Doscientos años negando a Charles Darwin

07:53 14/05/2009, Ojo Adventista

En el corazón del movimiento creacionista de EEUU, el científico inglés es considerado «un hombre peligroso»
«Creemos firmemente que Dios creó al hombre y todo lo que hay sobre la faz de la tierra. Y en mi opinión, es lo suficientemente poderoso como para haberlo hecho en un par de días». Rob Koke, pastor de Shoreline Christian Center , no duda ni un segundo. Estamos en Texas, uno de los estados donde la teoría del creacionismo tiene más seguidores y donde Darwin es considerado por muchos «un hombre peligroso».

Enfundado en americana y vaqueros negros, camiseta roja y botas de cowboy, el fundador de esta megachurch a las afueras de Austin encabeza una congregación de 12.000 fieles. Un soleado domingo de febrero, el salón principal del inmenso recinto acoge a 5.000 creyentes que han venido a escuchar su sermón, claro y directo, sin liturgia, salpicado con anécdotas y bromas. Nada que ver con una misa al uso, y mucho con una charla de autoayuda y superación personal. Los asistentes entregan donaciones a golpe de chequera mientras los pastores auxiliares reparten kleenex a quienes lloran después de confesarse en esta enorme iglesia a medio camino entre un centro comercial (con cafetería y tienda de recuerdos cristianos) y una sala de conciertos (el sermón es amenizado por seis cantantes y una banda completa que interpreta canciones religiosas a ritmo de rock, rap y reggae).

Ya sin micrófono inalámbrico y más relajado tras bajarse del escenario, Koke se muestra prudente, sin querer molestar a ninguno de los miembros de su iglesia. Por eso es comprensivo con quienes se alejan del creacionismo clásico y admiten que ha habido algún tipo de evolución (eso sí, dirigida por Dios), frente a los que creen ciegamente en lo que cuenta el Génesis: es decir, que Dios creó al mundo y al hombre en una semana.

«Dentro de nuestra amplia familia hay diferentes opiniones, pero nadie duda de que somos producto de un Creador Divino. Nosotros no nos posicionamos sobre el cómo, sino sobre el quién, y en eso no hay discusión posible. Todo tiene un autor, un creador: este bolígrafo, la grabadora, una botella de agua… De hecho, yo necesitaría más fe para creer que todo es producto del azar y la evolución que para creer que lo ha hecho Dios». Koke, de origen holandés, se disipa cuando trata de explicar las «pruebas» que sostienen sus afirmaciones, que echan por tierra la teoría de la evolución de las especies.

Más claro lo tiene Carl Baugh, director del Museo de Evidencias del Creacionismo en Glen Rose, un pueblecito a una hora al sur de Dallas. Este paleontólogo con varios títulos en Teología lleva desde 1985 trabajando para demostrar científicamente que el mundo fue creado por Dios, algo de lo que tampoco tiene ninguna duda. Su discurso es sólido, plagado de tecnicismos científicos.

Modelo bíblico

Durante el tour por su minúsculo y destartalado museo repite que sus experimentos, tanto sobre el terreno como en el laboratorio, han sido certificados y contrastados. Una de las principales pruebas que aporta para desmontar a Darwin son dos huellas que demostrarían que los dinosaurios y los hombres coexistieron. De ser cierto, los evolucionistas estarían en serios aprietos. Una de las huellas, encontrada cerca del museo en los años cincuenta, muestra la pisada de un humano sobre la de un dinosaurio. La otra, hallada en el año 2000, es la de un dinosaurio sobre la de un humano.

Con un currículum de varias páginas y decenas de excavaciones a sus espaldas, Baugh reconoce que antes de llegar a Glen Rose era un «moderado» seguidor de la teoría de la evolución. Pero sus descubrimientos le hicieron cambiar de idea. «Cuando me di cuenta de que los dinosaurios y los hombres habían vivido juntos no pude dormir en cuatro días. Todas mis creencias se vinieron abajo», explica con voz pausada, arqueando las cejas.

Otro de sus experimentos, ya en el laboratorio, le ha llevado a descubrir que toda la información genética viene dada y que no son las condiciones atmosféricas ni la selección natural -como expone Darwin- lo que explicaría la evolución. Pero, entonces, ¿qué pasó con los dinosaurios? Se extinguieron, dice, en el Diluvio Universal que narra el Génesis. «Los únicos seres vivos que se salvaron gracias al Arca de Noé son los que existen actualmente en el mundo». Y es aquí donde Baugh, que ha dado conferencias para científicos de la NASA, tira de la Biblia y se posiciona en el creacionismo clásico, el que cifra en entre 6.000 y 8.000 años la edad del planeta Tierra. «Nosotros demostramos científicamente que el modelo bíblico de la creación es cierto», apunta con una amable sonrisa.

Más combativos son los expertos del Institute for Creation Research o Instituto para la Investigación de la Creación (ICR), situado en un polígono industrial en la periferia de Dallas, a tres horas en coche de Austin. Bruce Wood es el director de comunicación del centro fundado por Henry Morris, considerado el padre del movimiento creacionista moderno. Es el ala dura, la derecha ultrareligiosa que no disimula su agenda política. No sólo desprecian a Darwin, sino que descalifican a aquellos cristianos que creen que Dios no hizo el mundo en seis días y que utilizó algún tipo de evolución en la creación del hombre. «Les han lavado el cerebro», insiste Wood.

«¿Cree en Dios?»

En el ICR, puntero en la investigación y promoción del creacionismo, están a la defensiva. Y piden sin disimulo la unión a su causa. Al finalizar la visita por el centro -tres edificios donde trabajan unas 40 personas- aparece el director, Lawrence Ford, que con tono áspero lanza varias preguntas. «¿Cree en Dios? ¿Cree en el Génesis? ¿A quién apoya su periódico, a Obama o a Bush?». Con recelo, da por acabada la charla, después de soltar: «La prensa europea siempre nos malinterpreta». «Todo lo que tengo que decir está en la revista», concluye Ford en referencia al último número de Acts & Facts , dedicado a contradecir a Darwin en su 200 aniversario.

Desde el ICR aseguran que su fe «no es ciega», que se basa «en evidencias y hechos». «Miramos a la tierra, a los animales, al hombre, y no encontramos la forma de que la evolución pueda explicar todo lo que existe, su increíble complejidad», explica Wood, quien, ante un cuadro con mariposas disecadas, afirma: «La naturaleza no puede ni tiene necesidad de crear tanta riqueza de colores, tanta belleza… Todo esto no puede ser fruto de la casualidad». El resto de sus pruebas para demostrar que están en lo cierto las sacan, de nuevo, de la Biblia. Ahí, en la interpretación literal del Génesis, es donde están todas las respuestas.

Uno de esos cristianos impuros de los que hablan en el ICR sería Justin Marston, británico de 31 años que se mudó hace dos a Texas. Este químico de formación, que fue el científico más joven en publicar con 18 años en Nature, va cada domingo a la iglesia que dirige Rob Koke. Marston es de los creacionistas que creen en la evolución. «Pero dejando claro que fue Dios quien escogió la evolución natural para crearnos. Y yo no voy a ser quien para contradecirle».
«En estos tiempos de crisis, lo más rentable es invertir en el Reino de Dios»

Marston, que insiste en recordar que la fe y la ciencia no siempre están reñidas, intenta responderse a la pregunta clave: ¿de dónde venimos?. «Los evolucionistas seguidores de Darwin no se detienen en esa cuestión. Es más, niegan la existencia de Dios». Antes de marcharse a casa a ver la Super Bowl, hace su donación a Shoreline Christian Center, con las palabras de su fundador aún en el aire. «En estos tiempos de crisis, lo más rentable es invertir en el Reino de Dios».

Fuente: Público.com
Autor: Óscar Santamaría / Texas

Desde Siberia, la Mujer X

05:18 08/04/2010, Celedonio García-Pozuelo,

Cuando está a punto de publicarse la secuencia completa del genoma del núcleo celular de los neandertales, la comunidad científica se ha visto sorprendida con el descubrimiento de la que parece ser una nueva especie, subespecie o variante humana, fósil.

Un equipo de científicos acaba de publicar el hallazgo en la revista Nature. El ADN secuenciado pertenece a un orgánulo celular, la mitocondria, y lo han aislado de un único y minúsculo hueso fósil, una falange de los dedos.

El fósil ha sido datado mediante los métodos estándar en unos 40.000 años. Se encontró en la cueva Denisova, en Rusia, y no encontraron más restos humanos que hayan permitido atribuirlo con seguridad a neandertales o humanos actuales. Con tan escaso material, se decidió trabajar sobre material genético de las mitocondrias, que en número de 8.000 orgánulos por célula, supera el par de copias de ADN que posee un núcleo celular.

A pesar de que se desconoce si la falange perteneció a un hombre o a una mujer, el ADN mitocondrial pertenece a una línea de transmisión materna, dado que las mitocondrias se transmiten sólo a través de las mujeres. Este ha sido el motivo para la denominación: Mujer X.

Los resultados de la secuenciación presentan un ADN más próximo al humano que al de cualquier otro primate. Las divergencias en la secuencia respecto de humanos actuales y neandertales situarían a los tres ‘humanos’ divergiendo de un ancestro común hace un millón de años, según la teoría de la evolución.

El caso es que los tres tipos humanos habrían coexistido en la zona durante la misma época, porque en las proximidades de la cueva Danisova se encuentran restos de humanos actuales y neandertales.

Los científicos que han llevado a cabo la investigación han presentado el hallazgo como una nueva especie humana, pero no todos los paleoantropólogos están de acuerdo. Por una parte hay quienes se preguntan si se puede definir una especie nueva sin restos fósiles que pongan cara al ADN. Los candidatos para antecesores de la nueva ‘especie’, podrían ser Homo erectus, o quizá el H. antecessor descrito en Atapuerca. Además, hay quien ha señalado que los relojes moleculares no van siempre al mismo ritmo en unos seres vivos y en otros, con lo cual, el momento de la separación entre los tres tipos humanos quizá no corresponda al millón de años que se propone.

Por otra parte, algunos investigadores, como Milford Wolpoff, están convencidos de que la Mujer X es tan humana como nosotros o los neandertales. Las tres especies, como algunos las califican, serían realmente tres grupos étnicos o razas. Dice Wolpoff que si a principios del siglo XX se consideraban especies diferentes a las distintas razas humanas, hoy se está cometiendo el mismo error con estos fósiles, al establecer su relación biológica con los humanos actuales.

El asunto no está cerrado, tan sólo se ha abierto y se espera con ansiedad la luz que pueda arrojar la secuencia del genoma de núcleo celular del neandertal y de la Mujer X, para resolver las relaciones entre los diferentes humanos, actuales y fósiles.

BIBLIOGRAFÍA
KRAUSE, J. y otros. (2010). The complete mitochondrial DNA genome of an unknown hominn from southern Siberia. Nature 464: 530-534.

http://www.spectrummagazine.org/cafe_hispano/2010/04/08/desde_siberia_la_mujer_x

Doscientos años negando a Charles Darwin

07:53 14/05/2009

Ojo Adventista
En el corazón del movimiento creacionista de EEUU, el científico inglés es considerado «un hombre peligroso»
«Creemos firmemente que Dios creó al hombre y todo lo que hay sobre la faz de la tierra. Y en mi opinión, es lo suficientemente poderoso como para haberlo hecho en un par de días». Rob Koke, pastor de Shoreline Christian Center , no duda ni un segundo. Estamos en Texas, uno de los estados donde la teoría del creacionismo tiene más seguidores y donde Darwin es considerado por muchos «un hombre peligroso».

Enfundado en americana y vaqueros negros, camiseta roja y botas de cowboy, el fundador de esta megachurch a las afueras de Austin encabeza una congregación de 12.000 fieles. Un soleado domingo de febrero, el salón principal del inmenso recinto acoge a 5.000 creyentes que han venido a escuchar su sermón, claro y directo, sin liturgia, salpicado con anécdotas y bromas. Nada que ver con una misa al uso, y mucho con una charla de autoayuda y superación personal. Los asistentes entregan donaciones a golpe de chequera mientras los pastores auxiliares reparten kleenex a quienes lloran después de confesarse en esta enorme iglesia a medio camino entre un centro comercial (con cafetería y tienda de recuerdos cristianos) y una sala de conciertos (el sermón es amenizado por seis cantantes y una banda completa que interpreta canciones religiosas a ritmo de rock, rap y reggae).

Ya sin micrófono inalámbrico y más relajado tras bajarse del escenario, Koke se muestra prudente, sin querer molestar a ninguno de los miembros de su iglesia. Por eso es comprensivo con quienes se alejan del creacionismo clásico y admiten que ha habido algún tipo de evolución (eso sí, dirigida por Dios), frente a los que creen ciegamente en lo que cuenta el Génesis: es decir, que Dios creó al mundo y al hombre en una semana.

«Dentro de nuestra amplia familia hay diferentes opiniones, pero nadie duda de que somos producto de un Creador Divino. Nosotros no nos posicionamos sobre el cómo, sino sobre el quién, y en eso no hay discusión posible. Todo tiene un autor, un creador: este bolígrafo, la grabadora, una botella de agua… De hecho, yo necesitaría más fe para creer que todo es producto del azar y la evolución que para creer que lo ha hecho Dios». Koke, de origen holandés, se disipa cuando trata de explicar las «pruebas» que sostienen sus afirmaciones, que echan por tierra la teoría de la evolución de las especies.

Más claro lo tiene Carl Baugh, director del Museo de Evidencias del Creacionismo en Glen Rose, un pueblecito a una hora al sur de Dallas. Este paleontólogo con varios títulos en Teología lleva desde 1985 trabajando para demostrar científicamente que el mundo fue creado por Dios, algo de lo que tampoco tiene ninguna duda. Su discurso es sólido, plagado de tecnicismos científicos.

Modelo bíblico

Durante el tour por su minúsculo y destartalado museo repite que sus experimentos, tanto sobre el terreno como en el laboratorio, han sido certificados y contrastados. Una de las principales pruebas que aporta para desmontar a Darwin son dos huellas que demostrarían que los dinosaurios y los hombres coexistieron. De ser cierto, los evolucionistas estarían en serios aprietos. Una de las huellas, encontrada cerca del museo en los años cincuenta, muestra la pisada de un humano sobre la de un dinosaurio. La otra, hallada en el año 2000, es la de un dinosaurio sobre la de un humano.

Con un currículum de varias páginas y decenas de excavaciones a sus espaldas, Baugh reconoce que antes de llegar a Glen Rose era un «moderado» seguidor de la teoría de la evolución. Pero sus descubrimientos le hicieron cambiar de idea. «Cuando me di cuenta de que los dinosaurios y los hombres habían vivido juntos no pude dormir en cuatro días. Todas mis creencias se vinieron abajo», explica con voz pausada, arqueando las cejas.

Otro de sus experimentos, ya en el laboratorio, le ha llevado a descubrir que toda la información genética viene dada y que no son las condiciones atmosféricas ni la selección natural -como expone Darwin- lo que explicaría la evolución. Pero, entonces, ¿qué pasó con los dinosaurios? Se extinguieron, dice, en el Diluvio Universal que narra el Génesis. «Los únicos seres vivos que se salvaron gracias al Arca de Noé son los que existen actualmente en el mundo». Y es aquí donde Baugh, que ha dado conferencias para científicos de la NASA, tira de la Biblia y se posiciona en el creacionismo clásico, el que cifra en entre 6.000 y 8.000 años la edad del planeta Tierra. «Nosotros demostramos científicamente que el modelo bíblico de la creación es cierto», apunta con una amable sonrisa.

Más combativos son los expertos del Institute for Creation Research o Instituto para la Investigación de la Creación (ICR), situado en un polígono industrial en la periferia de Dallas, a tres horas en coche de Austin. Bruce Wood es el director de comunicación del centro fundado por Henry Morris, considerado el padre del movimiento creacionista moderno. Es el ala dura, la derecha ultrareligiosa que no disimula su agenda política. No sólo desprecian a Darwin, sino que descalifican a aquellos cristianos que creen que Dios no hizo el mundo en seis días y que utilizó algún tipo de evolución en la creación del hombre. «Les han lavado el cerebro», insiste Wood.

«¿Cree en Dios?»

En el ICR, puntero en la investigación y promoción del creacionismo, están a la defensiva. Y piden sin disimulo la unión a su causa. Al finalizar la visita por el centro -tres edificios donde trabajan unas 40 personas- aparece el director, Lawrence Ford, que con tono áspero lanza varias preguntas. «¿Cree en Dios? ¿Cree en el Génesis? ¿A quién apoya su periódico, a Obama o a Bush?». Con recelo, da por acabada la charla, después de soltar: «La prensa europea siempre nos malinterpreta». «Todo lo que tengo que decir está en la revista», concluye Ford en referencia al último número de Acts & Facts , dedicado a contradecir a Darwin en su 200 aniversario.

Desde el ICR aseguran que su fe «no es ciega», que se basa «en evidencias y hechos». «Miramos a la tierra, a los animales, al hombre, y no encontramos la forma de que la evolución pueda explicar todo lo que existe, su increíble complejidad», explica Wood, quien, ante un cuadro con mariposas disecadas, afirma: «La naturaleza no puede ni tiene necesidad de crear tanta riqueza de colores, tanta belleza… Todo esto no puede ser fruto de la casualidad». El resto de sus pruebas para demostrar que están en lo cierto las sacan, de nuevo, de la Biblia. Ahí, en la interpretación literal del Génesis, es donde están todas las respuestas.

Uno de esos cristianos impuros de los que hablan en el ICR sería Justin Marston, británico de 31 años que se mudó hace dos a Texas. Este químico de formación, que fue el científico más joven en publicar con 18 años en Nature, va cada domingo a la iglesia que dirige Rob Koke. Marston es de los creacionistas que creen en la evolución. «Pero dejando claro que fue Dios quien escogió la evolución natural para crearnos. Y yo no voy a ser quien para contradecirle».
«En estos tiempos de crisis, lo más rentable es invertir en el Reino de Dios»

Marston, que insiste en recordar que la fe y la ciencia no siempre están reñidas, intenta responderse a la pregunta clave: ¿de dónde venimos?. «Los evolucionistas seguidores de Darwin no se detienen en esa cuestión. Es más, niegan la existencia de Dios». Antes de marcharse a casa a ver la Super Bowl, hace su donación a Shoreline Christian Center, con las palabras de su fundador aún en el aire. «En estos tiempos de crisis, lo más rentable es invertir en el Reino de Dios».

Fuente: Público.com
Autor: Óscar Santamaría / Texas

Pero… «¡el Génesis no es un libro de ciencia!» Por Jonathan Sarfati

21:41 11/09/2009, ojoadventista@gmail.com (Ojo Adventista),
Pero… «¡el Génesis no es un libro de ciencia!»
¿Cuántas veces ha escuchado esto?

Mi respuesta breve favorita es: “Gracias a Dios que no lo es. Los libros de ciencia siempre tienen errores y se vuelven obsoletos en pocos años. La Biblia no tiene errores y es siempre actual”

Historia versus ciencia

En realidad, el Génesis trata más de historia que de ciencia (no obstante toca aspectos relevantes para la antropología, la biología la geología, etc). La ciencia (operativa) normal, que coloca hombres en la Luna y cura enfermedades, está basada en observaciones repetibles en el presente . El Génesis pretende ser el relato de un testigo ocular acerca del pasado , el cual no se puede repetir. En particular, el Génesis es un relato sobre la historia mundial, desde la creación hasta el comienzo del pueblo Mesiánico, Israel.

Alguien podría decir, “Pero… el Génesis tampoco es un libro de historia – fue escrito para gente sencilla que no habrían entendido las largas eras geológicas o la evolución”. Pero, como hemos demostrado en ‘El Génesis de acuerdo a la evolución’ ( Creation , Vol. 26, No 4, págs. 50-51) hay numerosas formas de comunicar esa supuesta ‘verdad’ en lenguaje sencillo, si esa hubiera sido la intención de Dios .

El Génesis y la ciencia

Los historiadores de la ciencia están de acuerdo en que la ciencia moderna floreció en realidad en la Europa Cristianizada, cuando en otras culturas todavía no se desarrollaba. ¿Sorprendido? ¡No debiera estarlo! La ciencia requiere que nuestros pensamientos sean racionales, que el universo esté ordenado, que el hombre pueda investigar el mundo, y que los resultados sean reportados honestamente. La Biblia explica que: estamos hechos a la imagen de un Dios racional (Génesis 1:26-27), que Dios es un Dios de orden y no de confusión (I Corintios 14:33). Dios le dio al hombre el dominio sobre la creación (Génesis 1:28) y Él ordenó honestidad (Éxodo 20:16). Pero si la evolución fuera cierta, no habría base lógica para todo esto.

Es por eso que casi cada número de la revista Creación, tiene artículos dando a conocer a científicos creyentes en la Biblia. Esta vez presentamos un sobresaliente científico en satélites (misma revista, págs. 18-23) y a uno de los pioneros de las imágenes por R. M., Resonancia Magnética, (págs. 40-42).Este último muestra también la discriminación que hoy en día existe contra los científicos creacionistas, a menudo acusados de no ser “verdaderos científicos”.

Afortunadamente estos discriminadores no existían en la época de Newton, Faraday o Pasteur, ¡para nombrar sólo unos pocos de los grandes creacionistas fundadores de la ciencia moderna!

¿Sólo acerca de fe y moral?

“Pero… la Biblia es un libro acerca de la fe y la moral –eso es lo importante”.

Sin embargo, la doctrina y la moral de la Biblia no pueden ser separadas de sus aspectos científico/históricos. Sin la Resurrección de Jesús, no habría Cristianismo –y es un hecho histórico que Jesús abandonó la tumba al tercer día, y se apareció luego a 500 personas en una ocasión (I Corintios 15:-6). Pero esto también entra en colisión con la ciencia -la ciencia naturalista afirma que es imposible que los muertos resuciten.

Además, el significado de la ‘muerte y resurrección de Jesús’, depende por completo de la realidad histórica del capítulo 3 del Génesis. Esto es, un verdadero primer hombre, Adán, realmente pecó e introdujo la muerte física. Por lo tanto, el Último Adán, Jesús, verdaderamente murió por nuestros pecados y realmente por Él, vino la resurrección física de la muerte. (1 Corintios 15:1-4, 21-22, 45)

¿Qué diremos del matrimonio? Ésta sí que es una enseñanza moral, si es que alguna vez hubo una. Y sin embargo, cuando Jesús respondió sobre el tema, Él citó Génesis 1:27 y 2:24 como historia real, no como alegoría (Mateo 19:3-9: Marcos10:6-9). Además, Jesús dijo que la primera pareja humana estaba allí ‘desde el principio de la creación’, y no miles de millones de años después. Este es un problema mayúsculo para los cristianos que han reinterpretado la Biblia para que encaje con la “Gran Explosión” (Ver “‘La Gran Explosión’ no puede explicarlo” en la página 7 de la revista 26, para conocer los problemas científicos que harían que estos cristianos ¡tengan que reinterpretar sus reinterpretaciones!)

Incluso los Diez Mandamientos, que son obviamente acerca de moral, no tienen sentido sin la historia. El cuarto mandamiento, acerca del día de descanso, está completamente basado en la historia de la Semana de la Creación, ‘Seis días trabajarás y harás tu tarea porque en seis días el Señor hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que está en ellos y descansó el séptimo día’ (Éxodo 20:9-11).

Jesús le preguntó a Nicodemo: ‘Si hablando de cosas terrenas, de cosas terrenas no creéis, ¿cómo creeríais si os hablase de cosas celestiales? (Juan 3:12). De manera que si no podemos confiar en la Biblia acerca de cosas terrenales (tales como el tiempo de la creación), ¿por qué deberíamos confiar en ella acerca de cosas celestiales (fe y moral)?

¿De qué se trata en última instancia?: de la autoridad

¿Alguna vez les han preguntado por qué le dan tanta importancia al significado del Génesis, y no dedican el mismo tiempo a discutir acerca del bautismo, del día de descanso semanal, de la predestinación versus el libre albedrío, de los últimos tiempos, sobre si los dones carismáticos son apropiados hoy, o de las formas de gobierno de la iglesia?

Esta es la diferencia: todos estos debates presuponen que la Biblia es la autoridad y discuten sobre lo que significa. El debate acerca de la creación estriba en si la autoridad sobre lo que sucedió en el pasado de la Tierra pertenece a la Biblia, ó a la ciencia ‘moderna’.

Pero la Biblia es el testimonio ocular del Hacedor que estaba allí, que lo conoce todo y que nunca se equivoca. Jesús aceptó que la Escritura no puede fallar (Juan 10:35). Pero los científicos no estaban allí (Job 38:4), no saben nada y cometen errores.

Esto demuestra la insensatez de exigirles a los creacionistas que ‘dejen la Biblia afuera’. De la misma manera que ‘el que calla otorga’, aceptar el ‘dejar la Biblia afuera’ es ‘responder a un tonto acorde a su tontería’. Aceptándolo, efectivamente abandona las pretensiones de que la Biblia es la verdad, concediendo la derrota. Confirma al no creyente en su inicua opinión de que el hombre es el árbitro final de la verdad y coloca a Dios en tela de juicio. ¿Qué cristiano querría a sabiendas aceptar algo así?

Fuente: InvestigacionesCreacionistas.com
Autor: Jonathan Sarfati, .Sc. (Hons) en Química y el doctorado (Química Física) de la Universidad Victoria de Wellington, Nueva Zelanda. Es co-autor de trabajos en las principales revistas científicas entre ellos uno sobre los superconductores de alta temperatura publicado en Nature, cuando tenía 22 años de edad. Co-fundador de la Wellington Christian Apologetics Society (New Zealand) Su primer libro «Refuting Evolution» (Refutand la evolución) para hacer frente a una guía de los profesores de la Academia Nacional de Ciencias (EE.UU.), la enseñanza acerca de la evolución y la naturaleza de la ciencia. Trabaja a tiempo completo para la creación de Creation Ministries International, Brisbane, Australia, donde es co-editor de la revista de «Creation» y también escribe artículos y reseñas en «Journal of Creation» (antes TJ), así como activo ministerio de predicación.
Traducción: Raúl Leguizamon

El creacionismo gana terreno en el Vaticano

El creacionismo gana terreno en el Vaticano

«Juan Pablo II pareció aceptar la teoría darwiniana de la evolución de las especies, cuando la definió como «algo más que una hipótesis». Pero en el Vaticano de Benedicto XVI causan incomodidad el evolucionismo y quienes lo defienden. Como el padre jesuita George Coyne, apartado de la dirección de la Specola Vaticana (el observatorio astronómico papal) después de criticar en diversas ocasiones a las autoridades católicas que, como el cardenal Christoph Schoenborn, arzobispo de Viena, sostienen que «el darwinismo es incompatible con el credo católico» y se muestran comprensivos con el movimiento creacionista, según el cual el mundo y el hombre fueron creados exactamente como cuenta la Biblia en el Génesis.

Juan Pablo II pareció aceptar la teoría darwiniana de la evolución de las especies, cuando la definió como «algo más que una hipótesis». Pero en el Vaticano de Benedicto XVI causan incomodidad el evolucionismo y quienes lo defienden. Como el padre jesuita George Coyne, apartado de la dirección de la Specola Vaticana (el observatorio astronómico papal) después de criticar en diversas ocasiones a las autoridades católicas.

Juan Pablo II pareció aceptar la teoría darwiniana de la evolución de las especies, cuando la definió como «algo más que una hipótesis». Pero en el Vaticano de Benedicto XVI causan incomodidad el evolucionismo y quienes lo defienden. Como el padre jesuita George Coyne, apartado de la dirección de la Specola Vaticana (el observatorio astronómico papal) después de criticar en diversas ocasiones a las autoridades católicas que, como el cardenal Christoph Schoenborn, arzobispo de Viena, sostienen que «el darwinismo es incompatible con el credo católico» y se muestran comprensivos con el movimiento creacionista, según el cual el mundo y el hombre fueron creados exactamente como cuenta la Biblia en el Génesis.

El cese del padre Coyne, de 73 años, director del observatorio vaticano desde 1979, ha tenido una razón inmediata: sufre un cáncer de colon, está recibiendo quimioterapia y ha pedido la baja por razones de salud. Pero fuentes vaticanas citadas ayer por el Corriere della Sera reconocieron que la marcha de Coyne era deseada, para acabar con sus declaraciones «polémicas». El sucesor de Coyne, el padre José Gabriel Funés, de 43 años, argentino, jesuita, declaró al mismo diario italiano que, como director del observatorio, debía hablar «de estrellas y planetas, y sólo de eso».

La incomodidad vaticana con el padre Coyne, que asesoró a Juan Pablo II en el proceso de rehabilitación de Galileo Galilei y en el reconocimiento del error cometido con él por la Iglesia católica, está relacionada con las dificultades suscitadas por el debate entre evolucionistas y creacionistas. No porque el catolicismo sea incapaz de convivir con las teorías de Darwin: el propio cardenal Schoenborn se desdijo el jueves y declaró en la reunión anual de Comunión y Liberación que la «escala de Darwin» describía «un proceso evolutivo horizontal», compatible con lo que llamó «la escala de Jacob», que según Schoenborn aseguraba el control divino de la evolución. El problema con Darwin no es teológico, sino estratégico, y procede de Estados Unidos.

El creacionismo es cada vez más vigoroso entre los protestantes estadounidenses y empieza a calar hondo en la comunidad católica. Para no enajenar a los católicos creacionistas, el Vaticano se ve obligado a realizar equilibrios. El año pasado, en un artículo publicado por The New York Times, el cardenal Schoenborn pareció abrazarcreacionismo bíblico. Luego matizó, pero el jueves, tras proclamar la compatibilidad, criticó sin citarlo al padre Coyne -«No comprendo cómo un científico con formación teológica  el puede defender el darwinismo», dijo- y criticó la teoría de la evolución.

El titular de la crónica publicada ayer por el diario vaticano, L’Osservatore Romano, era significativo: «Laicismo y evolucionismo, peligros siempre presentes».

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/creacionismo/gana/terreno/Vaticano/frente/evolucionismo/elpporintcor/20060826elpepisoc_1/Tes/, citado enhttp://proyectodarwin.blogspot.com/2006/08/el-creacionismo-gana-terreno-en-el.html

Michael Shermer: “Necesitamos escepticismo por todo el mundo”

Michael Shermer: “Necesitamos escepticismo por todo el mundo” 

Marzo 26, 2009

michaelshermer1

Visto en Tercera Cultura.

El Dr. Michael Shermer es Editor Fundador de la revista Skeptic. Director ejecutivo de la Skeptics Society, columnista en Scientific American, anfitrión de la Skeptics Distinguished Science Lecture Series en Caltech, y Profesor Adjunto de Económicas en Claremont Graduate University. Es autor de más de diez libros, entre ellos, Why Darwin Matters, y el más reciente, The Mind of the Market. Michael nos concedió una videoentrevista desde Altadena, California. Versión de la entrevista en inglés: aquí.

Vicente Carbona

vicente.carbona@terceracultura.net

Tercera Cultura: Recientes investigaciones apuntan hacia una base genética para las religiones, y algunos investigadores incluso han afirmado que las creencias religiosas son quizás más naturales que la ciencia, que requiere mayor esfuerzo e instituciones más complejas. Desde tu experiencia, ¿dirías que un ateo nace? ¿O se trata más bien del resultado de la educación y el desarrollo del pensamiento crítico?

Michael Shermer: Pienso que tu idea inicial es correcta. La ciencia no viene de manera natural porque requiere pasos cognitivos adicionales, más allá del comportamiento que busca patrones, conecta patrones, que funciona a base de conectar los puntos, algo que todos hacemos, y que es la base del pensamiento supersticioso. Es lo que llamo “patronicidad” (en How We Believe – Cómo creemos), la tendencia a encontrar patrones significativos en el ruido aleatorio. Bien, a veces los patrones son reales y a veces no lo son. Y cometemos dos tipos de error. El del Tipo 1 es un falso positivo: piensas que el patrón es real y sucede que no lo es. Y el del Tipo 2: piensas que el patrón no es real y sucede que es real. Veamos un ejemplo. Imaginemos que estamos en un entorno del paleolítico, en un mundo peligroso, y oímos un susurro en la hierba. ¿Es el viento, o es un depredador peligroso? Bien, si cometes un error del Tipo 1 y piensas: “Bueno, probablemente es un depredador, así que me debo alejar y tener cuidado”; y resulta que sólo es el viento, no pasa nada. No ha requerido una gran inversión de energía. Pero si cometes un error del Tipo 2 y dices que sólo es el viento y resulta que es un depredador, te quedas parado y te conviertes en almuerzo, acabas de desaparecer del acervo genético.

Así que mi argumento es que existe selección natural para un supuesto como: “Asume que todos los patrones son reales, y funciona consecuentemente”. Pero claro, esto es sencillamente pensamiento mágico. Es aprendizaje por asociación, es sencillamente conectar A con B y suponer que existe siempre la conexión.

Y también hacemos otra cosa, infundimos agencia e intención en el patrón. No sólo imagino que el susurro en la hierba es un depredador, sino que es un depredador peligroso, un depredador que pretende comerme, que tiene intención y agencia y va a actuar en consecuencia. Pienso que ésta es la base del animismo, del espiritualismo, de las creencias en dioses o en dios, de las creencias en alienígenas y en las teorías de la conspiración. Ya sabes: existen cábalas secretas que controlan el mundo, poderes allí arriba que tiran de las cuerdas… ese tipo de cosas.

Pienso que esto lo llevamos cableado naturalmente. Tomemos un ejemplo tan sencillo como la reciente preocupación sobre si las vacunaciones causan el autismo. Esta idea se basa puramente en datos anecdóticos. Los padres que tienen niños autistas recuerdan que los llevaron a vacunar y creen que tiene que haber alguna conexión entre A y B. Pero la ciencia médica ha dedicado mucho tiempo a esto: la única manera de saberlo, en realidad, es haciendo experimentos controlados, o al menos algún tipo de estudio epidemiológico, con dos grupos distintos para poderlos comparar…Se requiere mucho trabajo “extra” para hacer eso, en lugar de simplemente “notar” algún tipo de conexión en tu entorno. La ciencia requiere pasos congitivos adicionales que son laboriosos, requieren energía y esfuerzo para averiguar cómo es el mundo en realidad…Y debido a esto, ya sabes, tú y yo tenemos seguridad laboral como escépticos (risas). Siempre va a haber gente que cree en cosas raras, y nuestro trabajo será corregirles ya que estas cosas pasan porque nuestros cerebros simplemente han evolucionado para poder hacer eso.

TC: En The Mind of the Market (La mente del mercado) dices que la economía es un “sistema adaptativo complejo”, que se basa en el empuje y el esfuerzo individual, y que está estructurado “de abajo arriba” en lugar de ser un producto de diseño político. Pero dado el ambiente actual de ayudas a la banca (bailouts), ¿el concepto de la “mano invisible” ha desaparecido realmente?

MS: La analogía entre evolución y economía es ciertamente real, pero se tiene que modificar un poco. Es decir, un mercado libre sólo puede funcionar dentro de un sistema, en una sociedad basada en un estado de derecho y en el refuerzo continuo de esas leyes, de la Constitución, del sistema jurídico…Un sistema bancario funcional requiere un sistema monetario funcional, y esto requiere un gobierno funcional. Así que, es cierto, es preciso que existan controles “de arriba abajo”, mientras que la naturaleza no tiene nada parecido.

Pero a lo que me refiero (en The Mind of the Market) es a que la mayor parte de lo que sucede en el mercado no está dirigido y controlado de arriba abajo; sí es como la evolución. La gente sencillamente intenta ganar algo de dinero y conseguir la mejor vida posible para ellos y para sus familias para pasar sus genes a la próxima generación. Y eso es, de hecho, lo que la evolución describe. Así que, una vez que esos controles de arriba abajo están en su sitio dejas que el mercado funcione. Evidentemente, el truco es: bien, pero ¿exactamente cuántos controles de arriba abajo necesitamos? Y últimamente no parece muy atractiva la idea de que necesitamos el menor número posible de controles de arriba abajo. Porque la gente engaña y la naturaleza humana incluye a algunos que manipularán el sistema, mentirán a la gente y montarán estafas y ardides. Y tiene que haber alguna manera de controlar eso. Ahora mismo estamos en un tipo de ambiente en el que existen demasiados engaños – en realidad, no es que las cosas hayan cambiado, es que el sistema estaba estructurado de manera que permitía que eso sucediera, especialmente a través de derivados e instrumentos financieros que eran tan complejos que la mayoría en realidad no los comprendía, y eso eliminó algunas de las señales que de otro modo recibiríamos cuando alguien no es digno de confianza, o cuando algo raro ocurre en el sistema. Porque queremos vivir en una sociedad de propietarios, en la que todo el mundo debe tener el derecho a comprar una casa, la misma gente al cargo, como el responsable de créditos, no tenía necesidad de sentir los riesgos normales, apresurado en dar préstamos “subprime” a personas cuyo crédito no era muy bueno. Esto está muy bien, pero alguien, en realidad, necesita hacer ese préstamo. Ahora, si el responsable de préstamos va a recibir su porcentaje, va a recibir su comisión aunque el prestado vaya a ser moroso, entonces ¿qué le importa? Su motivación es pasar el papeleo a otros porque el próximo ya se hará responsable. Él ya no es el responsable, se lo ha pasado a otro… la entidad inmediata vende las hipotecas a otra entidad y al final acaban en Freddie Mac o Fannie Mae, que son agentes del gobierno. Y… ¿quién se hace cargo del riesgo?: todos nosotros. Así que no estaban en su sitio ningunas de las garantías y controles que están basados en el conocimiento nuestra naturaleza humana.

TC: Muchos expertos consideraron que la caída del muro de Berlín marcó el fin de las ideas históricas de la izquierda; pero hoy día, varios teóricos económicos, especialmente economistas comportamentales, son casi seguidores izquierdistas de Adam Smith. ¿Qué piensas de esta tendencia?

MS: A Adam Smith no se le entiende muy bien. Sucede lo mismo con Darwin. Por eso hay mucha gente que asocia el darwinismo con “la naturaleza roja en diente y garra” (Tennyson), con “cada uno a por lo suyo”, con competencia al degüello, y con la supervivencia del más adaptado (survival of the fittest), cuando “el más adaptado” significa fuerte, tacaño, malvado, agresivo, enérgico, rápido, etc…Ya sabes, el mejor “adaptado” en la teoría evolucionista no es otro que el que deja más descendientes para la próxima generación. Nos entusiasmamos hablando de nuestros cerebros grandes, pero seamos serios, miles de millones de especies en la historia de la Tierra han sobrevivido muy bien -muchas gracias- con cerebros muy pequeños. Tener un cerebro grande no es una cosa tan importante, son caros de operar, se dañan y esto estropea el sistema…Es posible arreglárselas muy bien sin tener un cerebro. Hasta puede que ser pequeño, enclenque, lento y bien camuflado signifique “más adaptado”; y que ser cooperativo, y no competitivo, ser un animal grupal más prosociable, signifique ser más adaptado (”fit”).

Hemos evolucionado muchas cosas que parecen ser contraintuitivas al darwinismo, a no ser que se amplíe el concepto de darwinismo y se comprenda que estas cosas siguen formando parte de él. Pienso que somos cooperativos por naturaleza, que somos una especie social, etcétera. Bien, pues lo mismo sucede con Adam Smith. Smith era profesor de filosofía moral, no existían “económicas” entonces. Había gente que estudiaba economía política, pero en realidad no eran profesiones distintas, y Smith no hizo ni eso. Su primer libro fue La teoría de los sentimientos morales, en el que habló sobre la naturaleza humana, y sobre cómo somos: buenos, malvados, cooperativos, competitivos…En realidad, de algún modo tienes que deconstruir La riqueza de las naciones, que es una obra tan masiva, tan larga, tan pesada de leer… la mayoría no la lee. No está abogando a favor de la abolición del gobierno, que sea todo mercados libres…Tiene un pasaje largo en el que explica que no hay que fiarse de los empresarios, que manipularán el sistema si pueden y que emplearán su poder de influencia con el gobierno para obtener favores especiales para sus empresas contra las demás empresas…No te puedes fiar de las corporaciones y de las empresas, para nada. Lo que debes hacer es proteger a los consumidores ante esas empresas que usan al gobierno para obtener favores especiales.

Una observación más profunda consistía en que la economía debe basarse en los consumidores y no en los productores. Es decir, la riqueza de una nación está en toda la gente, no sólo en un puñado de productores y sus lacayos en el gobierno. La riqueza de las naciones está en toda la gente y en todas las “cosas” que tienen, así que si alguna empresa está recibiendo algún tipo de protección monopolística de parte del gobierno, para poder cobrar precios más altos porque no son capaces de competir con algunas empresas extranjeras…eso les ayudará a ellos, pero no nos ayuda a nosotros, los consumidores.

Así que cuando piensas en Adam Smith de esa manera, te dices: “¡Rayos! ¡Eso no suena como el señor laissez faire!” Ya, pues, correcto.

TC: En Why Darwin Matters (Por qué importa Darwin), dices que muchos ciudadanos estadounidenses rechazan a Darwin debido a un “miedo al ateísmo” y a que perciben la pérdida de un “sentido último”. El presidente Obama, en su discurso inaugural, mencionó a los no-creyentes como gente que no debería asustar a nadie…

MS: ¡Sí! ¿Qué te pareció eso? ¡Hay esperanza! (Risas).

TC: …Dado que estamos celebrando el bicentenario del nacimiento de Darwin, ¿cómo podemos los no-creyentes trabajar para demostrar que la evolución es una manera elegante y bella de buscar ese “sentido último”?

MS: Evidentemente, con el ejemplo, y diciendo simplemente: “Está bien no creer”. Ese ha sido básicamente el propósito de los anuncios en los autobuses que han aparecido aquí, en el Reino Unido, y en otros lugares. Y parece que la típica respuesta es: “¿Cómo? ¿De veras?” Una de las cosas buenas de Richard Dawkins es que debido a quién es, a su reputación y a que es un pensador tan sofisticado, un catedrático de Oxford y todo eso, cuando él dijo: “¿Sabéis qué? Está bien no creer”, entonces la gente pensó: “Ah, pues vale”. Creo que parte de la razón de su éxito, y también de las ventas de sus libros, es que ahí fuera había mucha gente que ya creía eso. Sencillamente estaban en el armario. Así que cuando alguien como Obama dice: “Escuchad, podéis ser no-creyentes y seguiremos considerándoos ciudadanos americanos” (risas), ya sabes, eso es un gran paso hacia delante. Significa que está bien no creer, pero también que no está bien que los creyentes tengan prejuicios contra los no creyentes.

TC: Has criticado a “Los Cuatro Jinetes” (Richard Dawkins, Daniel Dennett, Sam Harris y Christopher Hitchens) por ser quizás demasiado estridentes, demasiado negativos en sus posicionamientos. ¿Sigues pensando así?

MS: Supongo que sí. Es decir, depende sencillamente de la actitud que prefieras emplear cuando interactúas con las personas, lo agresivo que quieras ser al criticar sus creencias. Yo no trato a la gente religiosa de manera distinta que a los demás. Si estoy hablando con un ufólogo, o con alguien que cree en la medicina alternativa, o lo que sea, no los trato de manera distinta a como trato a un cristiano, a un musulmán, o a un hindú cuando me hablan de sus creencias religiosas. La religión tiene algo, últimamente, que la ha convertido en un blanco especialmente potente para nuestros dardos escépticos. Supongo que lo que ha hecho que la religión fuera señalada como algo diferente ha sido en parte el 11 S y el auge del movimiento evangélico, tan descarado que incomoda a la gente.

Uno de los argumentos de Dawkins es que la religión estaba protegida contra la crítica en una especie de cáscara, y que eso no está bien: hay que tratarla como trataríamos, por ejemplo, un punto de vista político o económico. Quiero decir que nadie me permitiría escaquearme después de decir: “Pienso que deberíamos abolir todos los gobiernos y tener mercados totalmente libres” diciendo simplemente: “Respeto tu punto de vista en este tema, es tu fe, y la mía es que debemos tener una sociedad marxista”, o algo por el estilo. No. No tenemos ese tipo de diálogo: discutimos unos con otros y tenemos debates rigurosos.

¿Por qué no podemos hacer lo mismo con la religión? Bien, por eso pienso que estuvo bien lo que hizo Dawkins. Pero claro, es fácil pasarse y considerar la religión como algo especial que verdaderamente queremos atacar, cuando lo cierto es que…Por ejemplo, pienso que es posible que existieran algunos componentes religiosos relacionados con el 11 S, claro, como cuando se le ofrecen 72 vírgenes a un tipo (risas) y todo eso, ya sabes…Vale, esa es una creencia supersticiosa, religiosa… pero la mayoría de los problemas, por ejemplo en Oriente Próximo, tienen más que ver con la política, con expropiar territorio y con hurtar propiedades que con la religión. Pero si nos deshiciésemos de la religión mañana, la gente seguiría siendo tribal, todos seguiríamos siendo tribales y xenófobos, y encontraríamos otras razones para matar a la gente, perseguirlos, quitarles los bienes, robarles la tierra…La religión es simplemente una excusa, en mi opinión, para hacer lo que estaríamos haciendo de todos modos.

En muchos aspectos, yo tengo una visión más oscura del lado oscuro de la naturaleza humana que Dawkins. De alguna manera, Los Cuatro Jinetes son como John Lennon diciendo “imagínate que no hay religión” y todo acabará estupendamente…Creo que no (risas).

TC: Dawkins advierte contra “la falsa ilusión de que la fe, aunque sus resultados sean detestables, tiene que ser respetada simplemente porque es fe”. ¿Existe el peligro de que esta llamada al “respeto” por parte de líderes de opinión, políticos e intelectuales pudiera ocultar un miedo al terror y servir asus fines?

MS: Uno de los argumentos de Dawkins con los que sí estoy de acuerdo, sin duda, es que donde existen obvias violaciones de derechos civiles y libertades por culpa de la religión debemos levantarnos y decir algo. Pero ya sabes, es preciso escoger tus batallas con cuidado. Todo el asunto de “Bajo Dios” (Under God) en la Promesa de Lealtad (Pledge of Allegiance), “Nos Fiamos de Dios” (In God we Trust) en el dinero, y el “Que Dios Bendiga a los Estados Unidos de América” (God Bless the United States of America) que dicen todos los políticos, hasta Obama…no deberían estar ahí en un foro público. Tenemos separación entre estado e iglesia, no deberían estar ahí. Pero esto es tan insignificante, tan banal, que pienso que a la gente en realidad no le importa. Ni piensan en ello hasta que un ateo se levanta para decir que eso no debería estar ahí. Entonces se excitan y se convierte en evento público, cuando no creo que nadie lo haya pensado dos veces.

Me refiero a que decir “Que Dios Bendiga a América” es como decir -ya sabes- “¡Aleluya!”, o “¡Somos los Número Uno!”, lo que sea. Sólo es algo que se dice, no tiene mayor significado. Sin embargo, “Vamos a enseñar el creacionismo en una escuela pública”, donde pretenden que se cambie el plan de estudios, y se obligue a los maestros a hacer algo, so sí está convirtiéndose en algo bastante serio. O los matrimonios homosexuales: ahora estamos hablando de contratos, de la Constitución, de libertades civiles y de derechos que las personas tienen sobre sucesiones, de testimonios y decisiones médicas. Esto es incomparablemente más serio que el “Nos Fiamos de Dios” de las monedas. Así que yo aconsejaría a las personas que se ocupasen de luchar por asuntos políticos más serios.

TC: Parecemos estar en una encrucijada existencial global, y dada la importancia de Estados Unidos como la nación más influyente del mundo, ¿qué consejos ofrecerías al presidente Obama?

MS: Pienso que está en el buen camino, hay pocas cosas que necesitemos contarle. Parece estar bastante a favor de la ciencia, a favor de la razón. Ya ha tomado medidas sobre el asunto de las células madre: Hoy (Viernes 23) ha eliminado las prohibiciones sobre la financiación federal para organizaciones que tienen que ver con el aborto, por ejemplo. Así que pienso que sencillamente debemos darle un par de semanas más (risas) para que solucione las cosas. Simplemente, que sea pro-ciencia como lo somos siempre nosotros.

TC: Como Director Ejecutivo de la Skeptics Society y Editor Fundador de la revista Skeptic, ¿dirías que el movimiento va creciendo? ¿Ves que tenga un efecto directo sobre la opinión pública? ¿Existe esperanza para el pensamiento crítico?

MS: Absolutamente. Sin duda alguna. Aquí en nuestro mundo, con la revista Skeptic, nuestra tirada sigue creciendo. Comenzamos con menos de mil y ya estamos en unos 58.000 ejemplares ahora mismo. Ya sabes, crecimiento lento pero estable, y estamos hablando de personas dispuestas a poner el dinero sobre el mostrador para comprar la revista, o pagar una suscripción. Y también las ventas de los libros de Dawkins y de Harris…Son los indicadores de cómo va el mercado: cuando alguien está dispuesto a gastarse veinticinco pavos en un libro, eso te dice algo. Los que lo hacen no son todos curas que quieren saber lo que dice el Diablo (risas). Pienso que la gente los lee por lo que contienen. Es un proceso lento, gradual. Simplemente compáralo con, digamos, hace quinientos años, o hace cien años…Sí, hemos progresado mucho. Hay bloqueos y retrasos de vez en cuando, la administración de Bush se basaba demasiado en el evangelismo y todo eso, pero como vengo diciendo: “Esto también pasará”.

Una de las bellezas del sistema en el que vivimos es que Bush se largó el martes, no hubo ni un disparo, los tanques no salieron a las calles, simplemente se fue de paseo, ¡y todo el mundo de fiesta! (risas). Bien, ¡esto es muchísimo mejo mejor de lo que era en el pasado! Y cada vez hay más países que funcionan así. Pienso que, a largo plazo, lo del matrimonio gay sencillamente desaparecerá, será como la conversación sobre los lugares para beber separados por razas, que cuando ahora recordamos cómo era aquello, decimos: “¡Vaya! ¿En qué estaban pensando?” Y creo que eso sucederá con las bodas de gays, con los ateos, con todo eso, y será simplemente una parte más de la historia. Esto sucederá más temprano que tarde.

TC: Y, finalmente, ¿qué hay en el futuro inmediato para Michael Shermer? ¿En qué proyectos estás trabajando; qué te ocupa el tiempo?

MS: ¡Ja! Bueno, siempre estoy escribiendo libros y artículos y todo eso, pero quiero hacer más con los medios, los medios electrónicos, televisión, documentales, vídeos en YouTube, cosas así. Sencillamente porque de esa manera puedes llegar a más gente. Es decir, yo podría seguir escribiendo libros durante mil años, pero puedo llegar a más gente en un episodio de Larry King Live – ese es el mundo en el que vivimos. Si quieres cambiar el mundo, tienes que estar en televisión, todo el mundo lo sabe. Y necesitamos llevar el mensaje al mundo entero.

VISTO EN OLDEARTH.WORDPRESS.COM

Un dinosaurio herbívoro cubierto de plumas

Un dinosaurio herbívoro cubierto de plumas

Marzo 20, 2009
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Recreación de un Tianyulong confuciusi, un dinosaurio con plumas encontrado en China. / Nature

Rosa M. Tristán – El Mundo

El hallazgo de los fósiles de un dinosaurio ‘heterodontosaurus’ con plumas en su cuerpo puede dar un vuelco a lo que se sabía sobre el origen de estos filamentos, característicos de las aves. Se trata de un Tianyulong confuciusi, que vivió en el Cretácico inferior (hace entre 144 y 99 millones de años) y que ha sido localizado en la provincia china de Liaoning, una mina en restos de este periodo.

Hasta ahora todos los fósiles de dinosaurios con plumas encontrados eran del grupo de Saurischia, un suborden del que forman parte los terópodos, de quienes se cree que descienden las aves. Sin embargo, el Tianyulong pertenece al otro gran subgrupo, el de los Ornithischia, según el exhaustivo análisis que el equipo de Xiao-Ting Zeng publica esta semana en Nature.

La hipótesis que lanzan los investigadores chinos es que las plumas primitivas fueron un rasgo común en todos los dinosaurios desde su origen, hace más de 200 millones de años, pero que acabó por desaparecer en el transcurso de la evolución en el resto.

Primero de su grupo en Asia

Además, se trata del primer heterodontosaurio que se encuentra en Asia, aunque ya hay descritos ejemplares en África, Europa y América. Estos dinosaurios eran pequeños bípedos herbívoros que llegaban a medir 1,3 metros de largo.

En el fósil del ejemplar de Tianyulong confuciusi, un individuo joven que sólo medía 70 centímetros, se han conservado tres estructuras similares a los filamentos de las plumas. Las de las vértebras cervicales y dorsales habrían sido cortas, pero las de la cola tenían seis centímetros de largo.

Para el experto americano Lawrence M. Witmer lo importante es averiguar si esos filamentos están en la superficie exterior o interior de la piel, posibilidad esta última que sería la que cambiaría el panorama evolutivo de aquellos habitantes del Cretácico.

Visto en http://oldearth.wordpress.com

La red cerebral de las creencias religiosas

La red cerebral de las creencias religiosas 

Marzo 16, 2009

ISABEL F. LANTIGUA- El Mundo Digital

Sin entrar en el debate sobre la existencia o no de Dios, lo que es indudable es que las religiones y la fe sí existen. Están presentes en todas las sociedades y culturas y son un rasgo único y exclusivo de los seres humanos. Investigadores de los Institutos Nacionales de Trastornos Neurológicos de EEUU han logrado ver, gracias a las técnicas de imagen cerebral, dónde se localizan estas creencias y cómo entran en funcionamiento.

“Nuestros pensamientos religiosos están mediados por unas regiones del cerebro que han evolucionado con el paso del tiempo y que sirven para otras funciones, entre ellas la de reconocer las intenciones de las personas. Además están relacionadas con las emociones y la memoria”, explica a elmundo.es Jordan Grafman, principal autor del estudio que se publica en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Science’. “Las creencias religiosas forman una pequeña parte de un proceso cognitivo mucho más amplio, del que no se pueden separar”, añade este especialista.
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Áreas del cerebro que están involucradas con la creencia en Dios. (Foto: NIH)

El equipo analizó tres componentes de estas creencias en 66 individuos: cómo percibían la implicación de Dios con el mundo, la emoción provocada por la fe y las propias experiencias religiosas. Mediante diversos test e imágenes de resonancia magnética, los autores midieron la función cerebral de los participantes ante afirmaciones del tipo ‘Dios guiará mis actos’, ‘Dios está siempre presente’ o ‘Nos castigará o recompensará al final de la vida’, entre otras. Así observaron que las áreas cerebrales que se activaban al escuchar cuestiones de religión se situaban en el lóbulo temporal – que desempeña un papel importante en el reconocimiento de las caras y en el lenguaje- y el lóbulo frontal -implicado en la memoria y el juicio-.

“De la misma manera en la que juzgamos a los demás y evaluamos sus acciones, evaluamos a Dios, pues las áreas cerebrales implicadas en ambos procesos son las mismas”, argumenta Grafman. No obstante, aunque estas sean las áreas implicadas, las regiones concretas que entran en funcionamiento difieren si el individuo ama a Dios o si, por el contrario, siente ira hacia él, al igual que ocurre con los sentimientos de simpatía o antipatía hacia cualquier otra persona.

Enseñanzas recibidas

Otro de los aspectos que comprobaron los autores del nuevo trabajo es que en la formación de estas creencias tienen mucho que ver las enseñanzas recibidas. Una de las fuentes necesarias para el conocimiento de las religiones es la doctrina, un conjunto de proposiciones que los creyentes aceptan como verdaderas a pesar de que no pueden verificarlo personalmente. La mayor parte de la doctrina religiosa tiene un componente linguístico abstracto que es culturalmente transmitido de generación a generación. Esto explica, según los investigadores, que exista un vínculo claro entre la religiosidad de un individuo y lo que le han enseñado sobre el tema previamente y, todo ello, controlado por el lóbulo temporal, responsable de las actividades discursivas y de memoria.

“Lo más destacable de nuestra investigación es que demuestra que la religiosidad se puede estudiar con las técnicas de neurociencia y compararse con los sistemas crebrales y neuronales que regulan otro tipo de creencias. Además, hemos visto que la fe y los pensamientos religiosos se adaptan a la evolución biológica de las funciones cognitivas”, declara a este periódico el especialista del Instituto de Trastornos Neurológicos de Bethesda (EEUU).

De teoría en teoría

Las bases biológicas de la religión han sido desde siempre objeto de un amplio debate en distintos campos, desde la antropología y la genética pasando por la cosmología. Las teorías psicológicas contemporáneas consideran que estas creencias son parte de un fenómeno cerebral complejo que emergió en la especie humana con el objetivo de ayudar a los individuos en sus relaciones sociales. Esto es lo que sostiene, por ejemplo, la extendida Teoría de la Mente.

En cuanto a las redes neuronales de la religiosidad, poco se sabía hasta ahora. Los primeros estudios al respecto se centraron en manifestaciones concretas de la fe relacionadas con ciertas patologías. Así, la hiperreligiosidad mostrada por algunos pacientes con epilepsia motivaron algunas hipótesis que relacionaban las creencias religiosas con las áreas cerebrales responsables de la enfermedad. Lo mismo ocurrió con otros trastornos. No obstante, ninguna de las teorías fue capaz de proponer una arquitectura psicológica y neuronal firme sobre las bases que subyacen a estas creencias.

“El objetivo de nuestro estudio era definir la estructura cerebral y el proceso cognitivo que está detrás de las creencias religiosas. Y con las técnicas de imagen hemos podido ver cuáles son estas regiones del cerebro concretas” afirma Jordan Grafman, que indica que “una vez identificadas estas regiones particulares tenemos una mayor capacidad para caracterizar los posibles cambios de comportamientos que puede experimentar una persona que se dañe dichas zonas”.

Un alga revela las claves de la formación de la vida compleja

Un alga revela las claves de la formación de la vida compleja 

Febrero 23, 2009

volvox
Un ejemplar del alga verde ‘Volvox aureus’. – PNAS

Miguel G. Corral- El Mundo Digital

De una forma semejante a la que llevó, en 1953, al entonces doctorando Stanley L. Miller y a su director Harold Urey a rastrear en un laboratorio el orígen de las primeras moléculas orgánicas formadas en la Tierra, un equipo científico de la Universidad de Arizona ha buceado en el árbol filogenético de un grupo de algas verdes microscópicas, llamadas Volvox, para establecer los pasos fundamentales de la formación de los organismos multicelulares de este grupo en la Tierra.

Los investigadores, dirigidos por el especialista en biología evolutiva Matthew D. Herron, no sólo han podido esclarecer los grandes cambios que operaron en el ancestro unicelular del género hasta que concluyó la formación de la primera forma de vida multicelular de este tipo de algas, sino que, además, han conseguido determinar en qué momento de la Historia de la Vida operó cada transformación. Esto ha permitido al equipo de Herron datar el orígen multicelular de estos organismos hace alrededor de 234 millones de años, en lugar de hace entre 50 y 75 millones de años, como se creía hasta el momento.

Aunque la fecha de aparición se retrasa sustancialmente hay que tener en cuenta que por aquel entonces (pleno triásico) ya andaban por la superficie terrestre los primeros dinosaurios. Aún así, el trabajo podría orientar futuras investigaciones dirigidas a esclarecer el orígen multicelular de las plantas y los animales.

Además, según afirman los investigadores en el trabajo, publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), la mayor parte de los cambios que ocurrieron en el desarrollo de estas algas tuvieron lugar durante una temprana y rápida (en términos de millones de años, por supuesto) explosión que tuvo lugar poco después de la divergencia entre las formas uni y multicelular.

El reloj de la vida multicelular

En los 34 millones de años después de esta separación tuvieron lugar gran parte de las transformaciones que darían con la forma multicelular que conocemos en la actualidad. Hace 223 millones de años tuvo lugar el primer gran cambio. Las células hijas de una forma de vida parecida a las actuales Chlamydomonas, que debieron separarse, quedaron atrapadas en una matriz común. A partir de ese momento se sucedieron de forma rápida los cambios.

Hace unos 211 millones de años, se produjo la primera citoquinesis incompleta en el grupo de algas, es decir, que, tras una división celular, las paredes de ambas células hijas no se cerraron completamente quedando unidas por puentes de citoplasma (el líquido que contiene el interior de las células). Además, algunas de las células resultantes rotaron para que sus órgánulos locomotores quedaran orientados hacia el mismo lado y el organismo, ya multicelular, tuviese un sistema locomotor más efectivo, parecido al flagelo que impulsa a los espermazoides pero formado por muchos filamentos.

Poco después, tan sólo unos 11 millones de años, se produjo el cambio de forma corporal definitivo, lo que produjo una especialización definitiva de las células que formaban el organismo. Por último hace unos 180 millones de años se dio el primer paso hacia la diferenciación de las células reproductoras y las somáticas o no reproductoras.

El equipo de Herron sugiere que este primer modelo bien documentado podría ayudar a comprender la formación de los ancestros multicelulares de animales y plantas, ya que este mismo proceso se ha producido en la Historia de la Vida docenas de veces.

Fuente: oldearth.wordpress.com

El genoma del neandertal confirma que podía hablar

El genoma del neandertal confirma que podía hablar 

Un equipo internacional de investigadores, con participación española, consigue secuenciar el ADN del pariente más próximo del humano moderno

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Entrada de la cueva de Vindija (Croacia) donde se hallaron los restos secuenciados

NUÑO DOMÍNGUEZ – Público Digital

Darwin estaría emocionado. El mismo día en que el científico cumpliría 200 años, un grupo de investigadores ha presentado el primer borrador del genoma del hombre de neandertal, nuestro pariente más cercano en la larga cadena de la evolución.

La secuencia genética contiene el 60% de todo el genoma del neandertal, que ha sido extraído de fósiles encontrados en varios yacimientos europeos, incluido El Sidrón, en Asturias.

El líder del equipo, el biólogo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva Svante Pääbo, ha señalado que el próximo paso será ver si las teorías evolutivas de Darwin son aplicables a este eslabón de la evolución. “Queremos averiguar si hubo selección natural, si algo cambió en nuestros ancestros que marcó la diferencia en la forma en la vivimos y nos reproducimos”, señaló.

El segundo gran reto será establecer un catálogo exhaustivo de cambios que incluya diferencias genéticas entre humanos modernos y neandertales. Aunque a simple vista son obvias, las diferencias genéticas entre humanos y otros homininos son una porción diminuta de sus genes. De hecho, se estima que compartimos el 99% de nuestros genes con nuestros parientes más próximos.

Hibridación improbable

Pääbo presentó los primeros resultados del su proyecto en el congreso de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), que se celebra hasta el próximo lunes en Chicago. Pääbo indicó que el neandertal no ha dejado apenas rastro en nuestro genoma. “Aunque aún no se sabe el porcentaje, la cantidad de rasgos específicos del neandertal que comparte el humano actual es diminuta”, señaló.

La otra gran pregunta es si los ancestros de los humanos actuales dejaron rastro en el genoma neandertal, es decir, si ambas especies se cruzaron. Los neandertales se extinguieron hace unos 30.000 años y su presencia se solapó con la del hombre actual, el Homo sapiens. Pero aún es pronto para saber si, hace miles de años, hubo un encuentro íntimo entre ambas especies.

Lo que sí se conocen son dos detalles algo aleatorios que Pääbo ha podido corroborar. El neandertal adulto podía hablar, y no bebía leche. Pääbo y su equipo han comprobado que el neandertal comparte con el hombre modificaciones en el gen FOXP2, que está relacionado con la capacidad para hablar.

“No hay razones para pensar que no pudieran articular de la forma en que nosotros lo hacemos”, señaló el científico. Pero eso no significa que tuviera un lenguaje tal y como lo conocemos hoy, pues el habla es resultado de una infinidad de factores que no depende de un solo gen, matizo el científico. También carecía del gen que permite al hombre adulto digerir correctamente la leche.

Mosaico de épocas

El genoma presentado este jueves en Chicago no corresponde a un solo individuo, sino que es un mosaico de varios ejemplares y épocas. En total, se han analizado más de 1.000 millones de muestras de ADN. La mayor parte procede de huesos encontrados en la cueva de Vindija, Croacia. El equipo ha comparado estos fósiles con otros encontrados en Alemania, Rusia y la cueva de El Sidrón, en Asturias.

De esta última se han utilizado restos de neandertales que vivieron hace 43.000 años. Pääbo resaltó la importancia de los fósiles asturianos debido la total asepsia con que fueron obtenidos por el equipo de Javier Fortea, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo. “Es un yacimiento único que ha sido excavado en condiciones perfectas” dijo.

Las muestras recogidas en Alemania proceden de un ejemplar que fue hallado en 1856 en el valle de Neander y que dio nombre a la especie. El último grupo de fósiles se remonta 60.000 años y fue hallado en la Cueva de Mezmaiskaya, Rusia.

Este primer borrador incluye 3.000 millones de bases pero, gracias a refinadas técnicas, solo se ha necesitado un gramo de hueso para obtener todo el genoma. El equipo usó una nueva tecnología desarrollada por la compañía estadounidense 454 Life Sciences, que en 2007 secuenció el genoma de James Watson, uno de los descubridores del ADN.

A pesar del constante avance de la tecnología, hay cosas que aun no son posibles. Y es que, respondiendo a un periodista, Pääbo descartó que las técnicas actuales hagan posible clonar al neandertal para traerlo de nuevo a la vida.

Puede ser peligroso debatir con creacionistas: “el caso Plimer”

Puede ser peligroso debatir con creacionistas: “el caso Plimer” 

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El dr. Manuel Carmona publicó ya ahce un tiempo atrás (Mayo 14, 2008), un artículo que resalta la batalla que hay (intelectual) entre los creacionistas y los cientificos. No deberia suceder esta batalla, pero lamentablemente sucede.Esta batalla de indole intelectual trasciende muchas veces el mero discurso apologetico de los distintos sectores  y va a parar a los juzgados, enredansose en un conflicto religioso y político, no solamente científico.

Tambien sucede en otros ambitos de la ciencia, contra otros grupos que también se oponen a la ciencia tal como hoyu es entendida, tales como los teóricos del Diseño inteligente (D.I).

Algunos teóricos del D.I o alguno de sus defensores, han tenido que renunciar a sus trabajos, otros han sido despedidos, ya que hoy por hoy no es aceptada como ciencia esta teoria cientifica (D.I), sino como pseudociencia, por lo cual todos sus defensores no son aceptados como cientificos serios.

En fin, «el mar está muy  revuelto», habrá que esperar algunos cuantos años quizás para ver que pasa.

Yo particularmente creo que cuando la ciencia explica la verdad y la fe cristiana hace lo mismo, y se abandonan los prejucios y los dogmas, ambos corren por la misma carretera aunque en carriles distintos, pero en el mismo sentido, ya que ambos luchan por la verdad, pero lo hacen de maneras distintas. Los creacionistas (cristianos) lo hacen desde la fe bíblica, los cientificos desde el método racional experimental.

Bueno,los dejo con el artículo.

Dios te bendiga

Paulo Arieu


Puede ser peligroso debatir con creacionistas: “el caso Plimer” 

 

Autor: Dr. Manuel Carmona (oldearth.wordpress.com)

Fuente: EUSTOQUIO MOLINA (Revista el Escéptico)

Pleitear con los pseudocientíficos supone un cierto peligro para la salud y la economía de cualquier científico, por prestigioso y famoso que sea.

Dice el refrán popular: pleitos tengas y los ganes. Pero no sólo basta con ganarlos, sino que también hay que tener suerte de que no surjan complicaciones. La analogía se puede hacer extensiva a las guerras, en las cuales tanto los vencedores como los vencidos sufren un desgaste considerable y, por tanto, puede generalizarse la afirmación: en las guerras todos pierden. Lo ocurrido en Australia al profesor Ian Plimer ilustra sobre el poder de los pseudocientíficos y el peligro al que están expuestos los científicos que osan combatirlos pleiteando con ellos. Ha habido muchos paleontólogos y biólogos australianos que han alzado la voz para criticar la ciencia creacionista, pero el más activo y valiente ha sido Ian Plimer, geólogo especialista en Mineralogía, quien, una vez obtenida la cátedra en 1985 en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Melbourne, pensó que era su obligación profesar su disciplina en público combatiendo a los creacionistas científicos. Así, difundió sus preocupaciones respecto a los valores científicos y de educación del creacionismo en la literatura profesional y, por eso, fue inmediatamente atacado en público y amenazado de querella por los grupos creacionistas. En Estados Unidos, los grupos científicos y religiosos que combatían al creacionismo trataban a los creacionistas al mismo
nivel y discutían desde una posición de debilidad.

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EL FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO QUIERE VOLVER A LAS AULAS

EL FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO QUIERE VOLVER A LAS AULAS

Nota:

Este artículo no necesariamente está de acuerdo con la creencia del blog, ya que este blog apoya el Diseño Inteligente y el Creacionismo bíblico.

Paulo Arieu

Administrador

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Autor del artículo: Alfonso López Borgoñoz

¿Estoy seguro de que no hay una intención detrás de nuestra existencia y de que no existe un misterio en ninguna parte del Universo? Pienso que lo estoy. ¡Qué gozo, qué descanso sería si pudiésemos declararlo así completamente convencidos! Si así fuera, yo podría desear vivir eternamente. ¡Qué aterrador y glorioso el papel del hombre si, en verdad, sin guía y sin consuelo hubiese de crear, sacándolo de sus propias entrañas, el sentido para su existencia y escribir las reglas por las cuales vive!’ [“VIII. Diario-Carta de César a Lucio Mamilio Turrino”, en Los Idus de Marzo de Thornton Wilder (trad. de María Lejárraga)]

1925. El 21 de marzo se aprobaba en Tennessee (EEUU) una normativa, conocida como Tennessee Evolution Statutes, por la que se prohibía la enseñanza de la teoría de la evolución en todas las universidades y escuelas financiadas total o parcialmente con fondos públicos de aquel estado. Su primera sección indicaba claramente que era ilegal “enseñar cualquier teoría que negara la historia de la creación divina del hombre, tal como se enseña en la Biblia, así como enseñar que el hombre procedía de un orden inferior de animales’1. Esta ley nacía por la alarma causada por el avance de la enseñanza del darwinismo en algunos centros educativos.

Sobre la base de dicha norma, en Dayton (Tennessee), en el verano —especialmente caluroso— de 1925, se celebró un juicio que tuvo una gran repercusión pública2, y que fue conocido como el juicio del mono, en el que se acusaba a John Thomas Scopes, un profesor de biología de Instituto de sólo 24 años de edad, de la práctica ilegal de la enseñanza de la evolución según la teoría de Darwin.

Su abogado fue Clarence Darrow, muy conocido, el cual señaló en un momento dado: “La Biblia no es un libro, sino que está compuesto por sesenta y seis, que fueron escritos en un período de cerca de mil años, algunos de ellos muy pronto y otros comparativamente mucho más tarde. Es un libro principalmente sobre religión y moral. No es un libro de ciencia. Allí no hay nada prescrito que te diga cómo construir una vía de tren o un bote a vapor o cómo hacer nada que haga avanzar a la civilización”. El abogado particular de la acusación fue William Jennings Bryan, un político demócrata muy populista, al tiempo que profundamente fundamentalista.

Tras oír a las partes, el jurado tomó su decisión en contra de Scopes, considerándolo culpable según la ley. El juez lo condenó por ello a una multa mínima de cien dólares (¿hay penas leves por el incumplimiento de normas injustas?), de cuyo pago al final se libró el joven profesor de biología, ya que se recurrió la sentencia por un tecnicismo y el Tribunal Supremo de Tennessee la revocó, estimando, al mismo tiempo, que la ley sobre la que se había basado era inconstitucional, en base a la primera enmienda de la Constitución de los EEUU3.

Preguntado por el juez, tras leerse la sentencia, si tenía algo que decir, Scopes acabó su intervención con las siguientes palabras: “Su señoría, siento que me han condenado por la violación de un estatuto injusto. Continuaré en el futuro, como he hecho en el pasado, oponiéndome a esta ley de cualquier forma que pueda. Cualquier otra acción podría ser una violación de mi ideal sobre la libertad académica; esto es, la de enseñar la verdad tal como se garantiza en nuestra Constitución sobre la libertad personal y religiosa. Pienso que la multa es injusta”1.

 

WASHINGTON, TENEMOS UN PROBLEMA…Pese a la revocación final de la sentencia por el Tribunal Supremo de Tennessee, no quedaba aún clara hasta dónde llegaba la muralla entre el estado y la religión que pretendieron levantar con la primera enmienda los constitucionalistas estadounidenses en 1791.

 

Esa enmienda, curiosamente, no nació en su momento para impedir la libertad religiosa sino para promoverla, al evitar que algunos estados se hicieran confesionales y amenazaran la libre práctica religiosa de sus ciudadanos, al tratar de imponerles credos distintos al suyo propio (en las escuelas o fuera de ellas).

Tras los hechos de los años veinte, en los que —como hemos visto— se había tratado de impulsar por ley la enseñanza de conceptos bíblicos, privilegiándose desde el estado a una religión (en este caso, primordialmente la cristiana) por encima de las demás, y la posterior declaración de inconstitucionalidad de dicha norma, pareció verse, aunque no por todos, que no se podían dar clases basadas en teorías religiosas en las escuelas.

Pero ¿se podía evitar que algunos consejos escolares de algunos estados prohibieran la enseñanza de la evolución o de otras teorías sólo porque contradijeran sus creencias religiosas?

Hasta el año 1968 (un año antes de que los estadounidenses llegaran a la Luna), y mediante la sentencia del Tribunal Supremo por el caso Epperson vs. Arkansas4, no empezó a aclararse que tales prohibiciones de enseñar los principios darwinistas basadas en cuestiones religiosas contravenían directamente también dicha primera enmienda, al ser los prejuicios bíblicos de los que habían dictado la norma —por sus creencias sobre el origen de la vida— la base de la negativa a que se enseñara la evolución. Para los jueces, era una interferencia clara de unos valores religiosos en los centros educativos. La sentencia, además, acababa definitivamente con la absurda prohibición de enseñar la evolución en Arkansas, aprobada gracias a una votación entre los habitantes del estado y que estaba vigente desde 1928 (tres años después de Dayton y durante los cuarenta años anteriores a este nuevo juicio). El argumento de los que defendían la normativa sobre que esa ley expresaba la voluntad popular no pudo ser tenido en cuenta.

En 1987, el mismo alto Tribunal estadounidense hizo uso de nuevo del mismo principio en el caso Edwards vs Aguillard, al rechazar una ley de Luisiana que obligaba a enseñar la ‘ciencia creacionista’ en las escuelas a los profesores de biología5,6. ¿Tema solucionado? No.

VOLVER A EMPEZAR…

2004. El 18 de octubre se aprobaba por 6 votos a 3 en el School Board of Directors (Consejo Escolar) de la ciudad de Dover (en Pensilvania, EEUU), de apenas 20.000 habitantes, la siguiente resolución:

“A los estudiantes se les hará notar los problemas y vacíos existentes en la teoría de Darwin y otras teorías sobre la evolución, incluyendo el diseño inteligente, pero no únicamente las relacionadas con ésta última. Nota: No se enseña el origen de la vida.”

El mismo Consejo Escolar, el 19 de noviembre siguiente, anunció mediante un comunicado de prensa que, a partir de enero de 2005, los maestros del instituto de la ciudad deberían leer la siguiente declaración en la clase de biología de noveno curso (equivalente a un 3º de ESO en España):

“El estándar académico de Pensilvania requiere que los estudiantes aprendan la teoría de la evolución de Darwin y realicen un examen en el que se incluya la evolución.

Dado que la teoría de Darwin es una teoría, continúa siendo examinada cada vez que se descubre una nueva prueba. La teoría no es un hecho. Existen huecos en ella para los que no se ha encontrado ninguna prueba. Una teoría se define como una explicación suficientemente probada que unifica una amplia gama de observaciones.

El diseño inteligente es una explicación sobre el origen de la vida que difiere del punto de vista establecido por Darwin. El libro de referencia, Sobre Pandas y personas, está disponible para los estudiantes que pudieran estar interesados en profundizar en la comprensión de lo que realmente implica el diseño inteligente.

Con respecto a cualquier teoría, se anima a los estudiantes a que mantengan una mente abierta. La escuela deja la discusión de los orígenes de la vida a los estudiantes y a sus familias. Como distrito regido por estándares, la instrucción escolar debe enfocarse a preparar a los estudiantes para dotarlos de habilidades y competencias basadas en una evaluación estándar”.

Como se ve, no trataban de prohibir la enseñanza de la evolución (no podían por las decisiones judiciales comentadas), pero sí se mencionan los supuestos problemas y vacíos (tan caros a los creacionistas en general) de la teoría de la evolución y que (según ellos y como máximo) parecen igualarla como sistema de explicación a la del diseño inteligente.

También se recomendaba la lectura del libro Of Pandas and People: The Central Question of Biological Origins [Sobre Pandas y Personas: la cuestión central del origen biológico]7, que vendría a ser una especie de manual del diseño inteligente.

Pero, como parece dejar claro el escrito original, no debía tratarse de enseñar cuál era el origen de la vida en el Instituto, en ningún caso, dado que consideran que ésa no es una materia que deba darse en un centro educativo. Eso sí, se recomendaba que fuera discutida en el contexto familiar(?).

Es decir, un aspecto básico de la educación ya no quedaba sometido a los resultados de las mejores investigaciones disponibles basadas en el método científico, sino a la discrecionalidad de los padres, según fueran sus creencias particulares y su fe.

Como vemos, para los autores de la resolución y de la declaración, la educación pública en Dover (laica, como en todos los EEUU) no debía definirse entre ambas maneras de entender el origen de la vida (la de los evolucionistas y la del diseño inteligente) debido a los problemas de ambas. Se podía deducir de ello que, dado que no podían decir cual era mejor, las dos eran igual de satisfactorias (o insatisfactorias).

RECUADRO

EDUCACIÓN Y DECISIÓN ENTRE HIPÓTESIS

Las dificultades en el mundo de la enseñanza para decidirse entre dos hipótesis en un momento dado no son nuevas. Al fin y al cabo, es normal la situación de una cierta colisión en el mundo de la ciencia entre dos explicaciones de un mismo fenómeno.

En esos casos —y a la espera de nuevos avances—, puede ser válido presentar como explicaciones igualmente razonables aquéllas que concuerden más o menos de forma satisfactoria (sean o no excluyentes entre ellas) con la mayor parte de los datos disponibles. El ojo crítico es básico en la ciencia y en su enseñanza, y mostrar dudas no es malo, sino al contrario. Pero, lógicamente, todas las explicaciones deberán estar basadas en el uso del método científico y en que exista un cierto consenso en los medios académicos sobre su validez, lo que evitará la discrecionalidad del maestro o Consejo Escolar, y el que se introduzcan aspectos no científicos en el tratamiento de los temas.

Así, si se hubiera pedido hace quince años a los profesores de ciencias naturales que se pronunciaran sobre si la extinción de los dinosaurios fue motivada de forma preferente por la caída de un meteorito o por una gran actividad volcánica a fines del cretácico (o por las dos cosas juntas), no hay duda que la cuestión no hubiera quedado al alcance de la mayoría de los educadores (ni científicos altamente especializados) y éstos, por tanto, podían presentar ambas hipótesis, con sus pruebas, como iguales, dejando que cada alumno decidiera cuál veía como más probable, tras, tal vez, dar el profesor su opinión personal.

Pero está claro que en el caso de la extinción de los dinosaurios hablamos de un debate entre hipótesis científicas, creadas de forma similar, y no entre hipótesis científicas y religiosas.

La religión se basa en la fe, en el salto al abismo que defendía Kierkegaard, y es una opción personal que como creencia particular es completamente respetable, pero que está netamente diferenciada en su formación y en sus métodos explicativos de los de la ciencia. Y eso jamás debe ocultarse cuando se transmite la información sobre la base de la explicación de un hecho natural.

La ciencia tiene su ámbito de trabajo en el estudio de nuestro entorno, mediante la aplicación del método científico; la religión, no, ya que se basa en conceptos como supuestas verdades reveladas por sus creadores. No sólo eso, esas verdades reveladas sobre el origen del hombre, del Universo, etcétera, interpretadas desde el ámbito de una creencia, pueden ser muy diferentes a los conceptos científicos que se explican en las clases de ciencias naturales, así como muy diferentes de las que defienden otros profesores de religión en el mismo centro, lo que puede inducir a confusión.

Puesto en la situación… ¿a quién hará caso el niño? ¿al profesor que le habla de evolución por mutación no predeterminada o al que le habla de creación por un dios según diversas hipótesis basadas en la fe? Si ambas materias se dan en el mismo centro, puede creer que ambas autoridades son iguales y que se basan en lo mismo, decidiendo según su contexto familiar. Como es lógico, ello no pasa en las clases de arte, donde las teorías religiosas (sobre una inspiración divina mayor o menor de los autores) no caben (ni el magisterio de un profesor de religión es requerido para que de una información diferente y alternativa a la del profesor de arte sobre el origen del Barroco).

Por ello, es básico limitar al máximo la imposición de las creencias de los gobernantes (especialmente en las materias susceptibles de la aplicación del método científico), no favoreciendo explicaciones de religiones en concreto, debido a que cada una defiende unos modelos de creación —total o parcialmente— diferenciados y contrapuestos. Lo recomendable es que la enseñanza de la educación religiosa se haga en los centros religiosos, fuera del currículum escolar público exigible. Es el modelo de muchos países8, que evita que sus escuelas se conviertan en foros de debate entre diferentes tipos de fe, en entornos religiosos y socioculturales complejos.

Ante tal situación, los partidarios de una enseñanza de ciertas materias sobre la base de la religión, tratan como pueden de introducirse en las escuelas y en la educación pública en secundaria y en la Universidad6,9.

Precisamenete, una de esas maneras está siendo mediante la teoría del diseño inteligente, que dice no ser religiosa —aunque sus defensores no ocultan que lo son (y mucho)— y que para sus defensores es capaz de competir con las hipótesis y teorías científicas de igual a igual, por estar asentadas ambas en los mismos principios de trabajo laicos.

Pero eso no es cierto, como veremos.

FIN RECUADRO

¿NO ES RELIGIOSO EL DISEÑO INTELIGENTE?

El concepto básico del diseño inteligente se basa en la creencia de que los organismos de hoy no son un producto normal de los procesos de selección natural sino de algún diseñador inteligente que va guiando el proceso y sobre cuyo origen ellos no se pronuncian6,10. Es decir, no dicen que haya un dios (de ahí que defiendan que su tesis no es religiosa), sino sólo que hay un agente que sabe lo que hace en el timón. Pese a la antigüedad del concepto, tal como expone Eustoquio Molina en otro artículo de este mismo dossier, su desarrollo y conceptualización —tal como ahora conocemos— es relativamente reciente, con menos de diez años de antigüedad.

Su base de pensamiento, en teoría, no es estrictamente creacionista (cosa que cree mucha gente), ni está fundamentalmente opuesto a la teoría de la evolución, si ésta sólo implica cambios en las especies con el tiempo10.

Pero eso sólo es la apariencia, ya que su principal argumento es uno completamente esencial, que va directamente en contra de la evolución basada en Darwin. No creen en la selección natural ni en las mutaciones fruto del azar (dentro de lo que son las leyes de la evolución por selección natural), sino en un proceso dirigido por un ente indefinido.

Y ello es lógico, dichas mutaciones no finalistas ni predeterminadas por nadie, mezcladas además en los nuevos sujetos como fruto de la unión sexual —que combina los genes de modo completamente imprevisible—, menguan las competencias que ellos imaginan de un dios omnipotente.

Como vemos, el proceso dice que es teledirigido, pero nunca definen al diseñador, sólo aducen que los datos, tal como ellos los leen, apuntan a que todo no puede ser a ciegas, sino controlado. Y su fuerza radica precisamente en ello, en esa imprecisión sobre el supuesto diseñador supuestamente inteligente. No se habla de dios, ni mucho menos de un dios determinado, sino sólo de que del estudio ‘científico’ de la naturaleza lo que se infiere es que alguien guía sus procesos, lo cual parece ser aceptable como punto de encuentro mínimo por muchos adeptos a diferentes religiones, que ven en el diseño inteligente una manera de hacer fuerza conjunta en contra de la evolución y de preservar una parte fundamental de las enseñanzas religiosas en la educación escolar de sus hijos.

¿Estará relacionado el auge actual entre los fundamentalistas del diseño inteligente con las decisiones del Tribunal Supremo de los EEUU de 1968 y 1987 —citadas al principio de este trabajo—, acerca de la imposibilidad de dar enseñanzas basadas en creencias religiosas en las escuelas públicas y de atacar la teoría de la evolución por motivos religiosos, según manda la primera enmienda de su Constitución? Tal vez, tras la última sentencia, hacía falta para muchos un nuevo enfoque de la cuestión que permitiera saltarse la primera enmienda, tratando de no hacer tan patente la base religiosa…

Pero pese a los disfraces, la presencia del contenido bíblico en sus postulados es evidente, y ese agente director desconocido, lo llamen como lo llamen, desde siempre se ha conocido en todas las religiones como dios, por lo que no hay duda de que se la debe considerar como una teoría religiosa, buena tal vez como teología, pero no como ciencia (como se defendía a fines de abril pasado en el resumen del editor de Nature9).

LOS FUNDAMENTALISTAS PIERDEN EL JUICIO

Pero volvamos de nuevo a Dover. Tras conocer la decisión del Consejo Escolar de su ciudad y ver lo que la misma implicaba para a educación de sus hijos, lo cual no era complicado, once padres y madres demandaron a dicho Consejo el 14 de diciembre de 2004, alegando (como en los casos anteriores) que su decisión había violado la primera enmienda a la Constitución de los EEUU, que separa la iglesia y el estado. No se pedía al Tribunal que dijera si el diseño inteligente era ciencia o no, lo que éste no hubiera podido hacer, sino sólo si se atenía a las reglas del juego educativo legal vigente por estar basado en supuestos de origen religioso o no.

Pues bien, el caso ahora conocido como Kitzmiller11 v. Dover Area School District, pudo ser visto un año después casi en la ciudad de Harrisburg, cerca de Dover. Tras varias semanas escuchando el nutrido desfile de académicos de diversos tipos —teólogos, filósofos y científicos— que los demandantes hicieron pasar ante el Tribunal para demostrar que el diseño inteligente era realmente sólo una forma de creencia religiosa disfrazada, el pasado 20 de diciembre de 2005 el Juez Federal John E. Jones III hacía públicas sus conclusiones, en 139 páginas accesibles por Internet12, difundiendo un mordaz comunicado en el que tildaba los esfuerzos del Consejo Escolar de Dover para difundir la teoría del diseño inteligente como una solemne tontería (casi literal, pero en inglés).

EL JUEZ JOHN E. JONES III

De 50 años, republicano y luterano practicante, fue elegido para el cargo de Juez Federal del Tribunal del Distrito Medio de Pensilvania en febrero del año 2002 por el mismo presidente George W. Gush, y fue confirmado unánimemente por el senado estadounidense el 30 de julio del mismo año, lo que lo hace poco sospechoso de ser especialmente progresista.

Como juez tenía cierta fama de polémico por algunas de sus decisiones en el pasado, ya que, por ejemplo, consideró contrarias al buen gusto —prohibiéndolas— las etiquetas de una determinada marca de cerveza en la que una rana cazaba a una mosca13.

Al igual que en otras sentencias previas, su conclusión final fue que “la teoría del diseño inteligente es inconstitucional conforme a la cláusula establecida en la primera enmienda de la Constitución de los EEUU y a los artículos 1 y 3 de la Constitución de Pensilvania”12.

Pero no sólo desechó la lectura de la declaración en las aulas debido a la motivación religiosa que tenían los miembros del Consejo Escolar que votaron a favor de la misma (lo que ya era motivo suficiente, dado que no se puede defender ninguna teoría —sea o no religiosa— por motivos religiosos), sino que fue más allá y concluyó también que el diseño inteligente en sí estaba fundado claramente en la religión y que, por ello, indudablemente no podía ser considerado como una parte de la ciencia laica. Textualmente, escribió que “la naturaleza religiosa de la teoría del diseño inteligente es evidente y claramente visible a cualquier observador objetivo, sea un adulto o un niño”12. Como señala Eusebio Val, el juez incluso ironizó acerca de que “personas tan dispuestas a defender en público sus convicciones religiosas, las escondieran a la hora de intentar ganar un pleito judicial”15.

En su escrito, el juez Jones repasa la historia de la teoría del diseño inteligente, declarando que “las abrumadoras pruebas presentadas durante el juicio habían dejado claro que el diseño inteligente es una visión religiosa, un mero re-etiquetado del creacionismo, y no una teoría científica”12.

La decisión, sin embargo, no sentará una base legal jurisprudencial para casos similares en otros distritos de los EEUU pero, debido a su carácter minucioso, puede servir como referencia clave en casos de la misma índole.

¿EL FIN DEL DISEÑO INTELIGENTE?

En principio, sólo ha sido un juicio, ante un alto Tribunal, para estimar el ajuste a la ley de una resolución determinada de un Consejo Escolar, y la única competencia del Tribunal era concluir algo al respecto. Tras el estudio del tema y oír a las partes, lo que dice el juez básicamente es que no se ajusta a la Constitución.

Pero eso en sí mismo ya es altamente significativo, ya que esa conclusión surge de haberse comprobado que la fe religiosa que anida en el diseño inteligente es notoria y está en la base de la hipótesis. Aunque no lo parezca, eso era lo fundamental y no tratar de acabar con el diseño inteligente como una supuesta forma de hacer ciencia (como veremos más tarde que alguno ha defendido), cuestión para la que la Corte no era competente (no eran filósofos de la ciencia, sólo expertos en derecho).

Con la sentencia se ha hecho aún más claramente visible para todo el mundo algo que sus divulgadores trataban de disfrazar con todo su esmero y sofismas, y es que se usaba para quebrar los principios constitucionales estadounidenses con respecto a la separación iglesia y estado en la educación pública y para poder ganar credibilidad y capacidad de expansión al entrar en los centros educativos y en el discurso académico como una alternativa de base científica (y no creyente) a la selección natural en la evolución. El que el juez haya iluminado en su sentencia la parte tímidamente sumergida del iceberg del diseño inteligente, sí puede ser un problema para el desarrollo próximo futuro de esta teoría religiosa en los colegios o universidades estadounidenses —o europeos—. Es fe, no ciencia.

Pero, la realidad es la que es, lo cierto es que la decisión, de momento, sólo prohíbe la lectura de la declaración de Dover en su instituto y en todo su distrito. Y contra ella caben recursos y nuevos juicios.

Pero confiemos en que las alas de esta mariposa provoquen el huracán suficiente en los tribunales estadounidenses para que no se produzcan decisiones que contradigan a la del juez Jones en casos similares, aunque, lamentablemente, falta un diseñador inteligente en el gobierno de los EEUU que pueda guiar cabalmente el proceso.

PAISAJE DESPUÉS DE LA BATALLA, NO DE LA GUERRA

Tras la sentencia, y pese a las navidades, hubo rápidamente muchas reacciones de todo tipo. Todas las instituciones públicas estadounidenses relacionadas con la ciencia apoyaron la decisión. Ello sería superfluo si no fuera por la intensa campaña que en todas las universidades y centros de poder están llevando a cabo grupos fundamentalistas cristianos6,9, apoyados directamente por el presidente estadounidense George W. Bush que defendía el pasado 1 de agosto de 2005 la enseñanza del “diseño inteligente y la evolución, de modo que la gente pudiera entender de qué va el debate”.

Por su parte, el Consejo Escolar que promovió la política a favor del diseño inteligente en Dover ha tenido unas elecciones de renovación de cargos que dieron como resultado que el pasado 8 de noviembre, poco antes del juicio, ya no fueran elegidos la mayoría de miembros partidarios de las teorías del diseño inteligente. De momento, por lo que parece, no es probable que los nuevos representantes recurran la sentencia. Aunque nunca se sabe…

Según Emma Marris, en Nature15, Eric Rothschild, el abogado principal que representó a los demandantes, tildó la sentencia de “completa victoria” y los biólogos, paleontólogos y científicos que fueron llamados como testigos en el caso estaban aún más eufóricos, llegando a afirmar que “como ciencia, el diseño inteligente está definitivamente muerto”, lo que es más un deseo que una realidad para muchos norteamericanos. Como sigue Marris, no todo el mundo está conforme con esas opiniones y, así, para Casey Luskin, asesor de asuntos jurídicos en el Discovery Institute (conocido centro en los EEUU que promueve los postulados del diseño inteligente desde Seattle), el juez malinterpretó la teoría: “simplemente no hizo caso de la evidencia de que la teoría del diseño inteligente no se basa en un creador sobrenatural,” dice Luskin. Él predice que la sentencia aún espoleará más el interés de los estudiantes y del público en general hacia la teoría del diseño inteligente: “Cuando se prohíbe el estudio de alguna materia, los estudiantes incrementan su deseo de conocerla”15.

Melle Matzke, del Centro Nacional para la Educación Científica, una organización sin ánimo de lucro de California que batalla por mantener la enseñanza de la evolución en las escuelas públicas, tampoco ve un futuro libre de obstáculos y considera que la teoría del diseño inteligente, bajo cualquier nombre, es difícil de silenciar: “La historia del creacionismo es cíclica. No se extingue… sino que simplemente evoluciona”15.

Así, no podemos olvidar que mientras el juicio daba sus primeros pasos, a principios de noviembre de 2005, el Consejo Escolar de Kansas aprobaba por seis votos a cuatro una resolución para que se enseñara en los institutos los postulados del diseño inteligente16. ¿Qué pasará con ella tras la sentencia? ¿Y con los esfuerzos por incluirla en los programas escolares de cinco estados más, que incluyen Misisipi y Arkansas5?

UNAS ENCUESTAS PREOCUPANTES

Y todo ello en un contexto poco alentador. Según Geoff Brumfiel6, los resultados de una encuesta Gallup sobre la opinión de los adolescentes estadounidenses, con edades entre los trece y los diecisiete años, sobre la teoría de la evolución de Darwin, no eran especialmente positivos para la ciencia. Para el 37% de estos jóvenes, era una teoría científica que se apoyaba bien en las pruebas; para el 30%, sólo era una entre muchas teorías y no estaba bien apoyada por las pruebas, mientras que el 33% no sabían o no contestaban. Es decir, poco más de un tercio la apoyaba de forma decidida.

A la pregunta sobre cuál de las siguientes afirmaciones estaba más cercana de sus puntos de vista sobre el origen y desarrollo de los seres humanos, el 43% decía que los seres humanos se habían desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas menos evolucionadas de vida, pero que alguna forma de divinidad había guiado el proceso; para el 38%, algún tipo de dios había creado a los seres humanos más o menos en su actual forma hace unos 10.000 años o así, y sólo el 18% suscribía que los seres humanos se habían desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas menos evolucionadas de vida, sin que ninguna forma de dios hubiera guiado el proceso.

Por fortuna, la misma encuesta señalaba cómo el apoyo a Darwin se incrementaba a medida que se aumentaba el nivel de educación; así, el porcentaje de alumnos que creían que la evolución era una teoría científica bien apoyada por las pruebas era de un 65% en la educación universitaria de postgrado y de un 52% en los universitarios, descendiendo hasta un 20% entre los que tenían sólo un nivel de instituto o inferior.

Hemos escrito por fortuna, pero aunque la pregunta no era del todo correcta, pensamos que el hecho de que casi el 50% de los universitarios crean que la evolución no está bien apoyada en pruebas, no deja de ser algo más que preocupante, así como que ocho de cada diez personas que sólo tengan el bachillerato superior como mucho, no confíen en ella como la explicación más probable.

Otras encuestas a cuyos resultados hemos podido acceder ofrecen un espectáculo similar, con dos tercios de la población estadounidense siendo partidaria de la enseñanza conjunta de la evolución junto con la que surge de las concepciones bíblicas.

Sin duda, una cierta brecha se está abriendo entre la población estadounidense. Desde hace unos veinte años, las posiciones fundamentalistas están alcanzando allí cada vez unas mayores cuotas de poder en contra de los sectores más liberales y progresistas, que por lo general defienden el evolucionismo, y cuya lucha es muy importante que cuente con el apoyo explícito de los europeos que defendemos como ellos a la ciencia.

Esa separación se agudiza cuando la comparamos con la que se está produciendo entre la mayoría conservadora americana y la europea en general (excepto la más derechista). Y lo peligroso es que tal cosa tiene sus consecuencias en la forma de atacar conjuntamente las situaciones conflictivas en el ámbito internacional, con unas apreciaciones mesiánicas en ocasiones al noroeste del Atlántico que no tienen tanto que ver con las pruebas como en la fe en que un dios las guía.

Según Hermann Tersch, “Cuenta Der Spiegel que mientras en Alemania sólo un 16% cree que dios hizo al hombre tal como se describe en la Biblia, en EEUU es un 53% el que no cree nada a Darwin. Y si en América sólo el 12% rechaza toda intervención de un ser divino en la existencia del mundo y la evolución del ser humano, en Alemania es el 46%. Lo cierto es que en la sociedad americana existe una actitud de negación a la ciencia, a Darwin, que causaría estragos al país y a sus intereses, si no conviviera con unas élites cuya visión del mundo es idéntica a la mayoritaria en Europa y cuyas decisiones se imponen desde la II Guerra Mundial en la investigación y la política internacional. Esperemos que siga siendo así”16. No estamos de acuerdo con Tersch en que esas decisiones de esas supuestas élites se impongan en lo político desde hace unos años. Y mucho nos tememos que en breve es posible que también afecten a su extraordinaria capacidad de investigación.

Sin duda, EEUU es un país complejo (como todos), y no siempre es fácil de entender desde Europa (ni lo que ellos llaman la América profunda, desde sus propias costas del Pacífico o del Atlántico). Vale la pena recordar lo que escribía Manuel Perucho, director del Departamento de Oncogenes y Genes Supresores de Tumores del Instituto Burnham de La Jolla (EEUU), sobre el revuelo que tuvo hace unos años la noticia de la secuencia del genoma humano, la cual fue utilizada para muchos fines diversos: “El mismo presidente Clinton dice que se ha descifrado el idioma con el que dios creó la vida. ¡Cuando la secuencia del genoma humano es precisamente la prueba más convincente de lo innecesario del creacionismo!”17. Como se ve, hasta un presidente demócrata (de Arkansas, eso sí), aunque sea de forma indirecta, cree en una especie de dirección inteligente del proceso de la vida.

Cada vez más, los que defendemos el método científico tenemos que estar atentos y captar las estrategias que van empleando los grupos fundamentalistas de cualquier tipo (en cualquier parte del mundo) para entrar en las escuelas, mientras tratan de hacer aparecer como verdades manifiestas sus concepciones del mundo basadas en su fe en una doctrina revelada concreta (sea la que sea) que —por lo general— excluye a las demás doctrinas y a la ciencia en aquello que contradice claramente a su revelación, pese a las pruebas en contra.

Desde el editorial de Nature9, en abril pasado, se alertaba de los peligros de no estar preparados (o ser displicentes) en el mundo académico europeo y estadounidense ante la escalada de la defensa de la introducción en la educación de todos los niveles (de una forma u otra) de los principios creacionistas o del diseño inteligente. “La mayor parte de los investigadores contemporáneos creen que es mejor mantener la ciencia y la religión firmemente separadas. La mayor parte de los teólogos están de acuerdo: el diseño inteligente no forma parte de la doctrina de la iglesia Católica, por ejemplo”.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Hemos repasado en este artículo una larga historia de combates judiciales en los EEUU, desde hace casi un siglo, ganados (de momento) gracias a un principio constitucional nacido hace dos siglos para salvaguardar la libertad de religión y la no imposición de la fe religiosa de los gobernantes.

Se ha visto la lucha fundamentalista religiosa por impedir la enseñanza de la evolución desde diversas ópticas y con diferentes tácticas, que han incluido últimamente el no citar a dios como fuente del origen de la vida.

También hemos visto el esfuerzo de los defensores de los conceptos evolucionistas —muchas veces veintiañeros— por sacarlos a la luz pese a la oposición directa y, a veces, violenta, de una parte de la sociedad que los rodeaba.

Sin embargo, no hay nada definitivo, ya que habrá nuevos intentos de devolver a las aulas explicaciones no científicas. Si no ha habido un mayor retroceso de la teoría de la evolución en EEUU ha sido debido a la tenaz defensa de la misma que hacen unos colectivos amplios que merecen todo mi aplauso.

Si, finalmente, las teorías basadas en la fe entran como si fueran científicas en los colegios, la culpa no será del azar, sino de que estemos dormidos ante el diseño fundamentalista de una nueva estrategia que vaya captando voluntades (en escuelas, universidades y centros de trabajo), con el fin de, finalmente, volver a la situación que se vivía en Dayton a principios de siglo. Es cosa de todos evitar que ocurra.

NOTAS:

1. Ver detalles sobre el juicio en www.law.umkc.edu/faculty/projects/ftrials/scopes/scopes.htm y la sentencia en www.law.umkc.edu/faculty/projects/ftrials/scopes/day8.htm.

2. Muy conocido en todo el mundo por haberse llevado al cine en 1960 por Stanley Kramer con el título de La herencia del Viento —Inherit the Wind —.

3. Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos (1791): “El Congreso no hará ley alguna por la que adopte una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la libertad de palabra o de imprenta, el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios” (ver usinfo.state.gov/usa/infousa/facts/funddocs/billes.htm).

4. Ver en www.talkorigins.org/faqs/epperson-v-arkansas.html.

5. The Evolution Controversy, ver en www.law.umkc.edu/faculty/projects/ftrials/conlaw/evolution.htm.

6. En “Intelligent design: Who has designs on your students’ minds?” de Geoff Brumfiel, Nature 434, 1062-1065 (28 April 2005) —ver en www.nature.com/nature/journal/v434/n7037/full/4341062a.html—.

7. Escrito por Percival Davis y Dean H. Kenyon, fue publicado originalmente en el año 1989 en Richardson, Texas (EEUU) por la Foundation for Thought and Etics [Fundación para el Pensamiento y la Ética].

8. España es un estado aconfesional según la Constitución y no estrictamente laico. La diferencia es importante, ya que no es lo mismo no estar a favor de ninguna confesión que definirse directamente como no religioso.

9. “Editorial” de Nature, 434, 1053, del pasado 28 de abril de 2005, accesible en Internet en www.nature.com/nature/journal/v434/n7037/full/4341053a.html.

10. Sobre el diseño inteligente y sus características, ver las introducciones rápidas: (a) Visión a favor en Top Questions and Answers About Intelligent Design Theory, por el equipo del Discovery Institute (defensor del diseño inteligente), publicado en Internet el 8 de septiembre de 2005 en www.discovery.org/scripts/viewDB/index.php?command=view&id=2348, y (b) visión crítica en el excelente artículo de la Wikipedia, 31 de diciembre de 2005, accesible en es.wikipedia.org/wiki/Dise%C3%B1o_inteligente.

11. Por Tammy Kitzmiller, que era el nombre de la primera madre demandante.

12. Sentencia accesible en www.pamd.uscourts.gov/kitzmiller/decision.htm.

13. Wikipedia, 31 de diciembre de 2005, visible en en.wikipedia.org/wiki/John_E._Jones_III.

14. En “Contundente derrota judicial en EEUU para los apóstoles del ‘diseño inteligente’“, publicado en el diario español La Vanguardia, de 21 de diciembre de 2005.

15. En “Evolution wins Pennsylvania trial” por Emma Marris (News Nature, publicado en Internet el 21/12/2005, News 051219-8, en www.nature.com/news/2005/051219/full/051219-8.html).

16. No es la primera vez que ello ocurre en Kansas. Ya en 1999, su Consejo Escolar aprobó una resolución en contra de la enseñanza en secundaria de las tesis evolucionistas. Afortunadamente, un año después, los electores ponían orden votando a favor de unos nuevos miembros favorables a la enseñanza de la evolución. Sin embargo, una nueva mayoría conservadora volvió a ganar en 2004, la cual ha vuelto sobre el tema de una forma algo más sutil (solo algo), al retomar el tema por la vía de que se discuta en clase las nociones básicas del diseño inteligente (The Evolution Controversy, en www.law.umkc.edu/faculty/projects/ftrials/conlaw/evolution.htm).

17. En “Mozart y Darwin”, publicado en el diario español El País el pasado 27 de diciembre de 2005.

18. En “El impacto mediático en la secuencia del genoma humano”, publicado en Biomedia (www.biomeds.net/biomedia/R15/destacado01.htm), el 5 de julio de 2000.

Fuente:

http://borgonoz.blogspot.com/2006/01/de-vuelta-al-coleel-fundamentalismo.html

El Problema del relato de la creacion en Genesis

El Problema del relato de la creación en Génesis

Hugo Bangher, en un articulo publicado en http://www.apologetica.org/, comenta acerca del problema del relato bíblico de la creacion en el Génesis y nos da un comentario de acuerdo a su opinión acerca de los eventos del Génesis.

«Quien lee la Biblia sin estar prevenido, se encuentra con un gran problema ya en la primera página: al comenzar el libro del Génesis no sólo halla dos veces la narración de la creación del mundo, sino que además de manera tan discrepante, que no puede menos que quedar perplejo.

En efecto, Gn 1 cuenta el relato tantas veces oído cuando niños en el catecismo, según el cual al principio de los tiempos todo era caótico y vacío, hasta que Dios resolvió poner orden en esa confusión. Antes de ponerse a trabajar, al igual que cualquier operario, lo primero que hizo fue encender la luz (1, 3). Por eso en el primer día de la creación nacieron las mañanas y las noches.

Luego decidió ubicar un techo en la parte superior de la tierra para que las aguas del cielo no la inundaran. Y creó el firmamento. Cuando vio que el suelo era una sola mezcla barrosa, secó una porción y dejó la otra mojada, con lo cual aparecieron los mares y la tierra firme.

Sucesivamente con su palabra poderosa fue adornando los distintos estratos de esta obra arquitectónica con estrellas, sol, luna, plantas, aves, peces y reptiles. Y por último, como coronación de todo, formó al hombre, lo mejor de su creación, al que moldeó a su imagen y semejanza. Entonces decidió descansar. Había creado a alguien que podía continuar su tarea.

Ésta le había llevado 6 días. Y todo lo había hecho bien.

Pero cuando pasamos al capítulo 2 de Génesis viene el asombro. Parece como si nada de lo anterior hubiera ocurrido. Estamos otra vez en un vacío total, donde no hay plantas, ni agua, ni hombres (2, 5).

Dios, nuevamente en escena, se pone a trabajar. Pero es un Dios muy distinto al de relato anterior. En lugar de ser solemne y majestuoso ahora adquiere rasgos mucho más humanos. Vuelve a crear al hombre, pero esta vez no desde la distancia y con el simple mandato de su palabra, casi sin contaminarse, sino que lo modela con polvo del suelo, sopla sobre su nariz, y de este modo le da la vida (2, 7).

Se detalla luego, por segunda vez, la formación de plantas, árboles y animales. Y para crear a la mujer emplea ahora un método diferente. Hace dormir al hombre, le extrae una costilla, rellena con carne el hueco restante, y moldea así a Eva. Entonces se la presenta y se la da por compañera ideal para siempre.

Llegado a este punto uno se pregunta: ¿por qué si en Génesis 1 tenemos ya el mundo terminado, en Génesis 2 hay que crearlo de nuevo? Es que acaso hubo dos creaciones en el origen de los tiempos?

Pero el problema no es sólo éste. Si comenzamos a hacer una minuciosa comparación entre ambos capítulos encontramos una larga lista de discrepancias que dejan al lector pasmado.

De entrada llama la atención la diferente manera de referirse a Dios en ambos textos. Mientras Gn 1 lo designa con el nombre hebreo de Elohim (= Dios), en Gn 2 se lo llama Yahvé Dios.

El Dios de Gn 2 es descrito con apariencias más humanas, de un modo más primitivo. Él no crea sino que «hace» las cosas. Sus obras no vienen de la nada sino que las fabrica sobre una tierra vacía y árida. El Dios de Gn 1, en cambio, es trascendente y lejano. No entra en contacto con la creación, sino que desde lejos la hace surgir, como si todo lo creara de la nada.

De esta manera, mientras Dios en Gn 1 aparece en toda su grandiosidad, majestuoso, donde al sonido de su voz van brotando una a una las criaturas del universo, en Gn 2 Dios es mucho más sencillo. Como si fuera un alfarero, moldea y forma al hombre (v. 7). Como un agricultor, siembra y planta los árboles del paraíso (v. 8). Como un cirujano, opera al hombre para extraer a la mujer (v. 21). Como un sastre, confecciona los primeros vestidos a la pareja porque estaban desnudos (3, 21).

Mientras en Gn 1 Dios crea el mundo en 6 días y luego en el 7° descansa, en Gn 2 sólo le lleva un día todo el trabajo de la creación.

En Gn 2 Yahvé crea únicamente al varón, y al caer en la cuenta de que está solo y de que necesita una compañera adecuada, después de probar darle los animales por compañeros, le ofrecerá la mujer. En cambio en Gn 1 Dios desde un principio hizo existir al hombre y a la mujer simultáneamente, en pareja,

Mientras en Gn 1 los seres van surgiendo en orden progresivo de menor a mayor, es decir, primero las plantas, luego los animales, y finalmente los seres humanos, en Gn 2 lo primero en crearse es el hombre (v. 7), más tarde las plantas (v. 9), los animales
(v. 19), y finalmente la mujer (v. 22).

La visión del cosmos de Gn 1 es «acuática». Sostiene que al principio no había más que una masa informe de aguas primordiales, y la tierra al ser creada será un islote en medio de esas aguas. En cambio la cosmología de Gn 2 es «terrestre». Antes de que se creara el mundo todo era un inmenso desierto de tierra seca y estéril (v. 5), pues no había nada de lluvia. Al ser creada, la tierra será un oasis en medio del desierto.

Haciendo esta lectura comparativa, nos damos la sorpresa de que la Biblia incluye una doble y discrepante narración de la creación.

Tratando de resolver el enigma

Los estudiosos llegaron a la conclusión de que no pudieron haber sido escritas por la misma persona, y piensan más bien que pertenecen a autores diversos y de distintas épocas. Como sus nombres no llegaron hasta nosotros, ni podremos saberlos nunca, llamaron al primero «sacerdotal», porque lo atribuyeron a un grupo de sacerdotes judíos del siglo VI a.C. Y al segundo autor, ubicado en el siglo X a.C, «yahvista», porque prefiere llamar a Dios con el nombre propio de Yahvé.

¿Cómo se escribieron dos relatos opuestos? ¿Por qué terminaron incluidos ambos en la Biblia?

El primero que se compuso fue Gn 2, aunque en la Biblia aparezca en segundo lugar. Por eso tiene un sabor tan primitivo, espontáneo, vívido. Durante muchos siglos fue el único relato con el que contaba el pueblo de Israel sobre el origen del mundo.

Fue escrito en el siglo X a.C., durante la época del rey Salomón, y su autor era un excelente catequista que sabía poner al alcance del pueblo en forma gráfica las más altas ideas religiosas.

Con un estilo pintoresco e infantil, pero de una profunda observación de la psicología humana, cuenta la formación del mundo, del hombre y de la mujer como una parábola oriental llena de ingenuidad y frescura.

Los aportes vecinos

Para ello se valió de antiguos relatos sacados de los pueblos vecinos. En efecto, las antiguas civilizaciones asiría, babilónico y egipcia habían compuesto sus propias narraciones sobre el principio del cosmos, que hoy podemos conocer gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas en Medio Oriente. Y resulta sorprendente la similitud entre estos relatos y el de la Biblia.

Todos dependen de una concepción cosmológica de un universo formado por tres planos superpuestos: los cielos con las aguas superiores; la tierra con el hombre y los animales; y el mar con los peces y las profundidades de la tierra.

El yahvista recogió estas tradiciones populares y concepciones científicas de su tiempo, y las utilizó para insertar un mensaje religioso, que era lo único que le interesaba.

La gran decepción

Cuatro siglos después de haberse compuesto este relato, una catástrofe vino a alterar la vida y la fe del pueblo judío. Corría el año 587 a.C. y el ejército babilónico al mando de Nabucodonosor, que estaba en guerra con Israel, tomó Jerusalén y se llevó cautivo al pueblo.

Y allá en Babilonia fue la gran sorpresa. Los primeros cautivos comenzaron a arribar a aquella capital y se dieron con una ciudad espléndida, con enormes edificios, magníficos palacios, torres de varios pisos, acueductos grandiosos, jardines colgantes, fortificaciones, y lujosos templos.

Ellos, que se sentían orgullosos de ser la nación bendecida y engrandecido por Yahvé en Judea, no habían resultado ser sino un modesto pueblo de escasos recursos frente a Babilonia.

El templo de Jerusalén, edificado a todo lujo por el gran rey Salomón, y gloria de Yahvé que lo había elegido por morada, no constituía sino un pálido reflejo del impresionante complejo cultual del dios Marduk, de la diosa Sin y de su consorte Ningal.

Jerusalén, orgullo nacional, por quien suspiraba todo israelita, era una ciudad apenas considerable en comparación con Babilonia y sus murallas, mientras su rey, ungido de Yahvé, nada podía hacer frente al poderoso monarca Nabucodonosor, brazo derecho del dios Marduk.

La situación no podía ser más decepcionante. Los babilonios habían logrado un desarrollo mucho mayor que los israelitas. ¿Para qué habían rezado tanto a Yahvé durante siglos y se habían abandonado confiados en él, si el dios de Babilonia era capaz de dar más poderío, esplendor y riqueza a sus devotos?

Aquella catástrofe, pues, representó para los hebreos una gran desilusión. Pareció el fin de toda esperanza en un Mesías, y lo vano de las promesas de Dios en sostener a Israel y transformarlo en el pueblo más poderoso de la tierra.

¿Tal vez el Dios de los hebreos era más débil que el dios de los babilonios? ¿No sería ya hora de adoptar la creencia en un dios que fuera superior a Yahvé, que protegiera con más eficacia a sus súbditos y le otorgara mejores favores que los magros beneficios obtenidos suplicándole al Dios de Israel?

Se desmoronaron, entonces, las ilusiones en el Dios que parecía no haber podido cumplir sus promesas, y el pueblo en crisis comenzó a pasarse en masa a la nueva religión de los conquistadores, con la esperanza de que un dios de tal envergadura mejorara su suerte y su futuro.

Ante esta situación que vivía el decaído pueblo judío durante el cautiverio babilónico, un grupo de sacerdotes, también cautivo, comienza a tomar conciencia de este abatimiento de la gente y reacciona. Era necesario volver a catequizar al pueblo.

La religión babilónico que estaba deslumbrando a los hebreos era dualista, es decir, admitía dos dioses en el origen del mundo: uno bueno, encargado de engendrar todo lo bello y positivo que el hombre observaba en la creación; y otro malo, creador del mal y responsable de las imperfecciones y desgracias de este mundo y del hombre.

Además, allí en la Mesopotamia pululaban las divinidades menores a las que se le rendían culto: el sol, la luna, las estrellas, el mar, la tierra.

Israel en el exilio empezó también a perder progresivamente sus prácticas religiosas, especialmente la observancia del reposo del sábado, su característico recuerdo de la liberación de Yahvé de Egipto.

Nace un capítulo

Aquellos sacerdotes comprendieron que el viejo relato de la creación que tanto conocía la gente (= Gn 2) estaba superado. Había perdido fuerza. Era necesario escribir uno nuevo donde se pudiera presentar una vigorosa idea del Dios de Israel, poderoso, que destellara supremacía, excelso entre sus criaturas. Comienza así a gestarse Gn 1.

Por eso, lo primero que llama la atención en este nuevo relato es la minuciosa descripción de la creación de cada ser del universo (plantas, animales, aguas, tierra, astros del cielo) a fin de dejar en claro que ninguna de éstas eran dioses, sino simples criaturas, todas subordinadas al servicio del hombre (v. 17-18).

Contra la idea de un dios bueno y otro malo en el cosmos, los sacerdotes repiten constantemente, de un modo casi obsesivo a medida que va apareciendo cada obra creada: «y vio Dios que era bueno», o sea, no existe ningún dios malo creador en el universo. Y cuando crea al ser humano dice que era «muy bueno» (v. 3 l), para no dejar así ningún espacio dentro del hombre que fuera jurisdicción de una divinidad del mal. Finalmente, el Dios que trabaja seis días y descansa el séptimo sólo quería ser ejemplo para volver a proponer a los hebreos la observancia del sábado.

De esta manera la nueva descripción de la creación por parte de los sacerdotes era un renovado acto de fe en Yahvé, el Dios de Israel. Por eso la necesidad de mostrarlo solemne y trascendente, tan distante de las criaturas, a las que no necesitaba ya moldear de barro pues le bastaba su palabra omnipotente para crearlas a la distancia.

Cien años más tarde, alrededor del 400 a.C., un último redactor decidió componer en un libro toda la historia de Israel desde el principio, recopilando viejas tradiciones. Y se encontró con los dos relatos de la creación. Resolvió entonces conservarlos a los dos. Pero mostró su preferencia por Gn 1, el de los sacerdotes, más despojado de antropomorfismos, más respetuoso, y lo puso como pórtico de toda la Biblia. Pero no quiso suprimir el antiguo relato del yahvista, y lo colocó a continuación, no obstante las aparentes incoherencias, manifestando así que para él, Gn 1 y Gn 2 relataban en forma distinta la misma verdad revelada, tan rica, que no bastaba un relato para expresarla.

Dos son poco

En una reciente encuesta en los Estados Unidos, se constató que el 44 % de los habitantes sigue creyendo que la creación del mundo ocurrió tal cual como lo dice la Biblia. Y muchos, ateniéndose a los detalles de estas narraciones, se escandalizan ante las nuevas teorías sobre el origen del universo, la aparición del hombre y la evolución.

Pero el redactor final del Génesis enseña algo importante. Reuniendo en un solo relato ambos textos, aun conociendo su carácter antagónico, mostró que para él este aspecto «científico» no era más que un accesorio, una forma de expresarse.

El redactor bíblico ¿se turbaría si viese que hoy sustituimos esos esquemas por el modelo mucho más probable del Big Bang y el de la formación evolutiva del hombre? Por supuesto que no. Una cosa debe quedar en claro en cualquier hipótesis de trabajo, a saber, que Dios es el origen de todo lo creado, y que el alma humana, hecha «a su imagen y semejanza», es creación directa de Dios y no un producto del proceso evolutivo natural.

La misma Biblia, por esta yuxtaposición pacífica de diferentes modelos cosmogónicos, ha señalado su relatividad. Los detalles «científicos» no pertenecen al mensaje bíblico. No son más que un medio sin el cual ese mensaje no podría anunciarse.

El mundo no fue creado dos veces. Sólo una. Pero aun cuando lo relatáramos en cien capítulos distintos no terminaríamos de arrancar el misterio entrañable de esta obra amorosa de Dios.»

Hugo Bangher

http://www.apologetica.org/creacion-narrativa.htm

Carta sobre “El debate de los orígenes”

Carta sobre “El debate de los orígenes”

Pablo de Felipe, Publicado en Alétheia (1998) 

Señor director:

He venido leyendo con gran interés los artículos publicados en los últimos números deAlétheia en relación al debate de los orígenes. Algunas de mis ideas sobre este interesante tema son recogidas en varios de estos artículos; pero hay ciertos aspectos importantes que creo que no han sido desarrollados suficientemente.

Cuando considero de forma global el Antiguo Testamento, una de las líneas vertebradoras de la predicación profética que más se destaca es la lucha contra la idolatría. Una doble idolatría llenaba el mundo antiguo. Lo más evidente era el mundo de las imágenes religiosas que abarrotaban los templos paganos. Pero todavía peor era la idolatría de la naturaleza que daba lugar a un mundo sacralizado en el que todo era de carácter divino: el cielo, los astros, la tierra, el mar, las tormentas, los ríos, los lagos…

Los profetas denunciaron durante siglos la sacralización de las obras de la creación divina y de la creación artística humana. La crítica profética alcanza altas cotas de ironía en las palabras de Elías a los profetas de Baal (1 R. 18:26-28). Baal, el poderoso dios de las tormentas, de los viajes, ligado a los ciclos de la naturaleza, dormido en invierno y que era despertado en primavera… es ridiculizado por un hombre solitario y de rústico aspecto (1). En Is. 44:9-23, la crítica profética llega a unas insospechadas cotas de elaboración intelectual. Como señaló José Grau hace años (2), el autor marxista Erich Fromm veía en la predicación profética el origen de la descripción y denuncia del fenómeno de la alienación, que tan importante sería en el marxismo (3). En ese pasaje de Isaías, se recoge el proceso por el que un hombre convierte un leño destinado al fuego en una imagen que luego eleva sobre sí y adora como un dios.

Pero la polémica profética no se limitó a la denuncia del sistema idolátrico. La Biblia elaboró un sistema espiritual alternativo. Llaman la atención aquellos personajes dotados de tanta fuerza que fueron capaces de desafiar a los poderosos dioses y sacerdotes que habitaban en Ur, Karnak, Luxor, Tiro, Babilonia, etc. Cuando vemos lo imponente de las ruinas que aún hoy, varios milenios después, subsisten, más apreciamos la fortaleza de los que despreciaron todo aquello para seguir al que no habita en templos hechos de manos.

Para poder crear una cultura alternativa al mundo pagano, la Biblia debió enfrentarse a la elaborada cultura pagana. Aquella teología se articulaba mediante unos complejos ciclos míticos escritos en las primeras lenguas conocidas. Los relatos de los orígenes no eran meros adornos en ese esquema religioso, sino textos clave. En ellos se trazaba el origen genealógico de los dioses (teogonía), se relataba la formación del mundo (cosmogonía) y, finalmente, se describía la estructura y situación actual tanto del mundo material como divino (cosmología). En aquellos textos aparecían integrados gran parte de los conocimientos “científico-religiosos” de la época. El esquema del mundo plano con un techo-cúpula rodeado de un océano aparecía junto a las minuciosas genealogías divinas o a la situación geopolítica de la época en la que el texto era compuesto (4).

¿Qué iban a hacer los profetas ante esa situación? Abraham, Moisés, el pueblo de Israel entero habían salido del paganismo, de ese paganismo que los estuvo siempre rodeando. Y frente a eso, ¿qué? Los relatos del Génesis sobre los orígenes, y muy en especial el Gn. 1, son la respuesta. No son mitos, no son bellas historias poéticas, no son meros cánticos espirituales, no son descripciones científicas que entrevén la ciencia de nuestro siglo XX… La primera página de la Biblia es una declaración de guerra. Sí, de guerra teológica, de guerra contra la poderosa y horrible Tiamat, el abismo primigenio que había vencido el hábil Marduk y con cuyo cuerpo dividido en dos había hecho el cielo y la tierra que así siempre conservarían algo divino. Dios domina el abismo con su palabra en Gn. 1 y no hay allí nadie para oponer resistencia. Sí, de guerra contra los poderosos dioses lunares mesopotámicos, como Sin, adorado en la patria de Abraham. De guerra contra el poderoso Sol, Ra, de Egipto. ¡Y el faraón es el hijo de Ra! ¿De qué? ¿De una lámpara que ni siquiera merece un nombre propio? Declaración de guerra teológica contra las poderosas estrellas que indican el destino humano y que afanosamente observan los astrólogos babilonios. A propósito, el Gn. 1 casi las deja olvidadas y, con un pelín de ironía, las recoge al final: “Hizo también las estrellas”. La guerra teológica alcanza también aquí a Baal y a todos los dioses de la fertilidad tan adorados en Canaán. La fertilidad, tan cara de obtener al precio de sacrificios y prostitución sagrada, es aquí regalada a todos los seres vivos por el Creador. Y tampoco se libran los aterradores monstruos marinos: Leviatán, Rahab, etc. que son creados por Dios. Su clasificación sistemática en el contexto del Gn. 1 les resta grandeza: seres acuáticos, destinados a ocupar las aguas y creados el quinto día. Ni más ni menos.

Al terminar ese breve capítulo, el hombre y la mujer, Adán (Gn. 1:26, 27; 5:1, 2), están solos delante de Dios. La teogonía fue destruida ya en el título, en el primer versículo: “En el principio Dios…”. Todos los elementos constituyentes del universo (el abismo acuoso, la tierra, el mar, el firmamento, los astros y los seres vivos) han sido despojados de cualquier vestigio divino. Con este relato en la mano, la idolatría carece de sentido. No hay sitio para ningún añadido divino, sagrado, etc. Todos los falsos dioses, diosecillos y semidioses que aterraban al mundo antiguo han sido echados a patadas del universo.

Y ahora, nosotros, libres ya de esos tenebrosos poderes, y con la bendición de haber podido desarrollar la ciencia en ese mundo que quedaba todo él para nosotros y nuestro ingenio, nos olvidamos. Nos olvidamos de donde hemos salido, de lo que hemos sido liberados, y vagamos en el desierto. Comparamos ese texto, el primer antimito (5), a los mitos desenterrados ayer de las llanuras mesopotámicas. Miramos con un ojo por el microscopio o al telescopio y con el otro al Génesis e intentamos convencernos de que se ve lo mismo. Intentamos completar un puzzle a martillazos con páginas de la Biblia y del último tratado de física. Contemplamos con paternalismo a aquellos hombres “primitivos” que hablaban de cosas tan absurdas como un cielo duro con ventanas. Nos exprimimos el cerebro para explicar, eso sí, científicamente, dónde están las dichosas columnas de la tierra, o por qué se crearon la luz y las plantas antes que el sol.

El lector moderno no debería perder el tiempo por esos andurriales. No debería buscar a tientas la explicación a una tierra circular (Is. 44:22), a las compuertas del firmamento que lo recubre (Gn. 1:7, 8; 7:11; 8:2; Job 37:18; Is. 24:28), al abismo acuoso que lo rodea todo como un vestido (Gn. 1:6, 7; Sal. 104:6; 148:4), a los cimientos del cielo (2 S. 22:8; Job 26:11) y a los de la tierra (1 S. 2:8; 2 S. 22:16; Sal. 104:5), al subterráneo Sheol (Nm. 16:30-33; Job 17:13-16; Is. 14:9), a los astros colgados del cielo (Gn. 1:14-18), que se mueven alrededor de la tierra (Jos. 10:12, 13; Sal. 19:4-6)… La luz de Dios nos ha iluminado hace milenios y nos ha enseñado lo fundamental respecto al universo: todo él, todas sus partes, fueron creadas. Así que hoy el cristiano debería dejar de pelearse por buscar las cosquillas a los científicos y declarar con firmeza que también ahora el universo con todas sus partes, debe ser visto como creación de Dios. Los planetas, las estrellas, los agujeros negros o las galaxias y todo lo que aún no ha sido descubierto, todo ha salido de las manos del Creador, y nosotros daremos cuenta por lo que hemos hecho con esas obras.

¿Qué fe es aquella que puede sobresaltarse por el último hallazgo científico, cuya fuerza descansa sobre una referencia científica a pie de página? Desterremos, pues, de nuestra apologética, de nuestra doctrina, toda referencia a modelos científicos (creacionistas, evolucionistas, concordistas, etc.), que mañana habrán sido superados por la propia ciencia, con lo que quedaremos nosotros en ridículo y, lo que es peor, la propia Biblia.

Notas:

  1. Vardaman, J. La arqueología y la palabra viva. Casa Bautista de Publicaciones, 5ª ed., 1988, pp. 50-54.
  2. Grau, J. ¿Por qué, Señor, por qué…? Ediciones Evangélicas Europeas, 1984, pp. 131-134
  3. Una traducción del texto completo citado por Grau aparece con el título deAlienación y capitalismo en Fromm, E. y otros. La soledad del hombre. Monte Ávila Editores, s.f.p.
  4. Se pueden encontrar traducciones de los principales textos sobre los orígenes de los pueblos que rodeaban a Israel en: Seux, M.-J. y otros. La creación del mundo y del hombre en los textos del Próximo Oriente Antiguo. Verbo divino, 1982.
  5. Flori, J. Genèse ou l’antimythe. Editions vie et santé, 1980. Existe traducción española, Los orígenes. Safeliz, 1983.

http://www.centroseut.org/cienciayfe/Carta_sobre_origenes.htm

Apuntes para el debate histórico de la cosmología bíblica

Apuntes para el debate histórico de la cosmología bíblica

Pablo de Felipe
Publicado en Alétheia (2000) 17:67-76.

Es comúnmente creído que el Génesis 1 y otros de los primeros capítulos de la Biblia se ocupan exclusivamente de los orígenes; pero no solamente encontramos en ellos el relato de la Creación, sino que al detallar lo creado dan alguna luz sobre la imagen del mundo que los autores hebreos manejaban. No es por ello extraño que el debate de los orígenes desarrollado en los últimos números de Alétheia se haya deslizado hacia la cosmología bíblica. ¿Cómo interpretar el “firmamento”? ¿Qué eran las aguas superiores sobre el firmamento? ¿Y las compuertas de los cielos? ¿Y las columnas de los cielos y de la tierra?

Hay un gran abismo entre la cosmología del Mediterráneo oriental de hace tres milenios y nuestra actual cosmología científica. En estas páginas me propongo tan sólo esbozar brevemente la actitud de los cristianos ante ese cambio y la forma en que la Biblia ha sido utilizada a lo largo de esta historia.

El mundo-caja y el mundo-tienda

La mitología y la literatura de la mayoría de los pueblos antiguos contiene cierto número de referencias cosmológicas. Como ocurre en la Biblia, no suelen ser tratados cosmológicos sistemáticos, sino menciones a veces indirectas. Una antigua adivinanza babilónica comparaba el mundo a una casa. Esta metáfora era un lugar común en la antigüedad. No es una estupidez. ¿Qué es más razonable, al pararse en medio del campo, que pensar en el mundo como una gran habitación con la tierra por suelo y el cielo como techo?

La Biblia no defiende esa idea, simplemente no la cuestiona, no piensa que deba ser criticada. Es la divinización de esos cielos, tierra y ocupantes correspondientes, lo que se machaca sin cesar, los aspectos “científicos” no interesaba discutirlos, y por ello la ciencia de la época sólo aparece tangencialmente (ver mi carta en Alétheia, nº 14, pp. 62-64).

Se ha señalado que la Biblia no concebía el firmamento simplemente como un techo sólido, sino también como una piel. Lo uno no anula lo otro. ¿Contradicción? ¿Paradoja? ¿Absurdo? ¿Y si la Biblia manejase dos modelos diferentes de describir el mundo? Nosotros también tenemos a veces varios modelos para explicar hoy en día un mismo fenómeno. Por una parte, la Biblia concebía el firmamento como suficientemente duro para sostener el abismo acuoso superior, impidiendo el diluvio (Gn. 1:6,7; 7:11; 8:2); pero lo suficientemente flexible como para ser descorrido ante el poder de Dios (Is. 34:4, Ap. 6;14). En cualquier caso, ya se describa el mundo como una sólida caja o como una tienda flexible, se mantiene el paralelismo con la habitación que Dios ilumina, construye con esmero, adorna y finalmente regala a la humanidad (Gn. 1). A pesar de la falta de interés de la mayoría de los textos bíblicos por los detalles “científicos”, hay referencias suficientes (ver mi carta en Alétheia, nº 14, p. 64 para las citas bíblicas) como para hacerse una buena idea de la imagen del mundo entre los hebreos: tierra plana (cuyos bordes eran posiblemente circulares), con columnas por debajo que aseguran su estabilidad y con un cielo como tapa superior (más o menos sólido) apoyado en firmes pilares sobre los bordes de la tierra y por el que se desplazan los astros, un abismo oceánico acuoso rodeando todo el conjunto y compuertas que pueden permitir su irrupción en el mundo tanto a través del cielo como de la tierra.

La Biblia no inventa estas ideas, ni las defiende, ni las ataca, simplemente las usa. Dado que no son divinizadas en las páginas bíblicas, nada impediría que al ser cambiadas según el desarrollo de la cultura, judíos y cristianos continuasen enseñando la fe en el Creador y su obra creadora en el marco de otras cosmologías. Pero ¿qué nos enseña la historia de esto? Los cristianos, no solamente siguieron creyendo durante siglos en la misma cosmología que se refleja en la Biblia literalmente, sino que consideraron que su mantenimiento era un pilar para la fe. Equivocados, convirtieron aquellas referencias cosmológicas dispersas en doctrina. Para muchos, considerar alegorías o metáforas aquellas cosas era un insulto, y no menos el considerar que correspondían a antiguas ideas que no debían ser tomadas en cuenta científicamente. Buscaron la autoridad científica a toda costa, y “consiguieron” la unidad con los científicos por todos los métodos, forzando tanto la ciencia como la Biblia para evitar lo inevitable, el hundimiento de aquel antiguo sistema cosmológico convertido en doctrina cristiana.

Entendimiento y enfrentamiento entre los cristianos y la cultura griega

El consenso universal del mundo como habitáculo, con un cielo apoyado en los extremos de la tierra que mantenía lejos las aguas del océano abismal exterior, y que se mantuvo entre los judíos después del Antiguo Testamento, empezó a cuestionarse pocos siglos antes de Cristo. En Grecia, algunos filósofos y científicos (Anaximandro, los pitagóricos, Platón, Aristóteles, Eratóstenes, etc.) llegaron a la conclusión de que la tierra era curva, tal vez esférica y hasta midieron su radio, e igualmente los cielos que ya no tocarían los bordes de la tierra, siendo también esféricos. Algunos (Heráclides, Aristarco, Seleuco), más audaces, sostuvieron la disparatada idea de que aquella tierra a cuya firmeza cantaron los profetas y salmistas (1 S. 2:8; 1 Cr. 16:30; Sal. 93:1, 96:10) se movía a gran velocidad con varios movimientos. Esta segunda idea no pudo sostenerse con argumentos conclusivos y, dado que además escandalizó a algunos espíritus religiosos del paganismo (por mover el corazón del universo), fue arrinconada, mientras que la esfericidad se abrió camino. Contaba con toda clase de argumentos provenientes de las más variadas ciencias y, en la época del Nuevo Testamento, era parte del saber general de cualquier persona culta.

A los apóstoles no les importaba la forma del planeta, sino su evangelización. Pero el crecimiento de la iglesia permitió la incorporación de muchas personas con toda clase de intereses que se ocuparon de confrontar minuciosamente su fe con la cultura que las rodeaba. Los cristianos, no solamente fueron críticos con los ídolos, las peleas de gladiadores, los ejércitos imperiales, el infanticidio, el aborto o la esclavitud, etc., sino que se plantearon cuestiones de tipo filosófico-científico. Poco a poco se perfilaron dos grandes corrientes. Entre los padres de la iglesia dominaron los que tenían una actitud positiva, desde el respeto hasta el deseo de integración ante la cultura griega, que alimentaba intelectualmente el imperio romano. Justino mártir, Clemente de Alejandría y Orígenes fueron algunos de los cristianos más representativos que, desde el siglo II, transitaron por el camino que había abierto el filósofo judío Filón en el s. I. Platón (s. V-IV a. C.) y Aristóteles (s. IV a. C.) eran los grandes padres de la filosofía y la ciencia, así como de las especulaciones intelectuales sobre la divinidad. En el campo astronómico-cosmológico, Ptolomeo (s. II) sintetizaba siglos de observaciones y teorías sobre el universo en una gran síntesis geocentrista que se mantendría hasta el siglo XVII. La tierra era una esfera formada por tierra, agua, aire y fuego, inmóvil en el centro del universo. Se rodeaba por esferas transparentes en las que se movían el sol, la luna y los planetas, formados todos ellos por un quinto elemento, el éter. Este mundo-cebolla, sólido, compacto, inmutable, nada tenía que ver ya con el pequeño mundo de las culturas precedentes. Fue la primera gran revolución cosmológica. No todos los cristianos estaban dispuestos a aceptarlo.

Una corriente de resistencia se iba formando dentro de la iglesia, en especial en la costa oriental del Mediterráneo. Despreciaban la cultura griega. Renegados de ella, realizaron una crítica feroz hacia la idolatría y allí incluyeron todos los aspectos de esa cultura: desde su religión a su arte, desde su filosofía a su ciencia. Para ellos sólo la Biblia era digna de crédito. En su ataque cometieron un trágico error, saltaron de la teología a la ciencia. Hoy seguimos pagando las consecuencias. Así se expresaba, por ejemplo, Tertuliano (s. II-III):

“¿Qué… tiene que ver Atenas con Jerusalén? ¿Qué concordia hay entre la Academia y la Iglesia? ¿Entre heréticos y cristianos?… ¡Fuera con todos los intentos de producir un cristianismo híbrido de composición estoica, platónica y dialéctica! ¡No queremos extrañas disputas después de poseer a Jesucristo, ninguna indagación después de gozar del Evangelio! Poseemos nuestra fe y no deseamos ninguna otra creencia.” (La prescripción de los herejes. Citado en Francis Oakley. Los siglos decisivos. La experiencia medieval. Alianza Ed., Madrid, 1993, p. 178).

Esta fosa, abierta por Tertuliano, había sido ya trabajada por otros de sus contemporáneos del siglo II. Taciano, en su furibundo Discurso contra los griegos, y Hermias, en su mucho más feroz Escarnio de los filósofos paganos, atacan sin piedad a las glorias del mundo griego. Después de afirmar que “la sabiduría de este mundo tuvo principio de la apostasía de los ángeles” (Escarnio, 1. Ver en Daniel Ruíz Bueno. Padres apologistas griegos (s. II). B.A.C., Madrid, 1954, p. 879), Hermias pasa revista a los más célebres griegos: Empédocles, Anaxágoras, Parménides, Anaxímenes, Protágoras, Tales, Anaximandro, Platón, Aristóteles, Leucipo, Demócrito, Heráclito, Epicuro, Pitágoras… Pero estos mismos personajes, cuyas doctrinas filosófico-religiosas eran aquí parodiadas (en algunos casos con mucha razón), también fueron en algunos casos iniciadores de la nueva cosmología. Finalmente, estos teólogos, Biblia en mano, tomaron por asalto la cosmología. Lactancio (s. III-IV) creía que la idea de la existencia de habitantes en las antípodas era absurda, pues tendrían que vivir cabeza abajo. Para mejor destruir esa idea lanzaba su ataque hacia lo que creía que era el origen de ese disparate, la creencia en la esfericidad terrestre:
“[…]. Y de la aceptación de la redondez del cielo se seguía que la tierra tenía que estar encerrada en la mitad de la cavidad del cielo. Y, si esto es así, también la tierra es semejante a una esfera, ya que no puede suceder que no sea redondo lo que está encerrado en algo redondo. […]. De esta forma, a partir de la redondez del cielo se descubrió la existencia de esos antípodas colgantes. […].
No sé qué decir de estos que, tras haber errado una vez, perseveran constantemente en su estolidez y defienden, a partir de un absurdo, otro absurdo; sólo diré que pienso que éstos o bien filosofan por diversión o bien si son inteligentes y conscientes, que han aceptado la defensa de mentiras, como si quisieran ejercer y demostrar su talento con el tratamiento de argumentos absurdos. […].” (Instituciones Divinas III, 24. Ed. Gredos, Madrid, 1990, pp. 323, 324).

Los argumentos a favor de la esfericidad terrestre eran mucho más sólidos que todo eso; pero muchos escritores cristianos los ignoraron sistemáticamente. El avance del cristianismo y el declive de la cultura griega hizo que poco a poco fueran cayendo en el olvido muchos logros de la ciencia antigua. Ciertos ambientes orientales hacían lecturas cada vez más literales de la Biblia y se fue creando una tradición que recuperaba la idea de un mundo-caja. Finalmente la lucha estalló en el siglo VI.

Cosmas contra Filopón: el debate sobre la herencia cosmológica griega y la síntesis escolástica

Tras la caída del imperio romano occidental, el oriental vive un nuevo esplendor. En la Alejandría del siglo VI quedaba tiempo para las disputas teológicas entre nestorianos, monofisitas y católicos. Filopón era un hombre de amplia cultura, cuyo cristianismo no renunciaba a la filosofía. Sin embargo, se adelantó un milenio a la historia y, en nombre de la Biblia y de la razón, criticó a Aristóteles sin piedad, desacralizando el universo y eliminando los restos divinos que quedaban en el cielo del sistema aristotélico. Todo son criaturas creadas por Dios y el Sol no es más que un fuego (las lámparas de Gn. 1 seguían inspirando filosofía). Mientras los pocos filósofos paganos restantes (como Simplicio) se escandalizaban, para Cosmas eso no era suficiente. Este viajero cristiano sintetiza toda una serie de tradiciones cosmológicas que hemos venido exponiendo (además de los autores antes mencionados, otros más sostenían que la tierra era plana, Cirilo de Jerusalén (s. IV), Diodoro, obispo de Tarso, (s. IV), etc.) en una obra que ha pasado a la historia: Topografía cristiana. ¿Objetivo? Los paganos y los “falsos cristianos” que afirmaban la esfericidad de la tierra. El conflicto estaba servido. Cosmas lanza toda su artillería bíblica contra ellos. Para él el mundo es como una caja de fondo plano y rectangular, rodeado por el océano y con la tapa del cielo (véase la figura adjunta). Esta verdad cosmológica, según Cosmas, fue revelada a Moisés, pues el tabernáculo se inspiraba en la forma del universo. Era su representación revelada por Dios. Un diluvio de citas bíblicas y de varios padres de la iglesia anteriores le avalaban. Frente a ellos, cualquier argumento astronómico de una filosofía y ciencias paganas en retroceso, apenas si podían considerarse rivales relevantes (1). Si las citas que van a continuación consiguen sonrojar en algo al lector, este artículo habrá merecido la pena:
Esquema del mundo según Cosmas. Se puede ver a la izquierda la entrada del Mar Mediterráneo y al norte una gran montaña que estaría situada en Europa. La parte superior del cosmos está curvada dando una forma de cofre al conjunto. En la base de esa tapa curva, Cosmas situaba un cielo plano, el firmamento, que producía así dos espacios superpuestos sobre la superficie terrestre. Tomado de Topographie chrétienne, op. cit., p. 557.

“4. Existen cristianos de apariencia que, sin tener en cuenta la divina Escritura, a la que desdeñan y menosprecian como los filósofos no cristianos, suponen que la forma del cielo es esférica, inducidos al error por los eclipses del sol y de la luna. Por tanto, he dispuesto toda la materia de la obra de forma apropiada en cinco libros. En primer lugar, pensando en dichos cristianos extraviados, he compuesto el libro I, para demostrar que es imposible que cualquiera que tenga la voluntad de ser cristiano se deje extraviar por el error especioso de los no cristianos, mientras que la divina Escritura presenta otras teorías. En efecto, si alguien quisiera escudriñar a fondo las teorías paganas, no encontraría nada más que ficciones y sofismas fabulosos, absolutamente imposibles. 5. Pues, (para responder) a la pregunta del cristiano que necesariamente va a preguntar: una vez extirpados esos errores, ¿cuáles son las verdaderas teorías para sustituirlos?, he escrito el libro II, que presenta las teorías cristianas a partir de la divina Escritura, da a conocer la forma del universo, y (muestra) que algunos de los no cristianos antes tenían nuestra misma opinión. A continuación, suponiendo que alguno objetara, perplejo: ¿Cómo se sabe que Moisés y los profetas dicen la verdad presentando esta clase de ideas?, el libro III demuestra que Moisés y los profetas son dignos de fe, que ellos no hablaron por su propia cuenta, sino inspirados por la revelación divina, y que puestos a prueba en sus obras y en sus hechos, los escritores del Antiguo como los del Nuevo Testamento han presentado las cosas tal como ellos las han visto anticipadamente (por revelación); (este libro explica) además cuál es la utilidad de las formas del universo, y de dónde ha tomado su principio y su origen la hipótesis de la esfera. A continuación, una vez más, dirigiéndome a los que desean instruirse visiblemente sobre el tema de las formas (del universo), he compuesto el libro IV, que es una recapitulación concisa, con ilustraciones, de las teorías expuestas precedentemente, también con una refutación de la esfera y de los antípodas. 6. En fin, para el que busca instruirse sobre las teorías cristianas se ha compuesto el libro V: hay que conocer que esto no se funda en ficciones de nuestra propia invención, ni es en fábulas de invención reciente donde fundamos nuestra exposición y nuestra ilustración, sino en la revelación y en el orden de Dios, demiurgo del universo; porque hemos meditado sobre la imagen del conjunto del universo, es decir, sobre el tabernáculo construido por Moisés, que el Nuevo Testamento concuerda en calificar de copia del universo; partiéndolo por medio de un velo, Moisés hizo, de uno sólo, dos tabernáculos, lo mismo que Dios, en el origen, había partido, por medio del firmamento, el espacio único, que había entre la tierra y el cielo, en dos espacios; en el tabernáculo hay un tabernáculo exterior y un tabernáculo interior; en el universo hay un espacio inferior y un espacio superior; el espacio inferior es este mundo, y el espacio superior es el mundo que vendrá, donde Jesucristo según la carne, resucitado de entre los muertos, entró el primero de todos, y donde los justos entrarán más tarde a su vez.” (Cosmas Indicopleustes. Topographie chrétienne, prólogo, 4-6. Wanda Wolska-Conus (ed.). Les Éditions du Cerf, Paris, 1968, tomo I, pp. 264-268).

“2. Por el contrario, los que están adornados con la sabiduría de este mundo y se fían de los argumentos especiosos de su propia razón, para comprender la forma y la posición del universo, se burlan de toda la divina Escritura catalogándola como un conjunto de mitos; consideran a Moisés, a los profetas, a Jesucristo y a los apóstoles como charlatanes e impostores y, levantando orgullosamente las cejas, como si ellos fueran muy superiores en sabiduría al resto de la humanidad, atribuyen al cielo la forma esférica y el movimiento circular; se esfuerzan en comprender la posición y la forma del universo a partir de los eclipses del sol y de la luna, para reforzar métodos geométricos, cálculos astronómicos, juegos de palabras y engaño profano; engañadores y engañados afirman que estos fenómenos no pueden producirse con otra forma (que no sea la esférica). […].
“3. Pero los que quieren ser cristianos y desean también adornarse con elocuencia, sabiduría y cosas engañosas de este mundo, cuando ellos rivalizan entre sí para recibir a la vez los principios cristianos y los principios paganos, parece que no difieren en nada a la sombra que se produce por la interposición de un cuerpo delante de la luz; […]. 4. Dirijo mi discurso a éstos, sobre los cuales la divina Escritura dice que han llegado a ser parecidos a los extranjeros establecidos antiguamente en Samaria: “Ellos temían a Dios al mismo tiempo que adoraban y sacrificaban en los lugares altos.” Uno no se equivocaría llamándoles hombres con dos caras; ellos quieren estar a la vez con nosotros y con los paganos; la renuncia a Satán que proclamaron en el momento de su bautismo, la abjuran ahora y se vuelven a él. […].” (Idem, I, 2-4, pp. 274, 276).

“100. Puesto que una gran esperanza se presenta a los cristianos, a saber, que los ángeles, los hombres y la creación entera serán cambiados a una condición mejor y dichosa, ¿quién será el malvado e impío capaz de despreciar esta esperanza y apoyarse en la nueva y engañosa vanidad de los no cristianos? El tal oirá en el día terrible las palabras del Juez: «En verdad, os digo, no os conozco. Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad.» Y en verdad es una gran iniquidad desechar las palabras de Dios y, en contra de estas palabras, atribuir al cielo una forma esférica [nota: porque parece imposible colocar el reino de los cielos en una esfera].” (Idem, II, 100, pp. 418).

“4. He aquí el primer cielo en forma de bóveda, creado en el primer día al mismo tiempo que la tierra, referente al cual Isaías dice: «El que levanta el cielo como una bóveda.» (Is. 40:22). Por el contrario, el cielo unido a media altura al primer cielo, el cielo creado en el segundo día, es al que se refiere Isaías diciendo: «Él lo extiende como un tabernáculo para que se habite en él.» (Is. 40:22). Por otra parte, David dice: «Él extiende el cielo como una piel.» (Sal. 103:2) y, explicándose con más claridad todavía, precisa: «Él pone un techo de aguas a sus aposentos superiores.» (Sal. 103:3). 5. Como la Escritura menciona además las extremidades del cielo y las extremidades de la tierra, esto no se puede concebir sobre una esfera. […].” (Idem, IV, 4, 5, pp. 538, 540).

Por fortuna, Cosmas no fue unánimemente seguido, al menos en la iglesia occidental (tuvo más eco en oriente), que prefirió seguir a Ambrosio de Milán (s. IV), Agustín de Hipona (s. IV-V), Isidoro de Sevilla (x. VI-VII) o Beda el Venerable (s. VII-VIII), que retuvieron diferentes elementos de la cosmología griega, aunque no sin ciertas dudas. Agustín se refería a aquellos que se preguntaban “cuál debe creerse que es la forma y figura del cielo, de acuerdo con la Sagrada Escritura”, y frente a ellos hacía gala de su ignorancia sin complejos, pero afortunadamente, sin condenar ninguna opinión: “Pues, ¿qué me importa a mí si el cielo, como una esfera, rodea por todas partes a la tierra, colocada en el centro del universo, o si la cubre sólo por una parte, desde arriba, como un disco?”. Con el mismo sentido práctico rechazaba entrar en otras polémicas semejantes a propósito de la compatibilidad del movimiento del cielo y de su denominación como “firmamento”. (Sobre el Génesis en sentido literal, II, 9. Citado en Galileo Galilei. Carta a Cristina de Lorena y otros textos sobre ciencia y religión [preparado por Moisés González]. Alianza Ed., Madrid, 1987, pp. 71, 72). Pero los temibles precedentes que habían sido ya sembrados no desaparecieron. Algunos mantendrían su desprecio teológico por la ciencia durante siglos, como Pedro Damián (s. IX):
“Platón escruta los secretos de la misteriosa naturaleza, fija los límites de las órbitas de los planetas y calcula la trayectoria de los astros: lo rechazo con desprecio. Pitágoras divide en latitudes la esfera terrestre: le hago muy poco caso (…) Euclides se inclina sobre los embrollados problemas de sus figuras geométricas: también lo mando a paseo; en cuanto a todos los retóricos, con sus silogismos y sus especulaciones sofísticas, los descalifico como indignos de tratar esta cuestión.” (Citado en Pierre Thuillier. De Arquímedes a Einstein. Tomo 1. Alianza Ed., Madrid, 1988, pp. 99-101).

Afortunadamente, otros destacados cristianos denunciaron la herencia de Cosmas. El patriarca de Constantinopla, Focio (s. IX) comentó así la obra de Cosmas:

“Siendo vulgar en la expresión, ignora hasta la sintaxis común; además, expone hechos inverosímiles según la ciencia. También es justo considerar a este hombre como un autor de fábulas más que como un testigo veraz. Los dogmas que él discute son los siguientes: el cielo no es esférico, y tampoco la tierra, pero el primero es como un edificio abovedado, la otra es un rectángulo, y las extremidades del cielo están pegadas a las extremidades de la tierra; todos los astros se mueven porque unos ángeles les aseguran su movimiento, y otras cosas del mismo estilo. […].
[…]. El profesa también otras cosas absurdas.” (Fotio, Biblioteca, codex 36. Citado en Topographie Chrétienne, op. cit., p. 116).

A pesar de la enorme contradicción entre el modelo bíblico y el griego que estas luchas manifestaban, los escolásticos medievales occidentales se las ingeniaron (silenciando unos textos, forzando otros, etc.) para encajar ambas cosmologías, sin querer renunciar claramente a ninguna. Se aceptó la esfericidad terrestre y celeste. La inmovilidad de la tierra estaba garantizada por los griegos que habían rechazado a sus compatriotas que creían en el movimiento de nuestro planeta. Las referencias a un cielo sólido como tapa de la tierra se aplicaron a las sólidas esferas celestes de Aristóteles. El movimiento de los astros se atribuyó a los ángeles (siguiendo a Cosmas y a autores anteriores, a pesar de Filopón). De las columnas de la tierra o de los cielos nadie se acordó, las aguas superiores se identificaron con las nubes (aunque estas dos cosas eran claramente diferenciadas en el Antiguo Testamento) y el conflicto se fue olvidando. La fe y la razón/ciencia habían llegado a una nueva unidad tras más de mil años de problemas…

Las revoluciones del siglo XVI

El siglo XVI no iba a ser sólo el de la reforma teológica. Varios cometas perturbaron los cielos inmutables de los aristotélicos. ¿Cómo podrían los cometas atravesar las duras esferas? Tycho Brahe y otros astrónomos llegaron a una conclusión espectacular. El cielo no era sólido. De repente los astros se vieron libres. Los orbes cristalinos que los oprimían fueron declarados inexistentes. Aristóteles se agrietaba. ¿Y la Biblia? ¿No se habían usado sus citas mil veces para apoyar esos cielos sólidos? La difícil unidad entre teólogos y científicos se vino a bajo. Los astrónomos y los teólogos se esforzaban en dar una salida a los textos bíblicos sobre el firmamento. Pero antes de que pudiesen encajar este mazazo, los seguidores de Copérnico esparcían por Europa las enseñanzas del maestro que poco antes había removido una tierra que, como los demás astros flotaba ahora libremente en el espacio. El tercer gran modelo cosmológico de la historia estaba naciendo: más trabajo para los apologistas cristianos. Las componendas entre la cosmología bíblica y la nueva ciencia no eran ya posibles. Los científicos rebuscaron la bibliografía cristiana en busca de argumentos que apoyasen la interpretación de los pasajes bíblicos de formas no científicas. Mientras, los teólogos se prepararon para la defensa. Lutero llamó, a Copérnico:

“…astrólogo advenedizo que pretende probar que es la Tierra la que gira, y no el cielo, el firmamento, el Sol o la Luna […]. Este loco echa completamente por tierra la ciencia de la astronomía, pero las Sagradas Escrituras nos enseñan que Josué ordenó al Sol, y no a la Tierra, que se detuviese.” (Citado en Nicolás Copérnico, Thomas Digges y Galileo Galilei. Opúsculos sobre el movimiento de la Tierra [preparado por Alberto Elena]. Alianza Ed., Madrid, 1986, p. 8).

Melanchton sugirió que las autoridades civiles deberían tomar cartas en el asunto y “deberían poner freno al desencadenamiento de los espíritus.” (Ibídem). Desde la Roma católica, Tolosani, piadosamente escandalizado, escribió un manuscrito (que la muerte le impidió publicar) en el que condenaba a Copérnico. Mientras, los amigos luteranos del canónigo católico Copérnico (entre los que se hallaba su único discípulo, Retico), imprimían sus obras, las estudiaban y exploraban vías de conciliación entre ciencia y fe que no pasaran ya simplemente por una nueva unidad, sino por el reconocimiento de la imposibilidad de reconciliar las ideas bíblicas con la nueva cosmología. Retico escribió un “Tratado sobre la Sagrada Escritura y el movimiento de la tierra”, y el obispo católico Giese tuvo que redactar una obra (perdida) en defensa de su amigo Copérnico.

Poco después Brahe y Rothmann, dos grandes astrónomos protestantes, mantenían un apasionado debate epistolar. El primero había destruido las esferas celestes; pero, con la Biblia en la mano, no se atrevía a mover la tierra. El segundo quería aplicar la misma solución del problema ciencia y fe dado para justificar las referencias al sólido firmamento, a otros campos de la cosmología, como el movimiento de la tierra.

Curiosamente fue Calvino, que nunca profesó el copernicanismo, quien relanzó la vieja tesis, ya utilizada por teólogos como Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, de la teoría de la acomodación, según la cual el Espíritu Santo se acomoda a la mentalidad de cada época en que se revela, especialmente en temas teológicamente sin importancia como es la cosmología. Sorprende que idea tan simple no se haya extendido más. El luterano Kepler y el católico Galileo la aceptaban con entusiasmo (como habían hecho Retico y Rothmann), el segundo la sintetizaba en 1615 citando al cardenal Baronio que había afirmado: “la intención del Espíritu Santo era enseñarnos cómo se va al cielo, y no cómo va el cielo.” (Citado por el propio Galileo en Carta a Cristina de Lorena y otros textos sobre ciencia y religión, op. cit., p. 73). Pero el literalismo no había muerto. Para el cardenal Bellarmino, máxima autoridad teológica en Roma, al igual que no podía afirmarse que “Abraham no tuvo dos hijos y Jacob doce” tampoco podría negarse que “el Sol está en el cielo y gira a gran velocidad en torno a la Tierra, y que la Tierra está muy alejada del cielo y está inmóvil en el centro del mundo.” Pues si bien ambos casos no eran “materia de fe”, “lo uno y lo otro lo dice el Espíritu Santo” (Citado en Carta a Cristina de Lorena y otros textos sobre ciencia y religión, op. cit., p. 112). Por ello, el copernicanismo fue condenado en 1616 por la Inquisición, en nombre de la filosofía aristotélica y de la inspiración divina de la Biblia. La reincidencia de Galileo en su defensa del movimiento de la tierra le acarrearía una vergonzosa abjuración y la prisión perpetua en su casa desde 1633 hasta su muerte en 1642.

Nuestra herencia

Mientras los astrónomos católicos (especialmente jesuitas) se debatían entre sus propias contribuciones a la ciencia moderna y su filosofía aristotélica protegida por los decretos inquisitoriales, los protestantes publicaban las obras de Galileo y, tras acabar con las resistencias teológicas iniciales, alcanzaban una nueva unidad con la física newtoniana. La nueva paz en ciencia y fe construida en la Inglaterra del siglo XVII acabaría naufragando con las polémicas darwinistas del siglo XIX, y en el siglo XX el “divino” Newton pasaría a la historia de la física. Hoy algunos siguen buscando una falsa solución, encajando a golpes la ciencia actual con la cosmología de la edad de bronce que se refleja en el Antiguo Testamento o estirando la Biblia para recubrir los más recientes descubrimientos científicos. Debemos, pues, comprender que no tiene sentido continuar intentando buscar una explicación para la cosmología bíblica. No es posible seguir forzando la ciencia, la Biblia o ambas para intentar unificar la cosmología bíblica y la de la ciencia actual. No nos es posible “salvar” la cosmología bíblica. Pero esto no debe sorprendernos. Cristo envió a sus discípulos a predicar la buena nueva del Evangelio, no de la antigua cosmología hebrea. Leer en la Biblia sobre las columnas del cielo no nos debería sorprender ni intranquilizar más que leer que los barcos navegaban a vela y no con hélice.

Lo interesante de este enfoque es que, paradójicamente, nos permite hacer una lectura del texto más literal que la de cualquier literalista. No necesitamos estirar el significado de las palabras hebreas para leer en ellas veladas referencias a la ciencia de más “rabiosa” actualidad. Paralelamente, tampoco tenemos que diluir por completo esas palabras para convertirlas en etéreas referencias poéticas o alegorías teológicas sin ninguna relación con la realidad del mundo creado. Podemos aceptar, sin problemas, que el trasfondo de las referencias a las aguas superiores era un océano que literalmente rodeaba la tierra. Que luego esa idea se usara con intenciones más metafóricas que realistas es otro asunto; pero nadie puede hacer una metáfora usando un concepto que desconoce (¿podría alguien que no conoce la existencia del trigo comparar una melena rubia con este cereal?). De esta manera no tendremos que forzar la Biblia y la ciencia para explicar esas aguas como nubes, ángeles, efectos invernadero primitivos, aguas extraterrestres, etc. No deberíamos luchar por mantener la ciencia hebrea del Antiguo Testamento, como no intentamos revivir su agricultura, su ganadería, su arquitectura, su medicina, su metalurgia, su náutica…

De Lactancio a hoy, pasando por Cosmas y la inquisición: casi 2000 años de disparates en ciencia y fe. ¿Dejaremos ya de hacer el ridículo y de poner en peligro la respetabilidad de la Biblia? ¿Continuaremos buscando las aguas sobre el firmamento? ¿Reconoceremos que no es posible ni necesario reconciliar la cosmología bíblica con la ciencia de ninguna época histórica pasada, presente o futura?


“Pues sucede con frecuencia que el cristiano no tiene suficientes conocimientos sobre la tierra; el cielo; los restantes elementos de este mundo; el movimiento; el curso; magnitud e intervalos de las estrellas; sobre los eclipses de sol y de luna; sobre los períodos de tiempo y años; sobre la naturaleza de los animales, plantas y piedras, y sobre otras cosas, hasta el punto que necesita una prueba muy segura o una experiencia. Pero es vergonzoso y pernicioso, y se debe evitar al máximo, que cualquier no creyente al oír a un cristiano hablar de estas cosas de acuerdo con la Sagrada Escritura, pero diciendo tonterías y equivocándose completamente, apenas pueda contener la risa; y no es tan molesto el que un hombre que comete errores sea objeto de burla, pero sí lo es que se crea [por] parte de los que están fuera que nuestros autores sagrados han opinado tales cosas y, con gran daño para aquellos de cuya salvación nos preocupamos, sean censurados y rechazados por incultos. Pues cuando descubren que alguno de los cristianos se equivocan en un asunto que ellos conocen de maravilla y dan una opinión falsa sobre nuestros libros sagrados, ¿cómo van a creer y confiar en aquellos libros en temas como la resurrección de los muertos, la esperanza de la vida eterna y el reino de los cielos si pensaron que se habían escrito cosas erróneas sobre asuntos que pudieron comprobar experimentalmente y percibir con pruebas irrefutables?” (Agustín de Hipona, Sobre el Génesis en sentido literal, I, 18 y 19. Citado por el propio Galileo en Carta a Cristina de Lorena, op. cit., p. 91).

“Cuando Fromondo u otros hayan proclamado que decir que la tierra se mueve es herejía, si las demostraciones, las observaciones y las necesarias verificaciones demuestran que se mueve, ¿en qué dificultad se habrán puesto a sí mismos y habrán colocado a la Santa Iglesia?” (Galileo, en una carta a Elia Diodati de 1633. Citado en Ludovico Geymonat. Galileo Galilei. Ed. Península, Barcelona, 1986, p. 82).

Nota: los textos de Cosmas han sido traducidos del frances por mi padre, Pedro de Felipe, al que agradezco su esfuerzo entusiasta.

(1) Por la misma época, en textos talmúdicos y otros comentarios judíos, se seguían manteniendo las tradiciones cosmológicas que contenían una imagen del mundo muy similar, con la tierra plana y uno o varios cielos como pisos superpuestos hasta llegar a Dios.

http://www.centroseut.org/cienciayfe/Apuntes_cosmologia.htm

Nuestros antecesores

Nuestros antecesores

Enric Capó, España

 Actualmente, los biblistas más prestigiosos sostienen que los 11 primeros cap�tulos del libro del Génesis no deben ser considerados historia.

En la revista digital, de la fe evangélica española, LupaProtestante.com, apareció un interesante artículo comentado por Eric Capó, de nacionalidad española, sobre un nuevo hallazgo de una mandíbula humana, que correría hacia atrás la teoría de la edad vigente para nuestro planeta tierra. El artículo dice lo siguiente: «La prensa se ha hecho eco del hallazgo en Atapuerca, provincia de Burgos, de una mandíbula humana de hace un millón doscientos mil años. La revista científica NATURE ha publicado un reportaje a toda página, que da cuenta de la importancia del hallazgo, ya que, aunque anteriormente se habían hecho hallazgos semejantes, ninguno era tan antiguo. A los restos anteriores encontrados se les había atribuido una antigüedad de unos 800.000 años. La mandíbula encontrada ahora es 400.000 años anterior por lo que nos vamos al millón doscientos mil años de antigüedad. Teniendo en cuenta que todavía faltan cinco metros por excavar en el yacimiento donde ha sido encontrada (cueva de la Sima del Elefante), se estima que es posible que se encuentren otros restos que incluso podrían llegar a tener 1,5 millones años de antigüedad. Dado que estos homínidos vinieron de África, este “muchacho” de unos 20 años de edad, a quien pertenecía la mandíbula, podría ser considerado, en este momento, como perteneciente al primer grupo de inmigrantes a Europa, o sea, uno de los primeros europeos. Para datarla se han hecho servir, nos dicen, hasta tres sistemas. El que nos da la fecha que le atribuimos es la técnica de los núcleos cosmogénitos, con un margen de error de unos 160.000 años. Otras técnicas aplicadas dan resultados parecidos.

La prensa se ha hecho eco del hallazgo en Atapuerca, provincia de Burgos, de una mandíbula humana de hace un millón doscientos mil años. La revista científica NATURE ha publicado un reportaje a toda página, que da cuenta de la importancia del hallazgo, ya que, aunque anteriormente se habían hecho hallazgos semejantes, ninguno era tan antiguo. A los restos anteriores encontrados se les había atribuido una antigüedad de unos 800.000 años. La mandíbula encontrada ahora es 400.000 años anterior por lo que nos vamos al millón doscientos mil años de antigüedad. Teniendo en cuenta que todavía faltan cinco metros por excavar en el yacimiento donde ha sido encontrada (cueva de la Sima del Elefante), se estima que es posible que se encuentren otros restos que incluso podrían llegar a tener 1,5 millones años de antigüedad. Dado que estos homínidos vinieron de África, este “muchacho” de unos 20 años de edad, a quien pertenecía la mandíbula, podría ser considerado, en este momento, como perteneciente al primer grupo de inmigrantes a Europa, o sea, uno de los primeros europeos. Para datarla se han hecho servir, nos dicen, hasta tres sistemas. El que nos da la fecha que le atribuimos es la técnica de los núcleos cosmogénitos, con un margen de error de unos 160.000 años. Otras técnicas aplicadas dan resultados parecidos.

¿Cómo nos afecta, a nosotros los cristianos, este hallazgo? No nos debe afectar en absoluto. Como hombres y mujeres comprometidos con la verdad, nos congratulamos de los avances de la paleontología y saludamos con reconocimiento los nuevos conocimientos sobre nuestros orígenes.

Sin embargo, somos conscientes de que nuestra tradición nos llevó a conclusiones muy diferentes sobre la antigüedad del hombre. Sin que jamás haya sido un dogma, era una convicción muy compartida que la Biblia era un libro infalible, incluso en cuestiones científicas e históricas. Por muchos siglos, y todavía hoy lo encontramos en círculos muy conservadores, se creyó que el relato de la creación, en el libro del Génesis, daba datos científicos sobre el origen del universo, lo que llevó a eminentes hombres de la Iglesia y a no menos eminentes científicos a datar la creación a partir de las referencias bíblicas. Así, el más famoso de ellos, James Ussher (1581-1656), arzobispo anglicano de Armagh, en Irlanda, señaló la fecha de la creación en el 23 de octubre del año 4004 a. de C. Esta cronología del obispo se aceptó de tal manera que fue incluso aplicada en la traducción de la Biblia King James, que en alguna edición llegó figurar en la parte superior de cada página. Fechas parecidas defendieron John Lightfoot y científicos como Keppler y Newton.

Actualmente, los biblistas más prestigiosos sostienen que los 11 primeros capítulos del libro del Génesis no deben ser considerados historia. Son relatos inconexos entre sí que recogen tradiciones y mitos del pueblo de Israel. Lo que propiamente podríamos llamar historia bíblica sólo empieza con Abraham, en el capítulo 12 del Génesis. También hay acuerdo entre ellos en que en las Sagradas Escrituras no hemos de ir a buscar precisiones históricas, ni datos científicos. Es un libro que nos habla de Dios, por medio de hombres que vivieron en íntima relación con El y, a través de hechos y palabras, nos comunicaron verdades de orden espiritual. La hermosa poesía de Génesis capítulo 1 no pretende decirnos cómo Dios hizo el mundo, sino quien es su creador y sustentador. El cómo pertenece a la investigación científica.

En nuestro contexto protestante hay actualmente un intento de promover en España la teoría del llamado “diseño inteligente”, que no es otra cosa que una actualización, con pretensiones científicas, de la antigua teoría creacionista. Es un movimiento que nos viene de los evangelicales de los EE.UU y no por eso deja de ser lícito, siempre que los que lo defienden sean honestos con ellos mismos y no se cierren a los avances de la ciencia. Ya tenemos en el pasado demasiadas condenas de cristianos, por mantener teorías que parecían contradecir la enseñanza oficial de la Iglesia, para añadir otras. Hemos de aceptar que la ciencia es un camino que nos lleva hacia la verdad de las cosas, con todos los errores que también comete, y, si somos seguidores de Jesús, hemos de buscar, por encima de todo, esta verdad, aunque aparentemente contradiga alguna de nuestras convicciones, que pueden ser erróneas. La práctica actual de los cristianos conservadores de buscar agujeros en las teorías científicas para tratar de demostrar que son falsas, no es de recibo. Siempre habrá preguntas sin respuestas y problemas sin solución. Nosotros los cristianos tenemos muchas y muchos por lo que tratamos de abrirnos paso hacia caminos más llanos y cielos más despejados.

En el camino hacia la verdad no se puede partir de dogmas, sino de experimentos comprobados y siempre en continua revisión, y en esto la ciencia nos da un ejemplo. En toda investigación, no podemos partir de nuestras convicciones, ni de la Biblia, por mucho que la amemos y estemos seguros de su mensaje. Hemos de ir más allá y analizar la realidad “etsi Deus non daretur”, es decir, como si no hubiera Dios, en frase de Bonhoeffer. Dios no es el punto de partida, sino el de llegada. Estamos convencidos de que caminar hacia la verdad, cualquier verdad, es en definitiva ir hacia Dios, el Camino, la Verdad y la Vida. Y si es camino hacia Dios, a Dios lo encontramos en todas partes. También en Atapuerca.»

Enric Capó

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Nota:

Respecto a la opinión del autor de este artículo, Enric Capó, «Actualmente, los biblistas más prestigiosos sostienen que los 11 primeros capítulos del libro del Génesis no deben ser considerados historia. Son relatos inconexos entre sí que recogen tradiciones y mitos del pueblo de Israel. Lo que propiamente podríamos llamar historia bíblica sólo empieza con Abraham, en el capítulo 12 del Génesis.» si bien la respeto, no estoy de acuerdo. Creo que debemos ser prudentes a la hora de examinar el Génesis y no darle una interpretación literalista, que choque con una correcta hermenéutica. No dudo de la inspiración divina de esos textos bíblicos, por su conexión con el Nuevo Testamento, en la genealogía de Jesús de Lucas y la teología Paulina, que nos habla de la relación de Adán con el ingreso del pecado en la humanidad y su relación con Cristo, el segundo Adán. No dudo de la seriedad de los biblistas ni de su sinceridad, pero simplemente, creo que debemos ser prudentes»

«Hace dos siglos, eruditos de tendencia racionalista pusieron en duda la paternidad mosaica del Pentateuco. Desarrollaron la Teoría Documentaria de la Alta Crítica, la cual considera que los primeros cinco libros de la Biblia son una compilación de documentos en su mayor parte en el período de Esdras (444 A.C.)

Según ellos el documento más antiguo que se encuentra en el Pentateuco data del tiempo de Salomón. Consideran que Deuteronomio es un «fraude pío» escrito por los sacerdotes en el reinado de Josías con el fin de promover a un avivamiento; y que el Génesis consiste mayormente en leyendas nacionales de Israel. Muchos estudiosos conservadores creen que es probable que Moisés empleara genealogías y tradiciones escritas al escribir el libro del Génesis (Moisés menciona específicamente las generaciones de Adán», en Génesis 5:1). Guillermo Ross, observa que el tono personal que encontramos en la oración de Abraham por Sodoma, en el relato del sacrificio a Isaac y en las palabras de José al darse a conocer a sus hermanos “es precisamente el que esperaríamos, si el libro de hubiera basado en unas notas biográficas anteriores” Probablemente, tales memorias valiosas fueron transmitidas de generación a otra desde tiempos muy remotos. No debemos extrañarnos de que Dios tal vez haya guiado a Moisés a incorporar tales documentos en sus escritos. Igualmente serían inspirados y auténticos.

También es notable que hay algunas añadiduras y retoques insignificantes de palabras arcaicas, hechos a la obra original de Moisés. Es reconocido universalmente que el relato de la muerte de Moisés (Deut. 34) fue escrito por otra persona (el libro de los rabíes, lo asigna a Josué). Génesis 36:31 había rey en Israel, algo que no existía en la época de Moisés. En Génesis 14:14 se denomina «Dan» a la antigua ciudad de “Lais», nombre que le fue dado después de la conquista. Esto se puede atribuir a notas aclaratorias, o cambios de nombres geográficos arcaicos, que se introdujeron para hacer mas claro el relato. Probablemente, fueron agregados por los copistas de las Escrituras, o por algún personaje (como el profeta Samuel)»

Si estoy de acuerdo con lo que opina sobre «no cerrarnos a los descubrimientos de la ciencia y como dice el autor del artículo, «como hombres y mujeres comprometidos con la verdad, nos congratulamos de los avances de la paleontología y saludamos con reconocimiento los nuevos conocimientos sobre nuestros orígenes.»

También apoyo su expresión de que «no debemos cerrarnos a los avances de la ciencia.» Y debemos también, como dice Eric, aceptar «que la ciencia es un camino que nos lleva hacia la verdad de las cosas, con todos los errores que también comete, y, si somos seguidores de Jesús, hemos de buscar, por encima de todo, esta verdad, aunque aparentemente contradiga alguna de nuestras convicciones, que pueden ser erróneas.»

Recordemos que la palabra de Dios nos dice que «Él (Dios) vela por la ciencia»

Comparto la opinión del articulo: caminemos hacia la verdad sin dogmas, ni literalismos ni falacias que no tienen ni pies ni cabeza.Y empezar a fijarse en el auténtico espíritu del texto. Reparar en la importancia teológica de frases cómo «… y vió que todo era bueno».

Un cristiano verdadero no debe entrar en crisis por las evidencias científicas de la aparición de los seres humanos sobre el planeta que contradicen, la supuesta cronología sagrada. Lo profundamente importante es la certeza de un Dios de la justicia que se encarnó entre nosotros y constituye la esperanza frente al antireino. Las enseñanzas bíblicas son extremadamente firmes y consistentes y no depende de la cosmogonía culturalmente condicionada. El relato bíblico afirma que Dios hizo lo existente, pero no entra en detalles, no es su cometido de los mecanismos detrás de los cuales está la obra trascendente de Dios.

La biblia es un libro teológico, no científico

Recordemos, por otra parte, que las implicaciones de aceptar la evolución frente al creacionismo bíblico son también teológicas: se trata, ni más ni menos, de paradigmas distintos, e incluso opuestos. La lógica, por lo demás, nunca recomendará creer que del Azar pueda surgir el Orden.

No comparto el hecho de que «Dios no es el punto de partida, sino el de llegada», porque contradice la palabra de DIos, que dice que el Señor «El es el alfa y la omega,el principio y el fin»

¿Cuántos años tiene la tierra?

«Los hombres de ciencia han encontrado evi­dencias de grandes cambios geológicos, estratificación de masas de piedras, y otros indicios que los han hecho llegar a la conclusión de que la tierra es antiquísima. Se crea un con­flicto entre ellos, y ciertos cristianos que creen que la Biblia Indica claramente que hace sólo seis mil años que Dios creó el universo. ¿Cómo puede resolverse este conflicto?

Según algunos estudiosos de la Biblia, el problema no ra­dica tanto en la contradicción entre el relato bíblico y lo que la ciencia ha descubierto, sino entre la ciencia y el relato mal interpretado. Además, es preciso distinguir entre lo que la ciencia ha descubierto realmente y lo que es mera es­peculación o teoría que aún no ha sido comprobada (por ejem­plo: la teoría de la evolución). La ciencia pura no consiste en teoría, sino en hechos demostrados y concretos.

El cristiano debe reconocer ciertos hechos al interpretar el relato de la creación: en primer lugar, el Génesis no da fechas, y las genealogías primitivas no se pueden tomar en cuenta para calcular pues hay en ellas grandes vacíos (ver la introducción al Génesis). En segundo lugar, la Biblia es primordialmente un libro de religión y no de ciencia. Da muy pocos detalles sobre la creación. Génesis 1 fue escrito no tanto para describir el proceso de la creación sino más bien para mostrar su causa y propósito. Recalca la gran verdad de que Dios es el Creador. Finalmente, es lógico creer que la reve­lación de Dios a Moisés haya sido dada en conceptos com­prensibles a los hombres de esa época y no en altos términos técnicos o científicos comunes a los del siglo XX. Sin em­bargo, podemos confiar que la Biblia habla correctamente sobre lo que concierne a la ciencia.

No obstante, debemos ser cautos en el intento de armonizar el relato de la creación con las teorías actuales de la ciencia y no apresurarnos en aceptar estas teorías. La ciencia está descubriendo aún nuevos datos, rechazando teorías anteriores y sacando nuevas conclusiones. No debemos correr el riesgo de identificar nuestra posición con algo tan cambiante como las teorías científicas. Por otra parte, podemos descansar en la confianza de que los descubrimientos futuros, bien interpretados, eliminarán muchas de las supuestas contradicciones de hoy y arrojarán más luz sobre el testimonio bíblico.»

Paulo Arieu

Fuentes: