«El Código Real» – Engañosa versión hebraica del Nuevo Testamento

«El Código Real»
Engañosa versión hebraica del Nuevo Testamento

Autor: Pablo Santomauro

Hace no mucho tiempo recibí esta carta de un hermano solicitando información sobre una nueva versión del Antiguo Testamento:

Mi pregunta es si el Nuevo Testamento fue escrito originalmente en hebreo. Me interesa saber porque circula entre algunos hermanos un Nuevo Testamento que presume ser traducción del hebreo, y se llama «El Código Real». Me gustaría poder encontrar algún comentario serio al respecto. (www.elcodigoreal.com <http://www.elcodigoreal.com&gt; )

Nuestra respuesta no se hizo esperar.

Estimado hermano en Cristo:

No existe ninguna prueba para demostrar que el Nuevo Testamento fue escrito en hebreo. El peso de la prueba radica en los que sostienen tal reclamo sensacionalista. Los elementos de prueba, por el contrario, firme e inequívocamente demuestran que el NT fue escrito en griego. Sólo existen ciertas indicaciones de que el Evangelio de Mateo pudo haber sido originariamente escrito en hebreo, pero aun así la teoría es bastante especulativa.

Muchos que promueven la versión hebrea han afirmado que el NT en griego es un fraude. Los distribuidores de El Código Real, en particular, afirman que el NT fue modificado muchas veces por los gentiles. La página sostiene que «algunos errores fueron cometidos por copistas, algunos versos fueron añadidos para fortalecer alguna doctrina de la iglesia, algunos textos fueron mal interpretados debido a su desconocimiento de las raíces …». No solamente el Nuevo Testamento fue distorsionado y alterado, sino que con las traducciones sucesivas, el pensamiento, la sustancia y la esencialidad hebraicas fueron contaminados por las preconcepciones de los traductores. Para volver a recuperar lo perdido, y ya que los originales fueron escritos en hebreo y no en griego, es necesario volver a las raíces hebraicas con una traducción como El Código Real. Esta versión es presentada como una rectificación a los errores cometidos a través del tiempo, y según ellos, es más confiable que cualquier otra versión hasta el momento (http://www.elcodigoreal.com/8.htm). Veamos lo que dice la portada de la página promotora de El Código Real:

Desde nuestra perspectiva, no es posible captar el mensaje del texto bíblico del Nuevo Testamento, y expresar su riqueza de forma clara y entendible a nuestra generación, ignorando su realidad hebraica. Toda versión del Nuevo Testamento que desconozca su raíz hebrea, no podrá presentar nunca la mejor versión posible, porque estaría pasando por alto la esencia misma del mensaje original que viene de una fuente hebrea, no helenista. (www.elcodigoreal.com)

Si lo anterior es cierto, hemos creído una mentira, Dios no pudo preservar los manuscritos en hebreo (no hay ninguno) y nuestra salvación corre peligro. También dicen que Dios quiere que solamente lo llamemos por sus nombres en hebreo. Sin embargo, si esto fuera verdad y de tanta importancia, los escritores del NT nos hubieran advertido de ello. Es significativo que los traductores de la Septuaginta, que tradujeron el AT del hebreo al griego, y que eran judíos ellos mismos, siempre tradujeron Elohim como Theos.

Ni siquiera un solo libro del NT ha sido preservado en hebreo. La evidencia a prima facie nos dice que no existe un lenguaje más santo que otro para comunicar el mensaje de Dios. Tomemos por ejemplo a Lucas, quien escribió el Evangelio de Lucas y Hechos. Lucas escribe su evangelio al excelentísimo Teófilo, al igual que el libro de Hechos. A juzgar por su nombre, Teófilo era griego, por lo tanto es natural deducir que ambos libros fueron escritos en griego. Dios inspiró a Lucas a escribir sus libros en griego, y en ninguno de ellos aparecen los nombres hebreos para Dios, y además sabemos que  Lucas escribió primariamente para el mundo gentil greco-parlante.

El apóstol Pablo hablaba griego fluidamente y usó el idioma profusamente durante sus viajes. Sólo cuando estuvo en Judea y Jerusalén usó el hebreo (Hch. 22:2). En sus epístolas con destino a Roma, Corinto, Galacia, Efeso y Filipos, sin lugar a dudas, Pablo escribió en griego, como el sentido común lo indica.

El historiador antiguo Eusebio narra que cuando Pedro fue por primera vez a Roma y predicó el evangelio, la gente se entusiasmó tanto que le rogaron que registrara el evangelio que predicó por escrito. Los romanos apelaron insistentemente a Marcos, compañero de Pedro, para que plasmara las instrucciones que recibieron por boca de Pedro por escrito, y el producto resultante fue el Evangelio de Marcos que hoy tenemos. Marcos escribió, sin duda, en griego, ya que éste era el lenguaje universal de la época comúnmente hablado en las regiones del Mediterráneo. Todo esto se puede leer en detalle en «La Historia de la Iglesia de Cristo hasta Constantino», p. 88.

Juan, por su parte, fue el último en escribir su evangelio, y en el tiempo que lo escribe se encontraba en Efeso, donde probablemente murió. La lengua hablada en Efeso era el griego y además, Juan escribió para toda la Iglesia, no sólo a los judíos en Jerusalén.

Irineo, a su vez, comentando sobre el libro de Apocalipsis hace mención del número 666 y alude a los caracteres numéricos griegos en referencia a la bestia (p. 211). Obviamente, el Apocalipsis fue escrito en griego.

Lo anterior, sumado a que el idioma griego común (koine) era la lengua franca de la región y la época, de acuerdo a los más conocidos eruditos, nos revela que el NT fue escrito en griego, no en hebreo ni tampoco en arameo. Aun cuando la Iglesia en un principio estuvo confinada en Jerusalén, el idioma griego era común entre los primeros cristianos. Recordemos que Hechos 6 relata la presencia de cristianos judíos de idioma griego entre los primeros convertidos. ¡Los primeros diáconos escogidos por la iglesia en Jerusalén tenían nombres griegos! ¡Los siete!

Aun más, el hebreo en esa época ya estaba en desuso entre muchos de los judíos. Un gran número hablaba griego y/o arameo. Jesús, de seguro hablaba hebreo, arameo y griego. Los cuatro evangelios narran la conversación entre Pilato y Jesús. ¿Qué idioma usaron? No se menciona nada de un intérprete. La inferencia es que siendo Pilato un oficial romano, no hablaba ni hebreo ni arameo. El griego debió haber sido el lenguaje de la conversación. Es de suponer que durante el juicio frente a Pilato, mucho más de lo que registra la Biblia fue dicho. Es obvio que Jesús habló en griego frente a Pilato.

Jesús también tuvo una conversación con un centurión romano (Mt. 8:5-13, Lc. 7:2-10; Jn. 4:46-53), un gentil. El diálogo por seguro fue conducido en el idioma griego. Lo mismo debió haber sucedido con la mujer griega en la región de Tiro y Sidón (Mr. 7:26). Los griegos que querían hablar con Jesús (Jn. 12) primero hablaron con Felipe, el mismo Felipe que era de Galilea de los gentiles y quien obviamente hablaba griego. Habiendo crecido en Galilea, tanto Jesús como sus discípulos, por seguro hablaban arameo, hebreo y griego. Esto se debió a que la zona de Galilea era un centro comercial de intercambio internacional muy activo. En lugares como estos, la lengua comercial (de negocios) era el griego. Dos de sus discípulos fueron conocidos por sus nombres griegos, Andrés y Felipe.

Entre muchas otras evidencias, encontramos que la palabra usada por Jesucristo para referirse o los fariseos – hipócrita – es de raíz griega y no tiene traducción al hebreo o arameo (hypo-krites).

Conclusión: El idioma griego fue la tercer lengua hablada por Cristo y los apóstoles, y era muy popular en Galilea, como ya hemos visto. Sumado esto al hecho de que existen cientos de manuscritos, entre ellos los más antiguos, todos en griego y ninguno en arameo o hebreo, inferimos con un alto grado de certidumbre que los documentos originales del NT fueron escritos en griego.

Por último, deseamos alertar a los cristianos acerca de estas nuevas teorías como el Código Real, que no tienen un solo elemento de prueba para respaldar sus reclamos. No interesa que sus escritos y declaraciones tengan un matiz académico y que la fuerza de sus reclamos aparente ser seria. Una vez que sus argumentos son analizados a la luz de la Biblia, la historia, los documentos y la lógica aplicada, nos damos cuenta de que todo se trata del producto de la mente febril de ciertos individuos. Estos por lo general proponen no sólo falsedades en cuanto a los manuscritos bíblicos, sino además sostienen muchas falsas doctrinas que engañan a los cristianos con poca preparación y discernimiento. Basta decir que estos editores del Código Real son definitivamente antitrinitarios. Ante la pregunta de si creen en la preexistencia de Cristo, contestan evasivamente:

La pre -existencia del nombre del Mesías es un asunto firmemente establecido en nuestra fe hebrea. Estamos convencidos que Yeshua (Jesús) es el Mashiaj (Mesías) del cual hablaron Moisés y los profetas. Si no tuviéramos esa convicción nunca habríamos puesto manos a esta difícil y demandante tarea. Como judíos que creemos en el Mesías judío, afirmamos que él es la puerta, la única puerta de salvación y redención para el mundo. (http://www.elcodigoreal.com/8.htm)

Observe el lector que no contestan directamente, sino que creen en la pre-existencia del nombre del Mesías. Esto es clara indicación de que NO creen en la preexistencia de la 2da. Persona de la Trinidad, lo que abre la puerta para una discusión teológica que no abordaremos aquí.

El Código Real es un fraude teológico y sus promotores son, definitivamente, falsos maestros que deben ser repudiados por el pueblo evangélico. <>

Dios te bendiga

Pablo Santomauro

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1. ¿Cómo funcionaba el pacto entre Dios y Abraham?

«El llamamiento de Abraham, según Alejandro MacLaren el acontecimiento más importante en el Antiguo Testamento. Aquí se pone en marcha la obra de la redención que se había insinuado en el huerto de Edén (Gen. 3.15) Los tres once capítulos del Génesis demuestran que Dios se relacionaba con la humanidad en general, sin hacer distinción entre la   razas. Tanto el mundo antediluviano como el de la Torre de Babel ponen en relieve que no obstante el progreso material y el nacimiento de las civilizaciones, el hombre fracasaba moral y espiritualmente. Hasta ese momento, Jehová había puesto la mirada sobre distintos individuos   que eran los medios apropiados para conservar «la simioente santa de la mujer» y el conocimiento de Dios. Ahora cambia sus metodos: llama a un hombre para fundar la raza escogida a través de la cual llevaría a cabo la restauración de la humanidad. El espacio que el libro del Génesis concede a este paso demuestra  su importancia. Los primeros once capítulos abarcan mas tiempo que todo el resto del Antiguo Testamento pero treinta y nueve capítulos tratan sobre los comienzos de la nación escogida, de la cual vendría el Redentor.

Abraham es el personaje más importante del Génesis  y no de los más importantes de la Biblia entera. Moisés dedicó meramente once capítulos a lo que aconteció antes de Abraham  mientras que trece capítulos se refieren casi exclusivamnte a la vida personal del patriarca. Dios usó a Abraham para fundar tanto la familia de Israel como la fe de tos hereos. Las tres grandes religiones monoteístas: el judaismo, el cristianismo y el islamismo, lo reverencian como el padre de su fe. En efecto, la Biblia declara que «el pueblo elegido no se refiere solamente a la descendencia carnal del patriarca, sino a todos aquellos que tienen la misma fe de Abraham. Es decir que él es el padre espiritual de todos los creyentes (Rom.4:16;Gal.3:7). Solo a Abraham se le llama «amigo de Dios» (2 Cron. 20:7;Is. 41:8; Stgo. 2:23)» [0]

El pacto de Dios con Abraham funcionaba por medio de la Fe de Abraham, quien le creyó al Señor.

Aproximadamente cuatrocientos años después del Gran Diluvio, Dios le aparecíó a un hombre nombrado Abram que vivió en el Medio Este en una ciudad llamada Ur. Allí Dios se le apareció. 

Dios le dijo, «Deja a tu país y tus parientes, y viaja a una tierra que yo te mostraré.

Allí yo haré una gran nación de ti, y yo te bendeciré, y hare crecer tu nombre; yo bendeciré aquéllos que te bendicen y maldiceré aquéllos que te maldicen: y a través de ti todas las familias de la tierra seran bendecidas.»

Así que Abram partió, como el Señor le había instruido, y entró en la tierra de Canaán.

«Puesto que la religión de Jehová consiste en el acto de depositar la fe en un Dios personal, Abraham tenía que aprender a confiar en él implicitamente. DIos cultiuvó la fe de Abraham de tres maneras: dándole grandes promesas,poniéndole a prueba cada vez mas, y concediéndole muchas apariicones divinas. Dice Guillermo Ross: Era preciso que Abraham conociera a Dios, pues ese conocimiento era la base de su fe.» [1]

Aunque Abraham se dio cuenta que lo que DIos le había prometido era humanamente irrealizable,igual «creyó a Jehová y le fue contado por justicia» dice la Biblia. Sin duda este es un gran versículo.

«La frase «creyó a Jehová» significa literalmente en hebreo «se apoyó sobre Jehová». Era más que aceptar intelectualemnte la promesa; se refiere a confiar incondicionalmente  eb persona de Dios y en su promesa. Abraham se puso a si mismo y a su futuro en las manos de Dios. Esta es la clase de fe que salva. Gálatas 3:6-8 enseña que Dios nos acepta en virtud de nuestra fe sin considerar las obras como en el caso de Abraham.

Luego Dios le prometió una tierra que se extendería desde el Nilo hasta el Eufrates. Israel nunca ha ocupado toda la tierra que Dios le prometió y parece que la promesa se cumplirá cabalmente en el período del milenio. Sin embargo, los hebreos ocuparon Canaán en el tiempo de Josué y su nación llegó al apogeo en cuanto a extensión territorial en la época de David.

Canaán es la encrucijada entre tres continentes: Europa, Asiay África. Dios podría haber puesto a su pueblo en un lugar más protegido, pero eligió una tierra estratégica donde los israelitas pudieran ejercer mayor influencia en el mundo. Dios confirmó su promesa haciendo un pacto  solemne con Abraham. Se confirmó según las costumbres de aquella época (Jer. 34:17-20). Las partes pactantes se ponían cada una en un extremo de la res dividida y pasaban entre las piezas. Así expresaban que «si no cumplí mi parte del pacto, puedo ser aceptado en pedazos como este sacrificio». Pero en este caso, sólo pasó Jehová, en forma de un horno humeante y una ntorcha pues su pacto era unilateral, una iniciativa divina, sólo El podría cumplirlo. Lo que correspondía a Abraham era meramente aceptar el pacto y seguir creyendo en Dios.

El cumplimiento del pacto no comenzaría hasta que los descendientes de Abraham hubieran estado radicados en tierra ajena 400 años. Allí sufrirían opresión y servidumbre, pero sus opresores serían juzgados y los hebreos saldrían con gran riqueza. Así preparó Dios a su pueblo para soportar los padecimientos antes de adueñarse de Canaán.»[2]

2. Lea los siguientes pasajes e identifique los obstáculos que Dios tiene que remover para realizar su plan de salvación.

12:17 «Mas Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram.»

Abraham mintió al faraon, haciendose pasar por el hermnao de su esposa Sara, que era muy hermosa, por miedo a que lo mataran para quitarle la mujer. El faraón se enamoró de la mujer de Abraham y se la quiso traer para su harén, pero DIos se enojó y castigó a Faraón con grandes plagas, debido a esto. Faraón tuvo que dejar tranquila a la mujer de Abraham y Abraham reconocer su pecado.

15:2 «Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?»

Eliezer: «(mi Dios es ayuda). Nombre de once personas en el Antiguo Testamento: Mayordomo y siervo de la casa de Abraham, a quien el patriarca pensaba que tendría que nombrar heredero antes del nacimiento de Ismael e Isaac (Gn 15.1–3; cf. 24.2). Más tarde fue comisionado para ir a Mesopotamia a buscarle esposa a Isaac (Gn 24).» [3]

A Abraham le entristecía no tener un hijo. Se preguntaba si acaso sería Eliezer su heredero, lo que no le convencia para nada. Según las costumbres de aquella época si uno no tenía hijos, la herencia podía recaer sobre un siervo fiel.

Pablo Hoff comenta acerca de «Tablas encontradas en Nuzu que datan alrededor del 1.500 a.J.C:, que contienen leyes que permitían que un hombre que no tenía hijos adoptara un siervo como hijo.  El siervo tendría plenos derechos de hijo, inclusive el de recibir la herencia, a cambio de cuidado constante y la sepultura apropiada de su amo a la hora de morir.»[4]

22:2 «Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.»

Dios le había prometido a Abraham que  su descendencia sería prospera como las estrellas  del cielo.  Un buen dia, lo pone a prueba a Abraham, pidiéndole su hijo en sacrificio. Abraham obedeció, creyendo que Dios era poderoso para cumplir su promesa. A último momento antes de sacrificar a su hijo, Dios lo detiene por medio de un ángel y provee un cordero para el sacrificio.

25:21«Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer.»

La mujer de Isaac era esteril, y Dios hizo un milagro, para que Rebeca pudiera parir y se cumpliera la promesa de la descendencia de Abraham.

27:41«Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob»

Jacob le robó la bendición a Esaú de la primogenitura, con la complicidad de su madre Rebeca.  Abraham, siendo ya mayor, fue engañado por Jacob, quien se disfrazó de su hermano Esaú, a fin de obtener la bendición del padre antes de morir; ya Esaú se la había vendido antes por un plato de lentejas.Jacob tuvo que huir para evitar que su hermano lo mate . Mas adelante en la historia, Jacob tuvo un encuentro con el Señor. Y luego cuando supo que su hermano venia, le salió al encuentro con grandes regalos, para calmar su enojo, pero Dios ya habia cambiado su corazón.Y se perdonaron.

«Cuando Isaac envejeció, y había perdido bastante su vista al punto de quedar casi ciego, envió a Esaú a los campos, diciéndole que cazara algo para una última comida antes de recibir su bendición. Rebeca escuchó, y le dijo a Jacob que degollara dos cabritos, y se los trajera a su padre, para que recibiera de él la bendición de su hermano. Jacob objetó que su padre, aunque estaba casi ciego, podría notar la sustitución sólo con tocarlo, ya que Esaú era bastante velludo, y él era lampiño. Rebeca le dijo que no se preocupara, y le colocó a modo de fundas las pieles de los cabritos sobre cuello y manos.

Jacob, así vestido, fue a la presencia de su padre clamando ser su hermano, entonces Isaac, sospechando de su voz, pidió que se acercara para palparlo. Una vez que se «aseguró» que era «Esaú», le dio la bendición. Tan pronto como Jacob recibió dicha bendición y se marchó, Esaú llegó, cayendo en gran cólera por lo que había ocurrido. Isaac, quien ya se había dado cuenta del error, le dijo que lo único que podía darle era una bendición menor. Esaú, en cambio, juró que iba a matar a su hermano, una vez que su padre muriese.

Rebeca, su madre, dándose cuenta de antemano de las intenciones asesinas de Esaú, le llamó y lo hizo huir, enviándolo a su hermano, Labán, hasta que la furia de Esaú disminuyera. También, le aconsejó que buscara una esposa mientras viviera allí.

En el camino a Harán, experimentó una extraña visión, en la que sostenía una escalera que llegaba hasta el cielo, una visión que es comúnmente referida en las Escrituras como La Escalera de Jacob. Desde la cima de la escalera, escuchó la voz de Dios, que repetía muchas bendiciones hacia Jacob. Continuando su camino, llegó a Harán. Paró allí, y encontró a la hija más joven de su tío Laban, su prima Raquel. Después de que Jacob había vivido un mes con sus familiares, Laban le ofreció paga por la ayuda que le había dado. Jacob indicó que le serviría por siete años a cambio de la mano de Raquel en matrimonio, a lo cual Laban accedió.

Estos siete años le parecieron a Jacob «unos pocos días, por el amor que le tenía a ella». Pero una vez que se completó el tiempo establecido, Laban le dio a su hija mayor, Lea, en su lugar. En la mañana, cuando Jacob descubrió el cambio, se quejó, a lo que Laban dijo que en su país era inaceptable dar en matrimonio a la hija menor antes que la hija mayor. Entonces ofreció a Jacob darle a Raquel también, aunque sólo si permanecía con Lea. Él cumplió con la luna de miel y trabajó otros siete años.

Una vez que se casó con ambas, «Jacob amó a Raquel y despreció a Lea». Dios, viendo esto, hizo que Lea procreara muchos hijos. Ella le dio a luz a Rubén, Simeón, Leví, y a Judá antes de partir al desierto. Raquel, viendo que era incapaz de procrear un hijo, se puso celosa de su hermana, entonces pidió a Jacob que tuviera hijos con su criada, Bilha, para que ella pudiera tener un hijo a través de ella. Jacob hizo así, y Bilha le dio a luz a Dan y Neftalí. Así, Lea también entró en celos, y le pidió a Jacob que tuviera hijos también con su criada, Zilpa. Ella a su vez, le dio a Gad y Aser. Entonces, Lea volvió a ser fértil nuevamente, y le dio a luz a Isacar y Zabulón. También tuvo a la única hija de Jacob, Dina. Entonces Dios se acordó de Raquel y al fin, le dio un hijo, al que llamó José.

Para el tiempo en que nació José, Jacob deseaba volver a casa, pero Laban notó que Dios le había bendecido en gran manera mientras Jacob estuvo allí, por lo que le rogó que se quedara. Laban ofreció pagarle, entonces Jacob mencionó, como posible pago, parte del hato de ganado de Laban, el cual había aumentado grandemente. Laban accedió, e inmediatamente le dio todas las reses que Jacob había solicitado.

Conforme el tiempo pasaba, los hijos de Laban se dieron cuenta de que Jacob tomaba la mejor parte de sus rebaños, además de que la actitud amistosa de Laban hacia Jacob había cambiado. Entonces, Dios le advirtió a Jacob salir del pueblo, y después de una rápida consulta a sus esposas, el partió sin dar aviso a Laban. Antes de partir, Raquel robó los íconos de la casa de su padre.

Laban en gran ira, persiguió a Jacob durante siete días, pero la noche antes de que lo lograra alcanzar, Dios le habló en sueños y le dijo: «Debes tener cuidado de no hablar mal a Jacob» (Génesis 31:24).

El día que se encontraron, en el monte Gilead, Laban acusó a Jacob de escabullirse con sus hijas, como si fueran cautivos, y le cuestionó porque no le había avisado de su partida con anticipación. Le menciono a Jacob de que pudo herirlo, pero el mensaje de Dios la noche anterior lo detuvo de hacer esto. Finalmente preguntó por qué los íconos habían sido robados.

Jacob no sabía que Raquel había robado los iconos. Por tanto, le dijo a Laban que quienquiera que los haya robado debe ser muerto, a lo cual le solicitó permitirle buscar. Laban lo hizo así, mas cuando buscó en la tienda de Raquel, ella los escondió sentándose sobre ellos. Una vez que terminó su búsqueda, y vino sin nada, Jacob, molesto, lo reprendió por haberlos perseguido e insistir en revisar sus cosas, recordándole todo el tiempo que habían perdido mientras revisaban las tiendas. Ambos hicieron la paz, y Laban regresó a casa, y Jacob siguió su camino.

«Y Jacob siguió su camino, y los Ángeles de Dios lo encontraron», quizás para felicitarlo por el 20 aniversario de la victoria del bien sobre el mal, debido a su fe en el Dios de Abraham. Debido a este encuentro Jacob llamó al lugar Majanaim, del hebreo מחניים, «el doble campo». Aquí, previamente él había visto a los ángeles, de los cuales había soñado verlos «subiendo y bajando en la escalera cuyo inicio alcanza los cielos» (Génesis 28:12).»

Tan pronto se acercó a la Tierra Prometida, Jacob envió un mensaje a su hermano, Esaú. Sus sirvientes volvieron con la noticia de que Esaú estaba aproximándose, a encontrarse con Jacob con un ejército de 400 hombres. En gran agonía, Jacob se preparó para lo peor. Sintió que ahora debía encomendarse a Dios, a quien oró. Entonces, Jacob envió un magnífico presente a Esaú, «un regalo a mi señor Esaú, de tu sirviente Jacob».

Jacob entonces llevó a su familia y sus rebaños a través de la montaña, y cruzó en dirección a Esaú, pasando la noche a solas con Dios. Así, mientras estaba en oración, un hombre misterioso se le apareció a Jacob y luchó con él hasta el amanecer, cuando el hombre pidió ser liberado. Jacob se negó, hasta tanto el hombre no lo bendijera. El hombre, después de preguntar por su nombre, lo bendijo, y le cambió su nombre por el de Israel (ישראל, del hebreo «uno que ha luchado con Dios»). Entonces, Jacob le preguntó al hombre por su nombre, pero él se negó a contestar. Después de esto, Jacob llamó al lugar Penei-Él (פני-אל, en hebreo «la cara de Dios», diciendo: «He visto a Dios cara a cara, y he sobrevivido» (Génesis 32:30).

Después de la noche de lucha con el ángel, Jacob ve que Esaú se aproxima. Entonces sienta a sus esposas e hijos en orden, con su amada Raquel y su hijo José detrás de él (Génesis 33:3).

Esaú vino y lo encontró, pero su espíritu de venganza había sido apaciguado por el gran poder y riqueza que él había alcanzado. Aun así, Jacob se negó a viajar con Esaú o permitir que cualquier hombre de Esaú le acompañase. Entonces, Esaú siguió con toda su familia y pertenencias lejos hacia el sur de la Tierra Prometida. Jacob se estableció en Sucot por un tiempo. Mientras viajaba posteriormente a Efrata, camino de Belén, Raquel murió dando a luz a su segundo hijo, Benjamín, seis años después del nacimiento de José (Génesis 35:16-20).

42:1-2 «Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos.«

«Dios había revelado a Abraham que su descendencia pasaría cuatro siglos en tierra ajena (Gen. 15:13-16). La paciencia de Dios esperaría hasta qué la maldad del amorreo llegara a su colmo antes de destruirlo y entregar a Canaán a los hebreos. Es evidente también la necesidad de que Israel fuera a Egipto. La alianza matrimonial de Judá con una cananea y su conducta vergonzosa descriptas en el capítulo 38, nos indican el peligro que había en Canaán de que los hebreos se corrompieran completamente y perdiesen su carácter especial. En Egipto los hebreos no serían tentados a casarse con mujeres egipcias ni a mezclarse con los egipcios pues estos despreciaban a los pueblos pastores (Gen. 46:34). Además, tan pronto como los cananeos se hubieran dado cuenta de los planes de los israelitas de establecerse permanentemente en Canaán y adueñarse de ella, los hubieran exterminado. Tal cosa no sucedería en Gosén. Allí, bajo la protección del poderoso Egipto, los hebreos podrían multiplicarse y desarrollarse hasta I llegar a ser una nación numerosa.

Dios usó a José como instrumento para llevar a cabo su I plan de trasladar su  pueblo  a Egipto. En toda la vida  de r José se destaca la providencia divina. La palabra providencia  deriva de una latina — providere: videre significa  «ver»  y pro, «antes». De modo que quiere decir «ver por adelantado» o «prever». Dios prevé, y con ello también prepara los pasos necesarios para realizar todo aquello que El prevé. El diccionario Larousse define la providencia como la «suprema sabiduría de Dios que dirige todas las cosas». En ningún otro relato de la Biblia brilla más la providencia de Dios que en esta historia. El echa mano de los designios tergiversados de los hombres y los convierte en medios para efectuar su plan (Gen. 50:20). Dispone todas las cosas para, el bien de los que le aman  (Rom. 8:28).

En el cap. 37 vemos que el primer paso para situar a José en Egipto fue ser vendido como esclavo por sus hermanos envidiosos. Sus hermanos lo odiaban por varios motivos:

a) José comunicó a su padre lo mal que se hablaba de sus hermanos. A los diecisiete años fue enviado a sus hermanos para aprender a pastorear ovejas. La irreverencia y la baja moralidad de ellos lo escandalizaron. Los hijos mayores de Jacob habían cedido a ciertas prácticas paganas, un hecho que se ve en la conducta de Judá relatada en el capítulo 38. Parece que entre los hijos de Jacob sólo José mantuvo en alto las elevadas normas de la religión de Jehová. Si José hubiera participado en las conversaciones inmundas y la conducta mundana, lo habrían aceptado como uno de ellos.

b) Jacob lo amaba más que a sus otros hijos pues José nació en la vejez de Jacob y era el primogénito de su esposa predilecta, Raquel. Expresó abiertamente su  favoritismo regalándole a José una túnica de colores que le llegaba hasta los tobillos y de mangas hasta las palmas de las manos. Esta clase de vestimenta la llevaban los gobernantes, sacerdotes y otras personas de distinción que no tenían que trabajar manualmente. La túnica de los obreros y pastores no tenía mangas y apenas bajaba de la rodilla. Los hermanos se habrían preguntado entre sí: «¿No será que nuestro padre entregará la primogenitura a José haciéndolo nuestro jefe en el culto y en la guerra?» Así provocó Jacob la envidia de sus hijos mayores.

c) José contó ingenuamente los sueños que profetizaban que el resto de su familia se inclinaría ante él en la misma forma que la gente rendía homenaje a los reyes en aquel tiempo. Por regla general, no conviene contar tales revelaciones hasta que se vea de qué manera  Dios las llevará a cabo o hasta que Dios señale que deben contarse (ver Mat. 7:6). ¿Cuál fue el  propósito de Dios al darle  esos  sueños? Los sueños dieron a José la convicción de que Dios tenía algún alto propósito para su vida y más tarde los mismos lo sostendrían en sus largos años de prueba. Al enviar Jacob a José a obtener información respecto del bienestar de sus hermanos, les dio a éstos la oportunidad que esperaban. Pero se percibe que la mano de Dios lo guiaba aun en medio de las malas pasiones de sus hermanos. Se habían trasladado de Siquem hasta Dotan, situada unos 18 km. al norte. Dotan es un vocablo que significa «pozos gemelos» y existe hasta hoy en Dotan excelente abastecimiento de agua. La importancia del traslado de ellos reside en que Dotan estaba en la ruta de las caravanas que viajaban a Egipto. Rubén se interpuso con la intención de salvar a José de los planes asesinos de sus hermanos. En calidad de hijo mayor era responsable por la vida de José y parece haber tenido mayor consideración por su padre que los demás. Sin embargo por contemporizar con sus hermanos Rubén perdió la oportunidad de salvar a José. Los ismaelitas llegaron en el momento oportuno. De esta manera Dios obró usando a hombres malos para llevar a José a Egipto.

La manera en que los hermanos actuaron ilustra cómo la envidia y el odio pueden endurecer la conciencia humana. Pasaron por alto la angustia y los ruegos del joven (42:21), se sentaron tranquilamente a comer pan después de echar a José en la cisterna. Luego de venderlo se felicitaban a sí mismos sin duda por su misericordia y buen ojo para las negociaciones. Después de esto engañaron cruelmente a su padre anciano. Al presentar la túnica manchada de sangre, le dijeron insensiblemente: «Reconoce ahora si es la túnica de tu hijo», como si José no fuera hermano de ellos. El hecho de que las Escrituras relaten con candor los detalles feos de los fundadores de las tribus de Israel es evidencia de su autenticidad e inspiración. Las leyendas de otros pueblos siempre atribuyen a sus fundadores características heroicas pero no reconocen en ellos faltas.

La congoja inconsolable del anciano padre no está a la altura de un hombre que había luchado con Dios y había prevalecido. Aunque no es malo expresar el pesar, pues aun Jesús lloró (Juan 11:35), el negarse a ser consolado revela una falta de sometimiento a la providencia de Dios. Parece que Jacob se olvidó de los sueños de José y no buscó el consuelo divino. Más bien, Jacob sintió la pérdida del único hijo.

Al pasar los años, sobrevino hambre a Canaan, la tierra de Jacob y su familia. Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos.«

Fueron los hermanos de José a buscar alimentos a Egipto tal como su padre Jacob les había ordenado. «Al ver a los diez hombres de la familia de Jacob que llegaron a Egipto para comprar alimentos, José reconoció inmediatamente a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron a él. Por fin se cumplían los sueños de José. ¿Por qué los trató con severidad? Quería probarlos para ver si se habían arrepentido del crimen cometido hacía más de veinte años. ¿Habían transmitido su envidia a Benjamín? José sabía que una reunión sin comunión constituiría una burla. Si guardaban aun la envidia y el resentimiento, no podría disfrutar de su compaña ni ellos de la de él. En cambio hay ciertos aspectos del trato de José con sus hermanos que demuestran que estaba animado de profunda solicitud por ello. También los nombres que dio a sus hijos atestiguan que no guardaba enojo ni deseo de venganza en su corazón.

Los tres días en la cárcel hicieron comprender a los hermanos la suerte a que habían expuesto a José (42:21-22). El hecho de que José encarceló a Simeón en vez de Rubén, el primogénito, que se había opuesto a maltratar a José hacía veinte años, infundió en ellos la sensación de que los estaba alcanzando la justicia divina. Aumentó su temor cuando encontraron su dinero en las bolsas. Ahora llegaron a la conclusión de que Dios estaba arreglando cuentas con ellos. La oferta de Rubén de entregar a la muerte a sus dos hijos a cambio, parecería indicar un cambio de corazón, pero en realidad carecía de profundidad, pues Rubén sabía que Jacob no daría muerte a sus nietos. Sin embargo mostraron un cambio de actitud los diez hermanos al no resentirse por la preferencia que José mostró hacia Benjamín. El cambio de corazón se evidenció sin lugar a dudas cuando se encontró la copa en el saco de Benjamín. Todos los hermanos se ofrecieron como esclavos y se negaron a partir cuando José demandó de nuevo que sólo Benjamín se quedara como esclavo. Demostraron que estaban más preocupados por Benjamín que por sí mismos. La intercesión conmovedora de Judá, saturada de compasión y amor hacia su hermano y padre, convenció a José de que su arrepentimiento era verdadero y no pudo hacer otra cosa que revelarse a ellos. Los perdonó, aún los consoló diciéndoles que habla sido la mano de Dios la que lo envió a Egipto y no ellos. Dijo: «Dios me envió delante de vosotros para preservaros posteridad sobre la tierra y para daros vida por medio de gran liberación» (45:7).

José no solamente perdonó a sus hermanos, sino que proveyó ampliamente para satisfacer sus necesidades. Les mandó traer a sus familias y a Jacob a Egipto donde habitarían en la región mejor de aquel país. Dios obró en el corazón del Faraón a fin de que concediera gratuitamente a Jacob y a su familia la parte de Egipto denominada Gosén. Así demostró lu agradecimiento a José por haber salvado a Egipto del hambre. Gosén era la región nordeste del delta del Nilo, separada | geográficamente del resto de Egipto, pero a unos 20 Km. de la sede central de José, Tanis. Era un lugar rico e ideal para que los israelitas llevaran una vida separada de los egipcios. Podían allí vivir juntos, multiplicarse, conservar sus costumbres y hablar su propio idioma. También su trabajo como pastores quedaba protegido de la influencia egipcia, pues los egipcios menospreciaban a los pastores (46:34). Mucho tiempo atrás, Dios había revelado que su pueblo viviría en tierra ajena (15:13-16). Ahora estaba por cumplirse. José fue el instrumento escogido para trasladar a los israelitas a Egipto.

De aquí en adelante hasta el capítulo 49 Jacob es la persona que más sobresale y se nota que ya era un patriarca digno del nuevo nombre que se le había dado en Peniel. Había pasado por la escuela del padecimiento, incluyendo su huida de Esaú, sus dificultades con Labán, la muerte de su amada Raquel, la humillación de Dina y los muchos años de soledad durante los cuales hizo duelo por José. Casi no pudo creer la noticia de que José no había muerto y que era el gobernador de Egipto. Al ver los carros enviados por Faraón, el patriarca cobró ánimo. Dios le confirmó la visión en que le había indicado ir a Egipto. Así es que no fue a la tierra de los faraones como un refugiado, sino como jefe de una familia que según la promesa de Dios se convertiría en una nación. La escena del reencuentro del anciano padre con su noble hijo es conmovedora. Para Jacob era como recibir a un muerto resucitado. Para José, significaba el punto cumbre de la aprobación de Dios por lu fe y paciencia.

Luego José presentó una delegación de cinco de sus hermanos ante Faraón. Aunque éste había invitado a toda la familia a Egipto, José quería estar seguro de que no sería una decisión pasajera de Faraón. Era conveniente que los egipcios supieran también que Faraón estaba perfectamente de acuerdo con que se radicaran en Egipto.

La manera en que José presentó a su anciano padre a Faraón demuestra el profundo respeto que sentía por Jacob y que deseaba expresarle el honor más señalado. Lo presentó al rey egipcio como si presentara a un monarca. El rústico y anciano pastor demostró su fe y dignidad en esa ocasión.» [6]

3. ¿Por qué debemos imitar la fe de Abraham y confiar en Dios? 

Abraham

«(Ur, hoy desaparecida, actual Irak, ss. XIX- XVIII a.C. – cerca de Mamré?, actual Israel, s. XVIII a.C.) Patriarca hebreo. Según la narración bíblica, el padre de Abraham, Teraj, salió con su familia de Ur, en tierra de los caldeos, y llegó a Jarán. De allí, obedeciendo un mandato de Dios, Abraham marchó con su mujer, Sara, y con todo su séquito a Canaán, donde llevó una vida nómada. A raíz de una época de hambre se trasladó a Egipto, pero luego volvió y se estableció en la llanura de Mamré, cerca de Hebrón.

Dios realizó con él la Alianza, prometiéndole la tierra de Canaán para él y para sus descendientes, que serían tan numerosos «como el polvo de la tierra». Su esposa Sara no había concebido hasta entonces, pero Abraham tuvo un hijo (Ismael) de Agar, esclava de Sara. Poco después le volvió a visitar Dios en Mamré y le prometió un hijo de la propia Sara. Ella se rió al oírlo, puesto que tenía ya noventa años, pero Dios cumplió su promesa y Abraham fue padre de Isaac. Tenía entonces cien años. Agar fue expulsada de la casa y marchó con su hijo Ismael al desierto, donde se instalaron.

El sacrificio de Isaac (óleo de Caravaggio)

Años después, Dios quiso probar la obediencia de Abraham y le mandó que le ofreciera en sacrificio a Isaac. El patriarca aceptó el mandato, pero en el último momento Dios le eximió de tan dura carga. Al morir Sara, Abraham compró un sepulcro en la cueva de Macpela, en Hebrón, y allí la sepultó. En esa misma tumba fue enterrado él cuando murió, a los 175 años de edad.

Abraham y su hijo, Isaac, así como el hijo de éste, Jacob, son tenidos por patriarcas. Jacob, que además recibió el nombre de Israel, tuvo doce hijos que llegaron a ser patriarcas de las tribus de Israel. Y, según la Biblia, esta familia creció y se convirtió en una gran nación. Es difícil valorar el trasfondo histórico de la historia de Abraham. Acaso vivió realmente, pero es posible también de una figura legendaria, conmemorada en las crónicas de su pueblo migratorio.

Abraham constituye una parte muy importante de la historia bíblica de la salvación y es considerado el padre del judaísmo. Tanto por parte de la religión judía como de la cristiana es considerado el depositario de la bendición para todos los pueblos. El judaísmo lo ha considerado siempre como un modelo de hombre justo y ha alabado su vida mediante numerosas tradiciones. En las épocas oscuras de la historia de Israel, los profetas hebraicos siempre intentaron devolver la confianza a su pueblo recordando a Abraham y su alianza con Dios: «Considerad la roca de que habéis sido cortados, la cantera de donde habéis sido extraídos. Mirad a Abraham, vuestro padre».

Pero Abraham no sólo es una figura importante en la religión judía, también lo es en las religiones cristiana e islámica: tanto Juan Bautista como Pablo se oponen a la creencia de que solamente los descendientes carnales de Abraham están llamados a la salvación en el día del Juicio Final. Según ellos, la promesa que hizo Dios a Abraham no se limita al pueblo judío, sino que contempla una filiación espiritual. En cuanto a la religión islámica, se la denomina «Millat Ibrahim», que significa «religión de Abraham», pues en el Islam se considera a Abraham como un precursor religioso del Profeta.» [7]

La palabra de Dios ademas nos enseña que Abraham es el padre de la fe de los creyentes, y podemos encontrar acerca de su fe en el libro de los Hebros, capitulo 11 vs. 8 al 19, en la lista de los héroes de la fe

«Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibi fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se averguenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. »

Notas

[0] Pablo Hoff, Pentateuco, pp.49-50,edit. Vida

[1] Guillermo Ross,«Estudios en las Sagradas Escrituras»,vol. 1,El Pentateuco,1995,p.12,. citado por Pablo Hoff, Pentateuco, p.50,edit. Vida

[2] Pablo Hoff, Pentateuco, p.57,edit. Vida

[3] Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.

[4] Pablo Hoff, Pentateuco, p.56,edit. Vida

[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Jacob

[6] Pablo Hoff, Pentateuco, p.,edit. Vida

[7] http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/abraham.htm

El Pentateuco III

El Pentateuco III

El «Génesis» del Plan de Dios para Salvar al Mundo. La historia del pecado no termina con la maldición de Dios en el tercer capítulo. Nosotros vemos que los hombres iban empeorándose todos los días. Hay una serie de acontecimientos que convence al lector que los seres humanos no tienen esperanza ninguna: un hermano mata al otro; la raza entera llega a ser tan perversa que Dios trata de borrar el pecado con un gran diluvio; Noé, el hombre por medio de quien Dios salva a la humanidad, se embrega y maldice a su hijo; y los hijos de los hombres tratan de tumbar a Dios construyéndose una gran torre. Qué puede hacer Dios? Cómo puede El responder a la maldad del hombre? Su respuesta comienza en el capítulo 12. En este capítulo se inicia la gran historia de nuestra salvación. Dios, en su gracia, elige a un hombre y a una familia para volver a bendecir y salvar a todo el mundo.

El corazón de este plan de salvación es el pacto entre Dios y Abraham. Vemos la primera parte del pacto en el capítulo 15 de Génesis donde Dios le hace a Abram esta promesa: 
A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el rio grande, el río Eufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los admoneos, los heteos, los ferezeos, los refaitas, los gergeseos y los jebuseos. (15:18-21)

En el capítulo 17 Dios vuelve a Abram para definir un poquito más este pacto que se ha establecido. Ahora las promesas llegan a incluir a toda la descendencia de Abram y la tierra de Canaán. Y es en este capítulo donde Dios le cambia el nombre a Abraham (padre enaltecido) y le da la señal de circuncisión.

Hay dos tipos de pactos; el condicional y el incondicional. Uno tiene ciertas condiciones, y el otro es pura promesa sin condición alguna. La relación que se establece aquí, como base del pacto, es incondicional. Dios siguió siendo el Dios de Israel aun cuando el pueblo no lo quería. Pero otra parte del pacto sí era condicional. La bendición de Dios siempre se relacionaba con el comportamiento del pueblo de Dios. Que Dios eligió a Abraham y al pueblo de Israel no se puede cambiar. Pero la relación diaria entre este pueblo y su Dios depende mucho de la obediencia del dicho pueblo. 

Estas mismas promesas son la base de todo el trato de Dios con Israel en el Antiguo Testamento. Cada vez que Dios responde al clamor de su pueblo, es por estas promesas hechas a Abraham, y repetidas y confirmadas con su descendencia. 

Lo que más le llama la atención al lector en toda esta parte es la soberanía de Dios en este proceso de elección y salvación. Tanto como Dios es el único autor de la creación, así también es el único autor de la salvación. Después de las primeras promesas hechas a Abram en capítulo 12, vemos a Dios quitando los obstáculos que bloquean la realización de su plan. En casi cada capítulo vemos a Dios abriendo el camino para el cumplimiento de su salvación prometida. En el último capítulo leemos un resumen de la soberanía de Dios en su plan de salvación cuando José les dice a sus hermanos: 

Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. 50:20

El libro de Génesis nos recuerda que Dios está en control. Aunque el mundo parece estar fuera de control, Génesis nos asegura que todo está en las manos de Dios. No hay nada que escape su atención y no hay nada que esté fuera de su alcance. Génesis nos llama a imitar la fe de nuestro padre Abraham y a confiar totalmente en nuestro Dios. 

El Pentateuco II – Preguntas de repaso

El Pentateuco II – Preguntas de repaso

5. Cuáles partes de la vida humana son mencionadas en la bendición de 1:28 y 29?

Rpta:[0]

Séptimo día: terminada la actividad creadora, Dios descansa.

Cada etapa de la creación preparó el camino para la siguiente, y todas tenían el propósito de preparar el escenario para el punto culminante: la creación del hombre.

«Y dijo Dios: sea… y fue…» Al hablar Dios, infaliblemente se cumple su voluntad. Se recalca la perfección de lo que Dios creó… «Y vio Dios que era bueno.» El resultado correspondió perfectamente a la intención divina. El gran propósito de la creación era preparar un hogar o ambiente adecuado para el hombre.

Al finalizar el sexto día de la creación, Dios observó que su obra creadora era buena en gran manera. «Demostraba equilibrio, orden, y estaba perfectamente adaptada para el desarrollo físico, mental y espiritual del hombre.'»

La creación del hombre:

Dios hizo al hombre como corona de la creación. El hecho de que los miembros de la Trinidad hablaron entre sí (1:26), indica que éste fue el acto trascendental y la consumación de la obra creadora.

Dios creó al hombre tanto para ser del mundo espiritual como del terrenal, pues tiene cuerpo y espíritu.

El cuerpo del hombre fue formado del polvo de la tierra, igual que los animales (2:7, 19), lo cual nos enseña que se relaciona con las otras criaturas. (La ciencia ha demostrado que la sustancia de su cuerpo contiene los mismos elementos químicos del suelo.) Su nombre en hebreo «Adam» (hombre), es semejante a «Adama» (suelo). Sin embargo no hay eslabón biológico entre el hombre y los animales.* Se usa la palabra «bara» (crear algo sin precedentes) 1:27, que indica que su creación fue algo especial.

El hombre fue hecho a la imagen de Dios, y por lo tanto tiene gran dignidad. ¿Qué significa «la imagen de Dios» en el hombre? No se refiere a su aspecto físico, ya que Dios es espíritu, y no tiene cuerpo. La imagen de Dios en el hombre, tiene cuatro aspectos: (a) sólo el hombre recibió el soplo de v por lo tanto tiene un espíritu inmortal, a través del cual puede tener comunión con Dios, (b) Es un ser moral, no obligado a obedecer sus instintos, como los animales, sino que posee libre albedrío y conciencia, (c) Es un ser racional, con capacidad para pensar en lo abstracto y formar ideas. (d) Al igual que Dios, tiene dominio sobre la naturaleza y los seres vivientes. «Había de ser el representante de Dios.revestido de autoridad y dominio, como visible monarca y cabeza del mundo».8 Alguien ha observado que el hombre tiene un espíritu para tener comunión con Dios, una voluntad para obedecerle y un cuerpo para servirle.

El Nuevo Testamento recalca los aspectos espirituales y morales de la imagen de Dios en el hombre, tales como conocimiento espiritual, justicia y santidad. El gran propósito que Dios quiere realizar mediante la redención, es restaurar una imagen en el hombre, hasta que sea perfecta, como se Observa en CRISTO (Rom. 8:29; Col. 3:10; I Juan 3:2).

Dios descansó el séptimo día, no en el sentido de terminar toda la actividad, sino en el de terminar la actividad creadora (1 Juan 5:17). Observando el día de reposo, los hombres recuerdan que Dios es el Creador, y reservan tiempo para prestarle culto.

El hombre en el Edén: Gen. 2:4-25. Se ve la solicitud de Dios por el hombre, en los siguientes hechos:

a) Lo ubicó en el huerto de Edén (delicia o paraíso), un ambiente agradable, protegido y bien regado. El huerto estaba situado entre los ríos Hidekel (Tigris) y Eufrates, en un área que probablemente corresponde a la región de Babilonia, cerca del Golfo Pérsico. Dios le dio a Adán trabajo que hacer, para que no se aburriera. Algunas personas piensan que el trabajo es parte de la maldición, pero la Biblia no enseña tal cosa, sino que la maldición convirtió el trabajo bueno, en algo infructuoso y con fatiga.

b) Dios proveyó a Adán una compañera idónea, instituyendo así el matrimonio. En este capítulo se encuentra, en forma de germen, la enseñanza más avanzada de esa relación.

El propósito primordial del matrimonio es proporcionar compañerismo y ayuda mutua: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea (semejante o adecuada) para él» (2:18). Debe ser monógamo, pues Dios creó a una sola mujer para el varón; debe ser exclusivista, porque «dejará el hombre a su padre y a su madre», debe ser una unión estrecha e indisoluble: «se unirá a su mujer y serán una sola carne». Dios, en su sabiduría infinita, instituyó el hogar para formar un ambiente ideal en el cual los hijos puedan ser criados cabalmente en todos sus aspectos. Se enseña la igualdad y dependencia mutua de los sexos. «Ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón» (1 Cor. 11:11) El uno sin el otro está incompleto.

El comentarista Mateo Henry observó que la mujer no fue formada de la cabeza, del hombre, para que no ejerciera dominio sobre él, ni de sus pies, para que no fuera pisoteada, sino de su costado para ser igual a él y de cerca de su corazón, para ser amada por él. La mujer debe ser una compañera que comparta la responsabilidad de su marido, responda con comprensión y amor a la naturaleza de él, y colabore con él para llevar a cabo los planes de Dios.

c) Dios le dio a Adán amplia inteligencia, pues podía poner nombres a todos los animales. Esto demuestra el hecho de que tenía poderes de percepción, para comprender sus características.

d) Dios mantenía comunión con el hombre (3:8), y así el hombre podía cumplir su fin más elevado. Posiblemente Jehová tomaba la forma de un ángel para caminar en el huerto con la primera pareja. La esencia de la vida eterna consiste en conocer personalmente a Dios (Juan 17:3), y el privilegio más glorioso de este conocimiento es disfrutar de la comunión con él.

e) Dios lo puso a prueba en cuanto al árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero ¿en qué forma nos revela esto que Dios tenía solicitud por los primeros hombres? A los hijos de Dios las pruebas les son oportunidades de demostrar su amor a Dios, obedeciéndole. También son un medio para desarrollar su carácter y santidad. Adán y Eva fueron creados inocentes,pero la santidad es más que la inocencia; es la pureza mantenida en la tentación.

* La teoría de la evolución enseña que el hombre es la cumbre de un lento proceso, en el que los animales más sencillos evolucionaron hasta llegar a ser altamente desarrollados. Esta teoría carece de evidencia conclusiva de eslabones entre los animales y el hombre. Los eruditos evangélicos, en su mayor parte, creen que los fósiles de hombres prehistóricos, tales como el de Neanderthal, representan razas degeneradas que habían descendido de Adán. Los inmensos períodos de antigüedad asignados a éstos por algunos antropólogos, descansan sobre fundamentos muy descartables, ya que los más prudentes científicos hablan cautelosamente de la edad que tienen los restos prehistóricos en su sabiduría infinita, instituyó el hogar para formar un ambiente ideal en el cual los hijos pueden ser criados cabalmente en todo aspecto:física,social y espiritualmente.

6. Cuáles bendiciones son afectadas por la maldición de capítulo 3?

Rpta:[1]

Las consecuencias del primer pecado: 3:7-24. Siguieron al pecado, resultados desastrosos, como un río impetuoso. ¿No eran desproporcionalmente severos en comparación con el de una sola cosa. Al ceder a la voz u mus, el hombre elegía agradarse a sí mismo, desobedecer deliberadamente a Dios. Era un acto de egoísmo y rexcusable. En efecto, era atribuirse el lugar de Dios.

Las consecuencias teológicas de la caída son las siguientes:

a) Adán y Eva conocieron personalmente el mal: sus ojos fueron abiertos». Las mentiras de Satanás estaban entrelazada con un hilo de verdad. Adán y Eva llegaron a parecerse a Dios, distinguiendo entre el bien y el mal, pero su conoci Irnlo se diferencia del que tiene Dios en que el conocimiento ellos fue el de la experiencia pecaminosa y contaminada. Dios, en cambio, conoce el mal como un médico conoce el cáncer, pero el hombre caído conoce el mal como el paciente la enfermedad. La conciencia de ellos se despertó a un sentimiento de culpabilidad y vergüenza.

b) Se cortó la comunión con Dios, y entonces huyeron de presencia. El pecado siempre despoja al alma de la pureza y el gozo de la comunión con Dios. Esa es la muerte espiritual y cumple, en el sentido más profundo, la advertencia de que el hombre moriría el día que comiera del fruto prohibido 2:17).

c) La naturaleza humana se corrompió y el hombre admitió la tendencia de pecar. Ya no era inocente como un niño, sino que su mente se había ensuciado y tenía vergüenza de su cuerpo. Otra prueba fue que echó la culpa a otros; pues Adán aun insinuó que Dios era el culpable: «La mujer que me diste me dio.» Este es el pecado original, o la naturaleza caída del hombre.

d) Dios castigó el pecado con dolor, sujeción y sufrimientos. Un Dios santo no puede pasar por alto la rebelión de sus criaturas. La mujer sufriría dolores en el parto y estaría sujeta a su marido. Pero ¿estar sujeta a su esposo es una maldición? No debe tener la familia una cabeza? Además ¿no es esto una figura de la relación entre Cristo y la Iglesia? (Efe. 5:22, 23). El mal consiste en que la naturaleza caída del varón ya lo hace propenso a abusar de su autoridad sobre la mujer, del mismo modo que la autoridad del marido sobre la mujer puede traer sufrimientos, el deseo femenino respecto de su esposo puede ser motivo de angustia. El deseo de la mujer no se limita a la esfera física, sino que abarca todas sus aspiraciones, de esposa, madre y ama de casa. Si el matrimonio falla, la mujer queda desolada.

Toda la raza y la naturaleza misma sigue aun sufriendo como consecuencia del juicio pronunciado sobre el priemr pecado. El apostol Pablo habla poeticamente de una creación que gime a una , y a una que esta con dolores parto hasta ahora (Ro. 8:22)

7. Cómo nos ayudan estos pasajes a responder a las grandes preguntas y misterios de nuestra vida? [2]

(1) «El objeto del libro es el de revelarnos el origen del universo material; el origen y la relación a Dios el Creador, y la igualdad de todos los hombres delante de El; la relación divinamente constituida de los sexos; la institución divina del Sábado; el origen del mal moral y físico; la historia primitiva de la raza humana y el origen de las naciones; la elección de uno para ser el guardián de los registros sagrados, y del propósito y método divinos de la redención del hombre; la historia de sus fundadores hereditarios, y su relación a la historia subsecuente. De estas verdades, de cuyo conocimiento debemos el actual adelanto en la civilización, es el objeto del libro: dar una historia divinamente acreditada. Su valor evidente se descubre sin esfuerzo en esta declaración, y es atestiguado por la historia de la civilización; porque sin ella ningún grado de cultura intelectual, o de refinamiento de gusto y de progreso en la ciencia y las artes, jamás se hubiera hallado suficiente para salvar a un pueblo de la corrupción moral, y del decaimiento y ruina al fin de los tiempos. En estas verdades y la confirmación divina de ellas, se halla la única base del progreso popular y de la permanente prosperidad nacional; y de todos estos asuntos estaríamos completamente ignorantes, sin las revelaciones contenidas en esto libro. (Dr. Conant)

(2) «Si no tuviéramos los once primeros capítulos del Génesis; si no tuviéramos, sobre los principios del mundo y la humanidad, sino los mitos de los paganos o las especulaciones de los filósofos, o las observaciones de los naturalistas, estaríamos en la ignorancia más profunda acerca del origen y naturaleza del mundo y del hombre. Sucede con estos capítulos por una parte, como con las profecías y la Escritura por la otra: Allí, alcanzamos a ver la verdadera luz sobre las primeras cosas, y aquí sobre las últimas; allí sobre los principios fundamentales, aquí sobre las tendencias últimas de la historia; allí sobre la primera causa, aquí sobre el objeto del mundo; sin las cuales cosas, una historia universal o una filosofía de la historia es imposible concebirlas. Pero la misma profecía tiene sus raíces en estos capítulos, sobre los cuales toda la Revelación posterior se basa. Afortunadamente estos registros primitivos de nuestra raza, mucho más ampliamente de lo que sabemos, han penetrado todo nuestro modo de pensar, e influyen aún en aquellos que creen que tienen que desechar el carácter histórico de estos registros. Estos capítulos mantienen en la humanidad la conciencia de su relación con Dios, de su nobleza original, y su destino eterno. Me admira ver los esfuerzos de los hombres que no creen en el libro del Génesis pura escribir la historia. No saben dónde comenzar ni saben dónde acabar. No saben cómo interpretar. No ven la mano directora de la Providencia Divina. Tan ciegos como los murciélagos y los topos, cubren ningunos rastros de propósito y providencia divinos en la historia del mundo. Pero la profecía misma tiene sus raíces en estos once capítulos, sobre los cuales toda la Revelación posterior se basa. (Auberlen)

Notas:

[0] Pablo Hoff,El Pentateuco, pp.27,Apendice II, edit. Vida,15ª impresion, Deerfield, Florida 33442-8134

[1] Ibid, pp. 31

[2] B.H.CARROLL,COM. BIBLICO i – GENESIS,pp.59-60, EDIT. CLIE,1990 BARCELONA,ESPAÑA

El pentateuco II

El pentateuco II

El «Génesis» del Mundo: En los primeros 11 capítulos de Génesis, la primera parte de nuestra historia, nosotros vemos dos movimientos. El primero es original, creativo, productivo y ordenado. Este movimiento pretende llevar al hombre a un mundo de belleza, paz y justicia. El segundo movimiento es derivativo, destructivo, desordenado y nos lleva hacia el caos. Estos primeros capítulos nos explican los orígenes de estos movimientos y nos ayudan a entender cómo ellos se relacionan y para dónde van. 

En Génesis 1-11 tenemos el por qué de la Biblia. En esta sección tan breve podemos ver qué pasó y por qué se necesitan los demás libros de la Biblia. Dios es presentado como soberano, único, creativo, perfecto y justo. El hombre, siendo creado por Dios, comienza con muy buenas expectativas. Sin embargo los primeros hombres decidieron desobedecer a Dios. Comenzaron su propio «movimiento». Y ahora le toca a Dios reparar lo que el hombre ha dañado.

En el capítulo 1:28 y 29 tenemos la bendición divina de la primera pareja. En capítulo 3:16 – 24 tenemos la maldición divina de la misma pareja. Lea estos dos pasajes y conteste las siguientes preguntas:

 

Naturalismo Metodológico – Parte II

Naturalismo Metodológico – Parte II

Este es el segundo de dos artículos. (Ir a Parte 1)

En al acercamiento moderno a la ciencia existen prejuicios que se discuten poco frecuentemente y que vician los resultados de sus investigaciones innecesariamente.

El Dr. Alvin Platinga, una de las más reconocidas voces en la filosofía cristiana actual, nos ayuda a comprender en qué consiste este «Naturalismo Metodológico» y nos dirige en un interesante viaje que nos demuestra cómo éste afecta el estudio y las conclusiones de la Ciencia.

El Dr. Platinga tiene la habilidad de simplificar conceptos difíciles de comprender. Pero la simplificación en estos tópicos tiene sus límites. Por esto animamos al lector /a a no desanimarse si no comprende todos los conceptos de una primera lectura. Antes bien le animamos a continuar. Los tesoros a encontrar en las profundidades de la metodología científica nos ayudarán a entender una de las (importantes) razones por las que «la ciencia y la religión» parecen hallarse en bandos contrarios.

Resumen

La doctrina filosófica del naturalismo metodológico sostiene que, para que cualquier estudio del mundo sea calificado como «científico», éste no puede referirse a la actividad creadora de Dios (o a cualquier tipo de actividad divina). Se dice que los métodos de la ciencia «no nos permiten» desarrollar proposiciones teológicas —aún cuando esta última sea cierta— y la teología, por lo tanto, no puede influenciar la explicación científica o la justificación de la teoría. Por esto se dice que la ciencia es neutral en lo religioso, por ser la ciencia y la religión, por su propias naturalezas, distintas epistémicamente. Sin embargo, la práctica y contenido actual de la ciencia desafía este reclamo. En muchas áreas la ciencia es cualquier cosa menos religiosamente neutral; más aún, los argumentos usuales a favor del naturalismo metodológico sufre de varias y graves deficiencias.

Parte dos: Argumentos débiles para el Naturalismo Metodológico

El naturalismo metodológico es verdad por definición

Parte tres: Dos argumentos más fuertes para el Naturalismo Metodológico.

A. Ciencia Duhemiana

B. ¿Obstaculizadores de la ciencia?

 

Parte dos: Argumentos débiles para el Naturalismo Metodológico

Ahora, en vista de estos ejemplos y muchos otros como ellos (junto con consideraciones agustinianas más amplias), lo más natural es pensar que (en principio, de cualquier forma) la comunidad de eruditos cristianos debería hacer ciencia, o partes de la ciencia, a su propia manera y desde su propia perspectiva. Lo que la comunidad cristiana necesita realmente es una ciencia que tome en cuenta lo que sabemos como cristianos. Ciertamente, esto parece lo más racional en cualquier evento; con seguridad lo racional es usar todo lo que uno sabe para tratar de entender un fenómeno dado. Pero entonces, para llegar a un entendimiento de la hostilidad, o la agresión, por ejemplo, ¿no deberían los sicólogos cristianos hacer uso de la noción de pecado? Al tratar de alcanzar un entendimiento científico del amor en sus muchas y variadas manifestaciones, por ejemplo, o el juego, o la música, o el humor, o nuestro sentido de aventura, ¿no deberíamos también usar lo que conocemos sobre los seres humanos siendo creados a la imagen de Dios, quien es la verdadera fuente de amor, belleza y las demás cosas como esas? ¿Y lo mismo para la moralidad? Considere el enorme, impresionante y desastroso experimento bolchevique del siglo 20, tal vez la característica sobresaliente del paisaje político del siglo 20: para llegar a un entendimiento científico de él, ¿no deberían los cristianos usar todo lo que saben sobre los seres humanos, incluyendo lo que saben por fe?

Verdad: podría haber obstáculos prácticos en el camino para hacer esto; pero en principio, y aparte de estas dificultades prácticas (los cuales, de cualquier forma, podrían ser más ladridos que mordiscos), la forma correcta para la comunidad cristiana de llegar a un entendimiento científico de, digamos, la forma de ser y el comportamiento de los seres humanos, sería partir de lo que sabemos sobre los seres humanos, incluyendo lo que sabemos por medio de la fe. Por esta razón los tipos de hipótesis que investigamos podrían muy bien involucrar hechos tales como (como piensa el cristiano) que nosotros los seres humanos hemos sido creados por Dios a Su imagen, y hemos caído en pecado. Estas ideas ‘religiosas’ podrían tener cabida en nuestra ciencia introduciendo explícitamente varias hipótesis. También podrían tener otros papeles: por ejemplo, podrían ser parte de la información de trasfondo con respecto a la que evaluamos las varias hipótesis y mitos científicos que se cruzan en nuestro camino.

Yo digo que esto es lo natural para pensar: extraño, sin embargo, es que la negación de esta afirmación es tomada como cierta; de hecho, ésta ha alcanzado el estatus de ortodoxia filosófica. Entre aquellos que objetan esta afirmación están algunos pensadores cristianos con credenciales impresionantes. Por ejemplo Ernan McMullin:

Pero, por supuesto, el naturalismo metodológico no restringe nuestro estudio de la naturaleza; sólo establece cuáles tipos de estudios califican como científicos. Si alguien quiere buscar otra aproximación a la naturaleza, y hay muchas otras, el naturalista metodológico no tiene ninguna razón para objetar. Los científicos tiene que proceder de esta forma; la metodología de la ciencia natural no da crédito al clamor de que un evento en particular, o un tipo de evento, debe ser explicado invocando la acción creadora de Dios directamente.

Parte del problema, por supuesto, es ver más claramente lo que este naturalismo metodológico es. ¿A qué apunta en forma precisa? ¿Involucra una restricción sólo en las demandas de que un evento en particular deba ser explicado invocando la acción creadora directa de Dios, sin emplear ‘causas secundarias’? ¿También restringe invocar la acción creadora indirecta de Dios para explicar algo científicamente? ¿Hace referencia sólo a explicaciones científicas, pero no a otras afirmaciones y demandas científicas? ¿Condena también el uso de afirmaciones sobre la acción creadora de Dios, u otras demandas religiosas como parte de la información de trasfondo con respecto a la que trata de estimar la probabilidad de una explicación o un recuento científico propuesto? Tendremos que mirar esos asuntos más tarde. Sin embargo por el momento quiero tratar una pregunta diferente: ¿qué razón hay para aceptar la afirmación de que la ciencia verdaderamente involucra el naturalismo metodológico, a pesar de lo exactamente que interpretemos el último? Examinaré algunas razones propuestas para esta demanda y las encontraré escasas. En la parte III, argumentaré entonces que sin embargo un par de razones muy sensibles estén detrás de al menos parte de esta afirmación. Estas razones, sin embargo, no apoyan la sugerencia de que la ciencia es religiosamente neutral.

Entonces bien, ¿qué es lo que sostiene la idea de que necesariamente la ciencia en alguna manera involucra este principio del naturalismo metodológico? Primero, y tal vez lo más importante: esta concepción de ciencia es una parte integral y venerable de toda la concepción de la fe y de la razón que hemos heredado de la Ilustración. Yo no tengo el espacio para tratar este tópico con toda la extensión que se merece; pero la idea central aquí es que la ciencia es objetiva, pública, que se puede compartir, públicamente verificable e igualmente disponible para todos, cualquiera que sean sus inclinaciones religiosas o metafísicas. Podríamos ser budistas, hindúes, protestantes, católicos, musulmanes, judíos, bahai, ninguna de las anteriores: los hallazgos de la ciencia apuntan igualmente a todos nosotros. Esto es debido a que la ciencia apropiada, como es vista por la Ilustración, se restringe a las deliberaciones de la razón y los sentidos (percepción) que son las mismas para toda la gente. La religión, por otro lado, es privada, subjetiva, y obviamente sujeta a diferencias individuales considerables. Pero entonces si la ciencia es verdaderamente pública y puede ser compartida por todos, entonces por supuesto uno no puede perseguirla de forma apropiada partiendo de alguna creencia religiosa o dogma.

Una raíz de esta forma de pensamiento sobre la ciencia es una consecuencia del fundamentalismo que toma origen en Descartes, y tal vez más importante, Locke. El fundamentalismo clásico ha pasado por una cantidad de críticas últimamente, y yo no me propongo a añadir mi voz a la de la multitud aulladora. {37}Y siendo que el fundamentalismo clásico, sobre el que el naturalismo metodológico está basado, ha tocado fondo, en cambio debería considerar algunas razones más locales, menos grandes y cósmicas para aceptar el naturalismo metodológico.

El naturalismo metodológico es verdad por definición 

Entonces ¿por qué debe un científico proceder de acuerdo con el naturalismo metodológico? Michael Ruse sugiere que el naturalismo metodológico, o tan siquiera una parte de él, es verdad por definición:

Todavía más, aun si el creacionismo científico fuera totalmente exitoso en presentar su caso como ciencia, no daría una explicación científica de los orígenes. En cambio, a lo sumo, podría probar que la ciencia muestra que no puede haber explicación de los orígenes. El creacionista cree que el mundo empezó milagrosamente. Pero los milagros caen fuera de la ciencia que, por definición, sólo trata con lo natural, lo repetible, lo que está gobernado por una ley. {38}

Por definición del término «ciencia» uno supone; Ruse aparentemente sostiene que hay una definición correcta de «ciencia», tal que desde esa definición se sigue que la ciencia trata sólo con lo que es natural, repetible, y gobernado por una ley. (Noten que esta afirmación no sostiene la sugerencia de que un científico cristiano pueda proponer una hipótesis que involucre doctrinas «religiosas», tales como, digamos, el pecado original, y que pueda evaluar la probabilidad epistemológica de una hipótesis científica relativa a la creencia de trasfondo que la creencia cristiana incluye.) La afirmación de Ruse aparentemente excluye las hipótesis que incluyen referencias a Dios: Dios es un ser sobrenatural, las hipótesis que se refieren a Él, por lo tanto, tratan con algo más allá de lo natural; entonces esas hipótesis no pueden ser parte de la ciencia.

Tres cosas son particularmente confusas sobre la afirmación de Ruse. Primero, una enorme energía ha sido gastada, por lo menos por varios siglos, en la «demarcación del problema»: el problema de dar condiciones suficientes y necesarias para distinguir la ciencia de otras actividades humanas. {39}Este esfuerzo aparentemente ha fallado; pero si de hecho hubiera una definición del tipo al cual apela Ruse, entonces presumiblemente habría disponible un conjunto de condiciones necesarias y suficientes para que algo sea ciencia. Ruse no cita los muchos y (yo pienso) exitosos argumentos para la conclusión de que no hay tal juego de condiciones necesarias y suficientes, deja tal definición del término «ciencia» sola; simplemente declara que ‘por definición’ la ciencia tiene las propiedades que él menciona.

Segundo, Ruse propone aquí tres propiedades que dice que por definición son características de cualquier parte de ciencia: esa parte trata con cosas que (a) son repetibles, (b) son puramente naturales, y (c) están gobernadas por una ley natural. Pero, tomemos la repetibilidad y consideremos este pasaje del artículo de Andrei Linde, al cual se hace referencia en la nota de pie de página 33: hablando del Big Bang, dice, «uno podría pensar que es muy difícil extraer información útil y confiable del único experimento llevado a cabo hace cerca de 10.000.000.000 años. De acuerdo con Linde, el Big Bang es único y por lo tanto, presumiblemente, irrepetible, de todas formas se volvería irrepetible. Si es así, ¿deberíamos estar obligados a concluir que los interrogantes cosmológicos contemporáneos de la naturaleza del Big Bang y del desarrollo primitivo del universo no son realmente parte de la ciencia?

Considere ahora la posibilidad de ser gobernado por una ley. El primer punto aquí sería que la existencia misma de la ley natural es controversial; Bas van Fraassen, por ejemplo, ha dado una argumento extenso y formidable para la conclusión de que no hay leyes naturales. {40}Hay regularidades, por supuesto, pero una regularidad no es todavía una ley; una ley es lo que se supone que explica y da la base para una regularidad. Aún más, se supone que una ley se sostiene con alguna clase de necesidad, la cual típicamente se cree que es menos estricta que una necesidad ampliamente lógica, pero que es una necesidad de todas formas.{41}

Esta idea de legitimidad, creo, es una herencia del deísmo de la ilustración y tal vez aquí como en todas partes, el deísmo de la ilustración falla en darle al blanco. Tal vez la demanda de una ley no puede ser cumplida. Tal vez hay regularidades, pero no leyes; tal vez no hay nada como la necesidad supuestamente unida a las leyes. Tal vez la mejor forma de pensar sobre esas supuestas leyes es como una contra corriente de libertad divina cuantificada universalmente, o casi universalmente. {42}Así que supongamos que Van Fraassen tiene razón y no hay leyes naturales: ¿se seguiría por definición que no hay ninguna ciencia? Eso parece ser un poco fuerte. Aún más, podría ser, por todo lo que sabemos, que haya algunas leyes, pero no todo está gobernado por ellas (o totalmente gobernado por ellas). Tal vez así es como ocurre con los terremotos, el clima, y la desintegración radioactiva. ¿Se seguiría entonces de esto que uno no puede estudiar esas cosas científicamente?

La tercera cosa desconcertante sobre la afirmación de Ruse: es difícil ver la forma en la que algo, como una disputa razonablemente seria sobre lo que es y lo que no es ciencia, podría ser establecido apelando sólo a la definición. Uno piensa que eso sólo funcionaría si la interrogante original fuera realmente una pregunta verbal, una pregunta como, ¿es la palabra ‘ciencia’ apropiadamente aplicable a una hipótesis que hace referencia a Dios? Pero esa no es le pregunta: la pregunta más bien es si una hipótesis que hace referencia a Dios podría ser parte de la ciencia. Esa pregunta no puede ser contestada sólo citando una definición.

Permítanme desarrollar más extensamente este punto. Una definición de ‘ciencia’ sería un recuento de lo que el término significa, en inglés o en el dialecto propio de alguien. Tomemos el segundo caso: tal vez Ruse usa el término ‘ciencia’ de acuerdo con algunas definiciones bajo las cuales no se aplica a hipótesis que se refieren a Dios. Pero por supuesto esto en sí mismo tiene poca relevancia en la respuesta a la pregunta que expresamos, «¿puede una hipótesis científica contener una referencia a Dios?», a menos que usemos el término de acuerdo con la misma definición o una similar. Pero no lo hacemos; si lo hiciéramos, la pregunta sería trivial, como la pregunta de si hay o no personas célibes casadas. Por otro lado, tal vez la frase en cuestión es verdad por alguna definición de un término en inglés (no el dialecto propio de Ruse). La idea tendría que ser que el significado del término ‘ciencia’ en inglés puede ser dado por una definición; y de acuerdo con esa definición, el término ‘ciencia’ se aplica propiamente a una hipótesis sólo si esa hipótesis no incluye una referencia a Dios. Pero, ¿puede esto realmente ser así? Consideremos a aquellos que siguen a Kuyper y a Agustín en el pensamiento de que los cristianos deberían tomar nota explícita de lo que saben por medio de la fe al hacer ciencia; ¿es la idea que ellos de alguna manera fallaron en aprender cómo este término es usado apropiadamente en inglés (o sus análogos en latín y holandés)? Eso parece improbable.

Pero aun si fuera verdad por definición que una hipótesis científica no pudiera incluir ninguna referencia a Dios, nada de interés seguiría. Los Agustines y Kuypers de este mundo estarían entonces obligados a conceder que ellos han cometido un error: pero el error no sería más que un error verbal. Ellos tendrían que conceder que no pueden utilizar el término ‘ciencia’ apropiadamente al afirmar sus puntos de vista o al hacer su pregunta; tendrían que usar algún otro término, como ‘siencia’ (pronunciada como ciencia); esa definición de ‘siencia’ es el resultado de la de ‘ciencia’, borrando de la última la cláusula que prohibe las hipótesis que incluyen referencias a Dios (i.e, eliminando de la definición de ‘ciencia’, Ruse parece estar endosando la cláusula de acuerdo con la que la cual ciencia trata sólo con lo que es natural). Su error no estaría en lo ellos quisieron decir, sino más bien en cómo se proponen a decirlo.

La pregunta real, creo, descansa en una dirección bien diferente. El término ‘ciencia’ denota una actividad humana importante. Es difícil o imposible dar condiciones necesarias y suficientes (informativas) para esta actividad; no es posible decir sólo dónde la ciencia termina y algo más (conocimiento por medio del sentido común, metafísica, epistemología, religión) empieza. Sin embargo, podemos describir paradigmas de la ciencia, y podemos decir cosas informativas sobre lo que usualmente caracteriza a la ciencia. Así, por ejemplo, es característica de esta actividad involucrar observación y experimentos (algunas veces ‘experimentos pensados’ como opuestos a experimentos realmente llevados a cabo). Y con frecuencia habrá una referencia a algo descrito (o nombrado) como una ley, sin embargo no es parte de la actividad en cuestión insistir en que esta ‘ley’ es más que una regularidad. También es característica de tal paradigma que haga predicciones evaluables. {43}Esto es una característica de una instancia paradigmática del asunto en cuestión, pero por supuesto no necesariamente una característica de cada ejemplo (y elementos que no muestran esta característica, el principio de indiferencia de McMullin, por ejemplo, podrían estar profundamente involucrados en la ciencia como una cortina de fondo, un trasfondo contextual constante, una suposición constante). Considere, por ejemplo, la teoría postulada por Schwarz y Green a principios de los ochenta. Esta teoría aparentemente funciona solamente en 10 dimensiones; así que si es verdad, hay una pregunta: ¿que ha pasado con las otras seis? «Las otras dimensiones se presume que están curvadas hacia arriba sobre la escala de longitud de Plank (10-33 cm.), tan pequeñas que nunca podremos examinarlas con nuestros microscopios o aceleradores de partículas, no importa cuánto lo intentemos.» {44}

Podemos por lo tanto decir una buena parte describiendo esta actividad humana; y es una actividad de remarcable mérito y valor. Es de un mérito práctico enorme, dando como resultado instantes de vida más largos, alivio a enfermedades, mayor comodidad y una mejor calidad de vida para muchos. (También nos ha dado los medios para destruirnos a nosotros mismos y a nuestro medio ambiente.) Pero sus beneficios no son de ninguna manera meramente prácticos; la ciencia moderna también nos ha permitido aprender mucho sobre nosotros mismos y el mundo que Dios ha creado; es difícil aún concebir cómo era la vida intelectual antes del surgimiento de la ciencia. Además, partes de la ciencia, física teórica, por ejemplo, tienen una belleza y un poder intrínsecos austeramente espléndidos; ellos representan logros intelectuales magníficamente impresionantes; ellos reflejan gran poesía y gran música; tal vez el logro intelectual más impresionante del género humano es, digamos, la teoría física desde Newton hasta el presente. Y ahora la pregunta es esta, ¿deben los cristianos llevar a cabo esta empresa desde una perspectiva cristiana? ¿Es esta empresa tal que las perspectivas religiosas y teológicas son relevantes a ella? No obtendremos una respuesta a esta pregunta de una simple definición de la palabra ‘ciencia’; una respuesta requerirá familiaridad con la actividad y el discernimiento necesarios para ver lo que es característico de ella. Así que una respuesta involucrará preguntas sustantivas sobre la naturaleza de la ciencia, nuestra propia naturaleza y la naturaleza del mundo en el que vivimos.

B. ¿La «Integridad Funcional» requiere del Naturalismo Metodológico? 

Diógenes Allen, John Stek y Howard Van Till dan respuestas de esa clase. De acuerdo con Van Till, Dios ha creado un mundo caracterizado por «Integridad Funcional»:

Por este término quiero designar un mundo creado que no tiene deficiencias funcionales, no tiene grietas en su economía del tipo que requeriría que Dios actuara inmediatamente, asumiendo temporalmente el papel de criatura para llevar a cabo funciones dentro de la economía del mundo creado que otras criaturas no están equipadas para realizar. {45}

Notemos primero que Van Till parece estar dirigiendo su fuego a sólo una de las varias formas en las que, según me parece, los cristianos deberían emplear lo que conocen por fe al buscar la ciencia natural; él está discutiendo que una hipótesis científica no puede afirmar apropiadamente que Dios hace algo inmediatamente o directamente. (Notemos también que la afirmación aquí no es que tal hipótesis no sería científica, sino que sería falsa.) Lo que él dice parece ser consistente, tanto como yo puedo decir, con la afirmación (digamos) de que al hacer su sicología cristiana, los sicólogos pueden apropiadamente apelar al hecho de que los seres humanos han sido creados a la imagen de Dios, o están sujetos al pecado original.

Así que supongamos que nos volvemos a la proscripción de Van Till de las hipótesis para el efecto de que Dios ha hecho uno u otro inmediatamente o directamente. Esta idea de acción directa camufla trampas y merece más atención de la que yo puedo darle aquí. {46}La idea básica, sin embargo, es bastante clara. Un ejemplo de creación divina indirecta sería que yo construyera una casa; podríamos decir que Dios crea la casa, pero que lo hace indirectamente, empleando mi actividad como medio. Así que Dios actúa indirectamente si Él ejerce algún efecto empleando como un medio la actividad de algo más que Él ha creado. Dios actúa directamente, entonces, si y sólo si ejerce algún efecto, y no lo hace empleando como un medio la actividad de algún ser creado.

Ahora Van Till sugiere que Dios no hace nada en el mundo directamente; sólo las criaturas hacen algo directamente. Pero sin lugar a dudas Van Till, como cualquier otro teísta, estaría de acuerdo en que Dios conserva directamente el mundo y todas sus criaturas; Él está directamente activo en el Big Bang, pero también en la caída de un gorrión. Si Él suspendiera Su actividad conservadora constante, el mundo desaparecería como un sueño con el despertar. Y no hay duda de que Van Till también estaría de acuerdo (con el problema de regresiones infinitas) en que si Dios hace algo en el mundo indirectamente , también hace algo directamente: presumiblemente Él no puede causar un efecto indirectamente sin también, hasta cierto punto, actuar directamente, creando algo directamente. Van Till debe por lo tanto ser entendido de otra forma. Tal vez su idea es que Dios creó el universo en algún momento en el pasado (actuando directamente en ese momento) y no actúa directamente nunca más en el mundo, excepto conservando su creación en existencia y milagros conectados con la historia de la salvación. Pero, ¿por qué pensar una cosa como esa? Consideremos el hecho de que los cristianos tan diversos como el Papa Pío XII y Juan Calvino han pensado que Dios creó las almas humanas directamente; ¿podemos simplemente asumir sin argumentar, que ellos están equivocados? ¿Cuál es la garantía de suponer que Dios ya no actúa directamente en el mundo?

Van Tila apela, para su posición teológica, a Allane y Sete; Allane asegura que

Dios no puede ser usado apropiadamente en los recuentos científicos, que son formulamos en términos de relaciones entre los miembros del universo, porque eso reduciría a Dios al estatuas de una criatura. De acuerdo con una concepción cristiana de Dios como creador de un universo que es racional por todos lados, no hay relaciones faltantes entre los miembros de la naturaleza. Si en nuestro estudio de la naturaleza caemos en lo que parece ser una situación de una conexión faltante entre los miembros de la naturaleza, la doctrina cristiana de la creación implica que debemos seguir buscando una. {47}

La sugerencia de Allane parece implicar, no sólo que los cristianos no pueden proponer apropiadamente como parte de la ciencia, que Dios ha hecho algo directamente, sino también que estaría fuera de orden apelar, en ciencia, a tales ideas de que los seres humanos han sido creados a la imagen de Dios. Porque esta idea no es un asunto de decir cómo se relacionan las cosas en el mundo unas con otras; es en cambio un asunto de decir cómo algunas cosas en el mundo – nosotros seres humanos – estamos relacionados con Dios. Allane cree que los recuentos científicos deben ser siempre formulamos en términos de las relaciones entre los miembros de un universo creado (y si eso es verdad, entonces tal vez (como él dice) referirse a Dios en la ciencia sería reducirle a una criatura). Tomado tal cual, sin embargo, esto parece apresurado. Un libro de texto de astronomía podría decirnos cuál es el diámetro de Júpiter (o qué tan vieja es la tierra, o el sol, o la vía láctea). Esto no nos dice cómo las cosas en el mundo están relacionadas unas con otras, pero en cambio nos dice algo sobre una de esas cosas; es sin embargo ciencia.

El punto principal de Allane, por supuesto, es que un recuento científico no puede ser formulado apropiadamente en términos de la relación de algo con Dios. Pero, ¿por qué no? ¿Cuál es la autoridad para esta afirmación? ¿No parece arbitraria? Consideremos la verdad de que los seres humanos han sido creados a la imagen de Dios, pero también han caído en pecado. Esta doble verdad podría volverse muy útil al dar explicaciones sicólogas de varios fenómenos. Si es así, ¿por qué un científico cristiano no debería usarlas? ¿Por qué el resultado no sería ciencia? Podría ser que la investigación sugiriera que Dios creó la vida directamente; que ésta no surgió por la acción de otras cosas creadas. Si así es como las cosas resultan ser, o como las cosas aparecen en cierto momento, ¿por qué no decir eso? ¿Y por qué no decir eso como parte de la ciencia? Como cristiano usted cree, por supuesto, que Dios hizo este mundo y pudo haberlo hecho en muchas formas diferentes; ¿por qué no emplear este conocimiento al evaluar la probabilidad de varias hipótesis (por ejemplo, el Gran Mito Evolutivo)? Los cristianos también tienen creencias sobre lo que es racional en el sentido de Simon, esto es, sobre qué tipos de metas un ser humano funcionando adecuadamente tendrá. Los cristianos también tienen creencias sobre qué tipo de acciones son para su propio interés o el de alguien más. ¿Por qué no emplear estas creencias para hacer una evaluación científica de la probabilidad de, digamos, los recuentos de Simon del altruismo, o en dar su propio recuento de esta fenómeno?

Finalmente, consideremos a John Stek:

Siendo que la esfera de lo creado está repleta de su propia economía que no es incompleta (Dios no es un componente dentro de ella) ni defectuosa, en nuestro entendimiento de la economía de esa esfera para ejercitar nuestra mayordomía sobre ella – entendimiento basado tanto en la experiencia práctica como en los esfuerzos científicos – debemos excluir metodológicamente todas las nociones de causalidad divina inmediata. Como mayordomos de la creación, debemos honrar metodológicamente el principio de que la creación interpreta a la creación; verdaderamente, debemos honrar ese principio como «religiosidad» así como los teólogos honran el principio de que «la Escritura interpreta a la Escritura» – o, como la Escritura presupone la revelación general, esa revelación interpreta a la revelación. En la búsqueda de un entendimiento administrativo de la creación, podríamos no introducir un «Dios de las brechas», ni siquiera en la hasta ahora misteriosa esfera de las partículas atómicas. Podríamos no hacerlo (1) porque Dios no es un componente interno dentro de la economía de la esfera de lo creado, y (2) porque hacerlo sería presumir de ejercer poder sobre Dios – la necia presunción de aquellos en muchas culturas que han afirmado ser especialistas en la manipulación de poderes divinos (por ejemplo, los chamanes en la religión folklórica rusa y los médicos en las culturas primitivas) (énfasis de Stek). {48}

Stek insiste en que «debemos excluir metodológicamente todas las nociones de causalidad divina inmediata» en nuestro entendimiento de la economía de la esfera de lo creado. Una de estas razones parece ser que apelar a una noción de causalidad divina inmediata sería introducir un «Dios de las brechas», y hacer eso sería presumir de ejercer poder sobre Dios. Pero ¿estoy yo realmente presumiendo de ejercer poder sobre Dios (por ejemplo) estando de acuerdo con Juan Calvino y el Papa Pío XII (y muchos otros) en que Dios crea directamente a los seres humanos? ¿O al afirmar que Él creó la vida especialmente? A lo sumo esto requiere más discusión.

Los siguientes son, por lo tanto, los puntos esenciales de la teología del Dios de las brechas. Primero, el mundo es una vasta máquina que es casi completamente autosuficiente; la actividad divina en la naturaleza está limitada a aquellos fenómenos para los que no hay explicación científica, esto es, una explicación mecánica y natural. Segundo, la existencia de Dios es una clase de hipótesis a gran escala postulada para explicar lo que no puede ser explicado de otra forma., esto es, naturalmente. {49}Tercero, está el énfasis apologético: la mejor, o una de las mejores razones para creer que hay una persona como Dios es el hecho de que hay fenómenos que la ciencia no puede explicar (hasta ahora) naturalmente.

Ahora, McMullin, Stek, Van Till y Allen, todos objetan enérgicamente la teología del Dios de las brechas: y lo hacen correctamente. Esta línea de pensamiento es a lo sumo una clase de semi deísmo anémico y moderado que inserta la actividad de Dios en las brechas del conocimiento científico; aún más, está asociado con una apologética débil y pálida según la cual tal vez la principal fuente de motivación para la creencia en Dios es que hay algunas cosas que la ciencia no puede explicar en el presente. ¡Muy distante verdaderamente de lo que enseñan las Escrituras! La teología del Dios de las brechas está a años luz del teísmo cristiano serio. Esto es evidente (por lo menos) en los siguientes puntos. Primero y lo más importante, de acuerdo con el teísmo serio, Dios está constantemente, inmediatamente, íntimamente y directamente activo en Su creación: Él constantemente lo sustenta en existencia y lo gobierna providencialmente. Él está inmediata y directamente activo en todo, desde el Big Bang hasta la caída de un gorrión. Literalmente nada ocurre sin su mano sustentadora. {50}Segundo, las leyes naturales no son de manera alguna independientes de Dios, y son tal vez mejor pensadas como regularidades en las formas en las que Él trata la materia que Él mismo ha hecho, o tal vez como hechos en contra de la libertad divina. (en consecuencia no hay nada en lo más mínimo desfavorable en el pensamiento de que en algunas ocasiones Dios podría hacer algo en una manera diferente a Su forma usual – por ejemplo, levantar a alguien de la muerte o cambiar el agua en vino.) Verdaderamente, la entera terminología intervencionista – hablando de Dios interviniendo en la naturaleza, o entrometiéndose en ella, o interfiriendo con ella, o violando la ley natural – todo esto va con la teología del Dios de las brechas, no con el teísmo serio. De acuerdo con lo último, Dios ya está y siempre ha estado actuando íntimamente en la naturaleza, la cual depende de momento a momento para su existencia de la actividad divina; no hay y no podría haber tal cosa como Su ‘intervención’ en la naturaleza.

Hay, ampliamente hablando, diferencias metafísicas entre el teísmo cristiano y el pensamiento del Dios de las brechas; pero hay igualmente diferencias epistemólogicas significativas. Primero, el pensamiento de que tal Dios no es, de acuerdo al teísmo cristiano, una hipótesis postulada para explicar una cosa u otra, {51}ni es la razón principal para creer que hay tal Dios el hecho de que haya fenómenos que evaden los mejores esfuerzos de la ciencia actual. {52}En cambio, nuestro conocimiento de Dios viene por medio de revelación general, la cual involucra algo como el conocimiento general del Dios de Aquino o el sensus divinitatis de Calvino, y también (y más importante) por medio de la revelación especial de Dios, en las Escrituras y a través de la iglesia, de Su plan para tratar con nuestra caída en pecado.

La teología del Dios de las brechas, por lo tanto, es tan mala como el pensamiento de McMullin, Van Till, Stek y Allen. (Verdaderamente, podría ser peor que el pensamiento de Van Till y Stek, ya que algunas de las cosas que ellos piensan – en particular su censura de la actividad directa de Dios en la naturaleza – me parece que demuestran una lista decidida en la dirección de tal teología.) Los cristianos serios deberían verdaderamente rechazar resueltamente esta forma de pensamiento. La comunidad cristiana sabe que Dios está activo constantemente en Su creación, que las leyes naturales, si hay alguna, no son independientes de Dios, y que la existencia de Dios ciertamente no es una hipótesis diseñada para explicar lo que la ciencia no puede. Más aún, la comunidad cristiana empieza las empresas científicas creyendo ya en Dios; no entra (o de cualquier forma no necesita entrar) en ello por razones apologéticas, con respecto a sí misma o con respecto a los no cristianos. Pero, por supuesto, de estas cosas no se sigue ni por un instante que la comunidad científica cristiana deba corroborar el naturalismo metodológico. La comunidad cristiana enfrenta esta pregunta: ¿Cómo entenderíamos mejor esta creación que Dios ha hecho en la cual Él nos ha colocado? ¿Cuál es el mejor camino para proceder? ¿Qué información podemos o debemos usar? Bien, ¿no es claro inicialmente, de cualquier modo, que debemos emplear cualquier cosa que sea útil e iluminadora, incluyendo lo que sabemos sobre Dios y Su relación con el mundo, e incluyendo lo que sabemos por medio de la revelación especial? ¿No podemos concluir sensiblemente, por ejemplo, que Dios creó la vida, o la vida humana, o cualquier otra cosa especialmente? (No digo que debemos concluir eso: sólo digo que podemos, y debemos, si eso es lo que la evidencia sugiere más fuertemente.) ¿No debemos usar nuestro conocimiento del pecado y la creación en la sicología, sociología, y las ciencias humanas en general? ¿No debemos evaluar varias teorías científicas por un trasfondo de creencias que incluya lo que sabemos sobre Dios y lo que sabemos específicamente como cristianos? ¿No debemos decidir lo que necesita explicación en contra de ese mismo trasfondo de creencias?

Bueno, ¿por qué no? Eso ciertamente parece ser inicialmente lo racional de hacer (uno debería hacer uso de todo lo que sabe para tratar de llegar a un entendimiento de algunos fenómenos); y es difícil ver algo como una razón fuerte contra eso. Ciertamente nosotros no caemos en ninguna de las infelices formas de pensamiento característico de la teología del Dios de las brechas sólo haciendo una de estas cosas. Al hacer estas cosas, no por ello nos comprometemos, por ejemplo, a la idea de que Dios no hace casi nada directamente en la naturaleza, o que el universo es algo como una vasta máquina en cuyas funciones Dios sólo puede intervenir con cierta dificultad; ni estamos comprometidos por ello a la idea de que una de nuestras principales razones para creer en Dios es sólo que hay cosas que la ciencia no puede explicar, o que la idea de Dios es realmente algo como una hipótesis a gran escala postulada para explicar esas cosas. De ninguna manera. Verdaderamente, todo el asunto del Dios de las brechas no es algo más que un elemento distractivo en el presente contexto. {53}

Parte tres: Dos argumentos más fuertes para el Naturalismo Metodológico.

Estos argumentos, por lo tanto, no son muy convincentes; pero hay dos muy diferentes, y yo creo, más fuertes, o líneas de razonamiento para abrazar el naturalismo metodológico en la práctica de la ciencia. La primera de éstas realmente merece un artículo completo para sí misma; aquí, desafortunadamente, yo tendré que darle un vistazo relativamente corto.

A. Ciencia Duhemiana 

Podemos aproximarnos a este argumento pensando sobre algunos pasajes chocantes en ‘El Propósito y Estructura de la Teoría Física’ de Pierre Duhem. {54}Duhem fue tanto un católico serio como un científico serio; fue acusado (como él pensaba) por Abel Rey {55} de permitir que sus puntos de vista religiosos y metafísicos como cristiano entraran a su física de una forma impropia. Duhem repudiaba esta sugerencia, reclamando que su cristianismo no entraba a su física de una manera impropia, porque no entraba a su física en ninguna manera. {56}Aún más, él pensaba que lo correcto o adecuado para perseguir la teoría física, era la forma en la que él lo había hecho; la teoría física debe ser completamente independiente de la religión o los puntos de vista o compromisos metafísicos. ¿Por qué pensaba él eso?

Por dos razones. Primero, él pensaba que la religión tenía poca relevancia para la teoría física: «¿No es un hecho manifiesto para nosotros, como para cualquier que tenga sentido común, que el objetivo de la naturaleza de la teoría física son cosas ajenas a las doctrinas religiosas y sin ningún contacto con ellas?» (p. 278).

Pero hay algo más, Y algo tal vez más profundo. Aunque Duhem podría haber pensado que las doctrinas religiosas tenían poco que ver con la teoría física, no pensaba de ninguna manera lo mismo sobre las doctrinas metafísicas. De hecho él creía que las doctrinas metafísicas con frecuencia habían entrado profundamente en la teoría física. Muchos físicos teóricos, como él lo veía, lo tomaban como si la meta principal de la física fuera explicar los fenómenos observables. La explicación es una noción evasiva y un fenómeno complejo; pero aquí de cualquier manera, la variedad relevante de explicaciones involucra el hacer un recuento de los fenómenos, las apariencias, en términos de la naturaleza o constitución de las realidad material que las sostienen. Va más allá (pág. 10 – 18) al dar una ilustración impactante, haciendo un recuento de cómo los atomistas, aristotelianos, newtonianos y cartesianos diferían en las explicaciones o recuentos que daban de los fenómenos de magnetismo: los atomistas dan la explicación indispensable, naturalmente suficiente, en términos de átomos; los cartesianos en términos de puras extensiones; y los aristotelianos en términos de materia y forma. Las diferencias entre estas explicaciones, dice él, son metafísicas; ellas tienen que ver con la naturaleza última o constitución de la materia. Pero por supuesto si el propósito es explicar el fenómeno en términos de la naturaleza última o de la constitución de la materia, entonces es crucialmente importante entender la última correctamente, para conseguir la respuesta correcta a la pregunta metafísica «¿Cuál es la naturaleza o constitución de la materia?» En esta forma, dice él, la teoría física está subordinada a la metafísica: «Por lo tanto, si el propósito de las teorías físicas es explicar las leyes experimentales, la teoría física no es una ciencia autónoma; está subordinada a la metafísica» (p. 10 (énfasis de Duham)).

Bien, ¿Qué pasa con esto? El problema, dice Duhem, es que si usted piensa sobre la física en esta forma, entonces usted estima que el valor de una teoría física dependerá de la metafísica que usted adopte. La teoría física será dependiente de la metafísica de tal forma que alguien que no acepte la metafísica involucrada en una teoría física dada no puede aceptar la teoría física tampoco. Y el problema con esto es que los desacuerdos que producen problemas en la metafísica ingresarán a la física, de modo que la última no puede ser una actividad que podemos todos trabajar juntos, sin importar nuestros puntos de vista metafísicos:

Ahora hacer que las teorías físicas dependan de la metafísica no es el camino seguramente para dejar que ellos disfruten el privilegio del consentimiento universal . . . Si la física teórica está subordinada a la metafísica, las divisiones que separan los diversos sistemas metafísicos se extenderán a los dominios de la física. Una teoría física con reputación de ser satisfactoria, dada por los sectarios de una escuela metafísica, será rechazada por los partidarios de otra escuela.

Duhem continúa citando a Christian Huygens, quien, como un ‘atomista’ rechazó la idea de Newton de acción a distancia: «En lo que concierne a la causa de las mareas dada por el Sr. Newton, estoy muy lejos de quedar satisfecho, tampoco me siento contento sobre ninguna de sus otras teorías establecidas sobre su principio de atracción, el cual a mi me parece absurdo.» {57}Él también cita los comentarios de Descartes sobre un trabajo de Roberval {58} quien adelantó una teoría de gravitación universal mucho antes que Newton.

Nada es más absurdo que la suposición añadida a la previa: el autor asume que una cierta propiedad es inherente a cada una de las partes de la materia del mundo y que, por la fuerza de esta propiedad, las partes son llevadas una hacia otra y se atraen una a otra. Él también asume que una propiedad similar es inherente a cada parte de la tierra considerada en relación con las otras partes de la tierra, y que esta propiedad no trastorna en manera alguna la precedente. Para entender esto, no sólo debemos asumir que cada partícula de materia es animada, e incluso animada por un gran número de diversas almas que no se trastornan unas a otras, pero también que esas almas de partículas materiales están dotadas con conocimiento de una fuente verdaderamente divina, de modo que ellas pueden saber, sin haber algún medio, lo que ocurre a muy grandes distancias y que actúen de acuerdo. {59}

El punto que Duhem hace es que si un teórico físico emplea las suposiciones metafísicas y nociones que no son aceptadas por otros trabajadores en esos campos, y las emplea en forma tal que aquellos que no las aceptan no pueden aceptar su teoría física, entonces hasta ese punto su trabajo no puede ser aceptado por esos otros; y hasta ese punto la cooperación, importante para la ciencia, estará comprometida. Él, por lo tanto propone una concepción de la ciencia (de la física en particular) según la cual la última es independiente de la metafísica:

. . . Le he negado a las doctrinas metafísicas el derecho de testificar en pro o en contra de cualquier teoría física . . . Cualquier cosa que haya dicho del método por el que la física procede, o la naturaleza y ámbito que le debemos atribuir a las teorías que construye, no perjudica en manera alguna las doctrinas metafísicas o las creencias religiosas de alguien que acepta mis palabras. El creyente y el no creyente pueden ambos trabajar de común acuerdo para el progreso de la ciencia física tal como yo he tratado de definirla. (p. 274-74).

Así que aquí tenemos otro argumento para el naturalismo metodológico, y uno simple, de puro de sentido común: es importante que todos nosotros, los cristianos, los naturalistas, los creativos anti realistas, lo que sea – podamos trabajar en la física y las otras ciencias juntos y cooperativamente; por lo tanto no debemos emplear, en ciencia, puntos de vista, compromisos y suposiciones que sólo algunos de nosotros aceptamos – es decir, no debemos emplearlos en una forma que haga la parte de la ciencia en cuestión inaceptable o menos aceptable para alguien que no comparta el compromiso o la suposición en cuestión. {60}Pero entonces no podemos emplear (en esa forma) tales ideas como la de que el mundo y las cosas en él hayan sido creadas por Dios. La ciencia apropiada, hasta donde debe ser común a todos nosotros, tendrá que evitar cualquier dependencia de los puntos de vista metafísico y religioso mantenidos por sólo algunos de nosotros; por lo tanto debemos respaldar el naturalismo metodológico. Nosotros por supuesto no tenemos que ser naturalistas metafísicos para perseguir la ciencia Duhemiana; pero si la ciencia va a ser propiamente universal, no puede emplear suposiciones o compromisos que no son universalmente compartidos.

Este es un argumento atractivo para el naturalismo metodológico. Es pragmático, no de principios, es algo bueno hacer ciencia juntos; debemos entonces maximizar la posibilidad de cooperación y de investigación cooperativa cuando sea posible; por lo tanto no debemos proponer, en ciencia, teorías que involucren esencialmente creencias que no son comunes a todos nosotros. «Cuando miramos la teoría física como una explicación hipotética de la realidad material, la hacemos dependiente de la metafísica. De esa manera, lejos de darle una forma a la cual el mayor número de mentes pueden dar su consentimiento, limitamos su aceptación a aquellos que reconocen la filosofía en la que insiste. » Así que debemos adoptar una concepción de la ciencia de tipo positivista (en el viejo sentido), metafísicamente evasiva. La ciencia, propiamente hecha, no hará suposiciones ni metafísicas ni religiosas, ni tienen consecuencias metafísicas ni religiosas.

Esta simplicidad, para estar seguros, es un poco engañosa. Lo que es realmente importante para la comunidad no es la ausencia, desde la ciencia, de hipótesis referentes a Dios, o de metafísica como tal, u otras ideas filosóficas, sino más bien la ausencia de puntos de vista o suposiciones que nos dividan. Si hay ciertos puntos de vista metafísicos que todos compartimos, entonces no habrá razones desde este punto de vista para prohibir esos puntos de vista metafísicos de la ciencia. (Así la razón de Duhem para pensar que la ciencia debe abstenerse de la metafísica es muy diferente de la de Bas van Fraassen, cuyos puntos de vista tienen cierto parecido a los suyos.) Hasta el punto que la sugerencia de Duhem va, la ciencia puede emplear cualquier proposición aceptada universalmente o suposición cualquiera que sea, incluso si de hecho es una parte de la metafísica o de la teología {61} Tal vez es metafísica, en algunos recuentos por lo menos, suponer que realmente ha habido un pasado, o realmente son objetos materiales que existen independientemente del pensamiento humano. Si esas son suposiciones que todos nosotros o casi todos nosotros hacemos, entonces desde esta perspectiva, ellas pueden ser incluidas en la ciencia. ¿Qué clase de proposiciones son ellas, que casi todos las partes de las empresas científicas las aceptan? Aquí vemos una unión entre Duhem y van Fraassen – y también, por supuesto, una conexión con la idea de que la ciencia es ciencia empírica; la ciencia está en una forma especial relacionada con las deliberaciones de la experiencia, en particular las deliberaciones del sentido. Y las deliberaciones del sentido no son, en su mayoría, posiciones de desacuerdo entre nosotros. En esta vecindad hay mucho que decir y no hay espacio para decirlo: Debería decir sólo lo siguiente. Tal vez la observación está, como muchos nos han dicho, en alguna forma ‘agobiada de teoría’; pero no se sigue que sea agobiada de teoría en tal forma que destruya la comunidad. Excepto circunstancias excepcionales, todos estarán de acuerdo, presumiblemente, con que el indicador está entre 5 y 6 (más bien que, digamos, 1 y 2). Aún más, la teoría con la que la observación está agobiada no necesita en cada caso ser tal que nos divida. Y aún más, incluso donde nos divide (donde, por ejemplo, los realistas afirman ver el rastros del electrón en la cámara de nubes y el empírico no ve tal cosa) la atención a la forma en la que un término como ‘ver’ llega a estar extendido analógicamente puede con frecuencia aminorar los supuestos desacuerdos sobre lo que se ve.

Así que las proposiciones cuya verdad puede ser determinada por observación estarán entre las que son admisibles para la ciencia desde esta perspectiva. Por supuesto, la ciencia emplea más: ella también emplea las deliberaciones de la razón, la lógica y las matemáticas – donde, una vez más, hay un pequeño desacuerdo. Todavía otras proposiciones son ampliamente aceptadas y empleadas en la ciencia, sin embargo ellas no son determinables por observación y van más allá de la lógica y de las matemáticas. Suponemos razonable asumir que las regularidades que obtienen en nuestro vecindario cósmico también las obtienen en regiones del universo espacio temporal más remotas de nosotros; suponemos que el futuro se parecerá al pasado en una forma que es extremadamente difícil de decir pero sin embargo real. (No nos sentimos obligados a repetir el experimento mañana, sobre la base de que las cosas podrían cambiar en el transcurso de la noche.) También asumimos que varias políticas inductivas aparentemente funcionan, que las explicaciones simples (otra vez, en un sentido que es extraordinariamente difícil de explicar) deben ser preferidas a las complejas y así sucesivamente.

De acuerdo con este atractivo ideal duhemiano, entonces, la ciencia debe ser una empresa común y debe emplear (en el sentido mencionado arriba) sólo proposiciones que son comunes a todos o casi todos aquellos que son parte de ella. La ciencia duhemiana, ustedes podrían decir, sería ciencia pública; sería máximamente inclusiva y totalmente neutral con respecto a las diferencias en los puntos de vista del mundo que nos separan. Y por supuesto hay vastos ámbitos enteros de nuestra economía cognitiva en donde estas consideraciones de punto de vista global verdaderamente sí parecen ser totalmente irrelevantes. Cualquiera que tenga un sentido de vista decente verá que el puntero marca el 7; las diferencias metafísicas o teológicas no pueden hacer nada al respecto. Lo mismo ocurrirá, presumiblemente, con la medida de la distancia entre la Tierra y Júpiter. Cualquiera vería que una contradicción no puede ser verdad; de nuevo, no importa si usted es teísta, o anti realista o naturalista, o lo que sea. Lo mismo será para una deducción del teorema de Cantor para los axiomas de teoría ordinaria. (Por supuesto el desacuerdo podría presentarse sobre esos axiomas.)

La ciencia duhemiana, obviamente suficiente, involucraría al naturalismo metodológico: ninguna hipótesis que involucre a Dios o al pecado, o lo que conocemos por revelación especial entrará esencialmente en la constitución de tal ciencia. Pero es crucialmente importante ver que el naturalismo metodológico será sólo una pequeña parte de una restricción mucho más inclusiva: no sólo la ciencia, así concebida, no empleará hipótesis sobre Dios, tampoco empleará ninguna hipótesis cuya apelación al intelecto involucre o presuponga el naturalismo metafísico. Tampoco empleará suposiciones como esas, por ejemplo, que parecen subrayar mucho de la ciencia cognitiva. Por ejemplo, no puede asumir apropiadamente que la dualidad mente-cuerpo es falsa, o que los seres humanos son objetos materiales; esas son suposiciones metafísicas que nos dividen. Tampoco podría emplear las suposiciones deterministas que parecen subrayar mucho de la ciencia social; esas creencias nos dividen también relevantemente. Aún más, muchas suposiciones sobre el funcionamiento adecuado de los seres humanos y sus facultades tendrían que ser prohibidos: por ejemplo, las suposiciones simonianas sobre lo que es y no es racional, y las afirmaciones piagettianas sobre lo que alguien de 12 años que funciona apropiadamente creerá o no creerá, y la suposición ampliamente corriente en el estudio científico de la religión que la creencia religiosa debe ser una manifestación de la patología o de la ignorancia invencible. La ciencia duhemiana prohibiría también la idea de que la Teoría del Ancestro Común es cierta, así como la idea, ampliamente expresada por los escritores sobre la evolución, de que la aleatoriedad o la casualidad involucrada en la variación genética es tal que excluye a los seres humanos de haber sido diseñados por Dios o alguien más. También excluiría el Principio de Indiferencia de McMullin, y tal vez mucho más – tal vez algunos principios de la sicología, sociología, economía y así sucesivamente. En vez de hablar de ‘naturalismo metodológico’, por lo tanto, tal vez deberíamos hablar de ‘neutralismo metodológico’, o tal vez, ‘neutralismo metafísico’.

La ciencia duhemiana, por lo tanto, es máximamente inclusiva; podemos hacerla todos juntos y estar de acuerdo en los resultados. Pero ¿qué ocurre con aquellos que, como Simon, por ejemplo, piensan que también es importante hacer un tipo de ciencia humana que empiece no con el naturalismo metodológico, sino con el naturalismo metafísico? Y ¿qué ocurre con aquellos que, como los atomistas, Cartesianos y Aristotélicos, piensan que es importante aspirar a cierta ciencia en la que la meta es una explicación exitosa en términos de realidades fundamentales inadvertibles? Y ¿qué acerca de los cristianos y los teístas, que proponen investigar la realidad humana empleando todo lo que saben, incluyendo lo que saben como cristianos o teístas? Hasta donde las afirmaciones de Duhem van, no hay nada impropio sobre ninguna de estas cosas. ¿Debemos llamar a esta clase de actividad ciencia; merece ese término honorífico? No hay razón en Duhem para una respuesta negativa. Es importante, para estar seguros, ver que la ciencia de esta clase no es ciencia duhemiana y no tiene que clamar por el consentimiento universal que goza la última, pero por supuesto eso no es nada en contra de ella. De acuerdo con el cuadro más amplio duhemiano, entonces, deberíamos trabajar todos juntos en la ciencia duhemiana; pero cada uno de los grupos involucrados – naturalistas y teístas, por ejemplo, pero tal vez otros también – podrían entonces continuar incorporando la ciencia duhemiana dentro del contexto más amplio que incluye la metafísica o los principio religiosos específicos de ese grupo. Llamemos a esta ciencia más amplia ‘Ciencia agustiniana’. Por supuesto la motivación para hacer esto variará enormemente de un área a otra. La física, la química son abrumadoramente duhemianas {62} (por supuesto lo mismo podría no ser verdad de la filosofía o la física); aquí tal vez la ciencia agustiniana sería para la mayoría ociosa. Lo mismo para la ciencias biológicas: seguramente mucho de lo que ocurre allí podría ser visto como ciencia duhemiana. Por otro lado, también hay elementos no duhemianos en el vecindario, tales como aquellas declaraciones de certeza y las afirmaciones de que la biología evolutiva muestra que los humanos y otras formas de vida deben ser vistas como el resultado de la casualidad (y por consiguiente no pueden ser vistas como diseñadas). En las ciencias humanas, sin embargo, las vastas extensiones son claramente duhemianas; es en estas áreas que la ciencia agustiniana sería más relevante e importante.

Así que regresemos a nuestra pregunta central: ¿debe la comunidad científica cristiana observar las restricciones del naturalismo metodológico? En todo lo concerniente a este argumento, la respuesta parece ser: sí, por supuesto, en esas áreas donde la ciencia duhemiana es posible y valiosa. Pero nada aquí sugiere que la comunidad científica cristiana no deba también meterse en ciencia no duhemiana agustiniana cuando sea relevante. No hay nada aquí que sugiera que si no es duhemiana no es ciencia.

B. ¿Obstaculizadores de la ciencia? 

Hay todavía otra razón para el naturalismo metodológico; ésta también es simplemente de sentido común. Dios ha creado este asombroso y tremendo (ambos tomados en sus sentidos etimológicos) mundo nuestro. Una de las cosas que queremos hacer como Sus criaturas es entender el mundo que Él ha hecho, ver (hasta donde podamos) cómo está hecho, cuál es su estructura , cómo funciona. Ésta no es, por supuesto, la única cosa que los hijos de Dios debemos hacer con el mundo, debemos apreciarlo, cuidarlo, amarlo darle gracias al Señor por él, y ver Su mano en él. Pero entenderlo es valioso, y también entenderlo en un sentido teórico. Una manera de entender algo es ver cómo está hecho, cómo fue armado, y cómo funciona. Eso es lo que sucede en la ciencia natural. El objetivo de esta ciencia es la naturaleza; para los cristianos, su meta (una de sus metas) es ver cuál es la estructura de este mundo y cómo funciona, ésta es una manera de apreciar la creación de Dios, y parte de lo que es ejercitar la imagen de Dios en la cual hemos sido creados.

Pero avanzaremos poco en este frente si, en respuesta a la pregunta, ¿por qué tal y tal cosas funcionan de la manera en que lo hacen? o ¿cuál es la explicación de tal y tal cosas? Normalmente y con frecuencia respondemos «porque Dios lo hizo de ese modo» o «porque le agradó a Dios que fuera así». Esto será verdad muy frecuentemente, {63}pero no es la clase de respuesta que queremos a estas alturas. Se sabe sin tener que decirlo, que Dios, de una manera u otra causó que el universo mostrara las características que muestra; pero lo que queremos saber en ciencia son las respuestas a preguntas como «¿De qué está hecho? ¿Cuál es su estructura? ¿Cómo funciona? ¿Cómo está conectado con otras partes de la creación de Dios? Las afirmaciones de que Dios ha hecho esto o aquello (creó la vida, o creó la vida humana) directamente son, en un sentido, obstáculos para la ciencia. Si estas afirmaciones son ciertas, entonces presumiblemente no podemos seguir aprendiendo algo más sobre cómo fue hecho o cómo funciona el fenómeno en cuestión; si Dios lo hizo directamente, no habrá nada más que encontrar. ¿Cómo ocurre el hecho de que exista algo como la luz? Bien, Dios dijo, «que haya luz» y hubo luz. Esto por supuesto es verdad, y de enorme importancia, pero tomado como ciencia no es muy útil; no nos ayuda a saber algo más sobre la luz, cuál es su carácter físico, cómo está relacionada con otras cosas, y cosas similares. Atribuirle algo a la acción directa de Dios tiende a obstruir la investigación futura.

Por supuesto esta es la razón para sólo parte del naturalismo metodológico. Hay varias diferentes formas en las que el cristianismo podría entrar dentro de la textura de la ciencia: (1) postular y emplear hipótesis de acuerdo a las cuales Dios hace cosas directamente, por supuesto, pero también (2) postulando y empleando hipótesis de acuerdo a las cuales Dios hace cosas indirectamente, más aún, (3) evaluar teorías con respecto a la información de trasfondo que incluye el teísmo cristiano; y todavía más (4) empleando tales proposiciones como que los seres humanos han sido creados a la imagen de Dios, sea directamente o como trasfondo, y (5) haciendo lo mismo para tales doctrinas como el pecado original, que no involucra ninguna mención directa de Dios, y (6) decidiendo qué necesita explicación refiriéndose a ese mismo trasfondo. Las consideraciones citadas en el último párrafo son la mejor razón para un proscripción de (1).

Pero estas no son ni siquiera muchas razones para él. La afirmación de que Dios ha creado directamente (por ejemplo) puede ser un obstáculo para la ciencia; no se concluye de esto que Dios no haya creado directamente la vida. Obviamente no tenemos garantía de que Dios haya hecho todo empleando causas secundarias, o en una forma tal que anime investigación científica futura, o para nuestra conveniencia como científicos, o para beneficio del NSF [«National Science Foundation»; Fundación Nacional de las Ciencia, en EE.UU.]. Claramente no podemos insistir sensiblemente de antemano en que cualquier cosa con la que seamos confrontados debe ser explicada en términos de ser algo que Dios hizo; Él debe haber hecho algunas cosas directamente. Valdría mucho más la pena saber (si es posible) cuáles cosas hizo Él directamente; saber esto sería una parte importante de un conocimiento serio y profundo del universo. El hecho de que tales afirmaciones sean obstaculizadores de la ciencia significa que, como regla general, no serán útiles; no significa que nunca sean verdad, y no significa que ellas no puedan nunca ser parte de una teoría científica apropiada. (Y por supuesto ni siquiera se relacionan con las otras formas en las que el cristianismo o el teísmo cristiano puede ser relevante para la ciencia.) Es un paso gigantesco y sin garantías el que va desde reconocer las afirmaciones de que la actividad divina directa es obstaculizadora de la ciencia hasta la insistencia en que la ciencia debe pretender que el universo creado simplemente está ahí, rehusándose a reconocer que en realidad ha sido creado.

Así que hay muy poco que decir a favor del naturalismo metodológico. En el mejor de los casos, esto sólo nos dice que la ciencia duhemiana debe ser neutral metafísicamente y que las afirmaciones de acción divina directa, ordinariamente no harán buena ciencia. E incluso en estos dos casos, no es una prohibición basada en principios, sino un consejo general, que en algunas circunstancias es muy claramente inaplicable. No hay razón para prohibir preguntas como: ¿Creó Dios la vida en forma especial?; no hay razón por la cual tal pregunta no pueda ser investigada empíricamente; {64}y no hay razón para prohibir una respuesta afirmativa anticipada.

El pensamiento cristiano (particularmente desde la alta edad media) como opuesto al griego (y en particular el pensamiento aristotélico{65}) contiene una fuerte tendencia para ver el mundo como completamente dependiente. El mundo no tenía que haber existido; quiero decir, Dios no tenía que haberlo creado. El mundo no necesitaba haber tenido la estructura que tiene; es decir, Dios lo podría haber creado diferente. Este sentido de dependencia de la naturaleza ha sido una fuente importante de el énfasis sobre el carácter empírico de la ciencia moderna. Como cierto tipo de norma práctica, podemos decir que es por la razón, por un pensamiento a priori, que nosotros aprendemos sobre las cosas que no podrían ser de otra manera; es por los sentidos, por medio de una investigación a posteriori que aprendemos sobre lo que es dependiente. {66}Pero el mundo como Dios lo creó, está lleno de dependencias. Por lo tanto no nos sentamos simplemente a pensar en ello, tratando de inferir por principios primordiales cuántos dientes hay en la boca de un caballo; en lugar de ello lo observamos. Lo mismo debería ocurrir para la pregunta de cómo actúa Dios en el mundo: aquí deberíamos confiar menos en la teología a priori y más en la búsqueda empírica. No tenemos buenas bases para insistir en que Dios debe hacer cosas de una manera específica; hasta donde podemos ver, Él es libre de hacer las cosas en muchas formas diferentes. Así que tal vez Él sí creó la vida humana en forma especial: o tal vez Él ha hecho otras cosas especialmente. No podemos apropiadamente excluir esto de manera anticipada, apelando a teología especulativa, deberíamos observar.

Mi punto principal, por lo tanto, puede ser resumido como sigue. De acuerdo con Agustín, Kuyper, y muchos otros, la historia humana está dominada por una batalla, una competencia entre la Civitas Dei (la Ciudad de Dios) y la Ciudad del Hombre. Es parte de la tarea de la comunidad académica cristiana discernir los límites y lineamientos de esta competencia, ver qué papel juegan en la vida intelectual generalmente, y perseguir las varias áreas de la vida intelectual como ciudadanos de la Civitas Dei. Esto, naturalmente, sugiere perseguir la ciencia usando todo lo que sabemos: lo que sabemos de Dios así como lo que sabemos sobre Su creación, y lo que sabemos por fe así como lo que sabemos por otros medios. Esa sugerencia natural está prohibida por el principio del Naturalismo Metodológico. El naturalismo metodológico, sin embargo, a pesar de que es ampliamente aceptado y verdaderamente exaltado, tiene muy poco que decir; cuando se examina fríamente a la luz del día, los argumentos a favor de él parecen verdaderamente débiles. Por lo tanto deberíamos rechazarlo, reducir su generalidad total. Tal vez debemos unirnos a otros en la ciencia duhemiana; pero nosotros debemos también perseguir nuestra propia ciencia agustiniana.

Como conclusión, llamo la atención a algo que John Stek ha dicho:

La teología debe tener en cuenta que toda la humanidad llega a tener conocimiento sobre el mundo, e igualmente la ciencia debe tener en cuenta todo lo que llegamos a saber sobre Dios. De hecho, no podemos, sin negar nuestro ser y vocación como mayordomos, perseguir la teología sin traer a ese estudio todo lo que sabemos sobre el mundo, tampoco podemos, sin negar nuestro ser y vocación como mayordomos, perseguir la ciencia sin traer a ese estudio todo lo que sabemos sobre Dios. {67}

Sólo eso.

Notas 

{37}He argumentado en todas partes que una condición de racionalidad dada por el fundamentalismo clásico moderna es de hecho auto referencialmente incoherente. Ver. William Hasker, «Evolution and Alvin Plantinga» Perspectives on Science and Christian Faith, Vol. 44, no. 3, Sept., 1992, págs. 158-159

{38}Darwinism Defended (Darwinismo Defendido) (Reading, Mass: Addison-Wesley, 1982); pág. 322 (itálicas mías).

{39}Ver por ejemplo, «The Demise of the Demarcation Problem» (El Traspaso de la Demarcación del Problema) de Larry Lauden en But is it Science? (¿Pero es Ciencia?), ed. Michael Ruse (Buffalo, New York: Prometheus Books, 1988).

{40}Ver Laws and Symmetry (Leyes y Simetría) (Oxford: Oxford University Press, 1989), capítulos. 2-5.

{41}Ver David Armstrong, What is a Law of Nature? (¿Qué es una Ley de la Naturaleza ?) (Cambridge: Cambridge University Press, 1983), pág. 39 y siguientes.

{42}Esto es, proposiciones que establecen cómo trata Dios (libremente) las cosas que ha hecho, y cómo serían relevantemente diferentes según la forma como las hubiera tratado. «Casi universalmente cuantificada»: si pensamos sobre ellas en esta forma, podemos creer que los milagros como yendo en contra de la ley sin pensar sobre ellas (inconsistentemente) como excepciones a una proposición universal y necesaria.

{43}Podría valer la pena notar que muchas hipótesis que mencionan a Dios, son eminentemente probables: por ejemplo, la hipótesis de que Dios ha creado conejos que pesan una tonelada y media y que viven en Cleveland

{44}Marc Davis «Cosmology: the Modern Creation Myth,» (Cosmología: El Moderno Mito de la Creación) Bulletin of The American Academy of Arts and Sciences (Boletín de la Academia de Artes y Ciencias) (Mayo 1992) pág. 62.

{45}«When Faith and Reason Cooperate» (Cuando la Fe y La Razón Cooperan) , Christian Scholar’s Review (Sept. l991) pág. 42.

{46}Ver, por ejemplo, William P. Alston, «Divine and Human Action» (Acción Divina y Humana) en Thomas Morris, Divine and Human Action: Essays in the Metaphysics of Theism (Acción Divina y Humana: Ensayos sobre la Metafísica en el Teísmo) (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1988).

{47}Christian Belief in a Postmodern World (Creencia Cristiana en un Mundo Posmoderno) (Louisville: Westminster/John Knox Press, 1989), pág. 45.

{48}«What says the Scriptures?» (¿Qué dice la Escritura ?) en Howard J. Van Till, Robert E. Snow, John H. Stek, y Davis A. Young, Portraits of Creation: Biblical and Scientific Perspectives on the World’s Formation (Retratos de la Creación: Perspectivas Bíblicas y Científicas sobre la Formación del Mundo) (Grand Rapids: Eerdman’s Publishing Co., 1990) pág. 261.

{49}No es mi intención sugerir que alguien que adopte o abogue por la teología del Dios de las brechas, crea en Dios sólo como una hipótesis: esa es otra pregunta diferente.

{50}Además, la mayoría de los pensadores cristianos medievales han insistido también en una actividad divina de Dios separada; cualquier transferencia causal en el mundo requiere de su acuerdo. Surgen algunos problemas aquí; para algunos oídos suena como si esta doctrina estuviera motivada menos por la evidencia relevante que por un deseo de hacer cumplidos metafísicos a Dios.

{51}Ver mi «Is Theism Really a Miracle?,» (¿Es el Teísmo Realmente un Milagro ?) Faith and Philosophy (Fe y Filosofía), vol. 3, #2 (1986), pág. 132 y siguientes.

{52}Un problema más con esta forma de pensamiento: como la ciencia explica más y más, el ámbito para la actividad de Dios es menor y menor; está en peligro de ser excluido del mundo enteramente, haciendo así más y más tenues las razones de uno. (en esta forma de pensar) para pensar que hay una persona como Dios. (Por supuesto debe haber también conocimiento sobre la otra forma en que la cosas algunas veces funcionan en direcciones opuestas; por ejemplo, es mucho más difícil ahora que lo que era en los días de Darwin, ver cómo podría ser que la vida hubiera surgido sólo por medio de las regularidades reconocidas en física y química).

{53}Aún más, me parece que Newton ha sufrido un doloroso golpe. Él sugirió que Dios hizo ajustes periódicos en las órbitas de los planetas: suficientemente cierto. Pero él no propuso que esto como una razón para creer en Dios ; es más bien que (por supuesto) él ya creía en Dios, y no podía pensar en ninguna otra explicación para los movimientos de los planetas. Resultó que él estaba errado; él podría haber estado en lo correcto, sin embargo, y en cualquier caso no estaba respaldando ninguna de las ideas características del pensamiento del Dios de las brechas.

{54}Trans. Philip P. Wiener, foreword by Prince Louis de Broglie (Princeton: Princeton University Press, 1954). The book was first published in 1906. (Traductor Philip P. Wiener, prólogo por Príncipe Louis de Broglie [Princeton: : Princeton University Press, 1954]. El libro fue publicado por primera vez en el 1906.

{55}La Philosophie scientifique de M. Duhem, Revue de Metaphysique et de Morale, XII (July, 1904), 699ff.

{56}Ver el Apéndice El propósito y la estructura de la Física Teórica, titulado «Fisica de un creyente» y que es una reimpresión de la contestación de Duhem a Rey; se publicó originalmente en los the Annales de Philosophie Chretienne, Vol. I (Oct. and Nov.) 1905, pp. 44ff. and 133ss.

{57}Huygens to G. W. Leibniz, Nov. 18, 1690, Oeuvres complétes de Huygens, Correspondence, 10 volumes (The Hague, 1638-1695) ix, 52. Quoted by Duhem. (Huygens a G. W. Leibniz, 18 de noviembre, 1690, Oeuvres compl&egrave;tes de Huygens, Correspondencia, 10 volúmenes (La Haya, 1638-1695) ix, 52. Citado por Duhem.)

{58}Aristarchi Samii, De mundi systemate, partibus et motibus ejusdem, liber singularis (Paris, 1643).

{59}Descartes to Mersenne, in Correspondence, ed. Tannery and Adam Letter (1893) clxxx p. 396. (Descartes a Mersenne, en Correspondence, ed. Tannery and Adam Letter (1893) clxxx p. 396.)

{60}Esto no evitaría, por supuesto, emplear tales ideas en teorías propuestas, no como ciertas, sino sólo como empíricamente adecuadas.

{61}No me está claro si el mismo Duhem propone que la física no debería involucrarse en tipo alguno de metafísica, o si él sólo piensa que no se debería involucrar en metafísica divisora. Él tiende a escribir cómo si lo primero estuviera en su mente; pero sus argumento sólo apoyan lo segundo.

{62}El Principio de Indiferencia no es de Durhem, pero no es difícil encontrar otros ejemplos. -Estoy asumiendo que interpretaciones de mecánica cuántica, en contraposición a la mecánica cuantica en sí, pertenece a la filosofía antes que a la física.

{63}Aunque no siempre: Si la pregunta es «Por qué hubo un evento que se llamó Segunda Guerra Mundial?» la contestación no será «Por que le complació a Dios el hacer las cosas de esa manera». Dios por supuesto permitió que ocurriera la Segunda Guerra; pero ésta no le agradaba.

{64}¿Por que un científico no podría pensar como sigue? Dios ha creado el mundo, y por supuesto ha creado todo en él directa o indirectamente. Después de mucho estudio, no podemos ver cómo él creara algún fenómeno P -la vida, por ejemplo- indirectamente; así que probablemente la creó directamente.

{65}Ver Analítica Posterior, Libro I, 1-2, 4, donde Aristóteles declara que scientia es un asunto de ver lo que necesriamente sigue de lo que uno entiende que es necesariamente cierto. -Por supuesto la misma práctica de Aristóteles no siempre se puede enmarcar fácilmente con esta sugerencia.

{66}Por supuesto esto es, como mucho, una caracterización tosca y general: obviamente podemos aprender de necesidades a posteriori -por ejemplo usando ordenadores para comprobar teoremas complicados- y quizás también de la contingencias a priori. La pregunta de la conexión entre el a pirori y lo necesario, por un lado, y lo contingente y lo a posteriori por el otro -el asunto de la relación entre la distinción a priori / a posteriori y la distinción necesario/contingente- es profunda y fascinante.

{67}Loc. Cit., p. 260-261.

 

Alvin Plantinga se graduó de la universidad Calvin College en 1954, enseñó filosofía en su universidad desde 1963 hasta 1982 y luego aceptó el nombramiento de Profesor John A. O’Brien en la universidad de Notre Dame. Ha dado más de 200 discursos como expositor invitado en conferencias y universidades de Norte América, Europa y Australia.

El doctor Plantinga recibió su grado M. A. en 1955 de la universidad de Michigan y su Ph. D. de la universidad de Yale en 1958.

LIBROS God and Other Minds (Dios y Otras Mentes) (1967) The Nature of Necessity (La Naturaleza de la Necesidad) (1974) God, Freedom and Evil (Dios, Libertad y Mal) (1974) Does God Have a Nature? (¿Tiene Dios una Naturaleza?) (1980) Warrant: the Current Debate (Certeza: el Debate Actual) (1992) Warrant and Proper Function (Certeza y Funcionamiento Adecuado (1992).

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Gracias a: Access Research Network (www.arn.org )

Mente Abierta 1999-2001

Traducido por: Juanita Posada

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Naturalismo Metodológico – Parte 1

Naturalismo Metodológico – Parte 1

En al acercamiento moderno a la ciencia existen prejuicios que se discuten poco frecuentemente y que vician los resultados de sus investigaciones innecesariamente.

El Dr. Alvin Platinga, una de las más reconocidas voces en la filosofía cristiana actual, nos ayuda a comprender en qué consiste este «Naturalismo Metodológico» y nos dirige en un interesante viaje que nos demuestra cómo éste afecta el estudio y las conclusiones de la Ciencia.

El Dr. Platinga tiene la habilidad de simplificar conceptos difíciles de comprender. Pero la simplificación en estos tópicos tiene sus límites. Por esto animamos al lector /a a no desanimarse si no comprende todos los conceptos de una primera lectura. Antes bien le animamos a continuar. Los tesoros a encontrar en las profundidades de la metodología científica nos ayudarán a entender una de las (importantes) razones por las que «la ciencia y la religión» parecen hallarse en bandos contrarios.

Resumen

La doctrina filosófica del naturalismo metodológico sostiene que, para que cualquier estudio del mundo sea calificado como «científico», éste no puede referirse a la actividad creadora de Dios (o a cualquier tipo de actividad divina). Se dice que los métodos de la ciencia «no nos permiten» desarrollar proposiciones teológicas —aún cuando esta última sea cierta— y la teología, por lo tanto, no puede influenciar la explicación científica o la justificación de la teoría. Por esto se dice que la ciencia es neutral en lo religioso, por ser la ciencia y la religión, por su propias naturalezas, distintas epistémicamente. Sin embargo, la práctica y contenido actual de la ciencia desafía este reclamo. En muchas áreas la ciencia es cualquier cosa menos religiosamente neutral; más aún, los argumentos usuales a favor del naturalismo metodológico sufre de varias y graves deficiencias.

Este es el primero de dos artículos.

Introducción

¿Es la Ciencia Religiosamente Neutral? Tres ejemplos

Simón y Altruismo

El Gran Mito Evolutivo

Sincronización Cósmica

Introducción 

Sin par en extensión y elocuencia, el De Civitas Dei, de San Agustín, es una expresión extremadamente poderosa de un punto de vista de la historia de la humanidad que ha ocupado la atención de una multitud de los cristianos de los último tiempos. {1}De acuerdo con ese punto de vista, la historia de la humanidad involucra una lucha, una competencia, una batalla entre lo que él llama Civitas Dei, la Ciudad de Dios, por un lado y la Ciudad del Mundo o la Ciudad del Hombre por el otro. La primera está consagrada a la adoración y el servicio del Señor; la última sirve a un maestro bien diferente. Agustín cree que toda la historia de la humanidad debe ser entendida en términos de esta lucha, y que casi todos los esfuerzos culturales de cualquier magnitud o importancia están involucrados en ella. Ahora, la ciencia moderna natural es un aspecto de enorme importancia de la vida intelectual contemporánea. Por supuesto existen personas negativas que no ven en ella más que tecnología, no más que un medio de servir a fines prácticos tales como combatir la enfermedad, la construcción de puentes o de vehículos espaciales. Pero con toda seguridad ellos están equivocados. La ciencia, verdaderamente ha hecho todas estas importantes cosas, pero ha hecho más: también nos ha dado poderosas percepciones dentro de nosotros mismos y dentro del mundo que Dios ha creado. La ciencia ha transformado nuestro panorama intelectual; es difícil imaginar aún lo que nuestra vida intelectual sería sin ella. Si seguimos a Agustín, deberíamos por lo tanto esperar también que esa ciencia jugara un papel importante en la competencia que él describe.

De acuerdo con una idea ampliamente popular desde la Ilustración, sin embargo, la ciencia (al menos cuando es perseguida apropiadamente) es un intento fresco, razonado, completamente desapasionado {2}de deducir la verdad sobre nosotros mismos y nuestro mundo, enteramente independiente de ideologías o convicciones morales o compromisos religiosos o teológicos. Por supuesto, esta imagen ha tenido últimamente algunos resquebrajamientos. Es digno de ser notado, sin embargo, que hace 16 siglos Agustín proveyó las herramientas para ver que esta concepción común no puede ser realmente correcta. Sería excesivamente ingenuo pensar que la ciencia contemporánea es neutral religiosa y teológicamente, que permanece serena por encima de la lucha agustiniana y totalmente irrelevante a ella. Tal vez algunas partes de la ciencia son así: el tamaño y forma de la tierra y su distancia del sol, la tabla periódica de los elementos, la prueba del teorema de Pitágoras, estas cosas son, en un sentido sensible, neutrales religiosamente. Pero muchas otras áreas de la ciencia son muy diferentes, están obvia y profundamente envueltas en este conflicto entre puntos de vista opuestos. No hay una fórmula mágica para decir cuáles partes de la ciencia son neutrales con respecto a esta competencia y cuáles no, y, por supuesto, lo que tenemos aquí es mucho más complejo que una simple distinción. Pero aquí tenemos una simple norma práctica: la relevancia de una parte de la ciencia en esta competencia depende de qué tan involucrada está esa parte en el intento de llegar a entendernos a nosotros mismos como seres humanos. Hay, tal vez, otra variable: qué tan «teórica» es la parte en cuestión, en el sentido de estar dirigida al entendimiento en oposición al control (N. del T.: el entendimiento de los seres humanos en oposición al control de los mismos).

Sería de gran interés explorar esta área un poco más, tratar de expresar en forma precisa lo que quiero decir al establecer que la ciencia no es neutral en lo religioso; ver en qué formas exactamente el cristianismo se relaciona con el entendimiento y la práctica de las muchas ciencias que son diferentes de forma relevante y de sus partes. Lo primero no es el enfoque de este artículo, sin embargo, y lo segundo (por supuesto) requiere un conocimiento mucho más vasto del que yo puedo reunir. Este es un asunto no sólo para filósofos, sino para la comunidad cristiana de científicos y filósofos trabajando juntos. Lo que yo debo hacer, en cambio, es mucho más programático. Primero, apuntaré a tres ejemplos de la no neutralidad religiosa de las afirmaciones o hipótesis científicas. Después argüiré que una comunidad académica y científica cristiana debe buscar la ciencia a su propia manera, empezando con, y dando por hecho, lo que sabemos como cristianos. (Esta sugerencia sufre la considerable desventaja de ser en el presente tanto impopular como herética; argüiré, sin embargo, que también tiene la ventaja considerable de ser correcta). Ahora, una objeción a esta sugerencia es sagradamente conservada en el dogma de que la ciencia correctamente practicada necesariamente involucra «naturalismo metodológico» o (como Basil Willey lo llama) «ateísmo provisional.» {3}Esta es la idea de que la ciencia, supuestamente correcta, no puede involucrar creencias o compromisos religiosos. Mi meta principal en este artículo es explorar, entender, discutir y evaluar esta afirmación y los argumentos para ella. Estoy dolorosamente consciente de que lo que tengo que decir es tentativo e incompleto, no más que una serie de sugerencias para programas de investigación de filosofía cristiana.

Parte Uno: ¿Es la Ciencia Religiosamente Neutral?
Tres ejemplos

A. Simón y Altruismo 

Primero, entonces, algunos ejemplos que sugieren, totalmente independientemente de las consideraciones agustinianas más generales, {4}que la ciencia no es religiosamente neutral. Empiezo con el reciente artículo de Herbert Simon, «Un Mecanismo para la Selección Social y el Altruismo Exitoso». {5} Este artículo tiene que ver con el problema del altruismo: ¿Por qué?, se pregunta Simon, ¿gente como la Madre Teresa, o el misionero escocés Eric Liddel, o las Hermanitas de la Caridad, o los misioneros jesuitas del siglo 17, o los misioneros metodistas del siglo 19, por qué esa gente hace las cosas que hace? ¿Por qué dedican su tiempo y energía y, verdaderamente sus vidas completas, al beneficio de otras personas? Por supuesto no son sólo los grandes santos del mundo los que exhiben este impulso; la mayoría de nosotros hacemos eso de una forma u otra. La mayoría de nosotros damos dinero para ayudar a alimentar y vestir a gente que nunca hemos visto; podemos apoyar a misioneros en países extranjeros; tratamos, tal vez en formas irresponsables y torpes, de hacer lo que podamos para ayudar a las viudas y a los huérfanos.

Ahora, dice Simon, ¿cómo podemos responder por este tipo de comportamiento? La forma racional de comportarse, dice él, es actuar o tratar de actuar de forma tal que incrementemos nuestro propio bienestar, esto es, actuar de manera tal que incrementemos la probabilidad de que nuestros genes sean ampliamente disemina en la siguiente generación y la subsiguiente, haciendo entonces un bien en la carrera de la evolución. {6}Un paradigma del comportamiento racional, concebido así, se reportó en el periódico South Bend Tribune de diciembre 21, 1991, Alexandría (VA): «Cecil B. Jacobson, un especialista en infertilidad, fue acusado de usar su propio esperma para inseminar a sus pacientes; él podría haber sido padre de por lo menos 75 niños, dijo el demandante el viernes.» Nada parecidas a Jacobson, sin embargo, personas como la Madre Teresa y Tomás de Aquino, ignoran con alegría el destino a corto o largo plazo de sus genes; ¿cuál es la explicación para este comportamiento?

La respuesta, dice Simon, son dos mecanismos: la «docilidad» y la «racionalidad atada»:

Las personas dóciles tienden a aprender y a creer lo que perciben que otros en la sociedad quieren que ellas aprendan y crean. De esa forma el contenido de lo que se aprende no está totalmente camuflado por la contribución que haga al bienestar personal (p. 1666).

Debido a la racionalidad atada, el individuo dócil con frecuencia será incapaz de distinguir el comportamiento prescrito socialmente que contribuye al bienestar, del comportamiento altruista [esto se refiere al comportamiento prescrito por la sociedad que no contribuye al bienestar personal– AP]. De hecho, la docilidad reducirá la inclinación a evaluar de forma independiente las contribuciones del comportamiento al bienestar … Por virtud de la racionalidad atada, la persona dócil no puede adquirir el aprendizaje personalmente ventajoso que provee el incremento, «d», de bienestar, sin adquirir también los comportamientos altruistas que la disminución cuesta, «c» (p. 1667).

La idea es que una Madre Teresa o un Tomás de Aquino muestran «racionalidad atada»; ellos son incapaces de distinguir el comportamiento socialmente prescrito que contribuye al bienestar, del comportamiento altruista. Como resultado ellos fallan en adquirir el aprendizaje personalmente ventajoso que provee ese incremento «d» de bienestar sin, muy tristemente, sufrir la disminución «c» exigida por el comportamiento altruista. Ellos consienten sin pensar en lo que la sociedad les dice que es la forma correcta de comportarse; y no están realmente haciendo una evaluación de la posible orientación de tal comportamiento en el destino de sus genes. Si ellos hicieran una evaluación tal (y fueran suficientemente racionales para evitar errores tontos) presumiblemente verían que este tipo de comportamiento no contribuye al bienestar personal, lo dejarían caer como a una patata caliente, y empezarían a trabajar en su número esperado de descendientes.

Ningún cristiano podría aceptar este relato ni siquiera como un comienzo de una explicación viable del comportamiento altruista de las Madres Teresa de este mundo. Desde una perspectiva cristiana, esto ni siquiera erraría el blanco; ni siquiera está suficientemente cerca de él para ser una equivocación. Comportarse como la Madre Teresa lo hace no es una muestra de «racionalidad atada» —si ella hubiera pensado en el asunto con mayor claridad y penetración, habría detenido ese tipo de comportamiento y en lugar de ello habría dedicado su atención a la cantidad de descendientes que se esperaría que tuviera. Su comportamiento muestra un espíritu como el de Cristo; ella está reflejando en su limitada forma humana el magnífico esplendor del acto sacrificial de expiación de Cristo. (No hay duda de que ella está almacenando tesoros en el cielo). Verdaderamente, -¿hay algo que un ser humano pueda hacer, que sea más racional que lo que ella hace? Desde una perspectiva cristiana, la idea de que su comportamiento es irracional (¡y tan irracional que necesita ser explicado en términos de tales mecanismos como docilidad inusual y racionalidad limitada!) es difícil de ser tomada seriamente; porque desde esa perspectiva, el comportamiento como el de la Madre Teresa no es más que una manifestación de ‘racionalidad limitada’. Por el contrario: su comportamiento es mucho más racional que el de alguien que, como Cecil Jacobson, dedica sus mejores esfuerzos en ver que sus genes estén representados en grado sumo en la siguiente generación y las subsiguientes.

Pero, ¿no hay un problema aquí, al tomar el artículo de Simon como un ejemplo de ciencia que no es religiosa y teológicamente neutral? Porque Simon sugiere o asume que el curso racional a seguir para un ser humano es tratar (¿siempre, con frecuencia, algunas veces?) de incrementar su bienestar. Racionalmente, sin embargo, es una noción profundamente normativa: el curso racional es el curso correcto, el que debe ser recomendado, el que uno debería perseguir. Simon, por lo tanto, parece estar haciendo una afirmación normativa, o tal vez una conjetura normativa; esta afirmación o conjetura parece ser una parte vital e intrínseca de lo que él trata de decir. Si es así, sin embargo, ¿puede realmente ser parte de la ciencia? ¿Cómo debemos entender a Simon aquí? Se supone que la ciencia es no evaluativa, no normativa, no prescriptiva: se supone que nos da hechos, no valores. ¿Puede entonces esta afirmación de que el curso racional debe perseguir el bienestar, ser parte de una porción de la ciencia, de una explicación científica, o de una iniciativa científica?

Pero tal vez hay una respuesta. ¿Qué, exactamente, quiere decir Simon aquí con términos como ‘racional’ y ‘racionalidad’? Por lo menos dos cosas: porque cuando él dice que el curso racional, para un ser humano, es tratar de incrementar su bienestar, él no está usando el término en la misma forma que cuando dice que la Madre Teresa y personas como ella sufren de racionalidad atada. Lo último significa simplemente que la gente así no está en una posición muy elevada para percibir algo cuando se trata de inteligencia, perspicacia, y cosas así; por lo menos son levemente defectuosas con respecto a la agudeza. Es debido a la falta de agudeza que fallan en ver que el comportamiento socialmente prescrito en cuestión está realmente en conflicto con sus propios intereses o el alcance de sus propias metas. Esta racionalidad limitada es un asunto de no tener todas las facultades, de alguien a quien le falta un tornillo. Cuando él dice que el curso racional del ser humano es luchar para promover su bienestar, sin embargo, presumiblemente quiere decir algo diferente con el termino ‘racional’ . ¿Qué, precisamente, qué podría estar tratando de decir, que no descalificaría tal proyecto como una parte de la ciencia? Tal vez quiere decir algo como esto: Un ser humano funcionando apropiadamente, uno que no esté sujeto a mal funcionamiento (uno que no esté loco, o sea retardado, o reaccione bajo presión, o bajo cualquier otro estado de mal funcionamiento o disfuncionalidad) tendrá, de hecho, ciertas metas, tratará de obtener ciertas condiciones, apuntará a alcanzar ciertos objetivos. Presumiblemente la supervivencia sería una de esas metas; pero otra, dice Simon, es promover o maximizar la aptitud.

Y hay dos cosas que decir sobre esta afirmación. En primer lugar, podríamos preguntar cuál es la evidencia de que, de hecho, todo o casi todo lo que los seres humanos funcionando correctamente hacen, verdaderamente muestra esta meta. No es fácil ver en forma precisa cómo responder a esta pregunta. Uno sospecharía que un estudio hecho por medio de las técnicas usuales de encuestas, no habría llevado a este resultado; la mayoría de la gente que yo conozco, que funciona apropiadamente, de todas maneras, no darían como una de sus metas principales la de incrementar su bienestar. (Tal vez usted respondería que es porque la mayoría de la gente que yo conozco pasa de la edad para tener hijos, de modo que el incremento directo de su representación genética en las siguientes generaciones ya no es una opción válida. Por supuesto podrían hacer lo posible para asegurarse de tener nietos — sobornar de manera prudente, tal vez, o arreglar las circunstancias para que sus hijas se embaracen, o animar a sus parientes más jóvenes a retirarse del colegio y tener hijos.) Pero obviamente siempre hay otra opción: podemos decir que las metas o propósitos en cuestión no son conscientes, no pueden pasar por una inspección consciente. Más bien, deben ser determinados por el comportamiento. Es el comportamiento de uno el que revela y demuestra sus metas, no importa lo que diga (y, verdaderamente, no importa lo que piense).

Bien, tal vez sea así. Todavía podría demostrarse o decirse que los seres humanos que funcionan apropiadamente, de hecho sí muestra en su comportamiento esta meta de incrementar su bienestar — donde, por supuesto, no podríamos de manera sensible tomar la muestra de esa meta en su comportamiento como un criterio de normalidad o funcionamiento apropiado. De hecho, Simon no procede de esa forma; su proceder, con respecto a este asunto, es a priori más que a posteriori. Él no nos dice qué es lo que lo lleva a pensar que los seres humanos funcionando apropiadamente tendrán esta meta; pero uno sospecharía que su respuesta sería que los seres humanos adquirimos esa meta, de alguna manera, por virtud de nuestra historia evolutiva. Sospecho que él piensa que surgiría de algún recuento evolutivo apropiado de los seres humanos (y para muchas otras especies también) que ellos han maximizado el bienestar como una meta. Cómo seguiría esta historia exactamente tal vez no es enteramente claro; pero por el momento podemos ignorar las dificultades.

La segunda cosa que decir sobre esta afirmación es que la misma pregunta surge con respecto a ella: ¿no es la idea del funcionamiento apropiado en sí misma, una noción normativa? Hay un círculo de nociones conectado aquí: funcionamiento apropiado, salud, normalidad (en lo normativo, no en el sentido descriptivo), disfuncionalidad, daño, diseño (un pulmón que funciona correctamente está haciéndolo en la forma en la que los pulmones han sido diseñados para hacerlo), propósito, y cosas por el estilo. Tal vez ninguna de estas nociones pueda ser analizada en términos de nociones que están fuera del círculo encantado (de modo que este círculo se parecería al que envuelve las nociones de necesidad, posibilidad, vínculo, mundos posibles, y así sucesivamente). Y ¿no son estas nociones normativas? Verdaderamente, hay un uso de ‘debe’ que va con ellas. Cuando el botón de arranque es presionado , el motor debe girar, esto quiere decir que si las partes relevantes están funcionando apropiadamente, el motor girará cuando el botón de encendido sea presionado. Cuando uno sufre una laceración menor, una costra debe formarse sobre la herida; eso quiere decir, si las partes relevantes del cuerpo están funcionando apropiadamente, una costra se formará sobre la herida. Un bebé de seis meses de edad debe ser capaz de levantar su cabeza y patear simultáneamente; eso quiere decir, un bebé de seis meses, saludable, normal (en lo normativo, no en el sentido estadístico) puede hacer esas cosas. ¿No debemos admitir, por lo tanto, que esta noción de función apropiada es una noción normativa en sí; así que, si Simon usa ‘racionalidad’ de una manera explicable sólo en términos de función apropiada, entonces lo que él dice es verdaderamente normativo y por lo tanto no propiamente una parte de la ciencia?

Tal vez; pero si el empleo de la noción de normalidad o función apropiada es suficiente para descalificar un discurso, del título de ciencia, entonces muchas más cosas que el relato de Simon del altruismo, resultarían no ser ciencia. Consideremos generalizaciones funcionales — la clase de generalizaciones que se encuentran en las descripciones biológicas y sicológicas de la forma en la que los seres humanos u otras criaturas orgánicas funcionan. Como señala John Pollock, tales generalizaciones parecen involucrar una presuposición implícita:

cuando formulamos generalizaciones similares sobre máquinas, las generalizaciones que formulamos son realmente sobre cómo funcionan las máquinas cuando «funcionan apropiadamente» o cuando «no están dañadas». De manera similar parece que las generalizaciones sobre los organismos deben ser entendidas como tratándose de la forma en la que ellos funcionan cuando lo están haciendo ‘normalmente’. {7}

Aquí ‘funcionar normalmente’ y ‘no estar dañado’ significan algo como ‘no sujetos a disfunción’ o ‘ funcionar apropiadamente’ o ‘no funcionar mal’. Las generalizaciones funcionales sobre los organismos, por lo tanto, dicen cómo funcionan cuando están funcionando apropiadamente. Pero, por supuesto, la ciencia biológica y social está llena de generalizaciones funcionales. Así pues, si Simon está apelando a la noción de funcionamiento apropiado en su idea de racionalidad, él podría estar apelando a una clase de normatividad; pero esa clase de normatividad es ampliamente encontrada en la ciencia; o en lo que es llamado ciencia: algunos sostendrían que la noción de funcionamiento adecuado no pertenece a la ciencia a menos que pueda ser explicada, de alguna manera, en otros términos — tal vez, en términos de las regularidades estudiadas en física y química. No necesitamos entrar en esos terrenos de disputa aquí; es suficiente notar que si Simon está apelando a la noción de función apropiada, entonces a lo que él apela debe ser encontrado de hecho en toda la extensión de las ciencias sociales y biológicas. Por lo tanto no debemos negar el título de ‘ciencia’ a lo que Simon hace, a menos que estemos preparados para hacer las mismas observaciones con respecto a la mayoría del resto de lo que entendemos como ciencia biológica y social. E incluso si decimos que la ciencia simoniana no es realmente ciencia, nada substancial cambia; mi punto sería entonces no que las consideraciones religiosas apoyan la supuestamente llamada ciencia, sino más bien que ellas apoyan la que de hecho es llamada ciencia, que es una muy importante, verdaderamente dominante, parte de nuestra vida intelectual y cultural.

Asumiré por lo tanto que la ciencia simoniana es ciencia. Así pues, en el recuento de Simon del altruismo tenemos un ejemplo de una teoría científica que es claramente no neutral con respecto al compromiso cristiano; verdaderamente, es inconsistente con él. La teoría de Simon ilustra también otra, y bien diferente forma en la que las consideraciones religiosas son relevantes para la ciencia: ellas se apoyan en lo que nosotros pensamos que necesita explicación. Desde la perspectiva de Simon, es el altruismo el que necesita explicación; desde una perspectiva cristianan o teísta, por otro lado, simplemente es de esperar que los seres humanos algunas veces actúen altruistamente; tal vez lo que necesita explicación es la forma en la que los seres humanos se atacan y destruyen unos a otros.

B. El Gran Mito Evolutivo 

Siendo que ya he tratado con este ejemplo en otras partes (en los ensayos a los que me refiero en la nota de pie de página 4) puedo ser breve aquí. Consideremos el Gran Mito Evolutivo (GME). De acuerdo con esta historia, la vida orgánica de alguna manera se levantó de materia no viviente, por medio de medios puramente naturales y por virtud de la acción de las regularidades fundamentales de la física y la química. Una vez que la vida empezó, toda la vasta profusión de flora y fauna contemporánea salieron de esos ancestros primitivos por medio de una descendencia común. La enorme variedad de vida contemporánea surgió, básicamente, a través de selección natural operando en fuentes de variabilidad genéticas tales como la mutación genética aleatoria, el impulso genético y cosas así. Yo llamo a esta historia un mito, no porque yo no lo creo (aunque no lo creo) sino porque juega un cierto tipo de papel cuasi-religioso en la cultura contemporánea: es una forma compartida de entendernos a nosotros mismos en el nivel profundo de religión, una interpretación profunda de nosotros mismos para nosotros mismos, una forma de decirnos por qué estamos aquí, de dónde venimos, y a dónde vamos.

Ahora, es ciertamente posible, epistemológicamente posible, {8}de todas formas, que el GME sea cierto; ciertamente parece que Dios podría haber hecho las cosas en esa forma. Ciertas partes de la historia, sin embargo, son, por decir lo mínimo, epistemológicamente dudosas. Por ejemplo, a duras penas hemos tenido indicios decentes de cómo podría haber surgido la vida de materia inorgánica sólo por acción de las regularidades conocidas por los físicos y químicos. {9}(Darwin encontró esta pregunta profundamente problemática;{10}) en el presente el problema es enormemente más difícil de lo que era en los días de Darwin, ahora que algo de la maravillosa complejidad de las formas más simples de vida ha sido revelado. {11}Sin duda Dios podría haber hecho las cosas de esa forma si hubiera querido; pero hasta ahora parece que no lo quiso así.

Entonces supongamos que ponemos esta tesis sobre el origen de la vida a un lado. Supongamos que usamos el término ‘evolución’ para denotar la afirmación mucho más débil de que todas las formas contemporáneas de vida están relacionadas genealógicamente. De acuerdo con esta afirmación, usted y las flores de su jardín comparten ancestros comunes, aunque tengamos que ir muy atrás para encontrarlos. Muchos expertos y voceros contemporáneos, Francisco Ayala, Richard Dawkins, Stephen Gould, William Provine y Philp Spieth, por ejemplo, se unen para declarar que la evolución no es mera teoría, sino un hecho establecido. De acuerdo a ellos, esta historia no es sólo una certeza virtual, sino una certeza real. {12}Ahora, ¿por qué creen eso? Dado el carácter inconsistente de la evidencia — por ejemplo, un registro de un fósil que muestra una aparición repentina y la subsecuente inactividad, y pocos ejemplos genuinos, si es que hay alguno, de macroevolución, ningún recuento satisfactorio de un mecanismo por el cual el proceso completo podría haber ocurrido, y cosas así{13}— estas afirmaciones de certeza parecen, diciendo lo mejor de ellas, frenéticamente excesivas. La respuesta puede ser vista, creo, cuando nos damos cuenta de que lo que uno piensa propiamente sobre estas afirmaciones de certeza depende en parte de la forma en la que piensa sobre el teísmo. Si uno rechaza el teísmo a favor del naturalismo, esta historia evolutiva es la única que hay, la única respuesta visible a la pregunta «¿de dónde viene esta enorme variedad de flora y fauna? ¿cómo llegó aquí?» Aún si el registro fósil es, en el mejor de los casos discontinuo y en el peor sin confirmar, esta historia es la única respuesta que se puede ofrecer (desde una perspectiva naturalística) a estas preguntas.

Desde una perspectiva teísta o cristiana, sin embargo, las cosas son mucho menos frenéticas. Los teístas saben que Dios creó los cielos y la tierra y todo lo que ellos contienen; la perspectiva dice, por lo tanto, que de una manera u otra Dios ha creado toda la vasta diversidad contemporánea de vida de plantas y animales. Pero por supuesto, no por ello están comprometidas con una manera particular en la cual Dios haya hecho esto. Por ejemplo, Él podría haberlo hecho por vastos medios evolutivos; pero por otro lado Él podría haberlo hecho de una manera totalmente diferente. Por ejemplo, podría haberlo hecho creando directamente ciertos tipos de criaturas, seres humanos, o bacterias, o incluso gorriones {14} y moscas —como muchos cristianos han creído a través de los siglos. Alternativamente, Él podría haberlo hecho en la forma que Agustín sugiere: implantando semillas, potencialidades de varias clases en el mundo, de manera que los varios tipos de criaturas habrían surgido después, sin embargo no por medio de una interrelación genealógica. Ambas sugerencias son incompatibles con la historia evolutiva.

Una perspectiva cristiana tiene cierta libertad, negada a su contraparte naturalista: ella puede seguir la evidencia {15} a dónde ésta lleve. Si ésta parece sugerir que Dios hizo algo especial creando a los seres humanos (en forma tal que no están genealógicamente relacionados con el resto de la creación{16}) o a los reptiles o a cualquier cosa, entonces no hay nada que le haga dejar de creer que Dios hizo eso. Tal vez el punto aquí podría ser puesto de la siguiente manera: la probabilidad espistemológica de toda la gran historia evolutiva es muy diferente para el teísta y para el naturalista. La probabilidad de esta historia con respecto a la evidencia, junto con los puntos de vista que un teísta típicamente sostiene, es mucho menor que su probabilidad con respecto a la evidencia, junto con los puntos que un naturalista típicamente sostiene. De modo que la forma en la que la teoría de la evolución no es neutral desde el punto de vista religioso no es, como con la explicación de Simon de la Madre Teresa, que ésta (la evolución) sea claramente incompatible con la enseñanza cristiana; es más bien que el punto de vista en cuestión es mucho más probable con respecto al naturalismo y a la evidencia que con respecto al teísmo y a la evidencia.

Hay un asunto relacionado con la misma área, pero con un giro diferente. Los escritores prominentes en la comunidad científica, por ejemplo, Dawkins, Futuyma, Gould, Provine, Simpson y otros, se unen al declarar que la biología evolutiva muestra que hay un elemento substancial de aleatoriedad o probabilidad, envuelto en el origen y desarrollo de las especies humanas; por lo tanto, los seres humanos (como afirman) no han sido diseñados por Dios o por alguien más. Gould escribe: «Antes de Darwin, pensábamos que un Dios benévolo nos había creado.» Después de Darwin, sin embargo, dice Gould, nos damos cuenta de que

ningún espíritu interventor cuida amorosamente de los asuntos de la naturaleza (aunque el dios que le da cuerda al reloj de Newton podría haber colocado la maquinaria al principio del tiempo y dejarla funcionando). Ninguna fuerza vital impulsa el cambio evolutivo. Y sea lo que sea que pensemos de Dios, su existencia no se manifiesta en los productos de la naturaleza.

Los sentimientos de Gould son postulados más claramente por Futuyma:

«Acoplando variaciones indirectas, sin propósito, al ciego y descuidado proceso de la selección natural, Darwin hizo de las explicaciones teológicas o espirituales del proceso de la vida, superfluas. Junto con la teoría materialista de Marx, de la historia y la sociedad, y la atribución de Freud del carácter humano a procesos sobre los que tenemos poco control, la teoría de Darwin de la evolución fue un fundamento crucial en la plataforma del mecanismo y del materialismo, de mucho de la ciencia, en resumen — en lo que ha sido el curso de la mayoría del pensamiento occidental». 17}

Aún más claro, tal vez, es George Gaylord Simpson:

«Aunque muchos detalles todavía deben ser tratados, es ya evidente que todos los fenómenos objetivos de la historia de la vida pueden ser explicados por factores puramente naturalistas o, en un sentido apropiado de la algunas veces abusada palabra, materialistas. Ellos son fácilmente explicables sobre la base de reproducción diferencial en las poblaciones (el factor principal en la moderna concepción de la selección natural) y de la interacción principalmente aleatoria de los procesos conocidos de herencia . . . El hombre es el resultado de un proceso natural sin propósito que no lo tuvo a él en cuenta».{18}

La misma afirmación es hecha por Richard Dawkins:

«Todo lo contrario, el único relojero en la naturaleza son las fuerzas ciegas de la física, aún cuando puestas en acción de una manera muy especial. Un verdadero relojero prevé: diseña los dientes de sus piñones, y sus resortes, y planea sus interconexiones, con un propósito futuro en su imaginación. La selección natural, el ciego, inconsciente automático proceso que descubrió Darwin, y que sabemos ahora que es la explicación de la existencia y aparentemente con propósito, forma de toda vida, no tiene propósitos en mente. No tiene mente ni imaginación. No planea para el futuro. No tiene visión, no prevé, no tiene vista. Si se puede decir que hay un papel de relojero en la naturaleza, es el de un relojero ciego». {19}

Estos escritores, por lo tanto, se unen al declarar que el pensamiento moderno evolutivo nos ha demostrado o ha dado una razón para creer que los seres humanos son, de forma importante, meramente accidentales; no hubo ningún plan, ninguna previsión, ninguna mente, ninguna imaginación involucrados en su llegada a ser seres. Pero por supuesto ningún cristiano teísta puede tomar eso seriamente ni por un segundo. Los seres humanos han sido creados, y creados a la imagen de Dios. No hay duda de que Dios podría habernos creado por procesos evolutivos; si lo hubiera hecho de esa manera, sin embargo, entonces Él debería haber guiado, orquestado, y dirigido los procesos por los cuales puso en obra Sus diseños.

Ahora de nuevo, (como con Simon) podríamos decir que estrictamente hablando, cuando estas personas hacen tales declaraciones, ni están hablando como científicos ni están haciendo ciencia. En cambio están comentando sobre la ciencia, sacando conclusiones de resultados científicos, conclusiones que no se siguen de los resultados científicos en si mismos, requiriendo otras premisas y extracientíficas (tal vez filosóficas). Tal vez esto sea verdad, sin embargo se ha vuelto muy difícil trazar una línea visible entre la ciencia y tales actividades como la reflexión filosófica sobre la ciencia. Sea que lo que tengamos aquí sea supuesta ciencia o no, sin embargo, no es la pregunta importante para mis propósitos presentes. Sea que lo que tengamos aquí sea ciencia o para-ciencia, tenemos involucramiento profundo con la lucha espiritual que Agustín señala; en cualquiera de los casos ese involucramiento debe ser notado y tratado por la comunidad cristiana intelectual, y particularmente por la parte de la comunidad cristiana intelectual involucrada en la ciencia en cuestión.

C. Sincronización Cósmica 

Mi tercer ejemplo tiene que ver con la sincronización en la cosmología. Empezando en los últimos años de la década de los sesentas y principios de la de los setentas, astrofísicos y otros notaron que varias de las constantes físicas básicas deben caer dentro de límites muy estrechos si se requiere que se desarrolle vida inteligente — de cualquier manera como la forma en la que pensamos que ocurrió realmente. Así Car y Rees dicen:

Las características básicas de las galaxias, estrellas, planetas y el mundo de cada día están determinadas esencialmente por unas pocas constantes microfísicas y por los efectos de la gravitación . . . . varios aspectos de nuestro universo, algunos de los cuales parecen ser pre-requisitos de la evolución de cualquier forma de vida, dependen más bien en forma delicada, de ‘coincidencias’ aparentes entre las constantes f’ísicas. {20}

«Por ejemplo, incluso si la fuerza de gravedad fuera levemente mayor, todas las estrellas serían gigantes azules; si fuera un poquito menor, todas serían enanos rojos; en ninguno de esos casos la vida podría haberse desarrollado». {21}Lo mismo para las fuerzas nucleares débiles y fuertes; si alguna hubiera sido levemente diferente, la vida, al menos la vida de la clase que nosotros tenemos, podría no haberse desarrollado.

Aún más interesante en esta conexión es el llamado problema de abatimiento: la existencia de la vida parece también depender muy delicadamente de la razón a la cual el universo se está expandiendo. Así Stephen Hawking dice:

. . . una reducción de la razón de expansión por una parte en 1012 , en el momento en que la temperatura del universo era 1010K , habría dado como resultado que el universo empezara a recolapsar cuando su radio era sólo de 1/3000 parte del valor presente y la temperatura fuera aún de 10.000 K {22}

— demasiado caliente para ser cómoda. Hawking concluye que la vida es posible sólo porque el universo se está expandiendo justo a la razón requerida para evitar que se recolapse. En algún tiempo anterior, la sincronización tuvo que ser aún más sorprendente:

. . . sabemos que tiene que haber habido un equilibrio muy estrecho entre el efecto competitivo de la expansión explosiva y la contracción gravitacional que, en la época más primitiva sobre la que podemos pretender hablar (llamado constante de tiempo de Plank, 10-43 segundos después del big bang), habría correspondido al increíble grado de exactitud representado por una desviación en su razón desde la unidad por sólo una parte en 1016. {23}

Estos son factores sorprendentes; uno simpatiza con Paul Davies: «el hecho de que estas relaciones sean necesarias para nuestra existencia es uno de los más fascinantes descubrimientos de la ciencia moderna. {24}

Ahora, una reacción a esas aparentes enormes coincidencias es verlas como verificando la afirmación teísta de que el universo ha sido creado por un Dios personal y como ofreciendo el material para un argumento teísta apropiadamente restringido. {25}Otra es afirmar que ninguna de ellas debería ser vista como si requiriera explicación, después de todo, no importa cómo hayan sido las cosas, habría sido extremadamente improbable que ellas fueran de esa forma.

Tomado de la forma apropiada, esto tal vez sea cierto; pero ¿en qué forma es relevante? Estamos jugando poker, cada vez que reparto me salen 4 ases y un comodín, usted sospecha; yo mitigo sus sospechas señalando que el que me toquen esas cartas cada vez que yo reparto no es menos probable que cualquier otra distribución igualmente específica sobre el número relevante de manos. {26}¿Serviría esa explicación en Dodge City o Tombstone?

Incluso otra reacción es invocar el Principio Antrópico, que es excesivamente difícil de entender y viene en muchas variedades {27} pero (en la versión en la que tiene más sentido) parece destacar que una condición necesaria para cualquiera que esté observando estos valores de las constantes es que esas constantes tengan casi los valores que tienen; estamos aquí para observar esas constantes sólo porque ellas tienen los valores que tienen. De nuevo, esto parece correcto, pero ¿qué explica? Todavía parece desconcertante que esos valores deban haber sido justo los que son. ¿Por qué no fueron otros bien diferentes? Uno no puede explicar esto diciendo que nosotros en realidad estamos aquí — más de lo que yo puedo «explicar» el hecho de que Dios decidió crearme (en vez de dejarme a un lado a favor de alguien más) diciendo que si Dios no lo hubiera decidido así, yo no habría estado aquí para hacer le pregunta.

Pero la reacción que más me interesa aquí aún es diferente, y muy impactante:

Los modelos espacialmente homogéneos pueden ser divididos en tres clases: aquellos que tienen menos de la velocidad de escape (es decir, aquellos cuya tasa de expansión es insuficiente para prevenir que recolapsen), aquellos que tiene justo la velocidad de escape, y aquellos que tienen una velocidad mayor que la de escape. Los modelos de la primera clase existen solamente por un tiempo finito, y por lo tanto no se aproximan arbitrariamente cerca a la isotropía. Hemos demostrado que los modelos de la tercera clase en general tienden a la isotropía en tiempos arbitrariamente largos. Los modelos de la segunda clase que están suficientemente cerca a los modelos Robertson-Walker, tienden en general a la isotropía, pero esta clase es de medida cero en el espacio de todos los modelos homogéneos. Por lo tanto parece que uno no puede explicar la isotropía del universo sin postular condiciones iniciales especiales. . .

La respuesta más atractiva parecería venir de la idea de Dickie-Carter, de que hay un gran número de universos, con todas las combinaciones posibles de datos iniciales y valores de las constantes fundamentales. En esos universos con menos de la velocidad de escape, perturbaciones de densidad pequeña no tendrán tiempo de desarrollarse en galaxias y estrellas antes de que el universo recolapse. En esos universos con más de la velocidad de escape, perturbaciones de pequeña densidad tendrán todavía más de la velocidad de escape, y de esa manera no formarían sistemas limitados. Es sólo en esos universos que tienen velocidad muy cercana a la velocidad de escape, que uno podría esperar que las galaxias se desarrollaran, y hemos encontrado que tales universos se aproximarán en general a la isotropía. Siendo que parecería que la existencia de galaxias es una condición necesaria para el desarrollo de vida inteligente, la respuesta a la pregunta «¿Por qué es isotrópico el universo?» es, «porque estamos aquí». {28}

La idea aquí es clara: esos valores para las constantes cosmológicas y la tasa de expansión en nuestro universo son verdaderamente desconcertantes y necesitan una explicación. La explicación es sólo que hay infinitamente muchos universos diferentes, mostrando todas las combinaciones posibles de condiciones iniciales y valores para las constantes fundamentales; y por supuesto no es sorprendente que nosotros debamos ocupar uno de los universos en el que esos valores permitan el desarrollo de vida inteligente. {29}¡Sombras de David Lewis y de los posibles mundos concretos aleph2! {30}Supongo que tendría que haber por lo menos innumerables cantidades de tales universos, en la hipótesis de Hawking, siendo que presumiblemente hay un intervalo real de cerca de 1, tal que por cualquier número real r en ese intervalo, la razón entre el efecto de la expansión explosiva y la contracción gravitacional podría haber sido r.

Para establecer mi punto podría parar aquí; pero con el interés de estar al corriente y al día, menciono un par de desarrollos futuros de esta fascinante historia. {31}Empezando en 1980, Alan Guth sugirió una solución a este supuesto problema, que está relacionada interesantemente con las sugerencias de Hawking-Collins de muchos universos. {32}De acuerdo con Guth, no necesitamos suponer que hay más de un universo; ese universo, sin embargo, es enormemente más grande que el universo observable de algunos 10 billones de años luz. El universo observable se encoge a una pequeña, casi minúscula esquina de todo el universo. El modelo de Guth, sin embargo, estaba sujeto a ciertos problemas; un sucesor ha sido propuesto por A. D. Linde. {33}Este principio de indiferencia no es fácil de formular en forma exacta; una parte esencial de él, sin embargo, es la idea de que la teoría física debe evitar cualquier cosa como las coincidencias cósmicas, esas aparentes sincronizaciones, con sus implícitas sugerencias de diseño. En este modelo, el universo consiste de un vasto número de mini-universos; esos mini-universos son enormemente más grandes que nuestro universo observable; y diferentes mini-universos muestran condiciones iniciales diferentes; verdaderamente, «las leyes de física de baja energía e incluso la dimensionalidad de espacio-tiempo, pueden ser diferentes en cada uno de esos mini-universos: dimensiones, valores para estas constantes, y para la tasa de expansión, y así sucesivamente.» {34}

El punto que me gustaría exponer puede ser presentado como sigue. Considere la sugerencia de 1973 de Hawking-Collins, o la sugerencia más reciente de Linde. Suponga, aún más, que la motivación principal para traer a colación tales sugerencias es que ellas evitan las coincidencias cósmicas; acerca de esas teorías no hay nada digno de mención sobre esas constantes con los valores que muestran (en nuestro universo); todos los valores son alcanzados en un universo u otro, y por supuesto, nosotros los humanos, seríamos encontrados sólo donde esos valores fueran tales que permitieran la vida. En otras palabras, suponga que la motivación para postular estas teorías es lo que McMullin llama el «Principio de Indiferencia».

Este principio de interferencia no es fácil de formular en forma exacta; una parte esencial de él, sin embargo, es la idea de que la teoría física debe evitar cualquier cosa como las coincidencias cósmicas, esas aparentes sincronizaciones, con sus implícitas sugerencias de diseño.

Ahora, un teísta, así me lo parece a mí, no debe estar impresionado por este principio. Si Dios creó el mundo, ¿por qué no debería haber singularidades o ‘coincidencias’ de esa clase? ¿Por qué pensar que no podremos tener un teoría física apropiada hasta que no nos deshagamos de tales cosas? Si hubiera dos teorías que fueran empíricamente equivalentes (o cercanas a ello), una de ellas involucrando violaciones al Principio de Indiferencia, y la otra involucrando los postulados de innumerables universos o un enorme número de mini universos, el teísta podría preferir la primera en aras de la economía. Por supuesto podrían haber ya, o muy pronto, evidencias independientes de esas otras hipótesis, evidencias que son independientes del Principio de Indiferencia. Inclusive si las hay, bien podría haber una diferencia entre la probabilidad epistemológica de una teoría de muchos universos como el de Hawking, sobre el teísmo, y la evidencia por un lado, y la probabilidad epistemológica de tal teoría sobre el naturalismo y la evidencia, por el otro.

Así que tenemos tres ejemplos: cada uno es un ejemplo para mostrar que las teorías científicas con frecuencia no son, en las formas especificadas, neutrales religiosa o metafísicamente. También hemos notado, hasta ahora, tres formas en las que una teoría científica puede ser relevante en relación con las afirmaciones teológicas o religiosas características de las religiones teístas. Primero, un teoría científica podría ser incompatible con esas afirmaciones; alternativamente, podría ser que su probabilidad con respecto a esas afirmaciones sea muy diferente de la que es con respecto al punto de vista del mundo naturalista; tercero, los puntos de vista religiosos o teológicos pueden ayudar a determinar lo que necesita explicación. Por supuesto habrá muchos más ejemplos de teorías científicas que estén relacionados de esta forma con las afirmaciones teológicas o religiosas en cuestión (y tales ejemplos serán mucho más obvios y abundantes en las ciencias humanas que en la física o química). Aquí debo enfatizar dos cosas. Estoy preocupado acerca de la ciencia y las hipótesis científicas tomadas como intentos de proveernos la verdad: explicaciones verdaderas, descripciones verdaderas, recuentos verdaderos, de varios fenómenos. Estoy inquieto con las explicaciones de Simon sobre el altruismo tomado como la propuesta de una hipótesis como verdadera (o cercana a la verdad); y de igual forma con la teoría evolutiva y las varias propuestas de muchos universos o las teorías sobre universos inflacionarios. Por supuesto esas teorías no deben ser tomadas de esa forma. Si en cambio pensamos sobre la ciencia y sus propósitos de la forma en la que, digamos, Bas van Fraassen piensa, {35}entonces el cuadro completo se ve muy diferente. Entonces podemos pensar, por ejemplo, que la historia evolutiva como un todo es improbable, no es probable que sea cierta, no obstante, guarda apropiadamente los fenómenos y efectúa apropiadamente los otros requerimientos que se esperan de una teoría de su tipo. Y aún desde un punto de vista realista, el Gran Mito Evolutivo tiene que ser probable para ser aceptado como una guía para futura investigación, una fuente de hipótesis, un medio de llegar a un mejor entendimiento del tema con el que trata. La mecánica newtoniana, pensamos, es, estrictamente hablando, falsa; sin embargo es útil en grado sumo.

Alternativamente, podríamos tal vez pensar sobre partes de la ciencia-sociobiología, por ejemplo, no como un intento de proveer una verdad o una explicación correcta del comportamiento humano, sino como un esfuerzo para ver qué tan lejos podemos llegar al explicar a los seres humanos y su comportamiento, mientras apelamos a nada más que lo que el naturalista está preparado a apelar. {36}En este caso nuestros esfuerzos serían hipotéticos en vez de categóricos: suponga que el naturalismo fuera verdad: ¿qué tipo de explicación podríamos dar para, digamos, el comportamiento humano altruista? (Así como el naturalista podría tratar de responder a esta pregunta: suponga que el teísmo cristiano fuera verdad, ¿cuáles serían las explicaciones correctas de, digamos, el comportamiento humano agresivo o belicoso?) No tengo ninguna razón para pensar que el teísmo sería relevante a este proyecto, excepto que un cristiano podría pensar que hay mejores formas de pasar el tiempo, por ejemplo, tratando de encontrar recuentos científicos verdaderos del comportamiento y la actividad humana.

Notas

{1}Por ejemplo, muchos cristianos reformados siguen a Abraham Kuyper sosteniendo que la empresa intelectual en general, y que la ciencia natural en particular, no son independientes del compromiso religioso. Tal vez el crédito para esta idea no debería ser dado a Agustín sino a Tertuliano. Tertuliano ha sufrido de mala prensa; uno de sus énfasis mayores, sin embargo, es que el conocimiento, la empresa intelectual, no es neutral en lo religioso.

{2}La idea no es, por supuesto, que un científico no se apasione por la ciencia en general, o por sus teorías favoritas, o su reputación; es más bien que ninguna de ellas entre propiamente en la evaluación de una teoría o explicación científica.

{3}«Science must be provisionally atheistic or cease to e itself» («La ciencia debe ser provisionalmente atea o dejar de serlo en sí misma.») «Darwin’s Place in the History of Thought» («El lugar de Darwin en la historia del Pensamiento) en M Banton, (ed) Darwinism and the Study of Society (Chicago: Quadrangle Books, l961). (Darwinismo y el Estudio de la Sociedad). Willey no quiere decir, por supuesto, que alguien que procede en este forma sea acusado apropiadamente de ateísmo. Igualmente, llamar a este procedimiento o prohibición ‘Naturalismo Metodológico’ no es implicar que quien procede de esa forma es realmente un naturalista. (Ver «Plantinga’s Defense of Special Creation» (La Defensa de la Creación Especial de Plantinga) de Ernan McMullin, en Christian Scholar’s Review (Sep. 1991) pág. 57.

{4}Como un intento inicial de explorar algunas de estas consideraciones , ver mi «»When Faith and Reason Clash: Evolution and the Bible» (Cuando la Fe y la Razón chocan: la Evolución y la Biblia) y and «Evolution, Neutrality, and Antecedent Probability: a Reply to Pun, Van Till and McMullin» (Evolución, Neutralidad y Probabilidad Antecedente: un Respuesta a Pun, Van Till y McMullin) ambos en Christian Scholar’s Review, Septiembre 1991, y mi «The Twin Pillars of Christian Scholarship: the Henry Stob Lectures» (Los Pilares Gemelos de la Escolaridad Cristiana: los Discursos de Henry Stob) (Grand Rapids, MI: Calvin College, l989) (panfleto).

{5}Ciencia vol. 250 (Diciembre, l990) pág. 1665 y siguientes. Simon ganó un premio Nobel en economía, pero actualmente es profesor de estudios de computadores y de sicología en Carnegie-Mellon.

{6}De manera más simple, dice Simon, «Bienestar significa simplemente número esperado de progenie.» (pág. 1665). Que esta sea la forma racional de llevar la vida de uno es vista de alguna manera como consecuencia de la teoría de la evolución. Pero aun si la teoría de la evolución fuera cierta de hecho, ¿realmente se seguiría de ella esa supuesta consecuencia? Tal vez el que yo tenga una cantidad de progenie sea de alguna manera lo mejor para mis genes, pero ¿por qué debería yo estar interesado especialmente en ello? ¿No podría yo estar preocupado sensiblemente por mi bienestar, no el de ellos?

{7}«How to Build a Person» (Cómo Construir una Persona) en Philosophical Perspectives, 1, Metaphysics, 1988, ed. James Tomberlin (Atascadero, California: Ridgeview Publishing Co., l988), pág. 148.

{8}Aquí yo dejo a un lado la enseñanza del principio de Génesis, siendo que no estoy seguro sobre cómo esas enseñanzas apoyan el asunto en cuestión. Ver mi «Evolution, Neutrality, and Antecedent Probability,» (Evolución, Neutralidad y Probabilidad Antecedente) pág. 94.

{9}En 1952, Stanley Mille, un estudiante graduado en el laboratorio de Harold Urey, mostró que ciertos aminoácidos podían surgir bajo las que podrían ser las condiciones de la tierra antes de la vida; esto generó una explosión ferviente pero temporal de optimismo ditirámbico. El optimismo se disipó cuando la enorme distancia entre los aminoácidos y las formas más simples de vida lo hundió, y cuando hubo muy poco o ningún progreso al mostrar de qué forma esa distancia podría haber sido atravesada. Ver en partícula Robert Shapiro, Orígenes (New York : Summit Books, 1986) y Thaxton, Charles, Walter Bradley, y Roger Olsen. El Misterio del Origen de la Vida (New York: Philosophical Library, 1984).

{10}«Es pura basura, pensar en el presente sobre el origen de la vida; uno podría pensar también sobre el origen de la materia.» Carta de Darwin a Hooker, The Life and Letters of Charles Darwin (La Vida y las Cartas de Charles Darwin), vol. 2, ed. Francis Darwin (New York: Appleton, 1967), pág. 202.

{11}Ver The Mystery of Life’s Origin (El Misterio del Origen de la Vida), por Charles Thaxton, Walter Bradley y Roger Olsen (New York: Philosophical Library, 1984); Origins (Origenes), por Robert Shapiro (New York: Summit Books, 1986); Evolution, Thermodynamics, and Information: Extending the Darwinian Program (Evolución, Termodinámica e Información : Extendiendo el Programa de Darwin), por Jeffrey S. Wicken (New York: Oxford University Press, 1987); Seven Clues to the Origin of Life (Siete Pistas del Origen de la Vida) (Cambridge: Cambridge University Press, 1985) y Genetic Takeover and the Mineral Origins of Life (La Toma de Poder Genética y los Orígenes Minerales de la Vida, (Cambridge: Cambridge University Press, 1985) por G. Cairns-Smith; y Origins of Life (Los Orígenes de la Vida), por Freeman Dyson (Cambridge: Cambridge University Press, 1985); ver también los capítulos relevantes de Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Evolución: Una Teoría en Crisis) (London: Burnet Books, 1985).

{12}La evolución, dice Francisco J. Ayala, es tan cierta como «la redondez de la tierra, los movimientos de los planetas y la constitución molecular de la materia.» «The Theory of Evolution: Recent Successes and Challenges», («La Teoria de la Evolución: Recientes Éxitos y Retos»), en la Evolución y la Creación, ed. Ernan McMullin (Notre Dame: University of Notre Dame Press, l985), pág. 60. De acuerdo con Stephen J Gould, la evolución es un hecho establecido, no sólo una teoría; y ninguna persona sensible que haya estado familiarizada con la evidencia podría objetarlo. «Evolution as Fact and Theory» (La Evolución como Hecho y Teoría) en Hen’s Teeth and Horse’s Toes (Los Dientes de las Gallinas y los Dedos de los Pies d los Caballos) (New York: W.W. Norton and Company, l980), págs. 254-55. De acuerdo con Richard Dawkins, la teoría de la evolución es tan cierta como que la tierra gira alrededor del sol. Esta comparación astronómica aparentemente se recomienda a sí misma para muchos; en «Evolutionary Biology and the Study of Human Nature» («Biología Evolutiva y el Estudio de La Naturaleza Humana») (presentado como una consulta sobre Cosmología y Teología, patrocinado por la Iglesia (USA) en Dic., l987) Philip Spieth afirma que «Un siglo y cuarto después de la publicación del Origen de las Especies, los biólogos pueden decir con confianza que la relación de la genealogía universal es una conclusión de la ciencia que es tan firmemente establecida como la revolución de la tierra alrededor del sol». Y Michael Ruse añade su matizado y modulado punto de vista de que «¡la evolución es un hecho, un hecho, un hecho!»

{13}Ver los ensayos a los que se hace referencia en la nota de pie de página 4.

{14}De acuerdo con Jesús, Dios recuerda todos y cada uno de los pajarillos (Lucas 12: 6); ¿podría no haber tenido en mente el crear al primero de ellos en una forma especial?

{15}Y por supuesto parte de la evidencia, para un cristiano, será la evidencia bíblica. Yo mismo pienso que la evidencia bíblica para la creación especial de seres humanos es bastante fuerte.

{16}Por supuesto es posible que tanto Dios haya hecho algo especial al crear a los seres humanos y que ellos estén genealógicamente relacionados con el resto del mundo viviente.

{17}Douglas Futuyma, Evolutionary Biology (Biología Evolutiva), (segunda edición, 1986) pág. 3.

{18}George Gaylord Simpson, The Meaning of Evolution (El Significado de la Evolución) (edición revisada., 1967) pág. 344-45.

{19}The Blind Watchmaker (El Relojero Ciego) (London and New York: W.W. Norton & Co., 1986) pág. 5.

{20}«The Anthropic Principle and the Structure of the Physical World» (El Principio Antrópico y la Estructura del Mundo Físico) (Nature, l979) pág. 605.

{21}Brandon Carter, «Large Number Coincidences and the Anthropic Principle in Cosmology» (Grandes Cantidades de Coincidencias y el Principio Antrópico en la Cosmología), en M. S. Longair, ed, Confrontation of Cosmological Theories with Observational Data (Confrontación de las Teorías Cosmológicas con los Datos Observables), l979, pág. 72. Carter concluye que si la fuerza de la gravedad fuera incluso levemente diferente, los planetas habitables no existirían.

{22}«The Anisotropy of the Universe at Large Times» (La Anisotropía del Universo en Grandes Tiempos) en Longair, pág. 285.

{23}John Polkinghorne, Science and Creation: the Search for Understanding (La Ciencia y la Creación: la Búsqueda del Entendimiento) (Boston: New Science Library; New York: Random House, 1989), pág. 22.

{24}Davies, P. C. W. , The Accidental Universe (El Universo Accidental) (Cambridge: Cambridge University Press, l982). Davies añade que todo esto incita a la pregunta de por qué, del rango infinito de posibles valores que la naturaleza podría haber seleccionado para las constantes universales, y de la infinita variedad de condiciones iniciales que podría haber caracterizado el universo primitivo, los valores reales y las condiciones conspiran para producir el rango particular de características muy especiales que observamos. Porque claramente el universo es un lugar muy especial: extremadamente uniforme a larga escala, sin embargo no tan uniforme que las galaxias no podrían formarse; … una tasa de expansión afinada con el contenido de energía con exactitud increíble; valores para las magnitudes de sus fuerzas que permiten que existan los núcleos, pero que no queman toda el hidrógeno cósmico, y muchos más aparentes accidentes de la fortuna. (pág. 111)

{25}E.g., ver Polkinghorne, pág. 23.

{26}Es fácil ver por qué esta distribución es factible de terminar a tiros: la probabilidad de que tal distribución sea mucho mayor sobre la hipótesis de que estoy haciendo trampa que sobre la hipótesis de que las cartas han sido repartidas justamente; por el teorema de Bayes se seguiría entonces que la probabilidad de que yo esté haciendo trampa, dada esta distribución, es mucho mayor que con otras distribuciones. Lo mismo ocurre con los argumentos de sincronización: la probabilidad de sincronización sobre la proposición de que Dios ha creado el universo es mucho mayor que sobre la proposición de que el universo no ha sido creado; consecuentemente la probabilidad de Dios ha creado el universo es mayor en la sincronización que en otra distribución de valores sobre esas constantes.

{27}Martin Gardner distingue el Principio Antrópico Débil (Weak Anthropic Principle (WAP)), el Principio Antrópico Fuerte (Strong Anthropic Principle (SAP)), el Principio Antrópico Participativo (Participatory Anthropic Principle (PAP)), y el Principio Antrópico Completamente Ridículo; ver sus «WAP, SAP, FAP AND PAP», New York Review of Books, Mayo 8, 1987.

{28}C. B. Collings and S. W. Hawking, «Why is the Universe Isotropic?» (Por qué es el Universo Isotrópico?) The Astrophysical Journal (El Diario Astrofísico), Marzo 1, l973, pág. 334.

{29}Hay una pista de algunas de las confusiones que rodean el principio antrópico en la última frase: «Debido a que estamos aquí» no es una respuesta a la pregunta «¿Por qué es este universo isotrópico?» aunque «Sólo porque el universo es isotrópico» podría ser una respuesta a la pregunta «Por qué estamos aquí?» Hay otros problemas con estas sugerencias como explicación: ver John Earman «The Sap Also Rises: A Critical Examination of the Anthropic Principle» («La savia también se Levanta: Un Examen Crítico del Principio Antrópico», American Philosophical Quarterly Octubre, 1987, pág. 314-315.

{30}Ver su On the Plurality of Worlds (Sobre la Pluralidad de los Mundos) (Oxford: Basil Blackwell Ltd., l986).

{31}Una historia que está muy bien relatada en «¿Universo Sincronizado?» de Ernan McMullin, que no ha sido publicado aún. En este próximo párrafo estoy siguiendo la versión de McMullin de esta historia.

{32}Alan Guth , «Inflationary Universes: A Possible Solution to the Horizon and Flatness Problems» (Universos Inflacionarios: Una Solución Posible a los problemas Horizontales y de monotonía), Physical Review D, 23, 1981, pág. 347-356.

{33}«The inflationary universe» (El Universo Inflacionario), Reports on Progress in Physics (Reportes sobre el Progreso de la Física), vol. 47, pág. 925-86, y «Particle physics and inflationary cosmology» (Física de las Partículas y Cosmología Inflacionaria), Physics Today (Física Hoy), Septiembre 1987, pág. 61-68.

{34}«Particle physics and inflationary cosmology,» pág. 68.

{35}ver, e.g., su Quantum Mechanics (Mecánica Cuántica) (Oxford: at the Clarendon Press, 1991) pág. 1-4. Esta forma ciertamente tiene sus atractivos cuando se trata de afirmaciones sobre el mundo maravilloso del quark y gluon y la historia del universo por los primeros 10-32 segundos.

{36}Ver William Hasker, «Evolution and Alvin Plantinga»(Evolución y Alvin Plantinga) Perspectives on Science and Christian Faith (Perspectivas sobre la Ciencia y la Fe Cristiana), Vol. 44, no. 3, Sept., 1992, págs. 158-159 y pie de página 16.

Alvin Plantinga se graduó de la universidad Calvin College en 1954, enseñó filosofía en su universidad desde 1963 hasta 1982 y luego aceptó el nombramiento de Profesor John A. O’Brien en la universidad de Notre Dame. Ha dado más de 200 discursos como expositor invitado en conferencias y universidades de Norte América, Europa y Australia.

El doctor Plantinga recibió su grado M. A. en 1955 de la universidad de Michigan y su Ph. D. de la universidad de Yale en 1958.

LIBROS God and Other Minds (Dios y Otras Mentes) (1967) The Nature of Necessity (La Naturaleza de la Necesidad) (1974) God, Freedom and Evil (Dios, Libertad y Mal) (1974) Does God Have a Nature? (¿Tiene Dios una Naturaleza?) (1980) Warrant: the Current Debate (Certeza: el Debate Actual) (1992) Warrant and Proper Function (Certeza y Funcionamiento Adecuado (1992).

© 1995-2001 Leadership U. Todos los derechos reservados.

Gracias a: Access Research Network (www.arn.org )

Mente Abierta 1999-2001

Traducido por: Juanita Posada

http://www.menteabierta.org/html/articulos/ar_natmetodol_I.htm

 

La espiritualidad desde una perspectiva Protestante/Evangélica

Una reflexión sobre la espiritualidad hoy
Yurupary Agosto y Septiembre de 2005

La espiritualidad desde una perspectiva Protestante/Evangélica

Dr. Theo G. Donner
13 de Septiembre de 2005

1. Introducción
2. Ubicación histórica
3. El marco
    A. El pecado y la gracia
    B. La revelación
    C. Una revelación en la historia
4. El conflicto
5. Implicaciones: La fe cristiana como filosofía de vida
    A. «Para adentro»
    B. «Para afuera»
6. Conclusión

1. Introducción

Alguna vez me invitaron a exponer la teología cristiana en cinco conferencias, pero me parece que esta invitación es un reto mayor.

Tengo la ventaja de poder edificar sobre mucho de lo que ya se ha dicho en las exposiciones anteriores. Es importante destacar que hay muchos lazos que unen las dos exposiciones anteriores con la presente. Con el judaísmo compartimos el Antiguo Testamento. Con la Iglesia Católica compartimos el Nuevo Testamento y 15 siglos de historia común.

Aunque la encomienda es exponer la perspectiva protestante/evangélica de la espiritualidad, el fundamento bíblico implica que buena parte de mi exposición encontrará resonancia con quienes se ubican dentro de la tradición católica romana. Es una de las consecuencias curiosas del debate religioso más global. Es el diálogo con el Islam, el hinduismo, el budismo y las otras religiones orientales que nos hace valorar el patrimonio común que tenemos los católicos y evangélicos.

Quisiera felicitar a los organizadores de este ciclo de conferencias por su instinto certero en invitar como conferencistas a personas que efectivamente se ubican dentro de las tradiciones religiosas. Es muy diferente escuchar hablar a un sociólogo de la religión, tratando con distancia profesional y frialdad crítica de describir una tradición religiosa/espiritual «desde afuera», a escuchar a alguien cuya propia experiencia espiritual se encuentra arraigada dentro de esa misma tradición.

2. Ubicación histórica

Les estamos entregando un bosquejo que resume de manera simplificada las corrientes que van desde la Reforma Protestante hasta la multiplicidad de iglesias evangélicas/cristianas/protestantes hoy.

Aquí estoy tomando un riesgo calculado. Es muy fácil desviar el tema principal de esta charla y convertirla en un estudio histórico. La sola presentación de este bosquejo les suscitará un sinfín de preguntas. Lo presento para evitar preguntas y poder seguir adelante.

Bosquejo de las Iglesias Protestantes/Evangélicas

Siglo 16 Luteranismo
Iglesia Reformada
Iglesia Anglicana
Reforma Radical
   

Zuinglio
Calvino
Presbiterianos

Episcopal
[mundo anglo-sajón]
Puritanos

Anabautistas
Menonitas

Siglo 17     Bautistas
Congregacionalistas
 
Siglo 18     Metodistas  
Wesleyanos
 
Siglo 19 Protestantismo Liberal
Pietismo
  Hermanos Libres
Plymouth Brethren
Mormones
Testigos de Jehová
(Adventistas)
Siglo 20

 

  Pentecostalismo Unitarios
Misiones de Fe

El bosquejo empieza con la Reforma Protestante. Allí surgieron la iglesia luterana (en Alemania y los países escandinavos); las iglesias reformadas que se vinculan con los nombres de Zuinglio y Calvino (este último es el padre de los puritanos y presbiterianos); la iglesia anglicana, que se llama así en Inglaterra donde inició, pero que se conoce como iglesia episcopal en otras partes. Al lado de estas tres está la Reforma Radical (antes conocida como los Anabautistas por su práctica de bautizar a adultos y no reconocer el bautismo de párvulos) que abarca un gran número de movimientos independientes, algunos de los cuales, como los menonitas, han continuado hasta el día de hoy.

Aunque luteranos y menonitas no han cambiado mayormente entre el siglo 16 y el siglo 21, dentro del mundo anglo-sajón la tensión entre el calvinismo y el anglicanismo, así como otros factores, dieron lugar a varias iglesias nuevas.

El siglo 17 produce una guerra civil en Inglaterra, en la que los puritanos – de corte calvinista – juegan un papel importante. Es en este ambiente que surgen los congregacionalistas y los bautistas (los bautistas de hoy no son descendientes de la Reforma Radical sino del siglo siguiente y tienden a inclinarse a una doctrina calvinista).

En el siglo 18 se ve un gran avivamiento en Inglaterra bajo los predicadores Wesley y Whitefield. Este avivamiento surge dentro de la iglesia anglicana pero da lugar a las iglesias metodistas y wesleyanas.

El siglo 19 es un tiempo de mucho fermento religioso. Surge la crítica bíblica y el liberalismo protestante. Surge el pietismo alemán (con raíces en el siglo 18 y con paralelos en las iglesias presbiterianas). Surgen grupos independientes como los hermanos libres (Plymouth Brethren), dentro de la iglesia anglicana. Y surgen agrupaciones que los mismos protestantes miran como sectas, por adoptar alguna autoridad doctrinal aparte de la Biblia y por considerarse a sí mismas como única iglesia verdadera. Por tanto, grupos como los Testigos de Jehová y los Mormones (que también se tildan de «evangélicos» en Colombia) no forman parte de las iglesias protestantes/evangélicas.

El mayor aporte del siglo 20 es el avivamiento pentecostal que dio lugar a iglesias nuevas como las Asambleas de Dios y las iglesias Cuadrangulares, y que tuvo impacto también en iglesias históricas por el movimiento carismático, el cual incluso tuvo acogida en la iglesia católica en su momento. El siglo 20 también es el gran siglo de las llamadas «misiones de fe», sociedades misioneras que no provienen de iglesias o denominaciones específicas (se consideran no-denominacionales o inter-denominacionales) pero sí van fundando nuevas iglesias y denominaciones en los países donde hacen su obra misionera.

Es importante notar que son las iglesias evangélicas de corte pentecostal y carismático que han visto mayor crecimiento en América Latina. Den-tro de las iglesias evangélicas de nuestro medio se ve un grado de uniformidad – a pesar de los diferentes nombres que llevan – que es inimaginable para el protestante que proviene de Europa. Así como resulta sorprendente para el europeo el mutuo reconocimiento que existe de facto entre las diferentes iglesias, cuando tal cosa no se logra en Europa sino a duras penas y luego de diálogos teológicos interminables.

Tal vez la mejor forma de entender estas iglesias evangélicas es como la suma de las diferentes corrientes que las conectan con la Reforma Protestante. Su doctrina de la justificación por la fe todavía recuerda a Lutero. La centralidad de la Biblia refleja el lema de la sola scriptura de la Reforma. Hasta hace 15 o 20 años, las iglesias evangélicas manifestaban el rechazo a la política de los anabautistas. Desde ese entonces han incursionado en la política con resultados muy variados. Su devoción personal y su preocupación por la caridad reflejan el pietismo. Su práctica del bautismo y sus estructuras de gobierno provienen mayormente de los bautistas. Su moralidad es puritana y, por lo general, legalista. Su culto es pentecostal. Su escatología tiende a ser dispensacionalista, siguiendo a los hermanos libres y otras corrientes del siglo 19.

Mi propósito en esta conferencia es resaltar aquellos hitos del pensamiento bíblico que corren por estos 500 años de historia protestante/evangélica.

Ya no se trata aquí de tomar como base los lemas de la «sola escritura», la «sola fe», y la «sola gracia» del tiempo de la Reforma Protestante, porque servían para perfilar la Reforma frente a la iglesia medieval. Ahora se trata de caracterizar esta tradición frente al mundo más amplio de las religiones no-cristianas.

Uds. están aquí en el supermercado posmoderno donde se ofrece una amplia gama de filosofías, de ideologías y de religiones para la venta. La persona haciendo el mercado quiere saber la diferencia entre los diferentes productos, para poder tomar una decisión sana.

Y si Ud. es de aquellos que se guían solamente por el precio, le tengo malas noticias, porque el precio de la fe cristiana es muy alto. Como dijo Bonhoeffer: «Cuando Cristo llama a una persona, la invita a venir y morir.» Solo aquel que está dispuesto a perder la vida la hallará.

¿Cuáles son, entonces, las características distintivas de la perspectiva protestante/evangélica que determinan su espiritualidad, que forman el marco de su filosofía de vida?

3. El marco

A. El pecado y la gracia

Hace ocho días el padre Hernando Uribe nos habló del ser humano como un ser-en-relación: un ser que se relaciona consigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios. Si vuelven a leer los primeros dos capítulos de la Biblia pueden encontrar allí todos los elementos de esta perspectiva: el ser humano no es creado como individuo, sino como varón y hembra; el ser humano es creado para labrar la tierra, para señorear sobre la creación, para ser lugarteniente de Dios en esta creación; también el ser humano es criatura, hecha para la comunión con su Creador. Son estas tres relaciones las que determinan la identidad del ser humano.

Pero el capítulo 3 de Génesis nos muestra que el pecado afecta y daña cada una de estas relaciones.

La relación consigo mismo: el ser humano se avergüenza de sí mismo, de su propia desnudez. El varón y la hembra se esconden el uno del otro y de Dios.

La relación de pareja es cambiada por esta vergüenza y llega a ser una relación de dominio y de deseo posesivo.

La relación con el cosmos se daña: la tierra le produce al ser humano cardos y espinos; con dolor ha de comer su pan. Y Dios pone el miedo del ser humano sobre los animales.

La relación con Dios se daña: la desobediencia se traduce en miedo. El Dios que lo colmó de bendiciones se vuelve juez. El ser humano es expulsado del lugar donde disfrutaba la libre comunión con Dios.

Ahora, el tema del pecado es polémico en el mundo de hoy.

A nivel popular es un término que reservamos para asuntos relacionados con el sexo.

Hace un año Antonio Caballero publicó un artículo sobre los siete pecados cardenales donde mostró que el mundo actual convirtió casi todos estos pecados en virtudes. La soberbia la llamamos asertividad. Nuestra economía no podría funcionar sin la motivación del lucro (que alguna vez se llamó avaricia). Nuestra publicidad no puede funcionar sin apelar a la lujuria. Toda la sociedad de consumo se edifica sobre la envidia (yo quiero tener lo que otros tienen). Y así sucesivamente.

En estos meses tuvimos otra oportunidad para observar la lucha del mundo de hoy con el tema del mal. ¿Cuántos de Uds. vieron la película La Caída, sobre los últimos días de Hitler en el búnker de Berlín?

Aún si todavía no vieron la película, seguramente se dieron cuenta de la polémica que se armó porque supuestamente muestra un Hitler demasiado humano y cortés, amable con su perro y con su secretaria privada. Es una polémica fascinante porque indica que nos incomoda una persona humana que fue a la vez tan mala. Queremos un Hitler que sea un monstruo, un demonio – alguien totalmente diferente a nosotros. Preferimos vivir en un universo maniqueo en el que las fuerzas del bien están claramente opuestas a las fuerzas del mal, y en el que nosotros somos, evidentemente, «gente de bien». Preferimos a guerrilleros pintados como bandoleros y terroristas, porque nos evita la pregunta de fondo en cuanto al mal y al pecado.

El problema no es Hitler (Uds. y yo probablemente no llegaremos a eso), sino la gente que le siguió. No los sicópatas como Goebbels o Himmler. No. La gente sencilla, decente, buena; gente inteligente; cristianos – tanto católicos como protestantes.

Allí está el problema de fondo. Somos personas con una brújula moral dañada [Larry Crabb]. Somos capaces de creer firmemente que estamos caminando hacia el norte cuando nuestros pies se dirigen al sur. Y no estamos exentos por pertenecer a una iglesia cristiana.

Es esta la afirmación bíblica que choca tan profundamente con nuestro mundo actual, con las sicologías populares y con muchas de las opciones religiosas que se nos ofrecen. Queremos creer que somos buenos en el fondo, cuando en la realidad somos seres enajenados. Allí está la razón por nuestra frustración espiritual. Somos seres en relación y las relaciones – con nosotros mismos; con los demás; con el cosmos y con Dios – están dañadas.

Sólo al reconocer este hecho podemos entender la centralidad de Jesucristo y del evangelio de la gracia que se anuncia en su nombre.

Al principio de sus conferencias sobre los Salmos, Martín Lutero dice que la persona que empieza a leer la Biblia, se encuentra confrontada con una decisión. Este libro le dice que es criatura de Dios, que vive en rebeldía contra Dios y que necesita ser reconciliado con Dios. Y el lector tiene que escoger entre la alternativa de decir «¡»Qué interesante, una religión que todavía cree tales cosas!» y decir «Allí estoy pintado».

La fe cristiana no trata de nuestra búsqueda por la profundidad, por la espiritualidad. Trata más bien del Dios que nos busca a nosotros, que nos viene al encuentro en Jesucristo para restaurar nuestra relación con él.

B. La revelación

En la primera conferencia el padre Alberto Ramírez nos dijo que la fe cristiana cabe dentro de la familia de las religiones proféticas. Esto guarda relación con lo que acabamos de mencionar.

Una afirmación fundamental de la Reforma Protestante es que la ruptura en la relación con Dios – que llamamos pecado – afecta a la persona humana en forma integral. Afecta su capacidad intelectual y cognitiva. Para decirlo de otra manera, siguiendo a San Agustín, el ser humano es un ser volitivo y moral antes que un ser racional. En forma muy posmoderna significa que «creemos lo que queremos creer».

Por causa del pecado, por causa de la brújula moral dañada, el ser humano no puede conocer a Dios, ni alcanzar a Dios por sus propios esfuerzos. Sólo podemos conocer a Dios en la medida que Dios se da a conocer.

El ser humano es creado de tal forma que busca lo trascendente, aquello que da sentido a su existencia. Como lo dice Eclesiastés: «Dios ha puesto eternidad en el corazón del ser humano» (Ecl. 3:11). O en las palabras de Agustín que citó el padre Alberto en la primera conferencia: «porque nos criasteis para Vos, y está inquieto nuestro corazón hasta que descanse en Vos» (Conf. I.1).

Toda la historia de la humanidad da fe del sensus divinitatis que se expresa en ritos, mitos y religiones, desde las tribus indígenas hasta las civilizaciones más altas. Es la necesidad de adorar. O también el impulso por manipular a los poderes sobrenaturales para nuestro beneficio o para nuestra protección.

La crítica del teólogo Barth a la religión humana y el proyecto de Bonhoeffer de un cristianismo no-religioso, se dirige justamente contra el impulso humano de auto-justificación por su religión, su intento de tender un puente del ser humano a Dios. La iniciativa tiene que salir de Dios. En su revelación, y supremamente en Cristo, es Dios quien le tiende un puente al ser humano, para hacer posible la reconciliación con él.

La fe cristiana no implica un rechazo de toda espiritualidad y religiosidad humanas, sino la afirmación de que Dios, en Cristo, ha dado respuesta al interrogante del ser humano. Sólo podemos conocer a Dios cuando él se da a conocer y en Cristo se ha dado a conocer. En las palabras de Jesús: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» ( Jn. 14:9 , cp. 12:45).

C. Una revelación en la historia

Hay un factor más que toca resaltar. Es un factor que tenemos en común con el judaísmo, pero no con el Islam – la otra religión profética.

En la fe cristiana no se trata de una revelación dada en una soledad mística, a un hombre sobre una montaña o en el desierto – como en el caso de Mahoma o Joseph Smith, el fundador de los mormones. Esta revelación se da en la historia, en el campo público. Es la revelación de un Dios que se da a conocer en eventos concretos: «Yo soy YHWH tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto» (Ex. 20:2); es la revelación de un Dios que se hizo carne y habitó en medio de nosotros (Jn. 1:14).

Significa que no es un mensaje que se deja reducir a unos cuantos consejos para mejorar la vida. No se trata de unos mitos de los cuales podemos seguir sacando moralejas y aplicaciones edificantes. La historicidad de los eventos es de importancia clave. «Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana es también vuestra fe» (1ª Cor. 15:14).

Buena parte de los cuestionamientos que se han levantado contra la fe cristiana se han centrado justamente en este aspecto histórico. Desde la predicación de Pablo en Atenas, en el Areópago, hasta el Siglo de las Luces, los milagros, y especialmente la resurrección, han resultado piedra de tropiezo para los intelectuales.

Pero en la actualidad lo que choca es el llamado escándalo de la particularidad. El que un pueblo de esclavos escapados que se asientan en Canaan, el corredor entre las grandes potencias de Mesopotamia y Egipto – que este pueblo se considera a sí mismo el pueblo de Dios, que afirma que de una manera especial Dios los ha escogido a ellos para él darse a conocer y habitar en medio de ellos – eso nos choca. Que la máxima revelación de Dios, la venida de su propio hijo a este mundo, no se realiza en un centro cultural como Atenas o Alejandría, o en un centro de poder como Roma. Que sea un carpintero de Nazaret quien diga: «Yo y el Padre uno somos» (Jn. 10:30), «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9) y, peor de todo, «Yo soy el camino, la vida y la verdad: Nadie viene al Padre sino por mí» (Jn. 14:6). Eso nos choca.

Choca con nuestra cultura globalizada, nuestros principios democráticos, nuestro concepto de igualdad, nuestro concepto de tolerancia – especialmente el concepto posmoderno en que todo aquel que dice tener la verdad automáticamente es intolerante.

4. El conflicto

En la primera exposición el padre Alberto Ramírez habló del fenómeno de la secularización, el proceso irreversible por medio del cual lo sagrado es desalojado de este mundo. No es menester repetir el argumento, apenas quisiera recordar que se dijo que este proceso, en sí, no tiene porque ser una amenaza para la espiritualidad.

Se puede argumentar que este mundo secularizado es un ambiente mucho más propicio para la realización de la visión de San Agustín, en su obra La Ciudad de Dios, de la iglesia cristiana como iglesia peregrina. En las palabras del apóstol Pedro, vivimos como «expatriados», como «extranjeros y peregrinos» en el mundo de nuestro Dios (1ª Ped. 1:1 2:11).

Pero es un error pensar que las diferentes religiones armonizan con este mundo secularizado.

Si Uds. quieren entender (para dar un ejemplo fuera de la religión cristiana) la militancia musulmana de un grupo como Al Qaeda, no es suficiente mirar el trato del estado de Israel para con los palestinenses, y el apoyo incondicional de Estados Unidos para esta política; toca mirar también la preocupación musulmana frente a la invasión de los valores occidentales en el mundo musulmán. Ellos no se resignan a una religión que se reduce a la vida privada del individuo, y una celebración, una vez a la semana, en un edificio reservado para tal propósito. Su religión forma el marco para toda su vida social, cultural y legal. No quieren contaminarse con la cultura Hollywood y los valores seculares que surgieron del Siglo de las Luces, aquellos valores que caracterizan el mundo occidental moderno y posmoderno. Gracias a Dios que no todos los musulmanes optan por el camino de Al Qaeda, pero su preocupación es legítima.

En el caso de la fe cristiana el conflicto es a la vez más limitado y más profundo.

La fe cristiana no presenta su propio proyecto político, legal, social y cultural. Es más bien un llamado a ser contracultura. Si vamos a ser sal de la tierra y luz del mundo es porque tenemos una conducta y una forma de pensar distintas a las del mundo alrededor. El apóstol Pablo nos dice que no debemos conformarnos a este mundo en que vivimos sino transformarnos por una nueva forma de pensar (Ro. 12:2).

A. El conflicto de fondo en nuestro medio ambiente moderno y posmoderno – un conflicto que ya se dio con el pensamiento helenista al puro principio de la historia de la iglesia – es el concepto de la autonomía y auto-suficiencia del ser humano. En palabras del sofista Protágoras: «El hombre es la medida de todas las cosas». Esta actitud se acentúa en la posmodernidad porque la posmodernidad significa la desaparición del otro: el otro como aquella realidad objetiva que estudia la ciencia y que se vuelve una realidad virtual en la posmodernidad – ahora la ciencia es un juego que me interesa si me trae beneficios; los otros, en el sentido de los demás, sólo existen en función de mis necesidades; el Otro (con mayúscula) es descartado como un estorbo que pondría límites a mi libertad e independencia.

Pero la fe cristiana es justamente la irrupción del Otro en nuestra realidad personal; es el llamado de amor, el llamado a vivir en función del otro; el llamado a asumir nuestra responsabilidad por la creación de Dios, el mundo externo, del cual somos mayordomos.

Autonomía es donde mi propia voluntad determina mi vida. Heteronomía es donde me someto a la voluntad de Otro. (Lamentablemente el solo hecho de llamarnos cristianos no implica que hayamos abandonado la autonomía porque tenemos una capacidad sorprendente para matricular a Dios dentro de nuestros proyectos y agendas.)

B. El conflicto surge cuando Jesús dice que él es la verdad (el camino y la vida) y que nadie viene al Padre sino por él. Federico Nietzsche, el profeta de la posmodernidad, nos ha enseñado a desconfiar de quienes pretenden tener la verdad – porque allí se expresa la voluntad al poder. Y hemos decidido que es intolerante decir que esto o aquello es la única verdad, el único camino. Lo curioso es que esta fue la misma objeción que se expresó cuando surgió la iglesia cristiana en el imperio romano. El imperio era un mundo cosmopolita, pluralista, donde cualquier religión podía practicarse, con tal de no predicar doctrinas políticamente subversivas. Pero una religión exclusiva, que decía que sólo su Dios era verdadero, que decía que sólo por Jesús se podía encontrar la salvación – eso resultó inadmisible.

Claro que el punto clave es que no se trata de la religión verdadera, de la única iglesia verdadera, de la teología correcta – porque, a diferencia del mundo greco-romano, no estamos diciendo que tal o cual sistema filosófico o teológico es verdad. Estamos diciendo que Cristo es la verdad. La verdad no es un sistema conceptual o teológico, no es una religión, la verdad es una persona, la persona de Cristo.

C. Esto nos lleva a otro conflicto que resulta central para el tema de estas conferencias. Al participar en estas conferencias y expresar su interés en el tema de la espiritualidad, Ud. ya está articulando una crítica frente a una modernidad que se limita, en las palabras del padre Alberto Ramírez, a la realidad extrínseca de nuestra vida humana. Está afirmando que la vida es más que la prosperidad, el progreso y la comodidad que nos brindan los electrodomésticos y la tecnología en general. Está reconociendo que Ud. es una persona no sólo con necesidades físicas y emocionales, sino también con necesidades espirituales.

Pero el mundo moderno nos ha enseñado a ser autónomos y auto-suficientes. Y así, de pronto, nuestra búsqueda por lo profundo termina con unos libros de auto-ayuda – ¿Cómo ser una persona espiritual? Siete hábitos de una persona altamente espiritual – o con ejercicios de respiración, la repetición de un mantra o el ikebama, el arte japonés de arreglar flores.

La espiritualidad desde un enfoque cristiano será siempre una espiritualidad relacional. La verdad es una persona. Conocer la verdad significa conocer, entrar en relación con esta persona. Vivir la verdad significa caminar de la mano de esta persona.

Es por eso que la vida cristiana es mucho más que adherirse a una nueva/antigua filosofía, mucho más que hacerse adepto de una nueva/antigua religión. Se ha de comparar más bien con el matrimonio. He encontrado a la persona que me produce una felicidad increíble, una persona cuyo amor me hace verme a mí mismo en una luz diferente. Quiero comprometerme para vivir con esta persona el resto de mi vida, para conocerla más cada día, para aprender cómo agradarla, y para dejarme transformar por el amor de esta persona.

Las personas enamoradas son aquellas que mejor perciben el significado de la gracia de Dios – porque están conscientes de que no se merecen este amor, esta felicidad. ¿Qué hice yo para obtener este regalo tan grande? Esa es la sensación de quien se encuentra con el amor de Dios en la persona de Jesucristo. Yo no me merezco esto.

Espiritualidad cristiana es espiritualidad relacional, interpersonal.

D. Y este amor relacional es un absoluto. Nunca es un medio para obtener otro fin. Dos personas se casan porque se aman, no porque han decidido que es una buena idea producir hijos, o porque se convencieron con esa frase de la Carta Política de que la familia es el fundamento de la sociedad, y por eso decidieron formar una familia. La única razón legítima para casarse es que uno ha encontrado una persona a quien ama, y quiere dedicar el resto de la vida a hacer feliz a esta persona.

Al final de la primera conferencia escuchamos del parlamento de las religiones y de la propuesta de Hans Küng de unir a las religiones alrededor de un gran ideal ético mundial. Se habló de la búsqueda de un consenso mínimo, de un gran diálogo para lograr la paz en el mundo. Quiero saber más de esta propuesta y estoy participando en estas conferencias porque me parece que no hay nada más sano que dialogar con quienes tienen un marco religioso fundamentalmente distinto y tratar de entender como ven el mundo y la vida desde su punto de vista.

Pero confieso que mi primer impulso frente a la propuesta de Hans Küng es ¡Cuidado! Cuidado con el pragmatismo del mundo moderno que se expresa allí. Cuidado con matricular la religión (matricular a Dios mismo) para alguna agenda humana, por más loable que resulte tal agenda. (¿No es cierto que todas las reinas de belleza nos dicen que debemos procurar la paz mundial?)

Así es como terminamos con la vergonzosa distorsión del evangelio de Cristo en ciertas iglesias y canales de radio y televisión. «Ven a Cristo y él te sana de toda enfermedad, te arregla el matrimonio, te hará prosperar en tu negocio.» «Consignen sus veinte dólares en tal cuenta y tendrán el milagro que están buscando.» Ponen el evangelio como medio para alcanzar un fin y apelan a los instintos más primitivos y egoístas de la gente en nombre de Cristo.

Me convence mucho más el evangelio de paz de Hans Küng que el evangelio de la prosperidad de Enlace, pero se comete el mismo error.

Los cristianos no predicamos a Cristo porque es bueno para algo, sino porque es la verdad. El es la verdad y nosotros fuimos creados para estar en relación con él. «Nos criasteis para Vos, y está inquieto nuestro corazón hasta que descanse en Vos.» Necesitamos esta relación como nuestro cuerpo necesita aire para respirar y pan para comer.

E. Toca mencionar un punto más en el que no estamos en sintonía con nuestro mundo de hoy. La fe cristiana es una fe escatológica. Se proyecta hacia un futuro en el que nuestra relación con Cristo tendrá una realización tal como ni podemos imaginarnos.

Es cierto que Cristo nos invita a una vida nueva que empieza aquí y ahora, pero no compartimos la mentalidad que mira el aquí y ahora como la única realidad que nos queda.

Así como la Biblia afirma que la creación de Dios (no sólo el ser humano, sino toda la realidad creada) sufrió las consecuencias del pecado, también afirma que habrá una restauración: nuevos cielos y nueva tierra; una resurrección ya inaugurada en la resurrección de Cristo.

Estamos conscientes de que en este breve lapso de vida que nos corresponde aquí, no se supera nuestra lucha con nuestras propias fallas, nuestros propios defectos, nuestra dificultad para amar y ser amados, nuestra lucha con el egoísmo y egocentrismo, el deseo de estar en control (no sólo de nuestra vidas, sino a menudo también de la vida de otros), nuestra frustración con los límites que no disminuyen sino que aumentan en la medida que avancemos en la vida. Y ni hablar de los defectos, limitaciones, desfases, injusticias y conflictos que son parte de la sociedad y cultura desde siempre.

Vivimos hacia una meta, vivimos hacia la plenitud de vida donde la esperanza se hace realidad y la relación de amor es consumada de veras.

Lo curioso es que el evangelio del reino de Dios, este evangelio que anuncia una consumación futura, no nos llama a una renuncia frente al mundo en que vivimos, sino que nos llama a una vida comprometida, como pueblo de Dios, dentro de este mundo. Hemos de ser sal de la tierra y luz del mundo.

Esta fe cristiana encierra una filosofía de vida y debemos mirar ahora brevemente de qué manera la espiritualidad cristiana ha de orientar nuestra vida.

5. Implicaciones: La fe cristiana como filosofía de vida

A. «Para adentro»

Ya hemos dicho que la Biblia, como registro de la revelación de Dios, ocupa un lugar central en la espiritualidad cristiana. Si lo central de esta espiritualidad es la relación con Cristo, también es cierto que es una relación personal mediada por la Biblia. La Biblia es nuestra única fuente para conocer a la persona de Jesús.

Aquí hay un punto donde hemos de reconocer un aporte significativo de nuestro mundo moderno y posmoderno. Es nuestra cultura pluralista y nuestro mayor conocimiento de la historia y de las diferencias entre las culturas que nos permiten ver hasta qué punto nuestra lectura de la Biblia ha sido y sigue siendo determinada por nuestras presuposiciones culturales.

Un botón para la muestra (o dos).

Cuando nosotros leemos el relato de la resucitación de Lázaro, no tenemos ninguna dificultad en imaginarnos una cueva con un hueco como entrada y una piedra circular inmensa que funciona como tapa para la entrada. Pero cuando el pintor Rembrandt pinta su cuadro de la resucitación de Lázaro, la tumba es un hueco en el suelo y la piedra una lápida sobre ese hueco – porque así eran las tumbas en ese entonces.

Las famosos palabras de Jesús, cuando contesta la pregunta sobre si debemos pagar impuestos o no: «Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios», se usaron por siglos para justificar una cosmovisión dualista, en que la realidad se dividía en un ámbito secular y otro religioso. Pero si miramos lo que Jesús dice a la luz del Antiguo Testamento, es obvio que la demanda que hace es mucho más radical: Si la moneda le pertenece a César porque lleva su imagen, entonces lo que le corresponde a Dios es aquello que lleva su imagen, la persona integral, el ser humano creado a imagen y semejanza de Dios. «Esta moneda lleva la imagen de César, dáselo a César; pero tú perteneces a Dios.»

Los reformadores protestantes rechazaron el magisterio de la iglesia porque, según ellos, significaba una autoridad humana sobre la autoridad de la Palabra de Dios. Sin embargo, los siglos posteriores mostraron que no era tan fácil deshacerse de la autoridad humana. Durante el siglo 19, el protestantismo liberal puso en lugar del magisterio eclesiástico el magisterio de la erudición bíblica, con un método histórico-crítico que arrojaba supuestamente resultados científicos. Se desmenuzó la Biblia en un mosaico de fragmentos y tradiciones incompatibles e incoherentes entre sí. Hoy se está reconociendo que la supuesta «libertad de presuposiciones dogmáticas», y la supuesta objetividad científica, escondían un compromiso profundo con los valores y la agenda de la Ilustración. (Lamentablemente los eruditos católicos apenas «descubrieron» la crítica bíblica a partir del Concilio Vaticano II, y todavía están con todo el fervor y la efervescencia que el método inspiró a los protestantes hace 200 años.)

No es ninguna sorpresa que Baruc (o Benedicto) Espinoza, que es llamado a veces el Padre de la Crítica Bíblica, pudo sacar un mensaje central de la Biblia, que resultaba exactamente igual a lo que toda persona podía encontrar por la sola razón. Así el filósofo Kant planteó su Religión dentro de los límites de la Razón Pura, una religión que dejó al ser humano responsable de su propia salvación, y eliminó toda la historia de la redención, la obra de Cristo en la cruz, así como la cuasi totalidad de la revelación bíblica.

No es otra cosa que la antigua tendencia humana de hacernos dioses a nuestra imagen y semejanza, una tendencia que no sólo advierte el Antiguo Testamento, sino también el antiguo poeta griego Jenófanes.

Allí está el desafío de la Biblia.

¿Nos esforzamos por imponernos al texto bíblico, para que diga lo mismo que nuestras presuposiciones y prejuicios personales, para que concuerde con los valores de la modernidad y posmodernidad?

¿O nos esforzamos por dejar que la Biblia se imponga a nosotros? ¿Nos esforzamos por escuchar en ella, no el eco de nuestra propia voz, sino la voz del Otro, quien en estas palabras escritas nos comunica su amor, nos permite vislumbrar quién es él, y nos invita a que lo dejemos entrar en nuestra realidad para tomar el control de nuestra vida y encaminarla por sendas nuevas?

Quienes conocen algo de las iglesias evangélicas/cristianas en nuestro medio sabrán que la Biblia ocupa un lugar central dentro de la celebración colectiva de la fe y en la vida personal del creyente. El culto dominical siempre incluye la exposición bíblica. Y se anima al creyente a separar un tiempo todos los días para leer la Biblia y orar.

La espiritualidad cristiana es una espiritualidad bibliocéntrica, justo porque es cristocéntrica. Es en este libro que nos encontramos con Jesucristo; es en este libro que Dios nos habla. Desde el día de Pentecostés la iglesia cristiana es iglesia en la medida que persevera en la doctrina de los apóstoles (Hch. 2:42).

Pero en todo esto la Biblia sigue siendo un reto. Nos invita a escuchar en ella la voz de Dios y nos invita a ser transformados en nuestra forma de vivir y nuestra forma de pensar. Lutero dijo en la primera de sus 95 Tesis que el arrepentimiento es un proceso de toda la vida. En forma concreta este proceso permanente de arrepentimiento y conversión se lleva a cabo en la interacción dinámica con la Biblia.

Cuando los reformadores protestantes rechazaron el magisterio de la iglesia, afirmaron la perspicuidad de la Escritura. Todos los intentos, a partir de la Reforma, por traducir la Biblia a los idiomas corrientes eran para facilitar el acceso a las Escrituras. La Reforma Protestante afirma que uno no necesita de teólogos ni de eruditos para sacar provecho, para nutrirse de la Biblia. Cada creyente tiene el Espíritu Santo viviendo en él, en ella, para ayudarlo en la comprensión del texto.

No significa que todo problema se resuelva, ni que todo creyente ahora esté habilitado para ser comentarista de la Biblia. Sí significa que cada uno puede alimentarse espiritualmente, puede encontrar orientación para su vida y respuestas a sus preguntas. Al fin y al cabo, Pablo escribió sus cartas no para teólogos, sino para comunidades de cristianos comunes y corrientes.

Menos mal que el creyente puede escuchar a Dios al leer esta palabra, porque los teólogos de los últimos siglos (principalmente los protestantes, pero los católicos se afanan por hacerles competencia) se han empeñado más bien en volver cada vez más opaco este libro. (Uds. me perdonan si no digo más sobre este punto; cuando los teólogos empiezan a criticar a los teólogos, el tema se vuelve aburrido muy rápidamente.)

Biblia y oración: los dos elementos que forman el fundamento de la vida espiritual del creyente: el diálogo en que Dios me habla en su palabra y en que yo le respondo en mi oración. De hecho el culto cristiano también gira alrededor de este diálogo. El canto no es otra cosa que la celebración que expresa nuestra gratitud a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros.

Dentro de la iglesia se unen a este diálogo las ordenanzas que Jesús nos ha dado de bautismo y santa cena (la eucaristía), que nos hablan de nuestra unión con Cristo y del sacrificio de Cristo por nosotros.

B. «Para afuera»

En todo esto estamos hablando de la vida cristiana «para adentro». Queremos decir algo de la vida cristiana «para afuera».

En la primera conferencia de esta serie, el padre Alberto Ramírez dijo que la fe cristiana tiene una espiritualidad de ojos abiertos.

En el Sermón del Monte (o Sermón de la Montaña) Jesús dijo a sus discípulos que ellos eran «sal de la tierra» y «luz del mundo» (Mt. 5:13,14). Ahora debemos preguntar qué significa eso.

Notemos un detalle importante: Jesús no dice que sus discípulos deben ser sal y luz. Dice que lo son. Y lo dice dentro del contexto del Sermón del Monte. Ser sal y luz, y vivir el Sermón del Monte van juntos.

El Sermón del Monte es un desafío a vivir una vida radicalmente diferente. Así como las Bienaventuranzas declaran bienaventurados aquellos que nuestro mundo tilda de perdedores, de «fuera de onda» – así la vida a la que Jesús nos llama es una vida distinta. No ya una vida que cabe dentro del legalismo de los fariseos, sino una vida que pone en tela de juicio los valores del mundo alrededor. Hemos de ser gente distinta. Gente que no reclama sus derechos, sino dispuesta a renunciar a sus derechos para beneficio del otro. Que no hace lo justo sino lo bueno. Gente que refleja en su vida el amor incondicional de Dios.

Si el cristiano es sal y luz es porque vive de acuerdo a unos criterios y valores distintos al mundo circundante.

El Sermón del Monte también sirve para poner de relieve lo que ha sido una dificultad de esta charla desde un principio: la diferencia entre lo que somos llamados a ser y lo que somos.

Una razón para este discurso de Jesús es poner al descubierto la superficialidad de la justicia de los fariseos. Ellos pensaban ser justos por su observancia de la Ley de Moisés – y Jesús les dice que la demanda de la ley es mucho más exigente. Es cierto que los Diez Mandamientos dicen: «No cometerás adulterio» – pero estos mismos mandamientos también dicen: «No codiciarás». ¿Cómo piensas haber cumplido la ley al abstenerte del adulterio, si en tu corazón codicias esa muchacha bonita que pasa por la calle?

El Sermón del Monte acaba con toda auto-justificación. Ninguno de nosotros va a poder ganarse la salvación por su propio esfuerzo si se trata de cumplir con unas demandas tan exigentes. El evangelio de la gracia que proclama el Nuevo Testamento es que Jesús cumplió la ley perfectamente y, a la vez, sufrió el castigo (la muerte) de quienes no cumplen la ley. Por esta razón nosotros, quienes creemos en Jesús y creemos que murió por nuestros pecados, podemos ser aceptos delante de Dios. La diferencia entre el cristiano y el no-cristiano no es que el cristiano es bueno y el otro es pecador, sino al revés. El cristiano es pecador y lo sabe. El no-cristiano ni sabe qué es pecado ni se considera pecador.

El cristiano es el que sabe que Dios lo ama y lo salva «a pesar de». Sabe que tiene la salvación aun cuando no es justo ni santo, ni alcanzará nunca la santidad de la que habla el Sermón del Monte. Pero la tiene como su meta. El cristiano es realista e idealista al mismo tiempo.

Y esta paradoja marca toda la vida cristiana.

Comenzamos por decir que la rebeldía del ser humano contra Dios dañó las relaciones fundamentales. Cuando el ser humano le hace caso al tentador y cree la promesa «y vosotros seréis como Dios» – es decir cuando el ser humano procura ser dios en vez de confiar en Dios – se daña la relación de la persona consigo mismo, la relación con los demás, la relación con Dios y la relación con el cosmos, con el mundo creado.

A partir de la muerte y resurrección de Cristo se inicia el proyecto de la restauración en cada una de estas relaciones. Aquí aparece la paradoja: a partir de Cristo se inicia la restauración, pero a la vez esperamos una restauración escatológica en la resurrección futura, en la segunda venida de Cristo.

Porque Cristo murió por nosotros en la cruz, es restaurada nuestra relación con Dios. Tenemos paz con Dios. Por ahora es una relación que resulta muchas veces opaca y frustrante, pero entonces estaremos viviendo en su presencia por toda la eternidad.

La vida nueva que recibimos en Cristo cambia nuestra relación con nosotros mismos. Es posible encontrar libertad de los traumas de la vida, de la amargura y de los odios que nos han marcado. El ser perdonado hace posible perdonar. El ser amado hace posible amar. No estaremos en completa libertad de nuestras tendencias egoístas, nuestro deseo de estar en control, nuestra dificultad con entregar nuestra vida en manos de Otro y confiar en su amor. Ni tampoco de los quebrantamientos y decepciones propios de esta vida humana. Por eso anhelamos aquella consumación que nos libera de todas las limitaciones. Pero ya no vivimos bajo la sombra de la muerte, sino en la anticipación de la vida verdadera.

Es la transformación de nuestra relación con nosotros mismos que hace posible entrar en la relación más íntima con otra persona en el matrimonio. Es uno de los desafíos más grandes, porque está tan profundamente marcado por la caída de Génesis 3. Ahora impera la ley del más fuerte, impera el espíritu posesivo que procura controlar a la otra persona. Y, en un nivel más profundo, impera la vergüenza por nuestra desnudez. Esas hojas de higuera en el huerto de Edén nos hablan de la realidad más difícil que enfrenta la relación de pareja. Porque no nos avergonzamos apenas de nuestra desnudez física. Esto se percibe en aquella relación donde sí nos quitamos la ropa el uno frente a la otra. Justamente allí no nos atrevemos a darnos a conocer como somos de veras. Queda la hoja de higuera, quedan las máscaras, quedan las proyecciones de cómo queremos que nos vean. Porque tememos que si la otra persona nos conoce tal como somos, ya no nos podrá amar.

Sólo porque Dios nos ama, nos atrevemos a ser amados. Y así resulta el matrimonio cristiano. Ya no una relación de dominio y de control, sino de entrega y amor. Cambia la palabra: «y tu marido se enseñoreará de ti» (Gn. 3:16) en la palabra: «maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Ef. 5:25). El amor de Cristo es el modelo para el matrimonio restaurado. Los reformadores protestantes llamaron el matrimonio y la familia una «escuela de santidad», porque es allí donde aprendemos a vivir efectivamente para el bien de otros.

También hay un cambio en nuestras relaciones con los demás. Ya los otros no son una limitación de mi libertad personal, sino una oportunidad para vivir el amor de Cristo. Máxime en la comunidad de los seguidores de Jesús: la iglesia. Jesús es el nuevo Adán, cabeza de una nueva humanidad. La iglesia es el lugar donde procuramos vivir la relación restaurada. Es el lugar donde aprendemos a amar a los demás como Dios nos ama a nosotros: a pesar de. La iglesia es como la familia: no escogemos a nuestros padres, ni a nuestros hermanos – en la comunidad de Jesús no escogemos a nuestros hermanos. Lo que nos une es el haber conocido el amor de Dios, el perdón de los pecados y la invitación a una vida nueva. ¡Cuidado con las iglesias que se vuelven un club social, donde nos encontramos sólo con aquellos que comparten nuestro estatus social, nuestro barrio, nuestro nivel profesional y nuestro nivel de ingresos!

Esta renovación de las relaciones implica un compromiso con la sociedad alrededor.

Algunas de las bienaventuranzas – «Bienaventurados los pacificadores» y «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia» – nos recuerdan que el cristiano es aquel que no puede conformarse con este mundo de injusticia, de sufrimiento. Sabe que sólo Dios puede cambiar de fondo esta realidad e introducir su reino, pero es llamado a «amar al prójimo» y por eso no puede estar tranquilo.

Era más fácil cuando se trataba de ayudar a la familia del vecino, de atender las necesidades del pueblito, pero vivimos en la aldea global. La tentación es paralizarnos ante la magnitud de los problemas. La tentación es decir que la responsabilidad es del gobierno, de las autoridades, de otros. Pero la responsabilidad de amar al prójimo es intransferible. Es mi responsabilidad.

La Biblia descarta la posibilidad de tomar armas contra el gobierno – las autoridades están puestas por Dios, dice Pablo; y lo dice al tiempo de emperadores romanos como Calígula y Nerón – pero no dice que hemos de quedarnos con los brazos cruzados frente a los abusos que se están cometiendo. El mundo posmoderno es el mundo donde las ideologías han perdido fuerza y eso significa que la ideología del neo-liberalismo, la ley del mercado – o, mejor, la ley de la selva – el imperio de las grandes corporaciones, ya no tiene rivales. La fe cristiana es una cosmovisión que cuestiona los principios por los cuales se rige el mundo. Dice Pablo: «No os conforméis a este mundo (lit. este siglo), sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.» (Ro. 12:2) Somos llamados a estar inconformes. Estamos llamados a cuestionar, a mirar la realidad con otros ojos, a mantener una distancia crítica.

Un botón para la muestra:

Uds. escucharon todo el alboroto que se armó por los 40 billones de deuda que los G8 van a condonar a los 18 países más pobres, y toda la ayuda que le están encimando a esto. ¡La guerra contra la pobreza, con conciertos y todo! Pues, los economistas han calculado que con sólo aumentar las importaciones desde estos países en 5%, la ayuda que recibirían – ahora como pago merecido – sería el doble del paquete contemplado por la «generosidad» de los G8. Pero estos grandes defensores del libre comercio no quieren correr el riesgo de afectar sus propias economías al aumentar las importaciones.

Quisiera ampliar esta temática, pero necesitaría otra conferencia y ya puse mis pensamientos sobre el punto en un librito: Fe y Posmodernidad: Una Cosmovisión Cristiana para un Mundo Fragmentado. La excusa perfecta para no decir más sobre el punto aquí.

6. Conclusión

Uno de los lemas olvidados de la Reforma Protestante es el concepto de la iglesia reformada en reforma permanente: ecclesia reformata semper reformanda.

El propósito de hombres como Lutero, Zuinglio y Calvino no era empezar una nueva iglesia, con el nombre de «iglesia reformada». Su propósito era reformar la iglesia. Y no tenían el concepto de que esto fuera una obra acabada durante su propia vida y ministerio. Para alguien como Calvino, la reforma de la iglesia es una necesidad permanente. De ahí el lema: ecclesia reformata semper reformanda.

En un teólogo del siglo 20, Kart Barth, encontramos una idea similar cuando dice que la tarea de la teología es evaluar críticamente la proclamación y la práctica de la iglesia, a la luz de la Palabra de Dios, para ver si lo que predicamos y practicamos efectivamente corresponde a la Palabra.

Y se hace más necesaria esta tarea de evaluar críticamente, de seguir reformando, cuando nos damos cuenta de las veces que la fe cristiana ha sido y sigue siendo secuestrada para servir otras agendas, cuántas veces se decidió imponer un marco y una cosmovisión ajenos sobre la fe cristiana.

Nos resulta más fácil verlo en el pasado, como cuando se decidió leer la Biblia y expresar sus enseñanzas dentro de un marco helenista y dualista, con preferencia especial por el platonismo y neoplatonismo. Lo vemos en la adopción, durante la Edad Media, de las categorías aristotélicas como el marco necesario para hacer teología. Y esta decisión no sólo marcó el escolasticismo medieval, sino también el escolasticismo protestante. Después del rechazo de Aristóteles y su dominio en la teología por parte de Lutero, los nuevos teólogos protestantes volvieron a fundir su teología en el mismo molde.

Podemos ver este fenómeno en el liberalismo teológico del siglo 19 – que se expresó en el movimiento modernista en la teología católica – en que la teología se adaptó forzosamente a los valores y presuposiciones de la Ilustración.

El siglo 20 ha visto este fenómeno en formas muy diversas. Nos da escalofrío leer de los pastores protestantes en Alemania que vieron el movimiento nacional-socialista de Hitler como algo que Dios había enviado a Alemania para bien. Y los soldados alemanes llevaban en la hebilla de su cinturón militar las palabras «Gott mit uns» – Dios con nosotros. Así como la moneda norteamericana lleva las palabras «In God we trust» – en Dios confiamos, sin especificar si el Dios del cual estamos hablando es Mamón u otro.

Hay muchas cosas en el evangelio que nos hacen simpatizar con el lema «El Dios de los Pobres» de la década de los sesenta y setenta, pero hay razón de sobra para cuestionar el propósito explícito de leer el evangelio a partir de un marco marxista, tal como se hizo en la Teología de la Liberación. (Si toca escoger entre esta alternativa y el cristianismo vinculado a la prosperidad y el capitalismo, el cristianismo de los programas Enlace, prefiero irme con los marxistas.)

El intento en la actualidad es acomodar la fe cristiana a la posmodernidad. El evangelio de la prosperidad es una expresión de eso – sólo me interesa un mensaje que promueve mis propios intereses. Le fe se vuelve otro mensaje egocéntrico.
El impacto de la posmodernidad se percibe también en el esfuerzo por ubicar la fe cristiana en un ambiente religioso que acepta como válido cualquier camino a la profundización espiritual o la vivencia religiosa, un ambiente que le tiene pavor a cualquier sugerencia de que en lo religioso también existe verdad y falsedad.

El peligro con todos los intentos de ajustar la fe cristiana a la cosmovisión de moda es que hemos excluido la voz del Otro. Quedamos condenados a escuchar el eco de nuestra propia voz.

La convicción cristiana fundamental, base de toda su espiritualidad, es la convicción de que Dios ha hablado, particularmente en la persona de Jesús de Nazaret, y que tenemos en la Biblia un registro de esta palabra. Nuestra vida ahora se orienta por el esfuerzo de escuchar su voz y seguirla; de dejarnos confrontar por esta palabra y dejarnos transformar hasta ser hechos semejantes a la imagen de aquel que nos creó. 

http://www.recursosteologicos.org/Documents/Yurupary.htm

Tener razón

Tener razón
José A. Fernández, España

 Propongo analizar por unos instantes un tipo de sistema teológico que encontramos en algunos grupos cristianos y sus posibles implicaciones. Este sistema rechaza el uso de la razón como herramienta útil para hablar de Dios al creer que eso es un acto de arrogancia que solamente demuestra la pecaminosidad del ser humano. También toma la historia de la caída del ser humano de forma literal (en nuestro caso, aplicando el texto de la tentación de la serpiente en el libro del Génesis): debido a esta caída general el razonamiento humano también ha caído y por tanto no puede ser usado para discernir temas acerca de Dios. En su lugar la única forma adecuada de proceder es partir de la revelación directa de Dios, revelación que procede principalmente de la Biblia y de lo que Dios me diga en mi habitación privada. Gracias a esta revelación el cristiano no requiere ningún tipo de justificación para sus creencias; el cristiano que ha ‘nacido de nuevo’ tiene una estructura cognitiva adecuada por medio de la cual observa el mundo desde el punto de vista correcto (mientras que los que no lo ven todo igual que él tienen una mente distorsionada por el pecado y la arrogancia). Este tipo de ‘nuevo’ cristiano descansa en la gracia de Dios y considera que esa gracia asegura que su forma de ver el mundo es la correcta. Por tanto, aunque orarán por aquellos que no ven el mundo como ellos, nunca discutirán con ellos acerca de sus diferencias de perspectiva porque eso sería como aceptar que ‘razonar’ es una forma de discurso válida al hablar de Dios. (Todo este sistema teológico que acabo de describir recibe el nombre de Epistemología Reformada y procede de la tradición reformada cristiana de los EEUU.)

Hay tres cosas que me gustaría mencionar acerca de este sistema de ideas. Por un lado me gustaría que nos diésemos cuenta de que este sistema de pensamiento impide el uso de la razón para crear ciertos criterios por medio de los cuales juzgar si lo que creemos acerca de Dios es correcto o la forma en la que interpretamos la Biblia es la adecuada. Dado que la razón no es válida para ayudarnos a decidir si lo revelado procede realmente de Dios, aquello que creamos revelado ha de tomar prioridad en nuestra vida más allá de todo lo que creamos razonable y de todos los consejos razonables que los demás nos den. Por poner un ejemplo, si la Biblia dijera en algunos de sus textos que existe un monstruo de siete cabezas que, cuando una mujer entra en la iglesia sin sombrero, se enfada y se come a 300 ángeles, todos deberíamos tomar esa revelación como verdadera sin usar nuestra razón para juzgar si ese texto ha de ser aplicable a nuestros tiempos o no (para ver un ejemplo similar y real, leer 1 Corintios 11:10); tendríamos que creerlo sin dudar, en fe, como si Dios nos hubiera revelado algo que no tenemos forma de comprobar si es verdad o no. De esta forma, siguiendo este mismo proceso mental, parece evidente que no existe ninguna razón (y aunque existiera no valdría, por el mero hecho de que sería una razón humana) para no creer todo tipo de cosas que encontremos en nuestras biblias y que interpretemos como una revelación de Dios para nuestra vida. Esta conclusión me preocupa: si eliminamos nuestra capacidad de razonar y decidir qué textos son morales o aplicables hoy a nuestro contexto histórico, si eliminamos la razón de nuestro discurso teológico, ¿a dónde podemos llegar?, ¿quién será el listo que establezca los criterios por medio de los cuales juzgar a los demás (porque listos no van a faltar)?

Por otro lado es muy importante que nos demos cuenta de que este sistema teológico de ideas, aunque muy extendido a día de hoy por el mundo cristiano, es solamente un sistema más dentro de los posibles sistemas teológicos de pensamiento que podemos elegir en nuestro caminar cristiano. En muchas ocasiones ocurre que un sistema determinado toma el campo de juego autoproclamándose el único, el más adecuado o el más bíblico, y desplazando al resto de sistemas y formas de pensamiento teológico a una banda como si fueran distorsiones de la verdad. Aunque este desplazamiento es lo que sistemas de este tipo (sistemas que rechazan la razón como herramienta útil de diálogo) van a provocar de entrada, hacemos bien en darnos cuenta de que lo que tenemos entre manos no es otra cosa que un sistema más: ni la Biblia lo favorece por encima de otros (de hecho en la Biblia podemos encontrar ideas que van directamente en contra de este sistema ‘infalible’), ni es un sistema que disfrute de una historicidad cristiana especial con respecto a los demás. De hecho, aunque Alvin Plantinga (uno de los defensores más conocidos de este sistema de pensamiento) lo propone como una extensión natural del pensamiento de algunos padres de la Reforma (principalmente Calvino), es evidente que Plantinga va mucho más allá en su interpretación de lo que dichos padres pudieron decir acerca de la razón y la fe cristianas. Estamos tratando con una interpretación más de las verdades que encontramos en la Biblia.

La última cosa que me interesa resaltar acerca de este sistema es la capacidad que tiene para eliminar todo tipo de conversación basada en el razonamiento humano. Hace poco he sido testigo indirecto de un caso en el que un sistema similar ha sido aplicado, no ya con respecto a los no creyentes que se encuentran fuera del abrigo divino, sino con respecto a creyentes que apoyan otros sistemas distintos. Cualquier persona con dos dedos de frente puede darse cuenta, creo yo, de los posibles peligros de sistemas de este tipo (peligros que más son evidentes cuando la persona que los maneja no es alguien equilibrado): si alguien con tendencias dictatoriales toma el control de un grupo y acepta al mismo tiempo este sistema ideológico como base de su forma de actuar, ¿cuál es la forma de detenerle? No podemos aplicar diálogo ni razonamiento humano; no podemos intentar pedir justificaciones de sus acciones; no podemos ni siquiera estar en desacuerdo con ellos, ya que dado que ellos tienen la percepción correcta de la verdad (cosa que ‘confirman’ constantemente por medio de sus oraciones y lecturas diarias de la Biblia), nuestras desavenencias con dicha percepción no hacen otra cosa que mostrar una estructura mental que no ha sido lavada aún por la sangre de Cristo, demuestra que no hemos sido transformados aún, y es por eso que no entendemos, que hemos sido cegados por el príncipe de este mundo. Esta forma de pensamiento sirve no solo para fomentar tu dictadura sino para hacerte creer que estás en una guerra en la que Dios favorece tu punto de vista por encima del de los demás, que se convierten en tus enemigos directos. Y si esto es así, todo un sistema de juegos y manipulaciones verbales aparecen de forma inconsciente: por poner un ejemplo, cuando los demás hablan con otros en secreto están murmurando, están pecando; cuando tú lo haces simplemente estás comunicando la verdad a otros, testificando del poder de Dios, etcétera.

En mi opinión, aunque la Biblia es susceptible de ser interpretada de diversas formas y por medio de sistemas de pensamiento muy distintos, hay unos más peligrosos que otros. Y personalmente tiendo a reaccionar en contra de aquellos sistemas que, por propia definición, se autoproclaman inmunes al análisis externo y superiores a las formas de conversación y razonamiento que los humanos utilizamos en nuestra vida diaria. No niego que la revelación divina exista, ni tampoco que en ocasiones dicha revelación vaya más allá de nuestras expectativas. Pero sí estoy en contra de cualquier sistema ideológico que nos haga creer que nuestras opiniones están, por dictado divino, por encima de las de los demás sin necesidad de justificarlas, sin necesidad de hablar de ello o de razonar nuestro punto de vista, sin necesidad de escuchar y aprender del consejo de los demás porque, al fin y al cabo, Dios me ha dicho que ‘tengo razón’. O quizá sea más adecuado cambiar la expresión: ‘Dios me ha dicho que no necesito tener razón para hacer lo que quiera’.

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