Lautsi contra Italia. La Corte europea sentenció en noviembre de 2009 contra la República de Italia y en favor de Soile Lautsi, natural de Abano Terme (Padua) y madre de dos hijos, por la «injerencia estatal incompatible con la libertad de convicción y de religión, así como con el derecho a una educación y enseñanza conformes a sus convicciones religiosas y filosóficas, que suponía la exposición de la cruz en las aulas del instituto público al que asistían sus hijos».
El Gobierno italiano recurrió el fallo, apoyado por 22 conferencias episcopales nacionales, entre otras la española. Toca ahora una solución definitiva del caso por la Corte europea.
Lo que hizo ayer la Comisión Permanente del episcopado, presidida por el cardenal Antonio María Rouco, es unirse al clamor de la mayoría de las conferencias episcopales europeas y de «otras instancias de todo el Continente», con una titulada Declaración que parece querer preparar a la opinión pública ante una muy probable ratificación de la sentencia.
En la declaración, los prelados presumen de que, «gracias precisamente al cristianismo, Europa ha sabido abrirse al principio de la libertad religiosa, respetando tanto los derechos de los creyentes como de los no creyentes». En la conferencia de prensa posterior, su portavoz tuvo que puntualizar esas afirmaciones. En realidad, casi todas las libertades públicas y privadas, y también muchos avances de la ciencia, se han logrado con el disgusto, a veces violento, de la jerarquía del cristianismo romano.
El Gran Poder vuelve al culto
LA RAZÓN
La talla de Jesús del Gran Poder, obra del escultor Juan de Mesa, volverá a partir de las 8,00 y hasta las 22,00 horas de este viernes al culto tras el ataque que sufrió el pasado fin de semana por parte de un funcionario de prisiones en la basílica de San Lorenzo de Sevilla, lo que le ha valido al agresor su imputación en un delito de atentado contra el patrimonio histórico y su suspensión provisional de funciones por parte de Instituciones Penitenciarias.
El hermano mayor del Gran Poder, Enrique Esquivias, indicó a Europa Press que como medida cautelar, y a falta de una reflexión definitiva en la que deben contar con asesoramiento profesional en materia de seguridad, el camarín de la imagen permanecerá cerrado salvo los viernes, en los que se mantendrá abierto con un refuerzo de la vigilancia.
Esquivias, asimismo, aseguró que la hermandad no se plantea otros actos de reivindicación y repulsa contra el ataque más que una Misa de Acción de Gracias y el besamanos «que se organiza cada vez que el Señor se incorpora al culto», manifestándose «totalmente al margen» de otros actos de acción social, como la convocatoria de ayer en la Plaza de San Lorenzo, realizada en el marco de la red social cibernética Tuenti.
El Cabildo de la Pontificia y Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, asimismo, resolvió en sesión extraordinaria no personarse en las diligencias incoadas en contra de este funcionario de prisiones por el Juzgado de Instrucción número 10.
Así, esta talla –datada en 1620, icono del mundo cofrade hispalense y dañada en su articulación con el hombro al serle arrancado el brazo durante el suceso– será expuesta en la basílica de la hermandad; a las 18,00 horas, el templo albergará una misa solemne presidida por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, para celebrar la restitución de la pieza, de incalculable valor histórico al tratarse de un emblema del barroco sevillano.
El cabildo ha ratificado su total «colaboración» con la acción de la justicia. Al respecto, Esquivias consideró que la mayor «gravedad» de los hechos es la relativa a los «efectos sobre los sentimientos y convicciones religiosas» de los feligreses y seguidores de la hermandad, dado que los desperfectos ocasionados en la talla son subsanables.
Los obispos dicen que «sin la cruz no hay futuro»
EL MUNDO
No sólo es el símbolo por excelencia de la fe cristiana, sino también el icono de la memoria y de la cultura de España. «La cruz nos identifica como pueblo y sin ella no hay futuro», dice la Iglesia católica. Tanto es así que la Conferencia Episcopal asegura que prohibir la cruz en los lugares públicos es «dejar indefenso a un pueblo ante otras ofertas culturales, no siempre benéficas».
El documento episcopal parece referirse, entre líneas, a la oferta cultural y religiosa del islam. Pero ni los prelados ni su portavoz se atrevieron a confirmarlo explícitamente. Monseñor Martínez Camino reiteró, en varias ocasiones durante la rueda de prensa, que se podían referir tanto a la oferta cultural musulmana como a la agnóstica o a la atea.
En cualquier caso, la jerarquía católica está convencida de que si se suprimen los símbolos religiosos católicos, serán suplantados por otros. Porque, como explica Camino, «el ser humano es esencialmente simbólico y, si se suprimen los símbolos propios de nuestra cultura, serán sustituidos por otros».
Además, los símbolos expresan valores fundamentales de nuestra memoria, de nuestra historia y de nuestra cultura. Valores como el de la separación Iglesia-Estado, la afirmación de la autonomía de los campos espiritual y temporal a la apertura «al principio de libertad religiosa, respetando tanto los derechos de los creyentes como de los no creyentes». El ejemplo de este respeto, según los obispos, es el hecho de que «otras religiones se difunden entre nosotros al amparo de esa realidad».
De la cruz no sólo viene la salvación, sino también los derechos civiles. Camino, en el trazo grueso, recalcó en varias ocasiones que «todos los logros de nuestra civilización surgen de la cruz». Para después matizar que la separación Iglesia-Estado y el reconocimiento del derecho a la libertad religiosa no se consigue plenamente hasta después del Vaticano II (1962-1965). E, incluso, en España no se plasma hasta años después. «Ha sido un proceso de desarrollo de unos principios que están desde el comienzo en el cristianismo», matizaba el portavoz del episcopado.
En cualquier caso, la Iglesia católica cree que «las sociedades de tradición cristiana no deberían oponerse a la exposición pública de sus símbolos religiosos; en particular, en los lugares en los que se educa a los niños». Primero, porque la presencia de la cruz «en los ámbitos públicos» es un símbolo inclusivo y «sostén de los que sufren y los necesitados, sin distinción de fe, raza o nación».
En segundo lugar y sobre todo, la Conferencia Episcopal subraya las razones culturales e históricas de la presencia pública del crucifijo. «En la cultura y en la tradición religiosa cristianas, la cruz representa la salvación y la libertad de la humanidad. De la cruz surgen el altruismo y la generosidad más acendrados, así como una sincera solidaridad ofrecida a todos, sin imponer nada a nadie».
Oponerse a su presencia pública dificultaría la transmisión «a las generaciones futuras de su propia identidad y de sus valores». Prohibir la cruz conduciría, según los obispos, a convertir en contradictoria a la sociedad, por «rechazar la herencia espiritual y cultural en la que hunde sus raíces». Más aún, ponerse en contra de los símbolos religiosos es «cegar las fuentes básicas de la ética y del derecho que se han mostrado fecundas en el reconocimiento, la promoción y la tutela de la dignidad de la persona».
Por todo este cúmulo de razones, la Conferencia Episcopal española se une a «otras conferencias episcopales y a diversas instancias tanto estatales como sociales de todo el Continente» para apoyar «la exposición de los símbolos religiosos en las escuelas estatales».
«Prohibir el crucifijo pone en peligro la libertad religiosa»
LA RAZÓN
Madrid- El próximo 30 de junio se conocerá la revisión sobre la sentencia que dictó en 2009 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en relación con la presencia de los crucifijos en las aulas. El Tribunal de Estrasburgo declaró en su día que la exhibición de estos símbolos cristianos en las paredes viola el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias convicciones y, además, viola el derecho de los padres a educar a sus hijos.
En España, la Conferencia Episcopal se ha mostrado a favor de que los crucifijos permanezcan en las aulas, sumándose a otras 22 Conferencias Episcopales europeas y 11 Estados que se personarán en el recurso. El portavoz de los obispos, Juan Antonio Martínez Camino, presentó ayer, tras la reunión de la Comisión Permanente de los obispos, una declaración sobre la exposición de los símbolos religiosos en Europa. En ella los obispos españoles declaran que esta actitud cierra «el camino del futuro» a las sociedades y piden que los crucifijos se mantengan en las escuelas para transmitir ideas y valores.
Separación Iglesia y Estado
«Gracias precisamente al cristianismo, Europa ha sabido afirmar la autonomía de los campos espiritual y temporal y abrirse al principio de la libertad religiosa, respetando tanto los derechos de los creyentes como de los no creyentes», remite la declaración.
Martínez Camino quiso dejar claro que «si se mantiene esta sentencia que prohíbe el crucifijo será una cuestión grave», ya que hay «que pensar bien en cómo se concibe la justa neutralidad del Estado, que no es sujeto de fe ni puede imponer ninguna fe», tampoco es «autoridad religiosa» lo que debe hacer es «tutelar la libertad religiosa». Con la frase célebre «Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» recordó la antigüedad que tiene esta distinción.
El Episcopado español recuerda que la presencia de símbolos cristianos en la vida pública y, en concreto del crucifijo, «refleja el sentimiento de los cristianos de todas las confesiones y no pretende excluir a nadie». Al contrario, es expresión de una tradición a la que todos reconocen un gran valor y un gran papel como sostén para los que sufren, sin distinción de fe, raza o nación», reconocen.
«Eliminar símbolos es segar la hierba bajo los pies de nuestra propia cultura y valores», así señaló Martínez Camino que la polémica no sólo afecta a la libertad religiosa sino que también afecta a nuestras tradiciones y culturas. La exhibición de símbolos cristianos en espacios públicos «no es una imposición, sino un símbolo de la raíz de nuestra cultura».
«Nuestra cultura tiene ese matiz, queramos o no», añadió el portavoz, al tiempo que señaló que existen un gran número de no creyentes «que se confiesan culturalmente cristianos». Además, consideró que «ese vacío de símbolos será sustituido por otros», «como los del agnosticismo, el ateísmo, u otras creencias religiosas con otros valores», algo que el Estado no puede imponer.
Otro peligro que consideró Camino «si se sigue la línea prohibicionista», es el de «concebir la religión como algo privado, que no puede aparecer en el ámbito público. Esto es totalmente contrario a una visión justa y positiva de la libertad religiosa», afirmó.
El caso italiano
El caso conocido como «Lautzi», se originó tras la denuncia de una madre finlandesa, y residente en Italia, que pidió la retirada del crucifijo en el colegio público en el que estudiaban sus hijos. Ante la negativa del colegio, la mujer lo denunció ante los tribunales italianos en los que nunca encontró éxito, hasta que lo presentó en Estrasburgo. El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos exigió a Italia en marzo de 2009 que retirara la cruz de los colegios.
Los italianos pidieron la revisión de la sentencia, que en caso de no aceptarse, el Gobierno de Berlusconi dispondrá de tres meses para retirar los crucifijos de las aulas. Esto mismo podría ocurrir en el resto de países europeos, ya que este fallo, aplicable ahora sólo a Italia, sienta un precedente que en el futuro puede ser extrapolable a las otras naciones europeas si sus ciudadanos presentan demandas como la de Soile Lautsi.
Camino: «Los homosexuales merecen respeto y amor»
LA RAZÓN
Martínez Camino defendió durante la rueda de prensa de ayer que «no es legítima ninguna discriminación» hacia los homosexuales, en respuesta a una pregunta sobre la corrección de las declaraciones que hizo en su página web el portavoz de CiU en el Congreso, Duran Lleida, criticando que se celebre y apoye la «salida del armario» de una persona y no el paso de la homosexualidad a la heterosexualidad.
El portavoz de la CEE no quiso valorar las palabras de Duran Lleida pero sí defendió que «todas las personas, con independencia de su conducta, son dignas de un respeto absoluto, y no sólo un respeto, sino también de amor». Camino explicó que la Iglesia católica ve la «conducta» homosexual, subrayó la palabra conducta, como «desordenada», aunque ha reiterado que «de ahí no se deriva que se pueda discriminar ni tratar mal a alguien».
«Quitar la cruz es dejar a la sociedad indefensa ante otras ofertas culturales»
LA RAZÓN
El secretario general de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, dio a conocer este jueves un documento realizado por los obispos españoles sobre la exposición de símbolos religiosos cristianos en Europa, con motivo de la deliberación el próximo 30 de junio de la Corte Europea de Derechos Humanos sobre un recurso presentado por el Estado italiano ante una sentencia que ordena la retirada del crucifijo de una escuela pública italiana; conocido como el «caso Lautsi».
En el documento, los obispos señalan que “ponerse en contra de los símbolos de los valores que modelan la historia y la cultura de un pueblo es dejarle indefenso antes otras ofertas culturales, no siempre benéficas, y cegar las fuentes básicas de la ética y del derecho que se han mostrado fecundas en el reconocimiento, la promoción y la tutela de la dignidad humana”.
Martínez Camino precisó, al término de la Asamblea Permanente de los obispos, que “el vacío que supondrá» la prohibición de la cruz «tenderá a ser llenado por otros símbolos” relacionados con “el ateísmo, el agnosticismo o símbolos de otras tradiciones religiosas que tienen otros valores”. El portavoz aprovechó este caso judicial que ha levantado una gran polémica en Italia para recordar que el crucifijo «es mucho más que un símbolo cristiano, es el símbolo de la raíz de nuestra cultura» por lo que su presencia en la escuela pública no supone «la imposición de una religión por parte del Estado».
«No pretende excluir»
En cualquier caso, el Episcopado español recuerda que la presencia de símbolos cristianos en la vida pública y, en concreto de la crucifijo, «refleja el sentimiento de los cristianos de todas las confesiones y no pretende excluir a nadie». «Al contrario es expresión de una tradición a la que todos reconocen un gran valor y un gran papel catalizador en el diálogo entre personas de buena voluntad y como sostén para los que sufren y los necesitados, sin distinción de fe, raza o nación», reconocen.
La Conferencia Episcopal defiende también que fue el cristianismo el que favoreció que Europa supiese afirmar la autonomía de los campos espiritual y político y abrirse al principio de libertad religiosa. «Esto se ve más claro en nuestros días, cuando otras religiones se difunden entre nosotros al amparo de esa realidad», añaden.
Finalmente, los prelados españoles reconocen que el derecho a la libertad religiosa existe y se afirma cada vez más en Europa, y que en algunos países se permiten explícitamente otros símbolos religiosos. En cualquier caso, reiteran que «sólo en una Europa en la que sean respetadas a la vez la libertad religiosa de cada uno y las tradiciones de cada pueblos y nación, podrán desarrollarse relaciones adecuadas entre las religiones y los pueblos, en justicia y en libertad».
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