Arca de Noé: Mucho de lo que necesitas saber lo puedes aprender del Arca de Noé.

Arca de Noé: Mucho de lo que necesitas saber lo puedes aprender del Arca de Noé.  

UNO: No pierdas el barco

DOS: Recuerda que todos estamos en el mismo barco.

TRES: Planea con tiempo. No estaba lloviendo cuando Noé construyó el arca.

CUATRO: Mantente en forma. Cuando tengas 60 años, alguien podría pedirte hacer algo realmente grande.

CINCO: No hagas caso a las críticas; solo has el trabajo que debe ser hecho.

SEIS: Finca tu futuro en tierra alta.

SIETE: Por seguridad, viaja en pareja .

OCHO: La velocidad no siempre es ventajosa. Los caracoles estaban a bordo junto con los chitas.

NUEVE: Cuando te encuentres estresado, flota por un rato.

DIEZ: Recuerda, el arca fue construida por principiantes, el Titanic por profesionales.

ONCE: No importa la fuerza de la tormenta, cuando estas con Dios, siempre hay un arco iris esperándote.


¿Es correcto usar títulos honoríficos?

¿Es correcto usar títulos honoríficos?

Titulos Honorificos

Títulos Honoríficos

Tanto en sus actividades cotidianas como en la predicación de las buenas nuevas de Dios, los primeros cristianos entraban en contacto con autoridades de distinto rango.Entre ellos mismos no usaban para distinguir su posición o categoría social; sin embargo, en aquel tiempo se acostumbraba a dar un tratamiento honorífico a los individuos que ostentaban el poder, Al emperador romano, por ejemplo, se lo llama «El Augusto» (Hechos 25:21). bien, ¿qué tratamiento daban los disípulos de Jesús a las autoridades cuando ante ellas? ¿Qué debemos hacer nosotros?

Honrar no equivale a aprobar

El apostol Pablo aconsejó a sus hermanos «Dena todos lo que les es debido: […] al que pide honra, dicha honra» (Romanos 13:7). Honrar a los funcionarios públicos incluiría llamarlos pro sus títulos honoríficos. Hoy es común emplear fórmulas como Su Excelencia u Honorable al dirigirse a individuos comn cierta dignidad» ¿Pero como puedo dar ese tratamiento a una persona cuya conducta no me parece ni excelente ni honorable?», quizás objete alguien.

Si bien es cierto que muchos funcionarios cumplen sus deberes a conciencia, no todos son merecedores de confianza; aun así, la Biblia nos manda someternos a reyes y gobernadores «por causa del Señor» (1 Pedro 2:13,14). Reconocer que los poderes públicos gobiernan con el permiso de Dios nos impulsará a dispensarles el debido respeto y la debida honra (Romanos 13:1).

En el presente contexto, no es la conducta personal de un funcionario lo que lo hace merecedor de honra. Dirigirse a él utilizando su título honorífico no conslituye una aprobación tácita de su proceder, como se desprende de un episodio en la vida del apóstol Pablo.

Pablo dio el ejemplo

Bajo cargos falsos el apóstol Pablo fue arrestado en lconia y llevado ante Félix, el gobernador de Judea.Ete no era precisamente un magistrado ejemplar,pues «le parecía que podía cometer toda maldad sin castigo»,  según afirma el historiador romano Tacito, 

Estaba mas interesado en recibir un soborno que en impartir jsuticia; no obstante lisiaba más interesado en recibir un soborno que en impartir justicia; no obstante, Pablo lo trató con respeto durante los dos años que estuvo preso. Los dos conversaban a menudo: Félix esperando que Pablo le ofreciera dinero, cosa que nunca ocurrió, y Pablo aprovechando para predicarle (Hechos 24:26).

Cuando Festo sucedió a Félix, vio el caso de Pablo en la ciudad de Cesárea. Queriéndose congraciar con los cabecillas judíos, , el nuevo gobernador propuso que Pablo fuera juzgado en jnerusalen. Como sabía que allí no tendría un juicio justo, Pablo, en su calidad de ciudadano romano, exclamó: «¡Apelo a César!» (Hechos 25:11).

Pasados algunos días, el rey Agripa II le hizo una visita de cortesía a Festo y se interesó en el caso de Pablo. La visita le vino a Festo como anillo al dedo, pues no sabía bien cómo explicar al César las acusaciones formuladas contra Pablo. Al día siguiente, el rey entró en la sala del tribunal con gran pompa, acompañado de los jefes del ejército y los dignatarios de la ciudad (Hechos 25:13-23).

Cuando Pablo tomó la palabra, empezó su discurso llamando «rey» a Agripa y reconociendo sus amplios conocimientos de las costumbres y controversias de los judíos (Hechos 26:2, 3). Por aquellas fechas, las relaciones incestuosas de Agripa con su hermana habían desatado un gran escándalo. Seguramente, Pablo conocía la mala reputación moral de Agripa; mas no pro eso dejó de concederle la honra propia de un rey.

Mientras Pablo presentaba su defensa exclamó: «¡Estás volviéndote loco, Pablo! Sin dejarse provocar, el apóstol respondió calmadamente y trasladó al gobernador de «excelentísmo», mostrándole el respeto que en virtud de su cargo (Hechos 26:24,25). Estos ejemplos suscitan una pregunta: «¿Hay un límite a la hora de honrar a una persona?

Honra relativa

La autoridad que ejercen los gobiernos es relativa, como se establece en Romanos 13:1; «Las autoridades que existen están por Dios en sus posiciones relativas» En consecuencia, la honra que se debe a los representantes del Estado también es relativa. Jesús fijó el límite cuando dijo a sus discípulos «No sean llamados Rabí, porque uno es su maestro, mientras que todos los hermanos. Además, no llamen padres a nadie sobre la tierra, porque uno solo es su Padre, el Celestial. Tampoco sean llamados «caudillos'» porque su Caudillo es uno, el Cristo» (Mateo 23:8-10).

De lo anterior se desprende que un individuo tiene un límite, y es la línea que separa lo religioso de lo secular. Cuando las autoridades seculares adoptan títulos religiosos, el consejo de Pablo de honrarlas ya no es aplicable. Quien por las Escrituras tratan a dichos funcionarios con respeto, pero su conciencia en la Biblia les impide usar títulos Su principal obligación es «[pagar|  a Dios las cosas de Dios» (Mateo 22:21).

Preguntas:

1. ¿Cómo consideraban los seguidores de Jesús a las autoridades seculares? (Romanos 13:7)

2. ¿Dió el apóstol Pablo tratamiento honorífico a funcionarios del Estado? (Hechos 25 26:2, 25.)

3. ¿Qué clase de títulos desaprobó Jesús? (Mateo 23:8-10.)

Obtenido de «Revista Despertad», septiembre de 2008,pp.20-21