Introducción Antiguo Testamento

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La arqueología y el Antiguo Testamento

La arqueología y el Antiguo Testamento
Pat Zukeran
Una comprensión de la arqueología

El cristianismo es una fe histórica basada en sucesos reales registrados en la Biblia. Por lo tanto, la arqueología ha jugado un papel clave en los estudios bíblicos y la apologética cristiana de diferentes formas.
Primero, la arqueología ha confirmado la exactitud histórica de la Biblia. Ha verificado muchos sitios y civilizaciones antiguos y personajes bíblicos cuya existencia era cuestionada por el mundo académico y descartada a menudo como mito. La arqueología bíblica ha silenciado a muchos críticos a medida que nuevos descubrimientos han apoyado los hechos de la Biblia.
Segundo, la arqueología nos ayuda a mejorar nuestra comprensión de la Biblia. Si bien no tenemos los escritos originales de los autores, hay miles de manuscritos antiguos que confirman que tenemos una transmisión precisa de los textos originales.{1} La arqueología puede ayudarnos también a entender con mayor precisión los matices y usos de palabras bíblicas, como fueron usadas en su tiempo.
Tercero, la arqueología nos ayuda a ilustrar y explicar pasajes bíblicos. Los sucesos de la Biblia ocurrieron en cierto tiempo, en una cultura específica, influenciados por una estructura social y política específica. La arqueología nos da perspectivas de estas áreas. La arqueología suplementa, también, temas no cubiertos en la Biblia. Gran parte de lo que sabemos de las religiones paganas y el período intertestamentario proviene de la investigación arqueológica.
Al encarar este estudio, debemos tener en mente los límites de la arqueología.
Primero, no prueba la inspiración de la Biblia. Sólo puede confirmar la exactitud de los sucesos.
Segundo, a diferencia de otros campos científicos, la arqueología no puede recrear el proceso bajo estudio. Los arqueólogos deben estudiar e interpretar la evidencia que quedó. Todas las conclusiones deben permitir la revisión y la reinterpretación basadas en nuevos descubrimientos.
Tercero, la forma de entender la evidencia arqueológica depende de los presupuestos y la cosmovisión del intérprete. Es importante comprender que muchos investigadores son escépticos en cuanto a la Biblia y hostiles a su cosmovisión.
Cuarto, se han descubierto miles de archivos, pero se ha perdido una enorme cantidad de material. Por ejemplo, la biblioteca de Alejandría tenía más de un millón de volúmenes, pero todos se perdieron en un incendio en el siglo VII.
Quinto, sólo una fracción de los sitios arqueológicos disponibles han sido relevados, y sólo una fracción de los sitios relevados ha sido excavada. De hecho, se estima que menos del dos por ciento de los sitios relevados han sido trabajados. Una vez que comienza el trabajo, sólo una fracción del sitio se examina realmente, y sólo una pequeña parte de lo que se examina se publica. Por ejemplo, las fotografías de los Rollos del Mar Muerto fueron retenidas del público durante cuarenta años, luego de ser descubiertos.
Es importante entender que las Escrituras siguen siendo la principal fuente de autoridad. No debemos elevar a la arqueología al punto en que se vuelve el juez de la validez de las Escrituras.
Randall Price dice:
«Hay, ciertamente, casos en que la información que se necesita para resolver una cuestión histórica o cronológica falta, tanto de la arqueología como de la Biblia, pero es injustificado suponer que la evidencia material tomada del contenido más limitado de las excavaciones arqueológicas pueda ser usada para disputar la evidencia literaria del contenido más completo de las escrituras canónicas».{2}
La Biblia ha demostrado ser una fuente de historia precisa y confiable.
El destacado arqueólogo Nelson Glueck escribe:
«De hecho, sin embargo, podría decirse categóricamente que ningún descubrimiento arqueológico ha rebatido una sola referencia bíblica. Se han hecho muchísimos hallazgos arqueológicos que confirman en un claro bosquejo o con detalles exactos afirmaciones históricas hechas en la Biblia».{3}
El descubrimiento de los hititas
Los hititas jugaron un papel destacado en la historia del Antiguo Testamento. Interactuaron con personajes bíblicos tan antiguos como Abraham y tan tardíos como Salomón. Se los menciona en Génesis 15:20 como un pueblo que habitó la tierra de Canaán. 1 Reyes 10:29 dice que compraron carrozas y caballos al rey Salomón. El hitita más destacado es Urías, el esposo de Betsabé. Los hititas fueron una fuerza poderosa en el Oriente Medio desde 1750 a.C. hasta 1200 a.C. Antes de fines del siglo XIX, no se sabía nada acerca de los hititas fuera de la Biblia, y muchos críticos alegaban que eran un invento de los escritores bíblicos.
En 1876, un descubrimiento dramático cambió esta percepción. A. H. SAYCE, un estudioso británico, encontró inscripciones talladas en rocas en Turquía. Sospechó que podrían ser evidencia de la nación hitita. Diez años más tarde, se encontraron más tablas de arcilla en Turquía, en un lugar llamado Boghaz-koy. El experto en escritura cuneiforme alemán Hugo Winckler investigó las tablas y comenzó su propia expedición al sitio en 1906.
Las excavaciones de Winckler descubrieron cinco templos, una ciudadela fortificada y varias esculturas enormes. En un cuarto de almacenaje encontró diez mil tablas de arcilla. Uno de los documentos resultó ser un registro del tratado entre Ramsés II y el rey hitita. Otras tablas mostraron que Boghaz-koy era la capital del reino hitita. Su nombre original era Hattusha, y la ciudad cubría un área de 300 acres. ¡Se había descubierto la nación hitita!
Menos de una década después del hallazgo de Winckler, el estudioso checo Bedrich Hronzny demostró que la lengua hitita es un familiar primitivo de las lenguas indoeuropeas: griego, latín, francés, alemán e inglés. La lengua hitita ahora ocupa un lugar central en el estudio de la historia de las lenguas indoeuropeas.
El descubrimiento confirmó también otros hechos bíblicos. Se encontraron cinco templos que contenían varias tablas con detalles de los ritos y ceremonias que realizaban los sacerdotes. Estas ceremonias describían ritos para la purificación del pecado y la purificación de un nuevo templo. Las instrucciones resultaron ser muy elaboradas y largas. Los detractores alguna vez criticaron las leyes e instrucciones que se encuentran en los libros de Levítico y Deuteronomio como demasiado complicadas para el tiempo en que fueron escritos (1400 a.C.). Los textos de Boghaz-koy, junto con otros de sitios egipcios descritos en el Pentateuco judío, son coherentes con las ceremonias de las culturas de este período de tiempo.
El Imperio Hitita hacía tratados con las civilizaciones que conquistó. Se han traducido dos docenas de estos, y brindan una mejor comprensión de los tratados del Antiguo Testamento. El descubrimiento del Imperio Hitita en Boghaz-koy ha hecho progresar significativamente nuestra comprensión del período patriarcal.
El Dr. Fred Wright resume la importancia de este hallazgo con relación a la historicidad bíblica:
«Ahora el cuadro de la Biblia de este pueblo encaja perfectamente con lo que sabemos acerca de la nación hitita a partir de los monumentos. Como imperio, nunca llegó a conquistar la tierra de Canaán misma, si bien las tribus hititas se asentaron allí a una edad temprana. Nada que han descubierto los excavadores ha desacreditado de ninguna forma el relato bíblico. La precisión de las Escrituras, una vez más, ha quedado demostrada por los arqueólogos».{4}
El descubrimiento de los hititas ha demostrado ser uno de los grandes hallazgos arqueológicos de todos los tiempos. Ha ayudado a confirmar el relato bíblico y tuvo un gran impacto en el estudio arqueológico del Oriente Medio. Gracias a él, hemos obtenido una mayor comprensión de la historia de nuestro idioma, así como de las prácticas religiosas, sociales y políticas del antiguo Oriente Medio.
Sodoma y Gomorra
La historia de Sodoma y Gomorra fue considerada por mucho tiempo como una leyenda. Los críticos suponían que fue creada para comunicar principios morales. Sin embargo, a lo largo de la Biblia esta historia es tratada como un suceso histórico.
Los profetas del Antiguo Testamento se refieren a la destrucción de Sodoma en varias ocasiones (Deuteronomio 29:23; Isaías 13:19; Jeremías 49:18), y estas ciudades juegan un papel clave en las enseñanzas de Jesús y los apóstoles (Mateo 10:15; 2 Pedro 2:6 y Judas 1 .
¿Qué ha encontrado la arqueología para establecer la existencia de estas ciudades?
Los arqueólogos han buscado en la zona del Mar Muerto durante muchos años tratando de encontrar las ciudades de Sodoma y Gomorra. Génesis 14:3 da su ubicación, en el valle de Sidim, conocido como el Mar Salado, otro nombre para el Mar Muerto. Del lado este, seis lechos de ríos secos fluyen hacia el Mar Muerto. A lo largo de cinco de estos lechos secos se descubrieron ciudades. La que está más al norte se llama Bab edh-Drha.
En 1924, el renombrado arqueólogo, el Dr. William Albright, excavó en este sitio en busca de Sodoma y Gomorra. Descubrió que era una ciudad fuertemente fortificada. Si bien relacionó esta ciudad con una de las «ciudades de la llanura» bíblicas, no pudo encontrar evidencia concluyente que justificara esta suposición.
Se hicieron más excavaciones en 1965, 1967 y 1973. Los arqueólogos descubrieron un muro de 60 cm. de ancho alrededor de la ciudad, junto con numerosas casas y un gran templo. Fuera de la ciudad había grandes sitios de sepultura donde se desenterraron miles de esqueletos. Esto reveló que la ciudad había estado bien poblada durante la baja Edad de Bronce, alrededor del tiempo en que habría vivido Abraham.
Lo más intrigante fue evidencia de un gigantesco incendio que había destruido la ciudad. Yacía sepultada bajo un manto de cenizas de más de un metro de altura. Un cementerio a un kilómetro de distancia de la ciudad contenía restos carbonizados de techos, postes y ladrillos enrojecidos por el calor.
El Dr. Bryant Wood, al describir estas sepulturas, dijo que un fuego comenzó en los techos de estos edificios. Luego los techos se derrumbaron y cayeron hacia el interior y se difundió el fuego dentro del edificio. Esto ocurrió en el caso de cada casa excavada. Una destrucción tan enorme por fuego coincidiría con el relato bíblico de que la ciudad fue destruida por fuego que cayó del cielo. Wood dice: «La evidencia sugeriría que este sitio de Bab edh-Drha es la ciudad bíblica de Sodoma».{5}
Se mencionan cinco ciudades de la llanura en Génesis 14: Sodoma, Gomorra, Adma, Zoar y Zeboim. Los restos de estas otras cuatro ciudades también se encuentran a lo largo del Mar Muerto. Siguiendo un camino sur desde Bab edh-Drha hay una ciudad llamada Numeria. Siguiendo hacia el sur está la ciudad llamada es-Safi. Más al sur están las antiguas ciudades de Feifa y Khanazir. Los estudios en estas ciudades revelaron que fueron abandonadas al mismo tiempo, alrededor de 2450-2350 a.C. Muchos arqueólogos creen que, si Bab ed-Drha es Sodoma, Numeria es Gomorra, y es-Safi es Zoar.
Lo que fascinó a los arqueólogos es que estas ciudades estuvieron cubiertas por las mismas cenizas que Bab ed-Drha. Numeria, que se considera que es Gomorra, tenía más de dos metros de ceniza en algunos lugares. En casa una de las ciudades destruidas los depósitos de ceniza convirtieron al suelo en un carbón esponjoso, lo que hizo que fuera imposible la reconstrucción. Según la Biblia, cuatro de las cinco ciudades fueron destruidas, permitiendo que Lot huyera hacia Zoar. Zoar no fue destruida por el fuego, pero fue abandonada durante este período.
Si bien los arqueólogos aun cuestionan estos hallazgos, este es un descubrimiento acerca del cual oiremos más en los próximos años.
Los muros de Jericó
Según la Biblia, la conquista de Jericó ocurrió alrededor de 1440 d.C. La naturaleza milagrosa de la conquista ha hecho que algunos estudiosos descarten la historia como algo folclórico. ¿Apoya la arqueología el relato bíblico? Durante el último siglo, cuatro arqueólogos destacados han excavado en el sitio: Carl Watzinger (1907-1909), John Garstang (fines de la década de 1930), Kathleen Kenyon (1952-1958) y, actualmente, Bryant Wood. El resultado de estos trabajos ha sido notable.
Primero, descubrieron que Jericó tenía un sistema de fortificaciones impresionante. Un muro de retención de cinco metros de altura rodeaba la ciudad. Encima del muro, había un muro de ladrillos de unos dos metros y medio, fortalecido por detrás por un murallón de tierra. Se encontraron estructuras domésticas detrás de este primer muro. Otro muro de ladrillos circundaba el resto de la ciudad. Las estructuras domésticas que se encontraron entre ambos muros son consistentes con la descripción del alojamiento de Rahab en Josué 2:15. Los arqueólogos también encontraron que, en una parte de la ciudad, había grandes pilas de ladrillos en la base tanto del muro interno como del interno, lo que indicaba un desmoronamiento repentino de las fortificaciones. Los eruditos piensan que un terremoto, que podría explicar también la detención del flujo del Jordán en el relato bíblico, causó este colapso. Los ladrillos del desmoronamiento formaban una rampa mediante la cual un invasor podría entrar fácilmente en la ciudad (Josué 6:20).
Con relación a este sorprendente descubrimiento, Garstang dice: «En cuanto al hecho principal, entonces, no queda ninguna duda: los muros cayeron hacia fuera tan completamente que los atacantes podrían haberse trepado sobre las ruinas de la ciudad».{6} Esto es notable, porque cuando son atacadas las ciudades, los muros caen hacia adentro, y no hacia fuera.
Una espesa capa de hollín indica que la ciudad fue destruida por fuego, según se describe en Josué 6:24. Kenyon lo describe de esta forma: «La destrucción fue completa. Los muros y pisos quedaron ennegrecidos o enrojecidos por el fuego, y cada habitación estaba llena de ladrillos caídos».{7} Los arqueólogos también descubrieron grandes cantidades de trigo en el sitio. Esto, nuevamente, es consistente con el relato bíblico de que la ciudad fue capturada rápidamente. Si hubiera caído como resultado de un sitio, el trigo hubiera sido usado. Según Josué 6:17, a los israelitas se les prohibió saquear la ciudad; tenían que destruirla por completo.
Si bien los arqueólogos estaban de acuerdo en que Jericó fue destruida violentamente, no concordaban con la fecha de la conquista. Garstang sostenía la fecha bíblica de 1400 a.C., mientras Watzinger y Kenyon creían que la destrucción ocurrió en 1550 a.C. En otras palabras, si la última fecha es correcta, Josué llegó a una Jericó que había sido destruida previamente. Esta fecha más temprana plantearía un serio desafío a la historicidad del Antiguo Testamento.
El Dr. Bryant Wood, que está excavando en el sitio actualmente, encontró que la fecha más temprana de Kenyon estaba basada en suposiciones erróneas sobre la alfarería que se encontró en el sitio. Su fecha más tardía también está basada en el descubrimiento de amuletos egipcios en las tumbas al noroeste de Jerció. En estos amuletos estaban inscritos los nombres de faraones egipcios entre 1500 y 1386 d.C., mostrando que el cementerio estaba en uso hasta fines de la Era de Bronce (1550-1400 a.C.). Finalmente, una pieza de carbón fue encontrado en los restos que fue fechada en 1410 a.C. La evidencia lleva a Watson a esta conclusión: «La alfarería, las consideraciones estratigráficas, los datos de escarabajos y carbono 14 apuntan todos a la destrucción de la ciudad cerca del final de la Edad de Bronce, alrededor de 1400 a.C.»{8}
Por lo tanto, la evidencia arqueológica actual apoya el relato bíblico sobre cuándo y cómo cayó Jericó.
La casa de David
Uno de los personajes más queridos de la Biblia es el rey David. Las Escrituras dicen que fue un hombre conforme al corazón de Dios. Es venerado como el mayor de todos los reyes de Israel, y el pacto mesiánico se establece a través de su linaje. A pesar de su papel clave en la historia de Israel, hasta hace poco no había ninguna evidencia, fuera de la Biblia, que atestiguara de su existencia. Por esta razón, los críticos cuestionaban la existencia del rey David.
En el verano de 1993, un arqueólogo hizo lo que se considera es un descubrimiento fenomenal e impactante. El Dr. Avraham Biran y su equipo estaban excavando en un sitio llamado Tell Dan, ubicado en el norte de Galilea, al pie del monte Hermón. La evidencia indica que este es el sitio de la tierra de Dan del Antiguo Testamento.
El equipo había descubierto una impresionante plaza real. Al quitar los escombros, descubrieron entre las ruina una estela o un pedazo de piedra de basalto negro que contenía inscripciones en arameo. La estela contenía trece líneas de escritura, pero ninguna de las frases estaba completa. Algunas de las líneas tenían solo tres letras, mientras que la más ancha contenía catorce. Las letras que quedaban estaban grabadas claramente y eran fáciles de leer. Dos de las líneas contenían las frases «el rey de Israel» y «casa de David».
Esta es la primera referencia del rey David que se encuentra fuera de la Biblia. Este descubrimiento ha hecho que muchos críticos reconsideraran su punto de vista sobre la historicidad del reino davídico. La alfarería que se encontró en las cercanías, junto con la construcción y el estilo de escritura, llevan al Dr. Biran a argumentar que la estela fue erigida en el primer cuarto del noveno siglo a.C., alrededor de un siglo después de la muerte del rey David.
El equipo de traducción descubrió que la inscripción hablaba de guerras entre los israelitas y los arameos, que menciona la Biblia durante este período. En este hallazgo, un líder de los arameos, probablemente Hazael, es victorioso sobre Israel y Judá. La estela fue erigida para celebrar la derrota de ambos reyes. En 1994, se encontraron dos piezas más con inscripciones que hacen referencia a Joram, el hijo de Acab, el rey de Israel, y Ocozías, que fue rey sobre la «casa de David», o Judá. Estos nombres y hechos se corresponden con el relato que aparece en 2 Reyes, capítulos 8 y 9. El Dr. Hershel Shanks, de Biblical Archaeological Review,dice: «La estela da vida al texto bíblico de una forma muy dramática. Nos da también más confianza en la realidad histórica del texto bíblico».{9}
El hallazgo ha confirmado varios hechos. Primero, el uso de la expresión «casa de David» implica que hubo una dinastía davídica que gobernó Israel. Podemos concluir, entonces, que existió un rey David histórico. Segundo, los reinos de Judá e Israel fueron entidades políticas destacadas, según describe la Biblia. Durante mucho tiempo, los críticos consideraron que las dos naciones eran simplemente estados insignificantes.
El Dr. Bryant Wood resume la importancia de este hallazgo de la siguiente forma: «En nuestro tiempo, la mayoría de los estudiosos, arqueólogos y eruditos bíblicos tomaban una visión muy crítica de la precisión histórica de muchos de los relatos de la Biblia . . . Muchos estudiosos han dicho que jamás existió David ni Salomón, y ahora tenemos una estela que menciona a David».{10}
Si bien muchos arqueólogos permanecen escépticos en cuanto al registro bíblico, la evidencia a favor de la precisión bíblica de la Biblia sigue creciendo.

La Exactitud de Hechos

Eric Lyons.

La arqueología es una de las disciplinas que puede ser usada para probar la exactitud histórica de la Escritura. Una y otra vez, ésta ha ayudado a confirmar las referencias de la Biblia de personas, lugares, y fechas. En los cien años pasados, los arqueólogos repetidamente han confirmado e iluminado la historicidad de la Biblia. Aunque nosotros no podemos depender en la arqueología para establecer y sostener nuestra fe, el tener evidencia física que confirme el contexto histórico de los actos salvadores de Dios causa que una persona sincera acepte la Biblia como la Palabra de Dios.

Cuando el renombrado arqueólogo Don William Ramsay comenzó sus exploraciones en Asia Menor, él dudaba de la historicidad del libro de Hechos. Pero después de cientos de horas de investigación, él comenzó a cambiar su forma de pensar. Un estudio cuidadoso de Hechos 14:5-12 le guió a creer que Lucas estaba muy familiarizado con los lugares, personas, y eventos de los cuales escribió. En este pasaje, Lucas escribió que Pablo y Bernabé huyeron de Iconio a “Listra y Derbe, ciudades de Licaonia” (14:6). Anteriormente en la geografía antigua se creía que Iconio era una ciudad de Licaonia (e.g., como Montgomery es una ciudad de Alabama). Este pasaje fue considerado por algunos críticos de la Biblia como un ejemplo típico de la falta de exactitud regional del autor de Hechos, y por ende evidencia en contra de la inspiración divina. Sin embargo, como Ramsay terminó demostrando definitivamente, éste no era el caso. Iconio no era una parte de Licaonia. En cambio, pertenecía a Frigia, una región del Asia Menor completamente diferente. Este cambio puede sonar como un punto menor, pero éste fue uno muy importante en la mente de Ramsay. Su actitud hacia el libro de Hechos comenzó a cambiar radicalmente. Cuanto más estudiaba, se convertía más en un defensor ardiente de la veracidad de la erudición de Lucas.

La arqueología puede ser un elemento grandioso para la gente que está buscando el conocimiento. Ésta ilustra nuestra lectura de la Escritura mientras que continúa confirmando la exactitud histórica de la Biblia. Aquellos que han estudiado el libro de Hechos a la luz de la arqueología han descubierto que donde las evidencias son posibles de chequear, Lucas siempre estuvo en lo correcto, sin tener en cuenta la nación, ciudad, isla, o persona que mencionara. Como Wayne Jackson ha observado: “Esto es verdaderamente remarcable, en vista del hecho que la situación política/territorial de su tiempo estaba en un estado de casi constante cambio. Solamente la inspiración puede dar cuenta por la precisión de Lucas” (“The Holy Bible—Inspired of God,” Christian Courier, 27[1]:1-3, May 1991). ¡Cuán verdadero!


Derechos de autor © 2005 Apologetics Press

Notas
  • Ver «Are the Biblical Documents Reliable?» disponible en http://www.probe.org/docs/bib-docu.html
  • Randall Price, The Stones Cry Out (Eugene, OR.: Harvest House Publishers, 1997), 46.
  • Nelson Glueck, Rivers in the Desert, (New York: Farrar, Strous and Cudahy, 1959), 136.
  • Fred Wright, Highlights of Archaeology in the Bible Lands, (Chicago: Moody Press, 1955), 94-95. Price, 118.
  • John Garstang, The Foundations of Bible History; Joshua, Judges (London: Constable, 1931), 146.
  • Kathleen Kenyon and Thomas Holland, Excavations at Jericho Vol. 3: The Architecture and Stratigraphy of the Tell, (London: BSA), 370.
  • Bryant Wood, «Did the Israelites Conquer Jericho?» Biblical Archaeological Review, March/April, 1990, 57.
  • John Wilford, «Archaeologists say Evidence of House of David Found.» Dallas Morning News, 6 August 1993, 1A Price, 173.
Bibliografia
  • Biblical Archaeological Review, March/April 1994, «David Found at Dan,» 26-39.
  • Bryce, Trevor. The Kingdom of the Hittites. Oxford: Clarendon Press, 1998.
  • Freedman, Noel and Geoghegan, Jeffrey. «House of David Is There!» Biblical Archaeological Review. March/April,1995, 78-79.
  • Garstang, John. The Foundations of Bible History; Joshua, Judges. London: Constable, 1931.
  • _______. The Land of the Hittites. London: Constable and Company, 1910.
  • Geisler, Norman. When Skeptics Ask. Wheaton, IL: Victor Books, 1989.
  • Glueck, Nelson. Rivers in the Desert. New York: Farrar, Strous and Cudahy, 1959.
  • Hoerth, Alfred. Archaeology and the Old Testament. Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1998.
  • Kenyon, Kathleen and Holland, Thomas. Excavations at Jericho Vol. 3: The Architecture and Stratigraphy of the Tell. London: BSA 370.
  • _______. Digging Up Jericho. New York: Fredrick Praeger Publisher, 1957.
  • Lemonick, Michael. «Score One for the Bible.» Time Magazine, 5 March 1990, 59.
  • _______. «Are the Bible Stories True?» Time Magazine, December 18, 1995, 62-70.
  • McDowell, Josh. Evidence That Demands a Verdict. San Bernadino: Here’s Life Publishers, 1979.
  • _______. More Evidence That Demands a Verdict. San Bernadino: Here’s Life Publishers, 1975.
  • Merril, Eugene. «The Very Stones Cry Out: A New Witness to an Ancient Record.» Gospel Herald at the Sunday School Times. Fall 1995, 54-55, 59.
  • Millard, Alan. Nelson’s Illustrated Wonders and Discoveries of the Bible. Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1997.
  • Price, Randall. The Stones Cry Out. Eugene, OR.: Harvest House Publishers, 1997.
  • Wilford, John. «Archaeologists say Evidence of House of David Found.» Dallas Morning News, 6 August 1993, 1A and 11A.
  • Wood, Bryant. «Did the Israelites Conquer Jericho?» Biblical Archaeological Review, Vol. 16:2, 1990.
  • Wright, Fred. Highlights of Archaeology in the Bible Lands. Chicago: Moody Press, 1955.
  • Yamauchi, Edwin, The Stones and the Scriptures. Philadelphia: J.B. Lippincott Company, 1972.
  • © 2000 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.

http://girona.mforos.com/1098670/5287339-arqueologia-geografia-geologia-codices/

Robert Dick Wilson – El Hombre Que Aprendio 45 Idiomas y Dialectos Para Defender El Antiguo Testamento

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Habla el Antiguo testamento – Samuel J.Schultz

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El texto del Antiguo Testamento

El texto del Antiguo Testamento

Introducción:

Hablar, o escribir en este caso, acerca del texto bíblico en general, y del texto del Antiguo Testamento en particular, plantea de entrada el problema del punto de partida.

¿Por dónde comenzar? Así como en nuestros días el libro promedio no se empieza a escribir por el principio (por lo general, las introducciones son casi lo último que se escribe), así también, en el caso del Antiguo Testamento, el orden presente de los libros que lo componen no es en modo alguno indicio de su orden cronológico.

Tal vez sea más conveniente, y a la larga más provechoso, buscar en las páginas mismas del texto bíblico algunas pautas de su desarrollo histórico y, al mismo tiempo, plantearse una pregunta fundamental: ¿Qué se necesita para escribir un libro?

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Pinjas es Eliahu

Pinjas es Eliahu

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En el principio de nuestra Parashá el Altísimo le concede a Pinjas su recompensa porque “quitó Mi furia de sobre los hijos de Israel al celar por Mi Celo en su seno”. ¿Y cuál fue la recompensa? “He aquí Yo le entrego Mi pacto de paz.”

Literalmente esto significa que Hashem le otorgó el Pacto de la Kehuná- el sacerdocio, y que su descendencia posterior han de ser Kohanim- sacerdotes.

Nuestros Sabios Z”L dicen: “Pinjas es Eliahu”. También Elías, el profeta era un celote como Pinjas, como él mismo dijo4: “Celar he celado para Hashem el Di-s de los Ejércitos”. Incluso se expresó negativamente sobre el pueblo de Israel. Como consecuencia de ello, Hashem le dio el “pacto de paz”, es decir que asuma una actitud benevolente hacia todo judío, que Eliahu ha de venir a cada circuncisión, para que compruebe hasta qué punto los judíos están entregados a Di-s y guardan Su pacto.

“Pacto de paz” alude también a la mancomunión entre el cuerpo y el alma. Esto se vio a las claras con Eliahu el profeta. Su alma no abandonó a su cuerpo, sino que ascendió “con un vendaval” al Cielo con su cuerpo material.

Esta posibilidad de elevarse al Cielo con el cuerpo, era consecuencia de la purificación absoluta de su cuerpo material. Eliahu destiló a su cuerpo a tal medida hasta que el cuerpo dejó de ser un obstáculo frente al espíritu, sino que él mismo se convirtió en un recipiente para la presencia de la santidad espiritual. Debido a eso Eliahu no necesitó morir y ser enterrado, y su cuerpo terrenal pudo elevarse y recibir todas las revelaciones espirituales.

En este punto había una superioridad de Eliahu Hanaví incluso sobre Moshé Rabeinu. Es verdad que también Moshé poseía un cuerpo sagrado y purificado. Su cuerpo era santo desde el mismo instante de su nacimiento, como está dicho, que cuando nació “toda la casa se llenó de luz”, lo que da testimonio de que el cuerpo no obstruía sobre la luz del alma, sino que la luz del alma irrumpía e iluminaba también a través del cuerpo.

Pero a pesar de ello, Moshé falleció y su cuerpo requirió ser enterrado, puesto que la luz del alma no penetró en él en la medida como para generar un cambio de raíz en la materia del cuerpo. Mientras que el alma residía en él, el cuerpo no ocultaba la luz del alma, pero el cuerpo propiamente dicho no logró elevarse de su materialismo. A diferencia de ello, Eliahu purificó su cuerpo totalmente, hasta que el mismo cuerpo se convirtió en un recipiente e instrumento de la santidad y el espíritu.

Esto nos explica por qué es precisamente Eliahu el heraldo que anunciará la redención mesiánica, puesto que esta cualidad especial de Eliahu ha de ser el carácter distintivo la redención- entonces se purificará totalmente la materia de este mundo, hasta que la propia materia será un recipiente e instrumento de la Santidad Divina. Y así está escrito sobre el tiempo de la redención: “Y se revelará la Gloria de Hashem y toda la carne verá”- es decir, la propia carne (materia) ha de ver “que la boca de Hashem habló”.

Este es el sentido más profundo del “pacto de paz” que fue entregado a Pinjas, y contando con esta fuerza si hubiéramos sido merecedores, la entrada a la Tierra de Israel se hubiera convertido de inmediato en la verdadera y completa redención. Pero por cuanto se introdujeron temas indeseables, se retuvo a la redención mesiánica hasta nuestros días. Pero muy pronto ha de llegar el Profeta Elías, el heraldo de la bondad, y anunciará la llegada del Mashíaj Tzidkeinu, quien nos ha de liberar con una redención eterna con la verdadera y completa redención.

INTERPRETANDO LA VIOLENCIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

INTERPRETANDO LA VIOLENCIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

por Mat Sinclair (mayo de 2004)

Uno de los temas que nos hacen sentir más incómodos en nuestra lectura de la Biblia, es el tema de la violencia. La Biblia, como la mayor parte de la literatura de su tiempo, relata episodios de genocidio y destrucción de pueblos completos, y a veces los atribuye a Dios mismo. La pregunta es ¿cómo podemos interpretar estos textos a la luz de las enseñanzas de Jesús, el Pacificador?


Hacia Canaán

Hacia Canaán.

Una ruta de caravanas de 1.000 kilómetros de longitud. — Hoy se requieren cuatro visados para recorrerla. — El país de la púrpura.— Expediciones de castigo contra los «habitantes del desierto.» — Grandiosas ciudades en la costa y un interior inquieto. — La obra más vendida en Egipto trata sobre Canaán. — Sinuhe elogia el «País excelente.» — El nombre de Jerusalén en vasos mágicos. — Castillos de defensa. — Sellin encuentra a Sikem. — Abraham escoge la ruta de la montaña.

  • Y TOMÓ A SARAY, SU MUJER, A LOT, HIJO DE SU HERMANO, Y A TODA LA HACIENDA QUE HABÍA ACOPIADO Y LAS PERSONAS QUE EN JARÁN HABÍA REUNIDO, Y PARTIERON CAMINO DE LA TIERRA DE CANAÁN (Gen. 12:5).

El camino desde Jarán, la patria de los patriarcas, hasta la tierra de Canaán se extiende a más de mil kilómetros en dirección sur. Descendiendo por el río Balicu llega al Éufrates, y desde allí continúa por una ruta milenaria de caravanas que, pasando por el oasis de Palmira, la bíblica Tadmor, hasta Damasco, toma luego la dirección Sudoeste, hasta llegar al lago de Genesaret. Es una de las rutas comerciales que desde las épocas más remotas conducen desde el Éufrates hasta el Jordán, desde la rica Mesopotamia hasta las ciudades fenicias en las orillas del Mediterráneo, hasta Egipto, la lejana tierra del Nilo…

Hoy día, todo aquel que quiera recorrer la ruta que Abraham siguió, se ve obligado a visar su pasaporte cuatro veces; necesita un visado de Turquía, donde está emplazada Jarán; otro de Siria para el trecho comprendido entre el Éufrates y el Jordán, pasando por Damasco, y otros dos de Jordania y de Israel, que ocupan lo que en otro tiempo fue el antiguo Canaán.

En tiempo de los Patriarcas todo esto resultaba más fácil, ya que el largo trayecto sólo atravesaba un grande estado: el reino de Mari. Los territorios de otros estados más pequeños entre el Éufrates y el Nilo podían ser rodeados fácilmente; después, el camino a Canaán quedaba libre.

La primera gran ciudad que Abraham encontró en su peregrinación, existe aún hoy día; es Damasco. El viaje en coche desde Damasco a Palestina constituye, sobre todo en la primavera, una experiencia maravillosa.

fig. 8. — El padre de los Patriarcas siguió este camino al dirigirse desde el reino de Mari a Canaán.

La antiquísima ciudad, con sus estrechas callejuelas y los oscuros pasadizos de sus bazares, con sus mezquitas y con los restos de sus construcciones romanas, se halla situada en medio de una extensa y fértil llanura. Cuando los árabes hablan del paraíso, piensan en Damasco. Ningún lugar del Mediterráneo puede compararse con esta ciudad que en cada primavera se viste con la magnificencia de variadísimas flores.

En los innumerables jardines, en los vergeles, situados junto a las murallas, crecen los albaricoqueros y los almendros, que exhiben su exuberante floración. Árboles en flor bordean la carretera, que en ligera pendiente se dirige hacia el Sudoeste. Campos ubérrimos alternan con olivares y extensas plantaciones de moreras. Por la parte alta, a la derecha de la carretera, irrumpe el río Barada, al cual debe el país su fertilidad. Allí levanta sus cumbres al cielo desde la lisa y florida llanura, escarpado y majestuoso, el célebre Hermón con sus 2.750 metros de altura. En la falda de este monte brotan las fuentes del Jordán. Dominando los dos países, parece que la naturaleza lo ha colocado allí cual mojón fronterizo entre Siria y Palestina. Su cumbre airosa permanece cubierta de nieve hasta en verano, cuando el calor es sofocante. La impresión resulta aún más imponente al ver que a lo lejos, a la izquierda de la carretera, desaparece el verdor de los campos. Monótonas colinas de color gris, atravesadas por valles secos, se extienden hasta el encendido horizonte donde empieza el ardiente desierto de Siria.

Los campos y los prados van siendo cada vez más escasos. El verdor va adquiriendo cada vez un colorido más grisáceo, propio de la arenosa estepa. Después los grandes tubos de un oleoducto cruzan la carretera. El petróleo que por ellos fluye ha realizado ya un largo recorrido; a mil quinientos kilómetros de distancia, desde las torres de sondeo de las islas Bahrein, situadas en medio del Golfo Pérsico, empezó su viaje, que terminará en la ciudad portuaria de Saida, en el Mediterráneo. Saida es la antigua Sidón de la Biblia.

Detrás de una montaña, dejada a un lado, aparece de repente el quebrado país de Galilea. Pocos minutos después es preciso pasar por la oficina de control de pasaportes. Siria queda atrás. La carretera cruza un pequeño puente, debajo de cuyo arco discurre un mísero riachuelo. Es el Jordán; nos hallamos en Palestina, en el joven estado de Israel.

Después de un viaje de 10 kilómetros entre peñas de basalto de color oscuro, el lago Genesaret centellea con su fondo color azulado. En este tranquilo lago, en el cual parece que el tiempo ha detenido su curso, predicó Jesús desde una barca ante la pequeña aldea de Cafarnaún. Aquí es donde dijo a Pedro que echara las redes para que realizara la copiosa captura. Dos mil años antes pacieron en sus orillas los rebaños de Abraham, pues el camino de Mesopotamia a Canaán pasa junto al lago de Genesaret.

Canaán es la estrecha y montañosa faja de tierra, situada entre la costa del Mediterráneo y los confines del desierto, desde Gaza al sur, hasta Hamat al norte, a orillas del Orontes.

Canaán significa «el país de la púrpura.» Este nombre se debe a un producto del país muy apreciado. Ya en tiempos muy antiguos sus habitantes extraían de un caracol de mar, que se recogía en sus playas, el colorante más célebre del mundo antiguo, la púrpura. Era tan raro, tan difícil de obtener, y por consiguiente, tan caro, que sólo podían adquirirlo los potentados. Las vestiduras teñidas de púrpura eran consideradas en todas partes como signo de alta alcurnia. Los griegos denominaban «fenicios» a los fabricantes y tintoreros de púrpura establecidos en la costa del Mediterráneo, y a su país «Fenicia,» que en su idioma quiere decir «púrpura.»

El país de Canaán es asimismo la cuna de dos cosas, que de verdad conmovieron el mundo: la palabra Biblia y nuestro alfabeto. Una ciudad fenicia dio su nombre a la palabra griega que significa «libro»; de Biblos, la ciudad marítima de Canaán, se formó «biblon» y después «Biblia.» En el siglo IX antes de J.C. los griegos tomaron de Canaán los signos de nuestro alfabeto.

Fueron los romanos quienes, empleando el nombre de los más acerbos enemigos de Israel, bautizaron la parte de este país que debió ser la patria de este pueblo con el nombre de «Palestina,» palabra derivada de «Pelishtim,» es decir «filisteos.» Éstos son nombrados en el Antiguo Testamento y vivieron en la parte sur de la costa de Canaán. La tierra prometida, todo Israel, se extendía, según la Biblia, desde Dan a Bersabé (1 Sam.. 3:20), es decir, desde las fuentes del Jordán, a los pies del Hermón, hasta las colinas situadas al oeste del Mar Muerto, hasta las tierras del Mediodía, el Negueb.

Si observamos un globo terráqueo, veremos que Palestina es sólo una pequeña mancha comparada con la inmensidad de la tierra, un país insignificante. El antiguo reino de Israel puede recorrerse hoy cómodamente en coche en el espacio de tiempo de un día, siguiendo la línea de sus fronteras. Tiene 234 kilómetros de Norte a Sur, 37 kilómetros de ancho por la parte más angosta, y en conjunto: 25.124 kilómetros cuadrados de superficie, que equivalen a la isla de Sicilia. Solamente durante algunos decenios de su movido pasado fue mayor. Bajo el reinado de David y Salomón, el territorio del Estado se extendía hasta el Mar Rojo, junto a Esyon-gueber por el Sur, y hasta más allá de Damasco por el Norte, introduciéndose en Siria. El actual estado de Israel con sus 20.720 kilómetros cuadrados representa una quinta parte de lo que fue el reino de sus antepasados.

Nunca florecieron aquí ni la artesanía, ni la industria de modo tal que sus productos fuesen solicitados por el resto del mundo. Cruzado por colinas y por cordilleras, cuyos picos se elevan a más de mil metros, rodeado al Sur y al Este por estepas y desiertos, al Norte por las montañas del Líbano y del Hermón, al Oeste por la costa llana y arenosa, parece una mísera isla entre los grandes reinos del Nilo y del Éufrates, entre dos continentes. Al este del Delta del Nilo termina África. Después de 150 kilómetros de anchura empieza Asia, y en su umbral se halla Palestina.

Si en el curso de su accidentada historia se ve envuelta repetidamente en los grandes problemas mundiales, ello es debido a este emplazamiento. Canaán es el eslabón que sirve de lazo de unión entre Egipto y Asia. La ruta comercial más importante del mundo antiguo pasa a través de este país. Mercaderes, caravanas, tribus trashumantes y la población toda siguen este camino que después seguirán los ejércitos de los grandes conquistadores. Egipcios, asirios, babilonios, persas, griegos y romanos se sirven del país y de sus habitantes para realizar sus fines económicos, estratégicos y políticos. El gigante del Nilo, potencia de primer orden en el tercer milenio antes de J.C., impulsado por intereses mercantiles, extendió sus tentáculos hasta el viejo Canaán.

«Llevamos cuarenta naves cargadas con troncos de cedros. Construimos naves de madera de cedro. Una de ellas — El «Loor de los dos Países» — tiene 50 metros de longitud. Las puertas del palacio las hicimos de madera de cedro.» Tal era el contenido de la estadística de la importación de madera hacia 2600 antes de J.C. Los datos relativos a este transporte de madera bajo el faraón Snofru se hallan grabados en una tablilla de diorita negra y dura. Esta magnífica pieza se halla depositada en el Museo de Palermo. Frondosísimos bosques cubrían entonces los montes del Líbano. La noble madera de sus cedros y merus, una clase especial de las coníferas, era una madera de construcción que los faraones empleaban y apreciaban mucho.

Quinientos años antes de Abraham, florecía en las costas de Canaán el comercio de importación y exportación. El país del Nilo cambiaba el oro y las especias de Nubia, el cobre y las turquesas de las minas del Sinaí, el lino y el marfil por la plata de Tauro, los artículos de cuero de Biblos, los vasos esmaltados de Creta. Los potentados hacían teñir de púrpura sus túnicas en las grandes tintorerías de Fenicia. Para el adorno de las damas de la corte producían un bello color azul lapislázuli (los párpados teñidos de azul era entonces la gran moda) y el «stibium,» el cosmético para las mejillas tan apreciado por las damas de aquella época.

En las ciudades marítimas de Ugarit (hoy día Ras-Samra) y Tiro se establecieron cónsules egipcios; la ciudad fortificada Biblos se convirtió en una colonia egipcia; se levantaron monumentos a los faraones y los príncipes tomaron nombres egipcios.

Pero si las ciudades de la costa presentan el aspecto de una vida internacional activa y próspera, pocos kilómetros tierra adentro existe un país muy diferente. Las montañas de junto al Jordán son un hervidero de inquietudes. Las agresiones de los nómadas a la población sedentaria, los tumultos, las contiendas y las guerras entre las diversas ciudades se siguen sin interrupción.

Como todo esto dificulta el paso de las caravanas a lo largo de la costa del Mediterráneo, los egipcios tienen que realizar expediciones de castigo para llamar al orden a los perturbadores de la paz. Las inscripciones contenidas en el sepulcro del egipcio Uni nos dan una idea clara de la forma en que, hacia el año 2350 antes de J.C.t tenía lugar una de estas expediciones de castigo.

El comandante militar Uni recibe del faraón Fiops I la orden de organizar un ejército. Hablando de la expedición, se expresa de la siguiente manera:

«Su Majestad combatió a los habitantes del desierto y para ello reunió un ejército en toda la parte meridional del país, al sur de Elefantina…, por todo el Norte, y entre los nubios de Jertet, de Mazoi y de Jenan. Yo fui quien trazo el plan a seguir para todos ellos…»

La gran disciplina de la potencia multicolor es objeto de muchas alabanzas; al leerlas, nos enteramos de las cosas más codiciadas que era posible hallar en Canaán como botín.

«Ninguno de ellos robó… sandalias de uno que venía por el camino…; ninguno de ellos tomó el pan de ninguna ciudad; ninguno tomo a nadie una cabra.»

El comunicado de Uni anuncia con orgullo un gran éxito, y contiene al propio tiempo valiosas noticias sobre el país:

«El ejército del Rey regresó bien a su patria después de haber devastado el país de los habitantes del desierto… después de haber destruido sus fortalezas… después de haber arrancado sus higueras y sus vides, después de hacer muchos prisioneros. Su Majestad me mandó recorrer cinco veces el país de los habitantes del desierto después de cada sublevación.»

Así vinieron los primeros semitas a Egipto, designados despectivamente con el nombre de «habitantes del desierto» en el país de los faraones.

Chu-Sebek, ayudante del rey egipcio Sesostris III, escribe 500 años después un comunicado de guerra, que (grabado en una lápida conmemorativa hallada en Abidos en el curso superior del Nilo) dice así:

«Su Majestad se dirigió al Norte para derrotar a los beduinos asiáticos… Su Majestad llegó a un lugar llamado Sekmen… Entonces cayó Sekmen junto con el mísero Retenu.»

Los egipcios designaban a la tierra de Palestina y de Siria con el nombre de «Retenu.» «Sekmen» es la ciudad bíblica Sikem, la primera ciudad de Canaán que Abraham encuentra en su peregrinación (Gen. 13:5).

Con la expedición de Sesostris III hacía el año 1850 antes de Jesucristo nos hallamos en mitad de la época de los patriarcas. Entre tanto Egipto ha puesto su mano sobre Canaán; el país está sometido a la soberanía de los faraones. Gracias a los arqueólogos, el mundo posee un único documento de esta época, una verdadera joya de las letras antiguas. El autor es un tal Sinuhe de Egipto. El lugar del suceso, Canaán. La época de la acción, entre 1971 y 1928 antes de J.C., bajo el reinado de Sesostris I.

Sinuhe, un personaje distinguido que interviene en la corte, se ve envuelto en una intriga política; teme por su vida y emigra a Canaán.

«… Cuando dirigí mis pasos hacia el Norte, llegué a la muralla de los príncipes, levantada para tener alejados a los beduinos y para reprimir a los nómadas del desierto 1. Me escondí debajo de unos matorrales por temor de que me viera la guardia de la muralla, que estaba prestando servicio allí. Cuando se hizo de noche, me puse de nuevo en camino. Al amanecer… cuando llegué junto al lago Amargo 2, caí agotado. La sed me devoraba y mi garganta estaba reseca. Entonces me dije: ¡Mi muerte está cerca! Pero, al elevar mi corazón y al arrebujar mi cuerpo, oí el mugido de los rebaños que se acercaban y a su frente vi a unos beduinos. El que hacía de guía, que había estado en Egipto, me reconoció. Me dio agua, me calentó leche y me llevó consigo a su tribu. Se portaron muy bien conmigo.»

Sinuhe, pues, logró huir. Pudo pasar de incógnito la gran muralla de los faraones, que se desarrollaba exactamente por donde hoy día pasa el canal de Suez. Esta «Muralla de los Príncipes» contaba entonces algunos centenares de años. Un sacerdote la menciona ya 2650 años antes de J.C. «Se construirá la «Muralla de los Príncipes,» que no permitirá la infiltración de los asiáticos en Egipto. Éstos solicitan agua… para poder abrevar sus rebaños.»

Más tarde los hijos de Israel atravesarán repetidas veces estas murallas; no hay otro camino para dirigirse a Egipto. Abraham será el primero que la contemple, cuando, acuciado por el hambre, se dirija al país del Nilo (Gen. 12:10).

Sinuhe sigue diciendo: «Un país sucedía a otro. Llegué a Biblos 3 y después a Kedme 4; aquí permanecí un año y medio. Ammienski 5, el príncipe del «Retenu» superior 6, me tomó a su lado y me dijo:

«Lo pasarás bien conmigo; oirás hablar egipcio. Esto lo dijo porque sabía quién era yo, pues los egipcios 7 que estaban con él le habían hablado de mí.»

Todo lo que le ocurrió al fugitivo de Egipto lo podemos leer y hasta con detalles de su vida cotidiana.

«Ammienski me dijo: desde luego, Egipto es bello; pero… tú permanecerás aquí a mi lado; me portaré bien contigo.»

«Me puso por encima de todos sus hijos y me dio en matrimonio a su hija mayor. Me dejó elegir entre lo mejor de la tierra que le pertenecía y yo elegí una parcela que estaba situada en los confines de otro país. Era una tierra muy bella llamada Jaa. Había en ella higueras, viñas y más vino que agua. Era rica en miel y abundante en olivares. Toda clase de frutas colgaban de sus árboles. Había en ella también trigo, cebada y rebaños sin número. Mucho me proporcionó mi popularidad. Me hizo príncipe de su tribu en la parte más escogida de su país. Todos los días comía pan, carne cocida y ganso asado y bebía vino; además, caza del desierto que cobraban expresamente para mí y que me traían amén de lo que mis lebreles cazaban… y leche preparada de muy diversas formas. Así pasé muchos años y mis hijos se hicieron hombres robustos, cada uno jefe de su respectiva tribu.

«El mensajero que, salido de Egipto, se dirigía al Norte, o en dirección Sur se dirigía hacia la corte, se hospedaba en mi casa 8; yo daba a todos hospedaje, daba agua al sediento, mostraba el camino al que se había extraviado y protegía a todos los que eran asaltados.

«Cuando los beduinos salían para combatir a los príncipes de los demás países, yo les ilustraba sobre el plan de campaña, pues el príncipe de Retenu me confió el mando de sus tropas durante muchos años, y en todo país en que entraba, hacía… y… de las tierras de pastos y de sus fuentes. Me apoderaba de sus rebaños, arrojaba sus gentes y tomaba posesión de sus provisiones. Mataba a los enemigos con mi espada y mi arco 9 gracias a mi destreza y mis certeros golpes.»

Entre las muchas aventuras vividas junto a los «asiáticos,» parece haber impresionado profundamente a Sinuhe un combate a vida o muerte que describe hasta en sus mínimos detalles. Un «bravucón» de Retenu se burló un día de él y le retó. Estaba seguro de poder dar muerte a Sinuhe y apoderarse así de sus rebaños y de su hacienda. Pero Sinuhe, que desde su juventud había sido un buen arquero en Egipto, da muerte a aquel hombre «robusto» que se le acercaba con el escudo, el puñal y la lanza, clavándole una flecha en el duro cuello. El botín que adquiere como consecuencia de este duelo le hace aún más rico y poderoso.

Ya anciano, se apodera de él la añoranza de su patria. Y una misiva de su faraón, Sesostris I, le reclama.

«… Haz lo posible por regresar a Egipto, para que puedas ver la corte en que te formaste y besar la tierra junto a las dos grandes puertas… Piensa en el día en que serás llevado al sepulcro. Te ungirán con aceite y te envolverán en fajas de la diosa Tait 10. Te acompañará un cortejo en el día de tu sepelio. La caja será de oro y su cabeza de lapislázuli. Serás colocado en el ataúd. Te arrastrarán bueyes y el cortejo estará precedido por cantores y en la puerta de tu tumba se bailará la danza de los enanos. Recitarán en tu favor oraciones sacrificiales y se harán ofrendas en el ara. Las columnas de tu sepulcro serán de piedra caliza y se colocará entre la de los príncipes del reino. Que no suceda que mueras en tierra extraña y que los «asiáticos» te den sepultura envolviendo tu cuerpo con una piel de carnero.»

El corazón de Sinuhe exulta. Se decide en seguida por el regreso. Distribuye su hacienda entre sus hijos y nombra a su primogénito «jefe de la tribu.» Tal era la costumbre entre los nómadas semíticos; tal entre Abraham y sus descendientes: era el derecho hereditario de los Patriarcas, que, más tarde, se convirtió en ley para el pueblo de Israel.

«Mi tribu y toda mi hacienda pasó a ser posesión suya, lo mismo que mis gentes y todos mis rebaños, mis cosechas y todos mis árboles dulces 11. Entonces me dirigí hacia el Sur.»

Los beduinos le escoltan hasta los fuertes de la frontera con Egipto. A continuación un enviado del Faraón le acompaña hasta una nave que le lleva a una ciudad situada al sur de Menfis.

¡Qué contraste… entre una tienda en la residencia real y la vida sencilla y llena de peligros del pasado y de nuevo la seguridad y el lujo de una urbe ultracivilizada!

«Allí encontré a Su Majestad, sentado en el gran trono del salón dorado y plateado. Entonces llamaron a los hijos del rey. Su Majestad dijo a la reina: ¡Ahí tienes a Sinuhe, que viene hecho un asiático y convertido en beduino!

«Ella lanzó un grito y sus hijos hicieron otro tanto. Y dijeron a Su Majestad: ¿Es él en realidad, mi Señor Rey?

«Su Majestad dijo: ¡Él es en efecto!

«Fui llevado a un palacio principesco — sigue narrando con entusiasmo Sinuhe — en el cual había cosas preciosas, y… hasta una sala de baño… Había verdaderos montones de tesoros, vestiduras reales de lino; mirra y aceite del más fino; siervos del Rey a quienes él apreciaba estaban en sus aposentos; y los cocineros cumplían con su obligación. Mi cuerpo se rejuveneció. Me afeitaron y peinaron la cabellera. La sordidez la dejé en el extranjero 12, y la burda vestimenta la entregué a los nómadas del desierto. Me vistieron de finísimo lino y fui ungido con el mejor aceite del país. ¡Volví a dormir en una cama!.. De esta forma viví, honrado por el Rey, hasta que llegó el día de la separación.»

No existe solamente un ejemplar de la historia de Sinuhe; han sido hallados otros varios. Debió ser una obra muy solicitada y de la cual, por tanto, se hicieron muchas «ediciones.» No sólo en el Imperio Medio de Egipto, sino también en el Nuevo, parece que gustaba su lectura, según lo dan a entender las copias diversas halladas. Fue como si dijéramos un «éxito literario,» el primero del mundo y justamente sobre Canaán.

Los investigadores que lo descubrieron a fines del siglo pasado se sintieron subyugados por él exactamente igual que los contemporáneos de Sinuhe; sin embargo, lo consideraron como una narración fantástica, bien hilvanada al estilo egipcio y falta en absoluto de realidad. De esta suerte el relato de Sinuhe se convirtió en una mina de información para los egiptólogos, pero no para los historiadores. Mientras se discutía sobre la interpretación que debía darse al texto, sobre su escritura, su sintaxis, se olvidaba el verdadero contenido del documento.

Sin embargo, el relato de Sinuhe ha sido rehabilitado. Hoy día sabemos que el egipcio escribió una historia verídica y objetiva sobre el Canaán de aquel tiempo, en el cual se movió Abraham.

A los textos jeroglíficos sobre las campañas egipcias debemos los primeros testimonios sobre Canaán. Concuerdan exactamente con las descripciones de Sinuhe. Por otra parte, el relato de este distinguido egipcio coincide en algunos pasajes casi textualmente con versículos que en la Biblia aparecen con frecuencia.

«Pues el Señor te guía a una tierra excelente,» se dice en Dt. 8:7.

«Era una tierra excelente,» dice Sinuhe. «Una tierra — prosigue la Biblia — de olivares, productores de aceite y de miel.» En el texto egipcio se dice: «Su miel era copiosa y numerosos sus olivares. Yo tenía pan como alimento cotidiano.»

La descripción que Sinuhe hace de la vida que lleva entre los amontas en una tienda, rodeado de sus rebaños y enredado en las luchas con los orgullosos beduinos que han de alejar de sus tiendas, sus pastos y sus pozos. Corresponde exactamente a la imagen de la vida de los Patriarcas que nos pinta la Biblia. También Abraham y su hijo Isaac tienen que dirimir disputas sobre sus pozos (Génesis 21:25; 26:15-20).

Una detenida investigación nos deja ver el cuidado y la exactitud con que la Biblia reseña las verdaderas condiciones de aquella época. La gran cantidad de documentos y monumentos recientemente descubiertos nos permite una reproducción plástica y de acuerdo con la realidad de las condiciones de vida en Canaán en tiempo de los Patriarcas.

Alrededor del año 1900 antes de J.C., Canaán era un país poco poblado. En realidad podría decirse que era una «tierra de nadie.» Acá y allá, en medio de campos cultivados, surge una ciudad fortificada. Las vertientes de las colinas están plantadas de higueras, viñedos y palmeras de dátiles. Los habitantes viven en continuo sobresalto, debido a que las pequeñas poblaciones, como islotes, muy espaciadas entre sí, constituyen el objetivo de los asaltos de las tribus nómadas. Éstas se presentan con una rapidez imposible de prever, lo derriban todo y se apoderan de ganados y cosechas. Luego desaparecen con la misma rapidez, siendo imposible dar con ellas en los inmensos arenales del Sur y del Este. Sin cese es la lucha que han de sostener los agricultores y los ganaderos que están establecidos en estas tierras en contra de las tribus de bandidos que no tienen hogar fijo, cuyo techo es una tienda de piel de cabra extendida en cualquier parte del desierto a la intemperie. En esta tierra inquieta deambuló Abraham con Sara, su mujer; con Lot, su sobrino; con su servidumbre y sus rebaños.

  • Y llegaron al país cananeo. Entonces ABRAHAM ATRAVESÓ EL PAÍS HASTA EL LUGAR DE SIKEM, HASTA LA ENCINA DE MORÉ. HABITABAN ENTONCES EN EL PAÍS DE LOS CANANEOS Y SE APARECIÓ YAHVÉ A ABRAHAM Y DIJO: «A TU DESCENDENCIA DARÉ ESTA TIERRA»; Y ÉL CONSTRUYÓ ALLÍ UN ALTAR A YAHVÉ, QUE SE LE HABÍA APARECIDO. DE ALLÁ SE TRASLADÓ A LA MONTAÑA. AL ORIENTE DE BET-EL, DONDE DESPLEGÓ SU TIENDA, QUEDANDO BET-EL AL OCCIDENTE Y HAY AL ESTE. ALLÍ EDIFICÓ UN ALTAR A YAHVÉ E INVOCÓ SU NOMBRE. LUEGO ABRAHAM LEVANTÓ EL CAMPO, EMIGRANDO SIEMPRE HACIA EL SUR (Gen. 12:5-9).

En el año 1920 son encontrados junto al Nilo unos cascotes de cierta importancia, procedentes principalmente de Tebas y de Sakkarah. Arqueólogos de Berlín adquieren algunos de ellos; otros se llevan a Bruselas y el resto es entregado al gran museo de El Cairo. Manejados cuidadosamente por manos entendidas de expertos, los fragmentos se convirtieron de nuevo en ánforas, vasos, pequeñas estatuas. Lo que más interesa en estos objetos son las inscripciones en ellos existentes. El texto habla de amenazadoras maldiciones y execraciones como esta: «La muerte para los que profieran malas palabras o tengan malos pensamientos, para los conjuradores, para los que maquinan acciones o intenciones detestables.»

Éstas y otras frases por el estilo, tan poco gratas, estaban dedicadas a los empleados y dignatarios de la corte y a los señores de Canaán y de Siria.

Según una antigua superstición, en el mismo instante en que el vaso o la estatuilla se rompía, quedaba también destruida la fuerza de la persona execrada. Con frecuencia se incluía en la maldición a la familia, a la servidumbre, hasta el hogar del individuo a quien se dirigía.

Los vasos mágicos contienen nombres de ciudades, como Jerusalén (Gen. 14:19), Asquelón (Juec. 1:18), Tiro (Jos. 12:18), Aksaf (Jos. 11:1) y Sikem. Prueba convincente de que los lugares mencionados en la Biblia ya existían en los siglos XIX y XVIII antes de J.C., pues los vasos y las estatuillas son de esta época. Dos de estas ciudades fueron visitadas por Abraham: en primer lugar Jerusalén, cuando fue a ver a Melquisedec, rey de «Salem» (Gen. 14:18). Todos sabemos dónde estaba esta ciudad; pero, ¿dónde estuvo emplazada la ciudad de Sikem?

En el corazón mismo de Samaria hay un valle extenso y llano, dominado por las altas cumbres del Garizzim y el Ebal. Campos muy bien cultivados rodean a Askar, una pequeña aldea de Jordania. Las ruinas de Sikem fueron encontradas en las proximidades de esta aldea al pie del monte Garizzim.

Este resultado se debe al arqueólogo alemán profesor Ernst Sellin, quien, después de unas excavaciones que duraron dos años (1933-34), vio aparecer estratos de tiempos más remotos.

Sellin encuentra restos de murallas del siglo XIX antes de J.C. Poco a poco van tomando forma un poderoso muro exterior con sólidos fundamentos, todo él construido de piedras burdamente talladas, entre las cuales se hallan las que tienen casi dos metros de grosor. Los arqueólogos designan a esta clase de mampostería «muros ciclópeos.» Estas murallas se hallan reforzadas por medio de contrafuertes. Los soberanos de Sikem no sólo habían fortificado las murallas de dos metros de ancho con pequeñas torres, sino además con otra muralla de tierra superpuesta.

Las ruinas de un palacio van surgiendo también entre los escombros. Todo el conjunto de un patio, estrecho y rectangular, rodeado de algunas estancias con paredes muy gruesas, apenas si merece el nombre de palacio. Tal como Sikem aparecen las demás ciudades de Canaán, cuyos nombres hemos oído con tanta frecuencia y ante las cuales tanto temor sentían los israelitas. Salvo algunas excepciones, las notables construcciones de aquella época nos son bien conocidas. La mayor parte de ellas fueron descubiertas en las excavaciones de los últimos treinta años. Permaneciendo ocultas durante milenios; mas ahora aparecen ante nuestra vista tal cual eran. Entre ellas existen muchas ciudades que los patriarcas vieron con sus propios ojos: Bet-El y Mispa, Guerar y Lakis, Geser y Gat, Asquelón y Jericó.

Tal es la cantidad de materiales que existen hasta el tercer milenio antes de J.C., que si alguien quisiera escribir la historia de la arquitectura de las edificaciones de defensa y de las ciudades de Canaán no tendría mucho trabajo.

Las ciudades de Canaán eran plazas fortificadas, fortalezas de refugio en caso de guerra, ocasionada estas por las rápidas incursiones de las tribus nómadas, ya por las enemistades entre ciudades vecinas. Las poderosas murallas rodeaban un espacio limitado, cuya superficie apenas era mayor que la plaza de San Pedro en Roma. Toda plaza fuerte estaba surtida de agua, pero ninguna de ellas hubiera podido subsistir de manera permanente con una población numerosa. Al lado de los palacios y de las metrópolis de Mesopotamia estas ciudades carecen de importancia; cada una de la mayor parte de las ciudades de Canaán hubieran podido caber cómodamente dentro de los confines del palacio de los reyes de Mari.

En Tell-el-Hesi, seguramente el bíblico Eglon, la antigua muralla ceñía una superficie de media hectárea. La de Tell es-Safy (la antigua Gat), 5 hectáreas; la de Tell el-Mutesellim (la antigua Meguiddo), más o menos lo mismo; la de Tell el-Zakariyah (el Azeka bíblico), menos de 4 hectáreas; Geser (en el camino de Jerusalén al puerto de Haffa) tenía 9 hectáreas de zona edificada. Hasta en el reconstruido Jericó, el espacio rodeado por el muro interior, lo que era propiamente la acrópolis, tenía sólo una superficie de 2,35 hectáreas. Y Jericó era una de las fortalezas más importantes del país.

Las encarnizadas luchas de los jefes de las tribus estaban a la orden del día. Faltaba la mano ordenadora de una autoridad superior. Cada jefe mandaba en su territorio. Nadie podía mandarle y hacía lo que le venía en gana. La Biblia llama con el nombre de reyes a los jefes de cada tribu; por lo que se refiere al poder y a la independencia, tiene razón.

Entre el señor de una ciudad y sus súbditos privaba un sentimiento patriarcal. Dentro de las murallas vivían sólo el señor, las familias patricias, los delegados del Faraón y los mercaderes ricos. Sólo ellos habitaban en edificios firmes, sólidos, casi todos de una sola planta, que alrededor de un patio abierto ofrecían de cuatro a seis habitaciones. Las casas de los patricios con un segundo piso eran relativamente raras. El resto de la población (la gente del séquito, los siervos, los criados) vivían en chozas sencillas de barro o de follaje, fuera de los muros. Su vida debió de ser muy miserable.

Desde el tiempo de los más remotos antepasados existen dos caminos en la llanura de Sikem. Uno de ellos baja al valle del Jordán; el otro se dirige a las solitarias alturas del sur hasta Bet-el y continúa, pasando por Jerusalén, hasta el Negueb, la tierra del Mediodía de la Biblia. El que recorre este camino sólo encuentra sobre el país montañoso de Samaria y Judea algunas pequeñas poblaciones: Sikem, Bet-el, Jerusalén y Hebrón. El que escoge la vía más cómoda encuentra las ciudades más importantes y las fortalezas más considerables de los cananeos en los ubérrimos valles de la llanura de Yezreel, en la fructífera tierra de la costa de Judá y en medio de la exuberante vegetación del valle del Jordán.

Para su primer viaje de información a través de Palestina, Abraham eligio el camino más solitario y fatigoso que se dirige hacia el Sur a través de la montaña. Allí las vertientes de los montes cubiertos de bosques ofrecían al forastero cobijo, refugio y, en los claros, ricos pastos para los rebaños. Más tarde él mismo con su gente siguió estos caminos montañeros. Lo mismo hicieron repetidas veces otros patriarcas. Aunque los valles fructíferos de la llanura le atraían poderosamente, Abraham prefirió cruzar el país por la montaña. Es que los arcos y las hondas que él y los suyos llevaban no podían competir con las espadas y las lanzas de los cananeos en el caso de una contienda.

1.»Nómadas del desierto» y también «cruzadores del desierto» eran nombres despectivos que los egipcios gustaban de aplicar a vecinos del Este y del Nordeste. Entre éstos figuraban las tribus de Canaán y Siria.

2. Los lagos conocidos aún hoy día con este nombre en el istmo de Suez.

3. Ciudad marítima fenicia situada al norte de la actual Beirut.

4. Territorio desértico situado al este de Damasco.

5. Nombre semita, occidental, amorita.

6. Nombre del país montañoso situado al norte de Palestina.

7. Encargados por el faraón habitaban entonces por todo Canaán y Siria.

8. Esto hace pensar en un activo tráfico entre Egipto y Palestina.

9. El arco es el arma típica de los egipcios.

10. Embalsamamiento.

11. Palmeras de dátiles.

12. Es decir, la suciedad de la cual se limpia.

Biblioteca de Assurbanipal

Biblioteca de Assurbanipal

Los autores: Ariel Acosta, Elvia del Castillo, Dayner Acosta y Luis Amador, son estudiantes del Seminario Teológico Adventista de Cuba.

Guardias de Asurbanipal, bajorrelieve de su palacio en Ninive, c. 645 a. C., Museo del Louvre.

El único rey asirio que se enalteció en la literatura, el rey soldado y erudito que se jactaba de su buena y excelente educación, el patrón de las artes y las letras, ese fue Assurbanipal.

Fungió como rey de Asiria entre el 669 a.c. al 627 a.c., último de sus grandes gobernantes, quien fue conocido también como Sardanápalo, tal y como lo nombraron las fuentes griegas. Heredó un gran reino que abarcaba desde el norte de Egipto hasta Persia y hacia el 652 a.c. extendió su dominio hasta el sur de Egipto y oeste de Anatolia. Aunque el imperio asirio alcanzó su máxima plenitud con Assurbanipal, durante su reinado aparecieron los primeros signos de declive de su reino. La literatura y arte asirio llegaron a su apogeo durante su reinado. Fue uno de los pocos gobernantes cultos del antiguo Oriente Próximo. Leía las tabletas de barro de Sumer y el oscuro escrito acadio que es difícil de dominar, y se gozaba en leer las inscripciones en piedra de la época anterior al diluvio. Él mismo expresa en una de sus inscripciones: “Yo, Assurbanipal, aprendí en palacio la sabiduría de Nebo, el arte completo de escribir en tabletas de arcilla de todas clases. Me hice experto en varias clases de escritura… leí las bellas tabletas de arcilla de Sumer y la escritura acadia, que resulta difícil de dominar. Experimenté el gozo de leer inscripciones hechas en piedra, pertenecientes a la época anterior al diluvio”. Era tan grande su interés en la literatura y la erudición, que al subir al trono, reprimió rápidamente, un levantamiento en Egipto, conquistó Lidia y Persia; después de consolidar su reino, se dio a al tarea de la erudición hasta llegar a ser el monarca más poderoso y culto de su época, siendo uno de los más grandes patrocinadores de la literatura del mundo. Envió escribas eruditos a Asur, Babilonia, Cuta, Nipur, Acad, Erec y otros centros estratégicos a lo largo y ancho de su vasto imperio, donde se reunieron y copiaron libros de arcilla. Sus residencias reales, especialmente en Nínive, estaban decoradas con magníficos relieves que representaban escenas de guerra, de la caza de animales salvajes y la vida diaria del palacio. Estos relieves podían verse también en los templos y edificios públicos que construyó. Vemos que a pesar de sus constantes actividades militares dejó un rico legado cultural.

Relieve de Assurbanipal cazando
British Museum.London

Es significativa su dedicación a la literatura. Sostuvo una escuela de escribas que se encargó de preservar la literatura y lingüística de los sumerios y acadianos, ellos reunieron la primera gran biblioteca de la zona, que se convirtió en el monumento perenne de este rey. Estaba reunida allí, cuidadosamente copiada en unas 5000 tablillas, la mayor parte de la extensiva producción literaria del país, todo lo que entonces se consideraba digno de ser conservado y releído. Al completarse la biblioteca llegó a tener cerca de 100 000 volúmenes. En el año 1853 d.c, dando continuidad de sus excavaciones previas con Layard, Rassam desenterró en Nínive el palacio del rey Assurbanipal, en el cual había un bello bajo relieve de gran tamaño que representaba al rey de pie en un carro de guerra, disponiéndose a salir a una expedición de cacería, mientras sus servidores le entregaban las armas para la caza. En dos pisos contiguos de altas cúpulas, se descubrieron amontonadas en los pisos miles de inapreciables tablillas de arcilla, que resultaron ser una gran porción de la Biblioteca de Assurbanipal. Layard también trabajó en este hallazgo, extrajo tablillas de arcilla cubiertas con caracteres cuneiformes. Estas variaban en su tamaño desde 1 hasta 12 pulgadas cuadradas. Las tablillas parecían haber estado organizadas y la biblioteca parecía haber sido un lugar público. Finalmente los restos arqueológicos fueron transportados hacia el Museo Británico de Londres. Se han excavado hasta ahora cerca de 30 000 textos.

Veinte años más tarde (1872 d.C.) una de las tabletas causó una gran sensación cuando el asiriólogo George Smith, mientras trabajaba en el Museo Británico, comprendió que la misma contenía un relato acerca del diluvio. La tradujo y publicó, aunque hoy sus traducciones son consideradas algo anticuadas. Al fijar sus ojos en las palabras “la barca descansó sobre la montaña de Nisir”, se sintió muy emocionado, al igual que el Sr. Gladstone, el Decano Stanley y el propietario del periódico London Daily Telegraph. El Sr. Smith fue enviado a Nínive, donde mediante búsqueda diligente halló la otra porción de la tableta que contenía los diecisiete renglones que completaban el recuento caldeo del diluvio. Se le dio a este hallazgo el título de “Epopeya de Gilgamesh”. Más tarde encontró las tabletas de la creación según los babilonios, las cuales publicó en 1876 bajo el título de “Recuento Caldeo del Génesis”, al que también se le denomina Enuma Elish. Entre otras obras encontradas tenemos el descenso de Ishtar al mundo bajo; la leyenda Etana, quien huyó del cielo en un águila; otra leyenda que cuenta que Sargón de Acadia fue salvado al nacer como Moisés, en su cesta de juncos en el río Éufrates, al ser rescatado por la diosa Ishtar; se encontró además gran cantidad de literatura de sabiduría, incluyendo el poema del Justo Sufriente, a menudo descrito como el Job de Babilonia; Himnos; parábolas y cuentos populares.

La estructura y contenido internos de la biblioteca resultan bien interesante si tenemos en cuenta que un libro babilónico o asirio consistía en varios departamentos, formados por tabletas de arcilla cuadradas escritas por ambos lados, cuidadosamente paginadas y apiladas una sobre otra en orden. Muchos de aquellos libros fueron copiados de tabletas babilónicas prestadas, aunque un gran número fueron, evidentemente, compuestas durante el reinado de Assurbanipal. Se prepararon listas completas de plantas. Árboles, metales y minerales. Además, se hizo un catálogo de todas y cada una de las especies animales conocidas, donde se clasificaron en familia y género. Lenormant dice: “Nos quedamos bien asombrados de ver que los asirios ya habían inventado una nomenclatura científica, similar en principio a la de Linneaus”. Se podían encontrar también libros religiosos explicando el nombre, funciones y atributos de cada dios, encantos mágicos con los cuales ahuyentaban los malos espíritus, y poemas sagrados parecidos en estilo a los salmos de David. Estaban las copias de las ya entonces reliquias babilónicas acerca de la Creación, el Diluvio y la Torre de Babel, que son como narrativas del Génesis, aunque fueron escritas cientos de años antes de que Moisés naciera. Había numerosos trabajos sobre gramática pues los asirios hallaron su lenguaje tan complicado que multiplicaron esfuerzos en reproducir léxicos y gramáticas para explicar y simplificar mejor su lengua. Vale decir que dichos libros, escritos para ayudar al aprendiz asirio durante 2500 años en el pasado, han sido encontrados sin valor alguno para el estudiante actual en el propósito de entender mejor dicha lengua. Toda esta vasta colección, recopilada con mucho cuidado por el rey, cayó con el palacio cuando fue destruido por su hijo Saracus; se rompieron la mayoría de los fragmentos. El descubrimiento de la Biblioteca de Assurbanipal ha tenido una notabilísima significación, tal vez este ha sido el descubrimiento más importante de Mesopotamia. A través de ella el hombre moderno puede:

  1. Conocer muchos de los más valiosos textos cuneiformes en tabletas.
  2. Cómo los pueblos del cercano oriente interpretaban presagios que fueron derivados del estudio del hígado y de las entrañas de los animales sacrificados o de los movimientos del hombre, animales, pájaros o cuerpos celestes.
  3. Las listas de reyes y datos astronómicos ayudan a los eruditos a establecer una cronología precisa del mundo antiguo.
  4. Hizo posible el desarrollo de la Asiriología como un estudio serio con lenguaje, escritura y literatura, pues para los asiriólogos es una de las fuentes más ricas y fundamentales de los conocimientos sobre el pensamiento de este país.

Asurbanipal (a veces mencionado como Ashurbanipal, o Assurbanipal), fue el último gran rey de Asiria. Reinó entre el 669 aC y el 627 aC.

Hijo de Esarhaddon y Naqi’a-Zakutu, es famoso por ser uno de los pocos reyes de la antigüedad que sabía leer y escribir. Durante su reinado, la escultura asiria alcanzó su apogeo, lo cual se aprecia en los palacios de Nínive. Era conocido con diversos nombres, algunos textos latinos y medievales lo llaman Sardanapalus, los griegos lo conocían como Sardanapal, y en el Antiguo Testamento, es mencionado como Osnaper (libro de Esdras, 4:10).

En el reinado de Asurbanipal, el esplendor asirio era evidente no sólo en su poderío militar, sino también en su cultura y las artes. Asurbanipal creó la biblioteca de Nínive, la cual era la primera biblioteca que recogía y organizaba material de forma sistemática. En Nínive se recogió toda la literatura disponible en escritura cuneiforme en aquel entonces.

Algunas tablillas de la biblioteca de Nínive conservan las versiones más completas del poema de Gilgamesh, en los lenguajes sumerio y acadio. Otras eran usadas como diccionarios sumerio-acadio, mientras que algunas contenían textos sobre astronomía y astrología.
El juego más grande de tablillas se encuentra en el Museo Británico, en Londres. Se trata de textos «proféticos», que enseñaban a los escribas a interpretar el significado de lo que presenciaban.

Cuando murió Sin-iddina-apla, el hermano mayor de Asurbanipal, éste último fue coronado príncipe en 672 a. C. Asurbanipal era impopular con la corte y los sacerdotes, por lo que se hicieron contratos con los asirios destacados, miembros de la familia real e inclusive reyes extranjeros, para asegurar la lealtad al príncipe. El rey Esarhaddon murió durante una campaña militar en Egipto en 669 a. C., por lo que Asurbanipal subió al trono, en parte gracias a la tenacidad de su madre Naqi’a-Zakutu.

Al igual que con muchos reyes asirios, los inicios del reinado de Asurbanipal fueron marcados por guerras incesantes. Luchó contra su hermano Shamash-shum-ukin, quien había sido coronado rey de Babilonia y que se había rebelado contra Asiria. Babilonia estaba apoyada por una coalición de pueblos del sur de Mesopotamia y Egipto. A la postre, Asurbanipal reconquistó Babilonia, y desmembró la alianza en el vigésimo segundo año de su reinado. Instaló en Babilonia un gobierno títere bajo el mando del rey Kandalanu. Algunos antropólogos alegan que Asurbanipal y Kandalanu eran la misma persona. El rey asirio sometió también al imperio Elamita, destruyendo a Susa, su capital, y conquistó gran parte de los territorios actualmente árabes.

En la última década de su reinado, Asiria estaba en paz, pero enfrentando un declive importante. La documentación de esos años es muy escasa; inclusive, no se tiene certidumbre sobre la fecha exacta de la muerte de Asurbanipal. Algunas versiones dicen que reinó durante 38 años, mientras que otras hablan de 42.

En cualquier caso, la muerte de Asurbanipal abrió la puerta a las catastróficas guerras fraticidas entre sus hijos Ashur-etil-ilani, Sinsharishkun y Sin-shumu-lishir; y entre ellos y el nuevo rey de Babilonia, Nabopolasar.

Las fechas que se mencionan en este artículo fueron tomadas de referencias en las inscripciones de Harran de la madre de Nabonido.

La popularidad de Asurbanipal es tal que su nombre es frecuentemente usado en los niños de comunidades asirias.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

  1. Arthur Buttrick, George. The Interpreter’s Dictionary of the Bible. Abingdom. Nashville, 1962. Pág 257.
  2. Benton, William. Publisher. Enciclopaedia Britannica. Enciclopaedia Britannica, Inc. Chicago: London: Toronto. 1960. Tomo 11, págs 568-69.
  3. Bottero, Jean. Introducción al Antiguo Oriente de Sumer a la Biblia. Grijalbo. Mandadori. 1996. Pág 210.
  4. Dorman Steel, Joel. A Brief History of Ancient, Medieval, and Modern Peoples. American Book Company. New York: Cincinnati: Chicago. 909. Págs. 54, 55.
  5. Hunter Wright, Ernest. Richards Topical Encyclopedia. The Richards Company, Inc. New York. 1957. Vol. 5, pág. 14.
  6. Myers C, Allen C. The Eerdmans Bible Dictionary. William B. Eerdmans Publishing Company. Grand rapids, Michigan.1987, pág. 99.
  7. Nichol, Francis D. Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día. Publicaciones Interamericanas. Pacific Press Publishing Association. 1ra Edición. 1981. Tomo I, págs. 119, 123.
  8. Pfeiffer, Charles f. Diccionario Bíblico Arquelógico. Editorial Mundo Hispano. Pág.120.
  9. Thompson, Frank Charles. Biblia de Referencia Thompson. Editorial Vida. Pág 4438.
  10. wikipedia,Asurbanipal

Fuente: http://www.tagnet.org/iasdsc/recursos/arti/05.html

– Encuentran el sello del acusador del profeta Jeremías

– Encuentran el sello del acusador del profeta Jeremías

Una impresión del sello de un funcionario de la corte del rey bíblico Sedequías ha sido hallada durante una excavación arqueológica en la antigua Ciudad de David en Jerusalén. Proviene de un estrato geológico fechado al tiempo de la destrucción de Jerusalén a manos de los babilonios.

La impresión de arcilla, que probablemente selló alguna vez un documento gubernamental oficial, lleva el nombre “Gedalías hijo de Pasur”, uno de los funcionarios que trató de hacer ejecutar al profeta Jeremías por traición cuando Jerusalén se encontraba bajo la amenaza de los ejércitos babilónicos antes de su destrucción alrededor del año 586 a.C. Este funcionario es mencionado en Jeremías 38:1-4:

  • Oyeron Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasur, Jucal hijo de Selemías, y Pasur hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo . . . Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal”.

Jeremías sobrevivió al asedio, pero al rey Sedequías no le fue tan bien. Sus hijos fueron asesinados y él fue llevado cautivo a Babilonia, donde finalmente murió.

Hay varias cosas extraordinarias en el descubrimiento de esta impresión de sello. Tal vez lo más asombroso sea el hecho de que este es el segundo hallazgo que prueba la existencia de una figura bíblica mencionada en este mismo pasaje.

Hace tres años se encontró una impresión de sello con el nombre de “Jucal hijo de Selemías hijo de Sevi” a sólo unos cuantos metros de ésta. Este mismo Jucal es mencionado en Jeremías 38:1, al igual que en Jeremías 37:3.

Aún más asombroso es el hecho de que esta es la sexta persona mencionada en el libro de Jeremías (sin contar a Nabucodonosor, rey de Babilonia) cuya existencia ha sido confirmada por la arqueología.

También se han hallado otras dos impresiones de sellos con el nombre del escriba de Jeremías, Baruc hijo de Nerías, además de otra con el nombre del funcionario gubernamental judío Gemarías hijo de Safán escriba, ambos mencionados en Jeremías 36. Recientemente se descubrió que una tabla cuneiforme excavada en la antigua ciudad babilónica de Sipar a comienzos del siglo pasado lleva el nombre del funcionario babilónico Sarsequim, mencionado en Jeremías 39:3. Y cuatro tablas excavadas en Babilonia alrededor de ese mismo tiempo se refieren al rey Joaquín (mencionado en Jeremías 52:31-33) y su familia.

Los detractores de la Biblia no tienen respuesta ante la increíble exactitud de las profecías contenidas en los escritos de algunos profetas bíblicos como Jeremías, de manera que argumentan que deben haber sido escritas mucho después de la época en que afirman que fueron escritas.

Pero ahora esos críticos que arguyen a favor de una fecha más tardía se ven enfrentados a un enorme y creciente problema: ¿Cómo pueden explicar el registro en esos libros de nombres de funcionarios gubernamentales y personajes extranjeros de relativamente poca importancia, y que se hayan encontrado pruebas de la existencia de esas mismas personas 2600 años más tarde, exactamente en los lugares específicos mencionados en la Biblia?

Claramente, el autor del libro de Jeremías conocía detalles minuciosos y específicos respecto a la época en la que escribió. La conclusión obvia derivada de estos numerosos hallazgos arqueológicos es que el verdadero autor de este libro fue el profeta Jeremías, quien lo escribió alrededor del tiempo en que los babilonios invadieron a Judá, justo antes de la destrucción de Jerusalén.

Las pruebas revelan claramente que el libro de Jeremías describe la historia real, tal y como estaba desenvolviéndose en aquellos días. BN

OSEAS, LIBRO DE

OSEAS, LIBRO DE

El Profeta Oseas, según Duccio di Buoninsegna

Libro profético del Antiguo Testamento que enfatiza el fiel amor de Dios hacia su pueblo, a pesar de su continua rebelión y pecado. Lleva el nombre de su autor, el profeta Oseas, quién predicó el firme amor de Dios ilustrado dramáticamente con el amor que sentía hacia su esposa infiel.

Estructura Del Libro
El libro de Oseas tiene dos partes bien diferenciadas en su forma y extensión. Los capítulos 1–3, escritos en parte en prosa, se centran en la experiencia personal del profeta, con aplicaciones a la realidad moral y religiosa de Israel. De estos tres, los capítulos 1 y 3 contienen la narración y el capítulo 2 constituye un sermón que se basa en los hechos, y los aplica a la relación de Jehová con Israel.

Los capítulos 4–14, en la forma de oráculos y profecías, contienen principalmente reproches y anuncios de juicios por la entrega de Israel a otros dioses y cultos no judíos, y por la traición de los príncipes y sacerdotes. El capítulo final es un llamado al arrepentimiento y un anuncio de esperanza para el pueblo en crisis.

OSEAS:
I.    La esposa adúltera y el esposo fiel 1.1—3.5
A.    La introducción al Libro de Oseas 1.1
Un bosquejo para el estudio y la enseñanza
B.    El matrimonio profético de Oseas y Gomer 1.2—2.1
1.    Matrimonio de Oseas con Gomer 1.2
2.    Los niños de Oseas y Gomer 1.3–9
3.    La aplicación de la futura restauración 1.10—2.1
C.    La aplicación del adulterio de Gomer 2.2–23
1.    El pecado del adulterio espiritual de Israel 2.2–5
2.    Juicio de Dios 2.6–13
3.    Restauración de Israel 2.14–23
D.    La restauración de Gomer a Oseas 3.1–5
II.    El adúltero Israel y el Señor fiel 4.1—14.9
A.    El adulterio espiritual de Israel 4.1—6.3
1.    Los pecados de Israel 4.1–19
a.    Rechazo del conocimiento de Dios 4.1–10
b.    Idolatría de Israel 4.11–19
2.    Juicio sobre Israel 5.1–14
3.    Restauración de Israel 5.15—6.3
B.    Israel rehúsa arrepentirse de su adulterio 6.4—8.14
1.    Transgresión voluntaria del pacto 6.4–11
2.    No quieren volver voluntariamente al Señor 7.1–16
3.    Idolatría voluntaria 8.1–14
C.    Dios enjuicia a Israel 9.1—10.15
1.    Juicio de dispersión 9.1–9
2.     Juicio de infertilidad 9.10–17
D.    La restauración de Israel al Señor 11.1—14.9
1.    El amor de Dios por Israel 11.1–11
2.    El continuo pecado de Israel 11.12—13.16
3.    La promesa de Dios de restaurar a Israel 14.1–9

Autor Y Fecha
El autor de este libro es el profeta Oseas, quien se identifica como hijo de Beeri (1.1). También dice que vivió y profetizó durante el gobierno del rey Jeroboam II de Israel y cuatro consecutivos reyes de Judá: Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías. Esto quiere decir que su ministerio profético abarcó un período de unos cuarenta años, como del 755 a.C. al 715 a.C. Su libro lo escribió entre esos años.

En realidad, muy poco se sabe del profeta mismo aparte de la historia de su tragedia conyugal, narrada en los capítulos 1–3. Sin embargo, es posible deducir que era del reino del norte y, por su lenguaje y conocimiento histórico, que se trataba de una persona culta. Oseas fue el primer y único profeta literario
Fuente:

Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.

imagen:

Enlaces relacionados con el Pentateuco

Enlaces relacionados con el Pentateuco

«Creación de la Luz», momento inicial del Pentateuco (grabado sobre metal de Gustave Doré).

El Pentateuco (del griego «Las Cinco Cajas», de penta, «cinco» y téukos, «caja», por los estuches cilíndricos donde se guardan, enrollados, los textos hebreos) es el conjunto formado por los cinco primeros libros de la Biblia, que la tradición atribuye alpatriarca hebreo Moisés. Se corresponden con los que en la tradición hebrea forman laTorá —La Ley—, núcleo de la religión judía.

Canonicidad  

Los cinco libros son considerados canónicos por todas las confesiones cristianas y forman parte de todas las Biblias. Figuran, por supuesto, en el Tanaj.

Libros que incluye 

El Pentateuco está compuesto por:

  1. Génesis
  2. Éxodo
  3. Levítico
  4. Números
  5. Deuteronomio.

A pesar de que los hebreos los nombran por la primera palabra de cada uno, los cristianos han seguido tradicionalmente la nomenclatura de laversión griega de los LXX.

Contenido  

Incursos de lleno en la categoría de los libros históricos de la Biblia, los libros del Pentateuco narran en forma más o menos ordenada la historia y las vicisitudes del pueblo de Israel. Posiblemente la historia más ambiciosa de la literatura humana, los cinco textos abarcan desde la mismísima creación del universo hasta la muerte del patriarca y legislador Moisés.

El Pentateuco pretende probar (como la mayor parte de los libros históricos) la providencial elección del pueblo judío por Dios como Su pueblo elegido, especial entre todas las sociedades humanas. De esta forma, cuenta el establecimiento de una teocracia, el otorgamiento de la Tierra Prometida a sus seguidores, la entronización de una rígida Ley ética, civil y religiosa, y el largo periplo de los hebreos para salir de su esclavitud en Egipto y llegar a la bendecida tierra de Canaán.

Moisés, considerado tradicionalmente el autor del Pentateuco (mármol deMiguel Ángel Buonarotti).

Artículos relacionados

Articulos externos

¿Fue Moisés el autor del Pentateuco?

¿Fue Moises el  autor del Pentateuco?

Introducción:

La razón del incio de este artículo fue el hecho de que he tenido algunas dudas al leer el Pentateuco. Algunas partes no me parecieron escritas por Moises.Acá presentaremos las razones que he encontrado, por  las cuales creo que el Penteteuco fue escrito por Moisés.Ademas, está la teoria del fraude pío, que niega que Moises haya sido el autor del Pentateuco. Esta teoria dice que gran parte de estos cinco libros fueron re-escritos durante el periodo del rey Josías.

Pero luego de  leer un comentario biblico sobre el Pentateuco, del comentarista Pablo Hoff, mis dudas menguaron notablemente, lo mismo que mis objeciones, no encontrando argumentos válidos con suficiente fuerza como para negar que Moises haya sido el autor mas probable del Pentateuco, aunque el Pentateuco en si no lo afirme u otras teorias «piadosas» que hay hoy en día dando vuelta pretendan negarlo.

Dios te bendiga

Paulo Arieu

El Pentateuco mismo no afirma claramente que este haya sido escrito por Moisés en su totalidad, otros libros del Antiguo Testamento lo citan como la obra de él.

  • Josue   1:7-8;    23:6
  • I  Re.  2:3
  • 2 Re. 14:6
  • Esd. 3:2 ;    6:18
  • Neh. 8:1
  • Dan. 9:11-13
  • Ex.  17:14;    24:3-7
  • Deut. 31:24-26
  • Hch.  13:39 ;     15:5
  • Heb. 10:28
  • 2 Cor. 3:15
  • Jn. 5:46
  • Mat. 8:4 ;   19:8
  • Mar. 7:10
  • Lc. 16:3
  • Lc. 24:27,44

A pesar de toda esta evidencia interna, hace unos dos siglos atrás, un grupo de eruditos de tendencia racionalista, puso en duda la paternidad mosaica del pentateuco, y desarrollaron la teoría documentaria de la Alta Crítica, la cual considera que los primeros cinco libros de la biblia son una compilación de documentos redactados en su mayor parte en el período de Esdras (444 A.C.)

Sin embargo, estudiosos conservadores creen que sea probable que Moisés empleara genealogías y tradiciones escritas al escribir el libro de Génesis (Ej: «libro de las generaciones de Adan «, Gn. 5:1)

El tono personal que encontramos en la oración de Abraham por Sodoma, el relato del sacrificio a Isaac, y en las palabras de José al darse a conocer a sus hermanos, «es precisamente»  el que esperaríamos si el libro de Moisés se hubiese basado en notas biográficas anteriroes.

Probablemente, tales memorias valiosas fueron transmitidas de una generación a otra desde tiempos muy remotos; tal vez Dios guió a Moisés a incorporar esos documentos antiguos en sus escritos. Pero esto no niega la inspiración divina del Pentateuco.

También hay añadiduras y retoques insignificantes de palabras arcaicas, hechos a la obra original de Moisés

El relato de la muerte de Moisés. (Deut. 34): El Talmud, libro de los sabios lo asigna a Josué.

Gen. 36:31 indica que había rey en Israel, lo que no existía en la época de Moisés.

Gen. 14:14 se denomina «Dan» a la antiguia ciudad de «Lais», nombre que le fue dado después de la conquista 

Estos cambios se pueden atribuir a:

– Notas aclararatorias.

– Cambios de nombres geográficos arcaicos.

– Agregados por los copistas de las escrituras o por algún personaje (¿Samuel?)

Estos retoques no afectan la integridad del texto.

Muchos pasajes contienen frases,nombres y costumbres de Egipto, que indican que el autor trenía conocimiento persoanl de su cultura  y geografía.

Ej:

  1. Potifar (regalo del dios Sol Ra)
  2. Zaffirat – panea (Dios habla – el vive)
  3. Asenat (antiguo nombre de Heliópolis) Gen. 37:36; 41:45,50

Se nombran:

– Los vasos de madera y los de piedra que usaban `para guardar el agua que sacaban del rio Nilo.

«En el exodo se encuentran en forma corecta tantos detalles arcaicos que sería insostenible atiburiles a invenciones posteriores » W.F.Albright

El autor  conocía la Península del Sinaí.

Las pieles de tejones, se refieren , según ciertos eruditos a las pieles de un animal de la región del mar Rojo.

La uña aromática, usada como ingrediente del incienso (Deut. 30:34) eran de la concha de un caracol de la misma región.

Esto evidencia que estos pasajes fueron escritos por alguien que conoció la ruta del peregrinaje de Israel, bien que por un escritor en el cautiverio babilónico, o en la restauración, siglos después.

El punto de referencia del autor del libro es el de una persona que no ha entrado a Canaán. La forma en la que está escrito es la de los tratados entre los Señores y sus vasallos del Medio Oriente en el 2º Milenio antes de Cristo.

Datos arquelógicos:
La toma de Ssodoma Gn.14. (Incluidos los nombres de los 4 reyes el movimiento de los pueblos la ruta que tomaron los invasores. “Camino real”).

Después del año 1200 A.C. la condición de la región cambió radicalmente, y esa ruta de Caravanas no se usó mas. El arqueólogo bíblico Albright, afirmó que algunos de los detalles del cap 14 nos remontan a la edad del Bronce (Período medio) (entre 2100 y 1560 A.C). No es muy probable que un escritor que viviera siglos después conociera estos detalles.

Tablas de arcillo de la época de los patriarcas en las ruinas de fari (sobre el Rio Éufrates) y de Nuzu (afluente del rio Tigris).

Discutían las leyes y costumbres, todas como les permitía que el hombre sin hijos diera su herencia a un esclavo fiel. (Gn 15.3).

Una mujer estéril entregara una criada a su marido para dejar descendencia. Gn 16.2

Las tablas contienen nombres equivalentes o semejantes a los de Abraham, Nacor, Benjamín y muchos otros.

Estos pruebas refutan la teoría de la Alta Crítica. de que el libro de Génesis es una colección de mitos y leyendas del 1er milenio A.C.

Fuente:

Pabo Hoff, El Pentateuco, ed. Vida

El Antiguo Testamento y la Historia

Gentileza de www.almudi.org para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL

El Antiguo Testamento y la Historia

Francisco Varo
Diálogos de Teología, Almudí 2000

I. LA COMPOSICIÓN DE LA HISTORIA BÍBLICA

La Revelación divina ha sido realizada mediante «hechos y palabras intrínsecamente ligados» (DV, 2). Para acceder a las fuentes de esa Revelación se hace necesario realizar aproximaciones a la historia que trata de esos hechos, y a la literatura en la que se trasmiten esas palabras. Historia y literatura son ciencias distintas, que utilizan técnicas y modos de expresión diversos para transmitir información acerca de una realidad.

Sin embargo, en el caso de la Revelación divina, los hechos y las palabras están intrínsecamente ligados, y en el estudio y reflexión teológica sobre la Biblia con frecuencia se han mantenido tan unidos que hasta épocas relativamente recientes no se ha puesto particular atención a discernir lo que corresponde específicamente al arte de la historia y lo que es competencia de la literatura en el acceso racional a los libros sagrados, que es uno de los presupuestos necesarios para la reflexión teológica. Y esto, con el peligro evidente de considerar «historia» lo que es «literatura», o de indagar en el proceso de composición de los textos realizando un análisis de los mismos que presenta como un cadáver diseccionado lo que el medio de comunicación de una doctrina que es vida.

Pensamos que los caminos seguidos en las dos últimas décadas en la investigación sobre el marco histórico del Antiguo Testamento proporcionan unos datos dignos de reflexión acerca de estos fenómenos. Y son sólo una muestra de lo que está sucediendo con el estudio de toda la Escritura.

El lector del Antiguo Testamento se encuentra desde las primeras páginas del mismo con unos relatos que comienzan por la creación del mundo y de los hombres, y continúan con la narración de algunos acontecimientos engarzados en una línea más o menos continua, hasta los albores de la romanización de Palestina. Sin embargo, es bien conocido que la técnica del relato es un procedimiento que excede los límites del género histórico, y se emplea muy frecuentemente en otros géneros literarios. No se puede afirmar sin más que todo lo que es narrado en el Antiguo Testamento sea histórico.

a) Las «Historias de Israel»

En la segunda mitad del siglo XIX el nacimiento y posterior desarrollo de la arqueología abrió unas perspectivas hasta entonces insospechadas para el conocimiento de la historia antigua de la humanidad. El interés mutuo entre Biblia y arqueología surgió pronto. En la Biblia había multitud de relatos enmarcados en la geografía de Palestina y las tierras del Próximo Oriente, en épocas pretéritas. Tal vez se podían encontrar en ella algunas noticias que dieran razón de los hallazgos arqueológicos, y los propios hallazgos podrían ayudar a comprender mejor algunos puntos oscuros de las narraciones contenidas en la Biblia. Comenzaron a componerse así algunas obras en las que se confrontaban datos bíblicos y hallazgos arqueológicos. Se podría decir que, desde el primer momento, la interpretación de los hallazgos arqueológicos de Palestina fue realizada a la luz de la tradición bíblica, e incluso el enorme interés que se fue manifestando hacia los objetos y textos escritos que se iban encontrando en las regiones vecinas se debía en gran parte a que formaban parte del «mundo de la Biblia».

A finales del siglo pasado, la primera obra fundamental realizada con esos nuevos criterios fue la Historia de Israel de Rudolf Kittel, publicada en 1888, en la que se intentaban armonizar los resultados entonces aceptados del análisis literario de los textos bíblicos, los documentos extra-bíblicos y la investigación arqueológica realizada hasta ese momento. Una obra similar, aunque prescindiendo sistemáticamente del análisis crítico-literario de los textos bíblicos, fue la Historia de Israel escrita por Giuseppe Riccioti en los años treinta.

No obstante, los autores que tendrían una mayor influencia en los años siguientes serían W. F. Albright, en Estados Unidos, y A. Alt en Alemania. En 1957 John Bright y G. E. Wright, siguiendo la estela de Albright, pensaban que se podía afirmar con relativa tranquilidad que la arqueología bíblica proporcionaba los suficientes elementos como para poder establecer el periodo en el que se inician las tradiciones patriarcales al inicio del segundo milenio a. C., para afirmar la sustancial autenticidad de las tradiciones de José y de Moisés a la luz del conocimiento adquirido acerca del antiguo Egipto por fuentes extrabíblicas, y para poder considerar creíble a grandes rasgos una conquista unificada de las grandes ciudades de Palestina, que daría razón de la presencia de Israel en ese territorio en los siglos posteriores. Estas interpretaciones de la historia serían objeto de críticas muy fuertes por parte del propio Martin Noth, discípulo de Alt.

Más cercano a la otra línea, a la hipótesis del asentamiento en Palestina mantenida por Alt y sus discípulos, G. E. Mendenhall afirmaba en 1962, basándose sobre todo en las cartas del periodo Amarna, que en el Bronce Reciente las ciudades-estado cananeas tenían una estructura política opresiva y brutal, y dominaban todo Palestina y Siria. Los hebreos se podrían identificar con los habiru de esas cartas, en las que se encontrarían datos acerca de su actividad revolucionaria. Se trataría de un grupo caracterizado por su oposición a la opresiva estructura de gobierno imperante. Así pues, el origen de los hebreos no habría que buscarlo en la llegada y asentamiento en Palestina de unas tribus nómadas, sino en una revolución interna de los habitantes de Palestina en contra de la opresión de las corruptas ciudades-estado. Al final de ese periodo la revolución se haría más serena, en términos religiosos y pacifistas, y terminaría por acabar triunfando: las ciudades cananeas se harían hebreas al decidirse a abrazar la libertad del yahwismo rechazando el opresivo baalismo cananeo del poder político. Esta línea sería continuada a partir de 1975 por N. K. Gottwald, que afirma que esa tesis puede ser tomada como una forma idealista de una revolución socialista proletaria.

A partir de 1968 el profesor israelí Binyamim Mazar se propuso buscar hipótesis alternativas a las de la conquista, el asentamiento o la revolución para explicar los inicios de la presencia de Israel en Palestina. En su opinión, de acuerdo con los hallazgos arqueológicos, el paso del Bronce Reciente a la Edad del Hierro ha de ser descrito como una transición. En la Historia antigua de Israel (1971-73) de Roland de Vaux, tal vez el esfuerzo más ambicioso de un autor católico por hacer un estudio riguroso de la historia bíblica, se admite que no es posible fijar con certeza las fechas de un «periodo patriarcal», aunque esto no suponga cuestionar la existencia del mismo. También afirma que las narraciones de José y de Moisés reflejan situaciones históricas que se pueden iluminar con fuentes extrabíblicas y situar en épocas determinadas de la historia de Egipto. En cuanto al establecimiento en Canaán, rechaza la hipótesis de Noth acerca de la «anfictionía» de las tribus aunque se da cuenta de los problemas que plantea la aceptación de Israel como un todo unitario en época premonárquica. De acuerdo con Mazar mira a la monarquía como el primer periodo en que está unido todo Israel, e incluye la «época de los Jueces» en la pre-historia de Israel. De este modo, no se ve inconveniente en que los diversos grupos que luego formarían Israel tengan un origen distinto, y que el periodo en el que se van produciendo las conquistas y asentamientos se extienda a lo largo de todo el segundo milenio a. C. La historia publicada por Cazelles en 1982. complementa de alguna manera la historia inacabada de R. de Vaux. Cazelles no comienza por los Patriarcas, Moisés y el Exodo hasta la instalación en la tierra de Canaán, sino que el punto de partida lo constituyen unas reflexiones sobre las tribus en Canaán, con alguna referencia incidental a los Patriarcas en ese contexto, y la historia propiamente dicha comienza con la Monarquía. Además, Judá es ante todo un topónimo, que sólo a partir de David designará un grupo humano.

El debate acerca de la aparición de Israel en Canaán continuaba abierto, y cada vez la resolución del problema se hacía más acuciante para el desarrollo de las historias de Israel. En ese contexto, se publicó en 1983 la obra de Baruch Halpern acerca de la emergencia de Israel en Canaán. Después de analizar una amplia documentación y valorar las hipótesis anteriores, concluye que Israel se forma desde el interior de Canaán, por su propio dinamismo. No hay una conquista, ocupación ni instalación.

El año siguiente, 1984, se publicó simultáneamente el original italiano y la traducción inglesa de la Historia de Israel de J. Alberto Soggin. Su obra se podría situar en la línea de Alt, aunque llega mucho más lejos en sus afirmaciones. Sólo se puede componer una verdadera historia –y apoyándose en textos muy posteriores– a partir de la monarquía, con las figuras de David y Salomón. En una línea análoga se puede situar la obra de J. M. Miller y J. H. Hayes (1986).

b) Las «Historias independientes de Palestina»

El enorme acopio de datos que han proporcionado las excavaciones arqueológicas de los últimos años más que ayudar a clarificar las hipótesis sobre la historia de Israel, ha venido ha complicar la situación. Uno de los grandes problemas suscitados ha sido el de la dificultad para diferenciar materiales «israelitas» de «cananeos» en los restos del Bronce Reciente y el comienzo del Hierro. Son muchos los hallazgos realizados, y dificilmente se pueden ver indicios de que existan unos «israelitas» distintos de los anteriores habitantes de Palestina. De otra parte, las excavaciones van sacando a la luz una gran cantidad de poblaciones en los altos de Samaría correspondientes al Hierro I, que parecen apuntar en la dirección sugerida por B. Mazar de que ahí habría que buscar el origen de Israel. A todo esto se añade que la diferencia que se aprecia entre los restos de las excavaciones de la región centro y norte con los encontrados en la zona del sur de Palestina, induce a pensar que no se puede afirmar la existencia de una monarquía unida en esa época.

Los intentos por interpretar los restos arqueológicos utilizando los textos bíblicos se han ido encontrando, pues, con numerosos problemas, no sólo en la «época patriarcal» y en la «época de los Jueces», sino también en el mismo origen de la monarquía. Por eso, desde un punto de vista metodológico, para delimitar con la mayor objetividad posible los hechos históricos, se ha hecho notar la conveniencia de prescindir de los relatos bíblicos en la interpretación de los hallazgos arqueológicos y utilizar solamente los restos epigráficos contemporáneos a los demás restos hallados en las excavaciones. De este modo, hacer una «Historia de Israel» parece algo que con los datos actuales resulta muy difícil. Antes será necesario investigar la historia general de Palestina que proporcione el marco objetivo adecuado para hacer realmente una historia de Israel. Y, lógicamente, esa historia de Palestina ha de ser «independiente» de los datos bíblicos.

Tal vez fuera el danés Niels Peter Lemche el primero en introducir sistemáticamente esa «nueva metodología» que busca el establecimiento de una historiografía independiente en su libro de 1985 acerca del antiguo Israel. En el boceto impresionista que dibuja de esa sociedad no se observa distinción entre lo «cananeo» y lo «israelita», de donde se seguiría que la naturaleza de Israel en su origen no viene fijada por unos rasgos étnicos, sino religiosos. De modo que no se deben mezclar las historias bíblicas y la religión de Israel con la historia de Palestina.

Gösta W. Ahlström, en su breve monografía de 1986, considera que en la estela de Merenptah el término «Israel» designa la región montañosa de Samaría, alrededor de Siquem. Es, por lo tanto, un término geográfico. La mayor parte de los «israelitas» serían cananeos en su origen. Además de ellos, habría otros pueblos semitas no israelitas, como Dan, Aser, Gad, Neftalí y los Gabaonitas, que fueron estableciéndose en Palestina y llegarían a integrarse en la unidad llamada Israel, independientemente de su religión específica. El fondo de su religiosidad siguió siendo cananea, con ‘El como dios principal. El yahwismo llegaría en una época posterior procedente del sur (Edom).

Robert B. Coote y Keith W. Whitelam (1987) no dudan en afirmar que el origen de la tradición de Abrahán hay que buscarlo en Mesopotamia, y el del Israel bíblico en el exilio.

En el común esfuerzo por reconstruir la historia, la arqueología ha ido ocupando paulatinamente una posición de mayor protagonismo, de ahí la gran importancia de la obra de Israel Finkelstein (1988) sobre la arqueología del asentamiento israelita en Palestina, con una enorme riqueza de datos nuevos, que ya han ido proporcionando nuevas luces, aunque habrán de ser analizados y completados más a fondo en los próximos años. Tras la exploración de 552 lugares en el territorio de Efraín, el autor constata que en el Bronce reciente había muy pocos poblados. En el Hierro I los asentamientos se multiplicaron notablemente, aunque el sur y el oeste de la región efraimita continuaron bastante despoblados. En el Hierro II también crecieron considerablemente los poblamientos en todas partes, con excepción del sur. No se observa discontinuidad entre el Hierro I y el Hierro II. De otra parte, en el estado actual de las excavaciones se puede apreciar que las destrucciones observadas en las grandes ciudades cananeas están escalonadas a lo largo de más de un siglo, lo que hace pensar que no hubo una campaña de conquista. Con todos estos datos, la emergencia de Israel habría que situarla en la re-sedentarización de los pastores nómadas en el Hierro I, después de una etapa nómada durante el Bronce reciente. Esta población que se sedentariza tendría raíces indígenas en la zona.

La historia del pueblo israelita publicada por Thomas L. Thompson en 1992, recoge toda esta serie de hipótesis, y llega más lejos al afirmar que nunca hubo un verdadero «exilio», esto es, un regreso a Palestina de algunos descendientes de los que fueron deportados a Babilonia. En efecto, en su opinión, un elemento importante en la política de los grandes imperios asirio, babilonio y persa fue la creación de una ciudadanía fiel al gobierno central, que no aceptara poderes políticos independientes en las provincias del imperio. En el adoctrinamiento de las poblaciones sometidas no se hablaba de conquista, sino de legitimación, derechos de sucesión o restauración del poder legítimo. Esta política fue perfeccionada por los persas. Los esfuerzos por presentar a los pobladores de los distintos territorios esa política que se estaba realizando por las autoridades persas como una «restauración» era una de las tareas prioritarias del imperio. En ese contexto histórico, piensa Thompson que no hay motivos para dudar de la autenticidad del edicto de Ciro del que se habla en Esd 1, 2-4. Siguiendo su política habitual, se puede comprender que Ciro promovió la «restauración» de esta provincia, impulsando el culto «tradicional» a Yahweh.

c) Jalones significativos en la Historia de Palestina

Como datos más significativos de la nueva visión de la historia de Palestina que ofrecen las historias independientes en contraste con la historiografía enterior, se podría señalar lo que sigue.

La primera capital que merece ese nombre, como centro de un estado organizado, distinta a las «ciudades estado» de épocas anteriores fue Samaría, una verdadera capital política, con los servicios públicos necesarios para organizar el comercio y la defensa de toda la zona central.

Los textos asirios constatan los conflictos y tensiones existentes entre las tres grandes capitales –Damasco, Tiro y Samaría– por el control de Galilea y del valle del Yezrael. En esos y otros textos asirios figura el nombre de la capital, Samaría, y se designa a su territorio con el nombre de Israel o el país de Omrí. También se citan algunos de sus gobernantes: Ajab, Jehú, Menajem, … A los que también se les aplica la denominación genérica de «hijo de Omrí». Los textos moabitas, por su parte, reflejan una análoga tensión entre Moab e Israel por el control de la zona de Galaad. En la estela de Meshah, rey de Moab, se habla de esas fricciones con Israel y la casa de Omrí, se alude a que las gentes de Gad estaban desde hacía mucho tiempo en Transjordania, y se habla de Yahweh como Dios de Israel. .

La población de los altos de Judea presenta interesantes analogías y contrastes con las zonas altas de la región de Efraín. En el Hierro II, que en la región sur se extiende del 1000 al 700 a.C., Jerusalén era un pueblo, análogo a otros de la Safela como Guézer y Lakish. No parece que la supremacía de la ciudad llegara muy lejos, ni que tuviera una extraordinaria importancia. Varios hechos parecen testimoniar esta realidad. Uno de ellos es que cuando el faraón Sosenk realizó su campaña por el sur de Palestina atacó las ciudades del valle de Ayalón, pero no Jerusalén. De otra parte, de las cartas encontradas en Arad se deduce que Arad era políticamente independiente de Jerusalén. Incluso, en el aspecto religioso, uno de los textos de Kuntillet Ajrud al hablar de los dioses de la zona cita a Yahweh de Samaría y a Yahweh de Temán, pero no hace ninguna mención de Jerusalén. Aunque ninguno de estos datos se opone a que hubiera un poder en Jerusalén que se extendiera a una cierta zona, sí que parecen indicar que esta estructura política no constituía una fuerza muy importante. Tampoco se conocen nombres concretos de sus gobernantes en inscripciones de la época. Solamente se ha encontrado una posible alusión a ellos con el denominativo genérico de la «casa de David». Da la impresión de que hasta el final del siglo VIII a.C. Jerusalén se disputaba con Hebrón y con las poblaciones de la Safela, sobre todo Lakish, el control de esas zonas altas de Judea. En cualquier caso, no es probable que esas ciudades dependieran de Jerusalén en ese tiempo, sino que más bien los datos actuales apuntan a que eran competidoras de la misma.

En el siglo VII a.C. se produjo un desarrollo notable de la ciudad de Jerusalén. Se puede constatar un gran aumento de población y una creciente prosperidad que, le proporcionaban, en ese momento, los rasgos de una capital regional. Los datos arqueológicos del crecimiento de Jerusalén manifiestan que éste tuvo lugar en una época inmediatamente posterior a la destrucción de Lakish, en la campaña de Senaquerib. En esta época, la inscripción de Senaquerib proporciona el nombre del soberano de Jerusalén, Ezequías, y el gentilicio de sus súbditos: judíos. Ezequías, después de haber intentado resistir a Senaquerib, le pagó un fuerte tributo y pasó a ser su vasallo. Sin embargo, se puede hacer notar que la creciente importancia de Jerusalén no derivaba principalmente de la riqueza agrícola de la Safela, sino que se vio reforzada por la política Asiria que buscaba establecer un estado vasallo en Judea, del que hizo capital a Jerusalén, lo mismo que sucedió con Eqrón en la región de la costa mediterránea. Los pueblos destruidos por Senaquerib en la Safela durante el siglo VIII no fueron reedificados. En cambio, fueron edificados otros pueblos y reconstruidas fortalezas como Lakish durante el siglo VII, todo ello, según parece, en dependencia de Jerusalén. La hegemonía de Jerusalén se fue extendiendo hasta que llegó a imponer su dominio sobre Hebrón y el norte del Négueb. De este modo, la ciudad se convirtió en la capital de un estado regional durante el siglo VII a.C. Sin embargo, parece que a diferencia de Samaría no se trataba de un estado soberano, sino vasallo del imperio asirio.

Con la conquista de Jerusalén y su sumisión al poder babilónico, llegaba al límite una notable trasformación de la estructura social de Palestina, que se venía gestando desde la caída de Samaría. En todas esas regiones se habían producido traslados masivos de población: parte de la población autóctona fue trasladada a otros lugares, y hubo repoblaciones realizadas con gentes desarraigadas de otros sitios. A finales del siglo VI a.C. Palestina era una región carente de casi toda unidad, ya sea social, económica, lingüística o cultural. En el cilindro de Ciro, por ejemplo, se explica que el anterior rey babilónico había destruido la religión tradicional: en vez del dios tradicional, celestial, se daba culto a estatuillas; incluso los rituales, ofrendas y oraciones no eran adecuados. El rey babilónico había esclavizado a su pueblo, los pueblos estaban en ruinas e incluso los dioses habían tenido que abandonar su ciudad. En esas circunstancias, fue el propio Marduk el que llamó a Ciro para restablecer la justicia en su pueblo, y fue el propio Marduk quien dispuso las cosas para que Ciro tomara Babilonia. Ciro no rehusó esa llamada, y el pueblo lo recibió con los brazos abiertos como un liberador con alegría y canciones. En vez de dedicarse al pillaje de los templos, devolvió los dioses a sus casas. Esta inscripción del cilindro de Ciro, es una muestra entre otras de que la «restauración» era una de las tareas prioritarias del imperio.

Siguiendo su política habitual, no es de extrañar que Ciro ayudara a la restauración de Jerusalén, impulsando el culto tradicional a Yahweh, el Dios de Samaría y Judea. En la ciudad se fue creando una nueva sociedad, centrada en el nuevo templo, y administrada por un gobernador persa, que se identifica profundamente con el pueblo (cfr. Neh 1,1-11). Del mismo modo, también el gobierno persa apoya el culto a Yahweh en la provincia de Samaría.

La provincia de Yehud crecería en importancia durante el siglo IV a.C. Su nombre aparece inscrito en multitud de asas de jarra y en las monedas que acuñó la provincia, lo que testimonia la autonomía de la que gozaba en este tiempo.

Desde al menos dos siglos antes, las tensiones más significativas en aquellas regiones son las surgidas entre Samaría y las autoridades de Jerusalén. Samaría era una región con una historia más brillante en el pasado que Judea, pero en ese tiempo se encontraba muy deprimida en el aspecto económico y organizativo, y paulatinamente se veía desplazada al crecer notablemente la vida económica y religiosa, apoyadas por el poder imperial, en Jerusalén. En el siglo V a.C. sus autoridades civiles todavía dialogaban con las de Jerusalén sobre cuestiones religiosas, y se consultaba su parecer sobre algunas cosas. Sin embargo al avanzar el siglo IV a.C., las relaciones fueron cada vez más tensas, y el distanciamiento mayor, de modo que el camino para la ruptura total se iba abriendo, y ésta llegaría coincidiendo con la transición del dominio persa al griego en toda la región.

2. PERSPECTIVAS ACTUALES ACERCA DE LA COMPOSICIÓN DE LA HISTORIA BÍBLICA

Llama la atención el hecho de que el camino recorrido por la investigación de la Historia de Israel haya discurrido a partir de 1975 buscando la «independencia» de la Biblia, y sin embargo, los estudios de pura crítica literaria de los textos del Pentateuco y otros libros «históricos» hayan llegado, precisamente en los mismos años y por vías independientes a conclusiones que encajan bastante bien en la historia antigua de Palestina que se ha comenzado a conocer con cierto detalle.

En el tema anterior se indicaba que actualmente se cuestiona seriamente la existencia de una monarquía unida en Palestina en los comienzos del primer milenio a.C. Más bien parece que hubo un reino importante, Israel, establecido en los altos de Efraín y cuyo dominio se extendió a las regiones limítrofes durante un par de siglos, pero cuya capital Samaría sucumbió al poder asirio a finales del siglo VIII a.C. Mientras tanto en el sur había un serie de ciudades, entre ellas Jerusalén con un control de territorio limitado a sus alrededores. A partir del reinado de Ezequías, en el siglo VII, Jerusalén tomó realmente las características de una capital y en ella pudo haber una corte real de cierta importancia. También ella sucumbió al poder extranjero, en este caso babilónico, en el siglo VI a.C. Hubo unas décadas muy difíciles, con no pocos movimientos de población, que acabaron por cambiar la fisonomía de Palestina. A partir de la política unificadora de Ciro el persa en todo su imperio, se propiciaron unas circunstancias culturales extraordinariamente fecundas para la composición de una literatura religiosa que sirviera para instruir al pueblo.

Como se acaba de exponer en este tema, uno de los elementos de situación actual acerca de la crítica literaria del Pentateuco es el cuestionamiento del origen y misión del yahvista en la composición del Pentateuco. A partir de los análisis de J. van Seters y M. Rose parece claro que no se puede seguir hablando de un yahvista salomónico, lo que es perfectamente razonable a la luz de la historia. Además, los análisis comparativos demuestran la relación entre el yahvista y la tradición deuteronomista. La tradición deuteronomista, que ciertamente recoge algunos elementos de las tradiciones religiosas y cultuales del reino del norte y otros de origen jerosolimitano, bien pudo ir formándose en el siglo VII a.C. coincidiendo con el reinado de Ezequías y el crecimiento en esplendor de Jerusalén. Es posible que se desarrollara en un círculo de altos oficiales de Jerusalén que poco después llegarían a tener una notable influencia en la vida pública y que inspirarían el resurgir religioso impulsado por Josías.

Precisamente, un punto clave de la situación actual es la afirmación de que la primera redacción historiográfica era deuteronomista. En esa línea son relevantes los estudios de J. van Seters, cuya hipótesis afirma que la primera redacción de una historia continuada es deuteronomista y abarca desde Deuteronomio hasta el libro segundo de los Reyes. Después vendría la redacción coincidente con la denominada yahvista, que no es sino una visión deuteronomista de las tradiciones más antiguas, y está concebida como una introducción a la historia deuteronomista ya existente. Los textos sacerdotales no serían sino pequeñas añadiduras al relato ya existente. Por su parte, los «estudios sobre la composición del Pentateuco» de E. Blum conciben el texto del Pentateuco como una síntesis de compromiso entre dos «composiciones» tardías, una de origen deuteronomista y otra sacerdotal (KD y KP), en las que se recogen tradiciones más antiguas debidamente reelaboradas. En todos los casos habría que fijar el final de la labor redaccional en el periodo post-exílico, en el que Judá era una provincia persa.

Por lo que se refiere a la procedencia de los materiales que el último redactor tiene a su alcance, la crítica actual camina hacia un cierto consenso en conceder una importancia decisiva a la escuela deuteronomista, pues a ella corresponde, de un modo u otro, el protagonismo casi absoluto en el texto. No obstante el deuteronomista no parte de la nada en su redacción, sino que trabaja sobre unas tradiciones que le han llegado. También se reconoce la existencia de unos textos específicos, llamados «sacerdotales». Pero en este aspecto hay un notable desacuerdo acerca de si constituyeron una obra literaria autónoma, o se trata de un simple estrato redaccional que ha dejado sus huellas en el texto básico deuteronomista.

Por su parte los investigadores contemporáneos de la historia deuteronomista están de acuerdo en reconocer –aunque con diversidad de matizaciones– la existencia de unos materiales previos a la primera redacción, así la importancia de la experiencia del exilio para la redacción definitiva. La redacción definitiva habría de ser ciertamente post-exílica. De otra parte, los lazos de unión entre la composición de la historia deuteronomista y la del Pentateuco parecen incuestionables.

Uno de los problemas más complejos en ambos casos es el de la redacción del texto en su forma final. Entre otros motivos, porque no hay un acuerdo de a qué se puede llamar «forma final». En efecto, cada vez más se va extendiendo la consideración de que el Tetrateuco fue concebido como un grandioso prólogo a esa historia. Consecuentemente, ambos constituyen como dos etapas sucesivas del mismo fenómeno de producción literaria, obra de los redactores de la escuela deuteronomista. Esto viene ratificado por el hecho de que algunos estudios críticos recientes están poniendo en evidencia que hay elementos redaccionales deuteronomistas que son indudablemente posteriores a textos de carácter sacerdotal. Sin embargo, en el canon bíblico el Deuteronomio ha sido desgajado de su posible posición inicial para formar junto con los otros cuatro libros la Torah o Pentateuco. En esta última operación se debieron introducir algunos retoques en el conjunto por redactores de escuela sacerdotal, aunque parece que son tan pequeños que no alteran sustancialmente la redacción deuteronomista, a la que tal vez pueda considerarse como «final», aunque sean posteriores.

Como se puede apreciar en la mayor parte de los estudios actuales, todos los indicios apuntan a la época persa como la decisiva para la mayor parte del proceso de composición de los libros sagrados acerca de la historia de Israel. Y no deja de ser significativo que esta situación encaje bastante bien en el marco histórico de Palestina en la antigüedad del que se trató en el capítulo precedente. Se trata precisamente de esa época en la que consta que la propia organización imperial persa estaba decidida a favorecer las iniciativas que surgieran para la composición literaria de obras que sirvieran como marco de referencia unitario para las creencias y la vida de la población, y que pudieran ser bien acogidas por ella al reflejar valores tradicionales. La providencia divina se valió también de esas circunstancias históricas para que se llevara a cabo una tarea decisiva en el proceso de la revelación: la puesta por escrito de la primera historia del pueblo elegido por Dios para manifestarse a los hombres.

* * *

Tanto en la religión de Israel como en la Iglesia, la Biblia se ha leído con frecuencia como una «Historia Sagrada», esto es, como un relato en el que se presenta a Dios como guía de la historia: la inicia creando todo mediante su palabra, establece unas normas para el funcionamiento de la naturaleza y del hombre, anuncia sus planes de salvación para una humanidad caída desde sus orígenes, y conduce con su providencia la ejecución de los mismos.

Con una sencilla pero profunda intuición, el pueblo de Dios no se ha planteado durante mucho tiempo los problemas derivados actualmente de la distinción entre historia e historiografía: no se ha planteado el problema de la veracidad de lo narrado donde no se lo habían planteado los escritores de la Biblia. Estos, con sus escritos, quieren dar testimonio de unos hechos, pero no para satisfacer la curiosidad de generaciones venideras, sino para instruir en la fe. Por eso, en cada texto concreto no es fácil dilucidar si un dato preciso pertenece a la forma del relato o a su contenido. Pero eso no es lo importante en la intención del autor. Este ofrece una interpretación de los hechos a la luz de la fe en la que vive. Cuando se leen sus relatos se puede penetrar en la fe que los informa y saber cómo se contemplan los acontecimientos desde ese punto de vista eminentemente religioso. En una lectura creyente de los libros sagrados, realizada sin detenerse en aspectos críticos, es posible captar con sencillez y limpieza ese mensaje final. Y no es poco. De este modo, los relatos bíblicos han proporcionado un material de primera importancia para la instrucción en los contenidos fundamentales de la Revelación divina.

Los Padres de la Iglesia y los más antiguos autores cristianos leyeron la Biblia con simplicidad y provecho, sin plantearse graves problemas acerca de la historicidad de los detalles narrados, y buscando más bien la utilidad para los lectores. Así dice, por ejemplo, Orígenes en sus Homilías sobre el Exodo: «Nosotros, que sabemos que todo ha sido escrito, no para narrar hechos antiguos, sino para instruirnos y para sernos útil, comprendemos que lo que hoy se ha leído también se realiza ahora».

Sin embargo, para el acceso a la historia antigua de Palestina se cuenta con un instrumento útil: la Biblia. No obstante, debe emplearse con el debido rigor científico, pues en caso contrario, en vez de ayudar, podría constituir un elemento de distorsión en el acceso a la verdad objetiva de los hechos. No se puede ignorar que la Sagrada Escritura, en su forma actual, es el resultado de un largo proceso redaccional, y posee una gran riqueza de modos literarios de expresión. Por eso los textos bíblicos no se pueden utilizar en la interpretación de los restos arqueológicos, sino después de un depurado análisis crítico. Ahora bien, ese análisis crítico puede sacar a la luz indicios de lo que eran las tradiciones populares, noticias sobre la vida, las creencias y la fe de la gente que compuso esos textos y para quienes se compusieron. Delimitar con toda precisión los hechos reales que hay en la base de esas tradiciones es tarea delicada que requiere esfuerzo. Pero no se puede prescindir de esas aportaciones bíblicas si se quiere tener un cuadro de la historia de Palestina que sea lo más ajustado posible a la realidad.

El teólogo, que parte de la fe en la existencia de Dios y admite como creíble una manifestación del mismo a los hombres en el proceso de la Revelación sobrenatural, puede encontrar en esa historia una presentación del marco real en el que se han producido esas intervenciones, tan delicadas que pudieron pasar desapercibidas para quienes no tuvieran la sensibilidad necesaria para captar el sentido más profundo de los acontecimientos que proporciona la fe. Dice la Escritura con palabras misteriosas que Elías aguardaba al pie de la montaña el paso del Señor, y «sopló un viento fuerte e impetuoso que descuajaba los montes y quebraba las peñas delante del Señor, pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Tras el terremoto un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego. Y al fuego siguió una leve brisa…» (1 Re 19, 11b-12) y en ella descubrió Elías al Señor que pasaba. El Señor ha pasado por la historia sin hacer ruido. Podría decirse que no se encuentra a gusto en el rumor del viento, la trepidación del terremoto, ni la luz del fuego, que son reclamo para la atención de los curiosos. No busca el espectáculo para manifestarse. Pasa sin hacer ruido cerca de quienes están dispuestos a acoger su palabra.

Ciertamente, la crítica histórica de los textos bíblicos ha prestado ya, y ha de continuar prestando, una aportación insustituible a la teología. Los esfuerzos por delimitar, con la mayor precisión posible, el marco histórico en el que tuvo lugar la Revelación divina ayuda a captar mejor sus contenidos y matices. Esta aportación no resta valor a la exégesis realizada por los Padres y Doctores de la Iglesia, ni descalifica otros posibles acercamientos a la interpretación de la Biblia. Simplemente, se sitúa en un ámbito diferente que complementa de modo adecuado la enorme riqueza de contenido religioso que tantas generaciones de judíos y cristianos habían logrado encontrar cuando realizaban una sencilla lectura creyente de la Sagrada Escritura.

http://www.mercaba.org/FICHAS/almudi.org/antiguo_testamento_y_la_historia.htm

~ Nehemías ~

 ~ Nehemías ~

Nehemías= «Jehová consuela».

Reconstrucción de las murallas del Templo por Nehemías (miniatura de Guillaume de Tyr).

Judío de la cautividad y uno de los principes que volvieron de Babilonia, hijo de Hacalías y autor del libro de Nehemías (Neh. 1:1). Como copero de Artajerjes Longimano, rey de Persia, le ofrecía el vino. Dándose cuenta el soberano de la tristeza de Nehemías, le preguntó su causa. Respondió él que Jerusalén, la ciudad de sus antepasados, yacía en ruinas. Nehemías pidió permiso para ir a reconstruir sus murallas (445 a.C.). El rey se lo permitió, y le concedió una escolta de jinetes y cartas de recomendación para los gobernadores de los diferentes distritos que debía cruzar, nombrándolo además gobernador de Judea, como lo había sido Zorobabel (Neh. 1:1-2:9; 5:14).

Nehemías llegó a Jerusalén en el año vigésimo del reinado de Artajerjes (444 a.C.). Esdras, el sacerdote que había llegado de Babilonia hacía trece años con el fin de reconstruir el Templo, se hallaba en Jerusalén a la llegada de Nehemías. Este último hizo una ronda nocturna alrededor de las destruidas fortificaciones. Después anunció al pueblo su intención de reconstruirlas, pidiendo su ayuda. Los judíos asintieron, y cada notable entre ellos se dedicó a reconstruir un sector de las murallas (Neh. 3).

Las tribus paganas vecinas se enojaron y se opusieron a este esfuerzo. Tres de sus jefes, Sanbalat horonita, Tobías amonita y Gesem el árabe se esforzaron en hacer detener la reconstrucción. Pero no lograron ni detener ni intimidar a Nehemías. Para impedir cualquier ataque, los constructores se dedicaron a trabajar con una sola mano, empuñando de continuo un arma en la otra (Neh. 2:10; 4-6). Se tardaron cincuenta y dos días en reconstruir las fortificaciones (Neh. 6:15), en el año 444 a.C., unos 70 años después de la reconstrucción del Templo.

Nehemías se dedicó después a enseñar la Ley al pueblo (Neh. 8). Siguió un avivamiento de la fe, y todos los jefes religiosos y civiles pusieron sus sellos, junto con Nehemías, al pacto por el cual se comprometían a adorar a Jehová (Neh. 8:9; 10). Después de haber gobernado Judá durante 12 años, Nehemías volvió a Susa, en el año 433 o 432 a.C. Pidió entonces una nueva licencia (Neh. 13:6) y volvió a Jerusalén. Este gran reformador se esforzó en llevar a todos aquellos que habían firmado el compromiso a que observaran estrictamente la Ley de Moisés (Neh. 13:8-31).

El historiador Josefo afirma que llegó a una edad avanzada (Ant. 11:5, 8). Nehemías parece haber tenido hasta su muerte el cargo de gobernador de Jerusalén. Bagohi, uno de sus sucesores, era gobernador de Jerusalén en el año 411 a.C. (Papiro de Elefantina).

Fuente:
La Santa Biblia
Libros de Estudio del INSTE
Diccionario Bíblico Ilustrado de Vila Santamaría.-Editorial CLIE.
http://www.adorador.com/hombresdelabiblia/nehemias.htm

Muralla occidental del Templo, hoy (foto: Quinn Norton).

Búsqueda en fuentes externas a la Biblia de las evidencias de la permanencia de Israel en Egipto previas al Exodo Parte 5

Búsqueda en fuentes externas a la Biblia de las evidencias de la permanencia de Israel en Egipto previas al Exodo Parte 5

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Objeciones encontradas

Josias y Manasses (El Escorial)

Josías y Manasses (El Escorial)

Se colige que el libro del Deuteronomio no es de redacción (o de creación plena) por parte de Josías 1 y su cuerpo de escribas; se cree que sobre material más antiguo fue elaborado, aprovechando del rey esta hechura para consolidar sus aspiraciones sobre todo Israel, defendiendo de facto la unicidad del pueblo en sus creencias y en su organización política.

«El rey Josías transformó la tradición familiar de la fiesta de la Pascua en una celebración religiosa. Esto implicaba el sacrifico del cordero pascual en el contexto del culto y según Dt. 16, solo se podían hacer sacrificios en el templo de Jerusalén. Esto fue un motivo más para que Jerusalén fuera el centro de la actividad israelita y judaica, dando lugar a las peregrinaciones anuales con motivo de la Pascua.»2

La astucia del gobernante (y sus asesores, el cronista Safán, los ministros Ajicán, Acbor, Asaías y Yoaj, así como la profetisa Hulda) radicó en saber leer las circunstancias sociopolíticas y religiosas de su pueblo, percibió que a su religión le faltaba atractivo frente a las volátiles e incultas masas de su nación y que debía hacerla tanto o más atractiva que los cultos paganos de babilonios y fenicios.3 El primer eslabón de esta campaña fue la re-implantación de la celebración de la pascua, solo que ahora se reunirían todos lo judíos al unísono en Jerusalén y el rey corría con los gastos de la misma. La siguiente fase del proyecto era presentar la historia nacional con colorido y heroísmo, con un meta-protagonismo de los locales por sobre los imperios dominantes, para usufructuar algo del nacionalismo acérrimo que vivían sus gobernados luego de un siglo de dominación asiria. En esta fase del plan, de poner por escrito, (no para lectura directa del inculto populacho pero sí para que fuera escuchado por éstos), la historia judía, hubo que recopilar información de los documentos disponibles a la fecha, en los archivos del templo y del palacio, en la tradición oral de ancianos del norte (de donde surgieron los relatos de Josué, por ejemplo).

El peso del testimonio tradicional 4

Todo el peso del testimonio tradicional es abrumador en favor de Moisés como autor del libro de Deuteronomio. Por más que nos remontemos en el tiempo no encontramos que se sugiera otro nombre. Sólo algunos eruditos modernos lo han puesto en duda.

Se añade a este testimonio tradicional la autoridad de Jesucristo y los apóstoles:

(1) “Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa” (Deuteronomio 24: 1).

“Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (Mateo 19: 7, 8).

(2) “Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco” (Deuteronomio 25:5).

“Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muriere y dejare esposa, pero no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano” (Marcos 12:19).

(3) “Esta, pues, es la ley que Moisés puso delante de los hijos de Israel” (Deuteronomio 4:44).

“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).

“¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué procuráis matarme?” (Juan 7: 19).

(4) “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”(Deuteronomio 18:15)

“Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (Juan 1: 45).

“Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable” (Hechos 3: 22).

(5) “Cuando se hallare en medio de ti, en alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da, hombre o mujer que haya hecho mal ante los ojos de Jehová tu Dios traspasando su pacto, que hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se hubiere inclinado a ellos, ya sea al sol, o a la luna, o a todo el ejército del cielo, lo cual yo he prohibido; y te fuere dado aviso, y después que oyeres y hubieres indagado bien, la cosa pareciere de verdad cierta, que tal abominación ha sido hecha en Israel; entonces sacarás a tus puertas al hombre o a la mujer que hubiere hecho esta mala cosa, sea hombre o mujer, y los apedrearás, y así morirán. Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo. La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti” (Deuteronomio 17: 2-7).

“El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente” (Hebreos 10: 28).

La edad del libro se confirma por el tipo de expresiones hebreas usadas y por los hechos y marcos históricos presentados. Estos y otros hechos testifican en favor de Moisés como el autor.

Autor de Deuteronomio.

«La autoría de Moisés fue creída durante siglos, tanto por judíos como por cristianos. La iglesia católica aceptó hace tiempo las aportaciones científicas de la crítica literaria, y las investigaciones hermenéuticas, tanto aplicadas a este texto como a toda la Biblia, aunque sectores más tradicionales insisten en una interpretación literal del texto. Lo mismo cabría decir de las iglesias protestantes, y del judaísmo. En cada una de estas confesiones religiosas encontramos sectores que han admitido las aportaciones de la ciencia aplicada a la hermenéutica Bíblica, y otros que se resisten a ello. »(Wikipedia)

«La Torá ha sido atribuida tradicionalmente al patriarca Moisés. El Deuteronomio es, en consecuencia, el discurso con el cual el legislador se despide de su pueblo en los llanos de Moab (Deut. 1:5).

Sin embargo, los judíos que se encuentran frente a él escuchándolo no son los mismos que se encontraban al pie del monte Sinaí. Han pasado por mil tribulaciones; conocen las tentaciones de la idolatría, a los falsos profetas y también a los verdaderos. Conocen también a los reyes traidores.

Moisés entrega a estas gentes la Segunda Ley como prolongación y epítome de la primera: la voz de la reforma religiosa será la herencia de los hebreos complementando a la entrega de la tierra por parte de Yahvéh. Ambas serán los bienes primordiales de los judíos en este nuevo país y en el futuro.

La crítica literaria aplicada a los textos bíblicos, ha puesto en evidencia que no se puede atribuir el texto a Moisés, ya que responde a situaciones históricas posteriores. En efecto, la insistencia temática en la unidad de Dios, la unidad del Culto, la unidad de la Ley y de la Tierra pone en evidencia una época de crisis en la que esto ya no se realiza. El libro del Deuteronomio es un compendio de textos escritos en diferentes épocas, y proveniente de diversas fuentes, como lo son una buena parte de los libros de la Biblia. Este libro cobró una especial relevancia en el reinado del rey Josías, bajo el cual fue descubierto el manuscrito en el Templo. El libro, y la tradición oral que los sustentó pudieron haber sido llevados por escribas que huyeron del Reino del Norte, a la sazón invadido por las tropas asirias del rey Sargón II, quien tomó la ciudad de Samaría, capital del Reino del Norte, en 721.» (wikipedia)

Quizás sea posible que el libro haya sido reorganizado, recompilado, revisado su vocabulario, unificado distintos documentos, pero no escrito totalmente durante la época del rey Josías.Por eso yo descarto totalmente la teoria del fraude pío.

De la forma mas expllcita, y quizás con mayor insistencia que las otras partes del Pentateuco, este libro designa a Moisés como su autor. Comienza con estas palabras: «Éstas son las palabras que habló Moisés a todo Israel…» (1:1). Se dan detalles precisos de fecha y lugar (w. 2-6; 4:44-46). Moisés es mencionado más de 40 veces, en general como la fuente autorizada de tal o cual declaración; con mayor frecuencia habla en primera persona. Hacia el final del libro, leemos: «Escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes… y a todos los ancianos de Israel» (31:9). «Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta el fin, dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová nuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti» (31:24-26). Los eruditos , respetuosos con las Escrituras descubren aún pruebas adicionales de la genuinidad de este libro: el carácter general de esta obra, la naturaleza de sus exhortaciones, los mandatos dados en vistas a la conquista, la legislación militar dada a un pueblo nómada acerca del tema de establecerse definitivamente de una manera sedentaria, el espíritu, en fin, que anima estas magníficas páginas, todo esto está evidentemente en relación con la época mosaica, y en absoluto con un período ulterior. Si este libro no fuera de Moisés, sería difícil considerarlo como otra cosa que una falsificación literaria indigna de figurar en las Escrituras.

Opinión de los críticos acerca de la cuestión del autor. Entre los libros del Pentateuco, el Deuteronomio es particularmente atacado por los críticos, que niegan dogmáticamente su mosaicidad. Pretenden ellos que el autor fue un profeta desconocido que escribió «a la manera de Moisés» entre el 715 y el 640 a.C. El libro hubiera sido entonces publicado por primera vez (hallado en la «casa de Jehova»), en el año 18 del rey Josías, con el fin de apoyar la gran reforma religiosa entonces en curso (2 R. 22-23). La principal razón de proponer tal fecha es que los libros del AT no repiten de una manera explícita el mandato de Dt. 12:1-7 con respecto al santuario central. Así, argumentan ellos, esta ley no hubiera sido promulgada hasta la época de Josías. Sin embargo, el examen sin prejuicios de Deuteronomio revela que sus leyes habían sido puestas por escrito, conocidas, y aplicadas cuando Israel entró en Canaán. Se puede dar asimismo pruebas de ello. Jericó fue «dada al anatema» (Jos. 6:17-18), en base de Dt. 13:15ss. Después de la toma de Hai, el pueblo solamente tomó «las bestias y los despojos de la ciudad» (Jos. 8:27), según las instrucciones de Dt. 20:1-4. El cadáver del Rey de Hai fue bajado del madero antes del anochecer (Jos. 8:29;dt. 21:23). El altar del monte Ebal (jos. 8:30-31) recuerda a Dt. 27:4-6.

La misma ley del santuario central era conocida ya temprano en la historia de Israel: Las tribus establecidas al este del Jordán afirmaron que su altar memorial no tenía en absoluto la intención de tomar el lugar del altar del santuario (Jos. 22:29; Dt. 12:5). Por otra parte, vemos que Elcana iba cada año a Silo, donde el culto tuvo su primer centro. Después de la destrucción de Silo, y de un período de guerra, Samuel sacrificó en Mizpa, Rama y Belén, siendo que la reglamentación de Dt. 12:10-11 se aplicaba a las épocas de reposo y de seguridad. El avivamiento de Ezequías (2 R. 18:4, 22) no se concebiría sin conocer Deuteronomio y su ley singular con respecto al santuario central, ley que era conocida igualmente de los profetas del siglo VIII. Es preferible atenerse a los hechos claros que seguir la retorcida argumentación, basada nada más que en hipótesis insostenibles, frente a las que, además, se levanta el testimonio directo y totalmente decisivo de la sanción dada al libro por el mismo Hijo de Dios, al citar tres de sus pasajes (Mt. 4:4, 7, 10; Lc. 4:4, 8, 12), en respuesta a las tres tentaciones de Satanás, como palabra de Dios.

¿Quién es el autor de Deuteronomio? 6

Deuteronomio es un libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo. Se ubica en el quinto lugar, precedido por Números y es, en consecuencia, el último texto de la Torá («La Ley») y, para los cristianos, del Pentateuco («Las Cinco Cajas» donde se guardan los rollos hebreos). En las Biblias cristianas, se encuentra antes de los Libros históricos, el primero de los cuales es Josué.  (Wikipedia)

Portada del Deuteronomio en la "Biblia de San Paolo".

Portada del Deuteronomio en la «Biblia de San Paolo».

Para decirlo de una vez, ningún otro hombre que ha vivido desde la creación de Adán hasta estos días, con excepción de Moisés, podría haber sido el autor de estos treinta y tres capítulos. Digan lo que quieran los altos críticos, el que atribuye este libro a cualquier otro hombre carece tanto de sentido literario como espiritual. Puede ser un erudito en cuanto a libros, pero enfáticamente es un tonto en cuanto al sentido literario y espiritual.

El comentario de los altos críticos sobre Deuteronomio por uno en el “Expositora Bible” es tan vergonzoso como venenoso. El “Bible Commentary” sobre la introducción en Deuteronomio da este ejemplo del valor de la crítica radical: “En verdad no podría aducirse evidencia más convincente de que este método de crítica no merece confianza que los resultados de su aplicación a Deuteronomio. Los eruditos de antaño, Gesennius, de Wette, Ewald, Bleek, etc., no vacilan en afirmar que Deuteronomio fue escrito mucho tiempo después de que existiera el resto del Pentateuco en su presente forma. La nueva escuela ve con igual certidumbre que Deuteronomio fue la cantera original del cual los escritores que se dedicaban a producir los libros precedentes sacaron sus materiales.”

Como ya cometamos con anterioridad, Israel Finkelstein, en un reportaje al diario argentino  La Nacion, tambien comentó que «Hacia fines del siglo VII a.C. hubo en Judá un fermento espiritual sin precedente y una intensa agitación política. Una coalición heteróclita de funcionarios de la corte sería responsable de la confección de una saga épica compuesta por una colección de relatos históricos, recuerdos, leyendas, cuentos populares, anécdotas, predicciones y poemas antiguos. Esa obra maestra de la literatura -mitad composición original, mitad adaptación de versiones anteriores- pasó por ajustes y mejoras antes de servir de fundamento espiritual a los descendientes del pueblo de Judá y a innumerables comunidades en todo el mundo.»7

Origen Mosaico:8

La tradición judeo-cristiana considera todo el libro como obra del propio Moisés9. Sin embargo, en la Edad Mediado faltaron quienes atribuyeron parte del libro a Josué 10 En el siglo xix los críticos independientes lanzaron la idea de que el Deuteronomio es el libro de la Ley descubierto en el templo de Jerusalén bajo Josías (621 a.C.)” Esta idea, que había sido propuesta ya por San Atanasio y San Jerónimo (si bien éstos admitían el origen mosaico del Deuteronomio), fue generalizada en la teoría de las cuatro fuentes welhau-senianas, con la afirmación subsiguiente de que la composición de ese documento no es anterior al propio rey Josías. El hallazgo del libro habría sido un fraude piadoso inventado por los sacerdotes para autorizar la reforma religiosa con la idea de la centralización del culto en el templo de Jerusalén[11. Para confirmar esta hipótesis se arguye que algunas instituciones de las que se habla en el Deuteronomio son de época posterior a Moisés, como la de la monarquía y la judicatura. Por otra parte, las ideas teológicas y el enfoque moral parecen de la época de la predicación profética.

Contra la hipótesis del fraude piadoso se arguye que:

1.ya en el siglo IX antes de Cristo, el rey Amasias (796-768) conocía la prescripción de Dt 16:4, según la cual los hijos no debían ser castigados por los pecados de los padres, y se atribuía esta ordenación a Moisés[12].

2. Por otra parte, el rey Ezequías (727-698) había intentado una reforma religiosa, en la que se centralizaba el culto en el templo de Jerusalén[13].

3. Por otra parte, es incomprensible en los siglos IX-XIV la orden de exterminar a los cananeos y amalecitas de Dt 20:16-18 y 25:17-19, ya que eran poblaciones extinguidas para aquellos tiempos de la monarquía. Esa ordenación más bien refleja los primeros tiempos de la ocupación de Canaán por los israelitas. Todo esto prueba que el Deuteronomio es anterior al 621, que fue encontrado el libro de la Ley.

4. Se supone que, en tiempos de la persecución de Manasés, este libro fue escondido en los cimientos del templo, y después fue encontrado fortuitamente cuando se hicieron las obras de reparación del tiempo de Josías[14].

5. Después de afirmar que la indicación de Dt 31:24 sobre la redacción de “un libro con las palabras de la Ley” por Moisés no ha de aplicarse a todo el Deuteronomio como hoy le tenemos, sino al conjunto de la Ley, afirma que la expresión Moisés escribió no ha de tomarse al pie de la letra como la otra de Dios dijo a Moisés, teniendo en cuenta que la seudonimia era un recurso literario corriente en la misma literatura bíblica, como aparece en el caso del libro de la Sabiduría, atribuido a Salomón. Por otra parte, la legislación deuteronómica se presenta como la repetición de la Ley (”misneh hattorah”); es decir, del conjunto legislativo de la época del desierto. Así, pues, si el código de la alianza es mosaico, lo es también sustancialmente la legislación deuteronómica, que está calcada sobre las tradiciones legales del desierto. Por eso, el autor del Deuteronomio “ha sido lógico, y ha puesto el nombre de Moisés a lo que él consideraba su obra”[15].

Sustancialmente, el núcleo legislativo del Deuteronomio es mosaico, como lo es el del Pentateuco en general.

Esto no quiere decir que ese núcleo no se haya desarrollado orgánicamente y desde dentro (conforme al espíritu y esquema mosaico); posteriormente, conforme a las exigencias nuevas de los tiempos, “el legado religioso de Moisés no podía conservarse en el curso de la historia de Israel, sino en la medida en que se formularan nuevas regulaciones, adaptadas a las circunstancias, que necesariamente cambian, mas siempre según el espíritu del gran legislador; debido a esto, por ficción literaria, se ponían en boca del mismo Moisés todas las determinaciones y ordenanzas, que no hacían sino poner por obra la revelación del Sinaí, valedera para todos los tiempos, y de la que Moisés era el depositario.

Se puede admitir, no sin verosimilitud, que la amplitud y la precisión de la reforma de Ezequías (716-715) supone una codificación de las leyes antiguas… Que con ocasión de esta reforma la ley de centralización en particular haya sido añadida a una codificación de textos legislativos que habrían visto la luz en el reino del Norte, y que los levitas hubieran traído a Jerusalén después de la caída de Samaría, nada tiene de inverosímil.”16 

Es la opinión de Cazelles: “Cuando la caída del reino del Norte (722) algunos levitas, huyendo de la dominación extranjera, se refugiaron en Jerusalén y llevaron consigo algunas de estas colecciones… La ley de la unidad del santuario se explica muy bien en esta fecha; los antiguos santuarios célebres del Norte han prevaricado y acaban de desaparecer, mientras el de Jerusalén acaba de librarse de Senaquerib en 701, sirve de residencia al arca santa y es considerado por los profetas como el lugar por excelencia de los oráculos divinos17.

El santuario se remontaba a David; pero más allá de David, demasiado judío, es hasta Moisés, mediador de la alianza, y hasta la tradición mosaica, fuente de la unidad religiosa en Israel, hasta donde había que remontar.

Así, el autor del Deuteronomio incluyó su compilación en una especie de comentario teológico, discursos puestos en boca de Moisés, el mediador de la alianza. Recordando al principio el Decálogo, fundamento de la alianza, el autor enlazaba con él toda la legislación posterior, procedente de Dios no directamente, sino por intermedio de Moisés… Hay demasiada relación entre la reforma de Josías y las exigencias deuteronómicas para no admitir un lazo de unión entre el Deuteronomio y esta reforma… Sobrevino la catástrofe del 589-588, y fue entonces cuando el yahvismo mostró toda su vitalidad.

Paralelamente a la misión de Ezequiel, Dios inspiró una segunda edición del Deuteronomio, según el mismo espíritu de la primera, pero con vistas más precisas sobre el destierro, una marcada insistencia sobre las perspectivas de liberación (4:25-31 y final del cántico de c.32); por fin, una atención más sostenida a las ideas de la Sabiduría. Esta edición añadió los c.1-4, que insisten sobre la conquista, imagen de la reconquista que esperan los desterrados; añadió un gran párrafo a las maldiciones del c.28 y completó el c.31 en función del gran cántico del c.32… Este mismo autor ha añadido probablemente algunas notas en los discursos (10:6-9) y en las leyes redactadas o compiladas por su predecesor. Puede que sea también él quien ha operado el trabajo final de fusión entre el Deuteronomio y el documento antiguo”18. El P. R. De Vaux supone también que la compilación del Deuteronomio es sustancialmente de la época de Ezequías19. Por nuestra parte, creemos que, en efecto, el Deuteronomio refleja la predicación teológica del siglo VIII antes de Cristo, aunque creemos verosímil que la redacción del mismo se deba a levitas del reino del Norte, pues no es fácilmente concebible que la clase sacerdotal de Judá haya admitido una elaboración hecha por los que eran considerados como cismáticos frente a la tradición de Jerusalén.

Doctrina Religiosa.
La principal preocupación del deuteronomista es evitar que los israelitas tomen parte en los cultos idolátricos. Es la obsesión de la predicación de los profetas. Las infiltraciones paganas en el pueblo eran cada vez mayores, y era preciso recordar los grandes postulados de la religión mosaica como fue concebida en los tiempos heroicos del desierto. El sincretismo religioso fue siempre un peligro para los israelitas, ya que éstos no tenían inconveniente en asociar al culto de Yahvé prácticas de origen cananeo. Por eso se ordena la extirpación de los cananeos y se prohíbe tener relaciones con ellos 20.

Por la misma razón deben desaparecer todos los lugares de culto paganos: santuarios, altares, estelas e imágenes21.

a) Yahvé es el Dios del universo. Es el único22, el Creador de cielos y tierra(Dt 7:2-4), el Dios de los dioses (Dt 7:5-25) Como tal es celoso de su gloria y no admite competencias de los ídolos (Dt. 4:35-39). Es trascendente y omnipotente (Dt 10:14), es santo (Dt.10:17) y justo (Dt. 4:24; 5:25; 6:15). Es también un Dios amoroso y benevolente (Dt. 7:16; 20; 22), que ama a Israel como a un hijo (Dt. 7:6; 14:21; 23:13) y está dispuesto a perdonarle si sinceramente se arrepiente (Dt.9,4-5; 32,4).

b) Es el Dios de Israel, que le ha elegido para dar cumplimiento a las promesas hechas a los patriarcas (Dt. 7:8; 23:6). Esta elección se concretó en una alianza con Abrahán y con el pueblo en Horeb. El Deuteronomio es el documento solemne que contiene las cláusulas de esta alianza. De ahí arrancan las obligaciones de Israel como nación.

c) Culto.-Los israelitas deben sentir un temor reverencial ante Yahvé poderoso y justiciero (Dt.8:2; 3; 16), y ese temor ha de manifestarse en la observancia de la Ley (Dt. 30:1-10). Pero debe ser un temor amoroso (Dt. 1:11; 6:8; 7:12).:Amaras a tu Dios con todo tu corazón…(Dt. 7:7; 18-19; 4-5). Pero estas manifestaciones de amor interno deben ir acompañadas de actos externos de reconocimiento. Israel es un pueblo santo consagrado a Yahvé (Dt. 6:2; 5:29). Por ello se le prohiben ciertas prácticas del ambiente profano y pagano (Dt. 30:19-20). y tiene que evitar impurezas legales (Dt. 6:5). Y en reconocimiento de la soberanía debe ofrecer sacrificios y oblaciones de sus ganados y frutos (Dt 14.2). El banquete sacrificial era una especie de comunión con Yahvé, en su honor, y con los deudos y necesitados (Dt. 14:1; 22:5-11; 12). Tres veces al año (Pascua, Pentecostés y Tabernáculos) debe el israelita presentarse ante el santuario de Yahvé (Dt. 24:8-9; 14:3-21). El sábado es día sagrado (Dt. 14:23).

d) Característica del Deuteronomio es el amor hacia el prójimo, principalmente a los desvalidos, como el huérfano, la viuda, el extranjero, el levita y el esclavo (Dt. 12:7). La moral de este libro es alta y muy conforme a la predicación de los profetas. Los valores éticos son destacados y los actos de culto son impuestos, pero en el supuesto de que vayan informados de sentimientos internos de agradecimiento a Dios y de arrepentimiento de los pecados. Es una moral que se acerca a la evangélica y puede considerarse como la culminación en la teología del Antiguo Testamento.

«Se descubrió el libro de la ley “dada por medio de Moisés” cuando el templo fue reparado en 621 a.C. Es posible que fuese escondido por un sacerdote cuando Manases trató de destruir las copias de la Ley. ¿Qué se entiende por “libro de la ley”? Algunos estudiosos piensan que esta expresión se refiere al Pentateuco, pero esta teoría es improbable, pues fue leído en una sesión (2 Crónicas 34:29-31). Otros creen que fue el Deuteronomio, porque éste contiene terribles maldiciones contra la idolatría a la cual Judá se había entregado por tanto tiempo (2 Crónicas 34:24). Es probable que fuera el Deuteronomio; sin embargo, carece de evidencia la teoría de la alta crítica de que algunos sacerdotes del reinado de Josías hubieran escrito este libro como un “fraude pío” para promover la reforma. El erudito conservador R. K. Harrison nos señala que el Deuteronomio tiene el esquema de un tratado, incluso un prólogo histórico que a menudo se encuentra en los pactos de fines del segundo milenio a.C., pero es un esquema que no se halla en los tratados de soberanía del primer milenio en el Medio Oriente. Además, otros elementos tales como la legislación de Deuteronomio 13 y 20, armonizan con el período de la conquista bajo Josué. El libro habría sido anacrónico si hubiera sido escrito en la época de la monarquía.»24

«El Pentateuco es una composición homogénea en cinco volúmenes, y no una aglomeración de obras separadas relacionadas solamente por la casualidad. Describe, con trasfondo histórico acreditado, la manera en que Dios se reveló al hombre y escogió a los israelitas para servicio especial y testimonio en el mundo y por el transcurso de la historia humana. El papel de Moisés en este documento literario parece preeminente, y es con buena razón que debe recibir un lugar de alto honor en la ascendencia del épico de nacionalismo israelita, y ser respetado por judíos así como cristianos como el gran mediador de la Ley antigua».25

Autor y fecha del Deuteronomio.26

La tradición cristiana ha mantenido siempre que el D., como el resto del Pentateuco (v.), debe atribuirse a Moisés. Eso no significa, sin embargo, que Moisés haya sido el compilador material de todo el Pentateuco. De hecho, si se comparan la sección histórica y legal del D. con esas mismas secciones narradas en el Éxodo (v.) y en Números (v.) se advierten notables diferencias tanto en el contenido como en el estilo literario. Eso ha llevado a algunos críticos a la conclusión de que se trataría de dos autores distintos. Sin embargo, esas diferencias pueden explicarse por el desarrollo sufrido por la Ley a lo largo de los siglos. La Carta de la Pont. Comisión Bíblica de 1948 al card. Suhard se refiere a que la legislación mosaica del Pentateuco ha sufrido un crecimiento progresivo después de Moisés. Cabe, pues, hablar de un desarrollo de la Ley, pero partiendo siempre de los principios y dentro de las líneas trazadas por su autor primero y principal. El D., pues, pudo ser escrito por un autor posterior -inspirado- que recogió el material mosaico.

En cuanto a la fecha de su compilación definitiva, bastantes autores señalan que, aunque difícil de determinar con exactitud, debe ser considerablemente posterior a la época de Moisés, simplemente considerando el énfasis en el puesto central concedido a la adoración, lo cual corresponde, dicen, a la situación existente en el siglo vii a. C. A este respecto, el libro debiera haber sido escrito con anterioridad al año 18° del Rey Josías (621 a. C.), el año en que Helcías descubrió el Libro de la Ley en el templo (2 Rey 22,8), libro cuyas características, sin duda, suponen la existencia del D., a la vista de la narración de 2 Rey 22-23. Una fecha de origen más precisa podría ser durante los primeros años del reinado de Josías (640-609), o durante el reinado de Manasés (687-642), o también incluso durante el de Ezequías (716-687).

Notas:

[1] Este “volver al pasado” estuvo en boga en esta generación del Medio oriente, incluyendo Egipto (donde se recuperaron los cultos antiguos, manifestaciones artísticas y textos) y Mesopotamia (allí Asurbanipal hizo recopilar los textos cuneiformes antiguos en la famosa biblioteca que lleva su nombre; Nabuconodosor, a su ve, restauró templos.,citado en Rey Josías

[2OCHOA José. Atlas histórico de la Biblia, Antiguo Testamento, Acento editorial, Madrid, 2003., página 3.,citado en Rey Josías

[3] Cualquier reformador sabe que transformar las instituciones de un país implica reformar sus paradigmas o re-crearlos. Obviamente si el pueblo judío pretendía mantener su independencia frente a Asiria y a Egipto (en medio de los cuales se encontraba atrapada como un sándwich), tenía que mercadear entre los suyos la necesidad de las armas y el militarismo, derivados de una ortodoxia religiosa más severa. Hasta ese instante la mayoría profesaba cultos cananeos donde las diosas poseían los estelares y los reyes eran sus consortes, óptima mezcla para tiempos de paz. Para tiempos difíciles con amenazas de invasión, la casta sacerdotal dedujo que se necesitaba un monoteísmo autoritario (para que además su guerra fuera una guerra santa –que convocara a las masas),citado en Rey Josías

[4] http://eltextobiblicoat.blogspot.com/2007/02/2602-deuteronomio-autor.html

[5] Vila – Scuain, Nuevo Diccionario Biblico Ilustrado, edit. Clie

[6] http://www.iglesiareformada.com/Pink_Deuteronomio_1.html, citado en LIBRO DE DEUTERONOMIO

[7] conoze.com. Introducción al Deuteronomio, http://www.conoze.com/doc.php?doc=5642

[8] Ibid

Bibliografía citada por el Nuevo Diccionario Biblico ilustrado en «Deuteronomio», p. 253
  • Delitzsch, F. y Keil, C. F., Commentary on the Oíd Testament, vol. I,
  • The Pentateuch (Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 1981);
  • Mackintosh, C. H., Estudios sobre el Pentateuco, vols. V y VI,
  • Deuteronomio (Las Buenas Nuevas, Los Ángeles, 1960);
  • Kline, M. G., «Deuteronomio», en Comentario Bíblico Moody — Antiguo Testamento (Ed. Moody, en inglés, 1963/1978; en preparación en castellano);
  • Harrison, R. K., «Deuteronomio», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977);
  • Schultz, S. J., Deuteronomio, el evangelio del amor (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1979);
  • Habla el Antiguo Testamento (Pub. Portavoz Evangélico); Young, E. J.,
  • Una Introducción al Antiguo Testamento (T.E.L.L., Grand Rapids, 1977).

Notas citadas en el artículo de conoze.com. Introducción al Deuteronomio,

9 El Talmud consideraba los ocho últimos versículos del Dt como obra de Josué (Baba bathra 14b).
10 Así lo insinúa Hugo De San Caro (f en 1263), Postilla super Deut. 1,1: “Opera omnia,” 1 (Venecia 1754) 151.
11 Cf. Wellhausen, Prolegómeno, zur Ceschichte Israels ed. 6.a. I Cf. 2 Re 14,6.
12 Cf. 2 Re 18.3-7.
13 Naville, fundándose en la costumbre de esconder libros en los cimientos de los templos egipcios, supone que Salomón escondió también ellibro de la Ley de Moisés en el de Jerusalén. Pero la Biblia nada insinúa en este sentido, a pesar de que da muchos detalles sobre la construcción del templo hierosolimitano. Véase Naville, La découverte de la Loi sous le roí Josias (1910); cf. RB (1910) 622. Para casos análogos entre hititas y babilonios véase RB (1923) 473-474; (1927) 141-
14 Cf. RB(1801) 609-616.
15 Cf. Moïse el Josué: Dafc, III 754-
16 Nikel, Die Pentateuchfrage: Bib. Zeitfragen, X 1-3 (1921).
17 Junker, Das Buch Deuteronomium (Bonn) p. 15-16; cf. RB (1934) p.432.
18 Cf. RB (1898) 22.
19 Λ. Clamer, La Genése 46-47.
20 Am 1,2; Is 8,18.
21 H. Cazelles, Le Deutéronome (Bible de Jérusalem) 13-15·
22 R. De Vaux, Les institutions de l’Ancien Testament I p.222.

23 R.K.Harrison,»Deuteronomio», en Nuevo Comentario Bíblico», (D.Guthrie y J.A.Motyer,editores) 1977, citado en Pablo Hoff, Los libros históricos,edit. Vida,p.227

24  William MacDonald, Comentario al Antiguo Testamento,

25 http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=8965&cat=historiaiglesia

Bibliografía:

Rey Josías

http://cunday.blogspot.com/2007/10/josasjosiahjosiasjosiagiosia.html

Rey Josías

Vamos a internarnos en el mundo del rey Josías.

Solo hasta el siglo VII el reino pastoril de Judá comienza a perfeccionar su funcionamiento estatal[1], a implementar palacios y a usar la extracción del aceite de oliva ya no como artesanía local sino como industria estatal.

«Un aspecto sumamente importante de la Edad de Hierro II-b, con ramificaciones en la cultura material del periodo, es la evolución de la vida espiritual y la creatividad literaria durante el siglo VII. La alfabetización empezó a extenderse a través de amplios círculos de la sociedad, no limitada ya a un grupo pequeño de escribas profesionales y a miembros de la élite.»[2]

Amón rey de Judá (641-640). Durante un golpe de estado fue asesinado, no obstante la crema y nata de la sociedad colocó en el trono a 

Josías[3](Josiah, Josias, Josia, Giosia). Pasó a la historia como el reformador religioso por excelencia de la doctrina judía; la corriente monoteísta ascendió al poder y eliminó los objetos de culto del templo, la prostitución cúltica y el sacerdocio extranjero en Jerusalén y todas las ciudades de Judá. Esta misma labor la extendió a algunas ciudades de Samaria llegando incluso a ejecutar sacerdotes rurales de cultos cananeos; probablemente, al incrementar su radio de acción, pretendiese cobijar también al reino septentrional desaparecido. En 2 de Reyes se narra 23 se enumeran los hechos de la reforma religiosa de Josías (Josiah, Josias, Josia, Giosia), pero además se alude a todos los grandes personajes de la historia local; se le compara con Moisés, Josué, David y Salomón. El estilo narrativo que configurará las personalidades y actuaciones de Moisés, Josué y David, por ejemplo, parecieran haber sido elaborado pensando en Josías (Josiah, Josias, Josia, Giosia).

Se acepta explícitamente el nombre genérico de Israel para los nacidos en Judá (esto se refleja en el Deuteronomio); con el paso del tiempo también a los israelitas se les dirá, globalmente, judíos.

Se colige que el libro del Deuteronomio no es de redacción (o de creación plena) por parte de Josías[4] y su cuerpo de escribas; se cree que sobre material más antiguo fue elaborado, aprovechando del rey esta hechura para consolidar sus aspiraciones sobre todo Israel, defendiendo de facto la unicidad del pueblo en sus creencias y en su organización política.

«El rey Josías transformó la tradición familiar de la fiesta de la Pascua en una celebración religiosa. Esto implicaba el sacrifico del cordero pascual en el contexto del culto y según Dt. 16, solo se podían hacer sacrificios en el templo de Jerusalén. Esto fue un motivo más para que Jerusalén fuera el centro de la actividad israelita y judaica, dando lugar a las peregrinaciones anuales con motivo de la Pascua.»[5]

La astucia del gobernante (y sus asesores, el cronista Safán, los ministros Ajicán, Acbor, Asaías y Yoaj, así como la profetisa Hulda) radicó en saber leer las circunstancias sociopolíticas y religiosas de su pueblo, percibió que a su religión le faltaba atractivo frente a las volátiles e incultas masas de su nación y que debía hacerla tanto o más atractiva que los cultos paganos de babilonios y fenicios.[6] El primer eslabón de esta campaña fue la re-implantación de la celebración de la pascua, solo que ahora se reunirían todos lo judíos al unísono en Jerusalén y el rey corría con los gastos de la misma. La siguiente fase del proyecto era presentar la historia nacional con colorido y heroísmo, con un meta-protagonismo de los locales por sobre los imperios dominantes, para usufructuar algo del nacionalismo acérrimo que vivían sus gobernados luego de un siglo de dominación asiria. En esta fase del plan, de poner por escrito, (no para lectura directa del inculto populacho pero sí para que fuera escuchado por éstos), la historia judía, hubo que recopilar información de los documentos disponibles a la fecha, en los archivos del templo y del palacio, en la tradición oral de ancianos del norte (de donde surgieron los relatos de Josué, por ejemplo).

[1] Implica la existencia de un territorio gobernado por una organización burocrática compleja capaza de organizar grandes proyectos de construcción, sostener a una tropa permanente y mantener el flujo comercial permanente y organizado con los países vecinos.
[2]BARKAY Gabriel, La edad de hierro II y III en BEN- TOR Amnon, Coordinador, La arqueología del Antiguo Israel, Ediciones cristiandad S.A., Madrid 2004, páginas 537 y 538.
[3]Descendiente del rey David en la decimosexta generación. (639-609)
[4] Este “volver al pasado” estuvo en boga en esta generación del Medio oriente, incluyendo Egipto (donde se recuperaron los cultos antiguos, manifestaciones artísticas y textos) y Mesopotamia (allí Asurbanipal hizo recopilar los textos cuneiformes antiguos en la famosa biblioteca que lleva su nombre; Nabuconodosor, a su ve, restauró templos.
[5]OCHOA José. Atlas histórico de la Biblia, Antiguo Testamento, Acento editorial, Madrid, 2003., página 243.
[6]Cualquier reformador sabe que transformar las instituciones de un país implica reformar sus paradigmas o re-crearlos. Obviamente si el pueblo judío pretendía mantener su independencia frente a Asiria y a Egipto (en medio de los cuales se encontraba atrapada como un sándwich), tenía que mercadear entre los suyos la necesidad de las armas y el militarismo, derivados de una ortodoxia religiosa más severa. Hasta ese instante la mayoría profesaba cultos cananeos donde las diosas poseían los estelares y los reyes eran sus consortes, óptima mezcla para tiempos de paz. Para tiempos difíciles con amenazas de invasión, la casta sacerdotal dedujo que se necesitaba un monoteísmo autoritario (para que además su guerra fuera una guerra santa –que convocara a las masas-)


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Autor:Paulo Arieu

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El Pentateuco VII – Preguntas de Repaso

El Pentateuco VII – Preguntas de Repaso

21. Busque los siguientes pasajes y explique la causa de la rebelión de Israel:

11:1 y 4  

«Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová;  y lo oyó Jehová,  y ardió su ira,  y se encendió en ellos fuego de Jehová,  y consumió uno de los extremos del campamento.» v. 11:1

«Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo,  y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron:  ¡Quién nos diera a comer carne!» v.11.4
Aca se rebelaron contra Dios, y empezaron a quejarse desmedidamente, queriendo comer carne, y volver a Israel.
Estaba hartos ya del mana que Dios enviaba del cielo, y recordaban  el pescado que comían en Egipto,  de los pepinos,  los melones,  los puerros,  las cebollas y los ajos;
Pero se olvidaban que en Egipto eran esclavos de los egipcios. ¡Y aca eran libres!
12:1 y 2
«María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado;  porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron:  ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová?  ¿No ha hablado también por nosotros?  Y lo oyó Jehová.» v.11:1-2
Aca se rebelan contra la autoridad de Moisés, porque se caso con una mujer cusita. Ademas, DIos hablaba por Moises, pero ellos entendieron que tambien hablaba por  ellos, ya que ellos tambien eran profetas. Pero Dios se enojó de manera muy severa por esta actitud de rebeldía contra la autoridad de Moisés.

14:1-3  «Entonces toda la congregación gritó,  y dio voces;  y el pueblo lloró aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel;  y les dijo toda la multitud:  ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto;  o en este desierto ojalá muriéramos!   ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada,  y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa?  ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?»
Los caps. 13–14 se refieren al punto más crítico de la marcha de los israelitas por el desierto. A causa de sus continuas murmuraciones y rebeldías, Dios hizo que permanecieran allí durante cuarenta años, en lugar de introducirlos de inmediato en la Tierra prometida.
Moisés envio espias para reconcoer la tierra prometida. El Señor los llevó ante la entrada de Canaan, y Moisés habia enviuado algunso hombres de confianza para reconcoer la tierra. Ellso vieron que era una tierra donde fluia la  leche y la miel,  una expresión frecuente en el Pentateuco, que expresa la fertilidad de la Tierra prometida.
«Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días.Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón,  y a toda la congregación de los hijos de Israel,  en el desierto de Parán,  en Cades,  y dieron la información a ellos y a toda la congregación,  y les mostraron el fruto de la tierra.
Y les contaron,  diciendo:  Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste,  la que ciertamente fluye leche y miel;  y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte,  y las ciudades muy grandes y fortificadas;  y también vimos allí a los hijos de Anac.
Amalec habita el Neguev,  y el heteo,  el jebuseo y el amorreo habitan en el monte,  y el cananeo habita junto al mar,  y a la ribera del Jordán.
Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés,  y dijo:  Subamos luego,  y tomemos posesión de ella;  porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él,  dijeron:  No podremos subir contra aquel pueblo,  porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel,  de la tierra que habían reconocido,  diciendo:  La tierra por donde pasamos para reconocerla,  es tierra que traga a sus moradores;  y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.
También vimos allí gigantes,  hijos de Anac,  raza de los gigantes,  y éramos nosotros,  a nuestro parecer,  como langostas;  y así les parecíamos a ellos. » 13:25-33
Jouse y Caleb dieron un informe optimista sobre esta tierra Prometida, pero otros no,  decián que era un país donde no se puede vivir, porque es estéril y malsano o porque allí siempre hay guerras y conflictos.
Jousé y Caleb eran hombres espirituales, de fe y visión.
Como consecuencia de esto, solo ellos entraron a la tierra prometida. El resto de esta generaciñon murió en el camino.
16:1-3  » Coré hijo de Izhar,  hijo de Coat,  hijo de Leví,  y Datán y Abiram hijos de Eliab,  y On hijo de Pelet,  de los hijos de Rubén,  tomaron gente,  y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel,  príncipes de la congregación,  de los del consejo,  varones de renombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron:  ¡Basta ya de vosotros!  Porque toda la congregación,  todos ellos son santos,  y en medio de ellos está Jehová;  ¿por qué,  pues,  os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?»
Esta es la rebelión de Coré
Vida de Moisés - La rebelión de Coré

Vida de Moisés - La rebelión de Coré

Coré, un primo de Moisés en primer grado, y 250 líderes de la asamblea se levantaron en auto-exaltación contra Moisés y Aarón con reclamos de que ellos estaban yendo más allá en su autoridad. Esos hombres hipócritamente acusaron a Moisés y a Aarón, diciendo, “¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación del Eterno?” (versículo 3). Hay entre los pecadores la proclividad de acusar a otros del mismo pecado que ellos están cometiendo (versículo 7, Romanos 2:1). Esos hombres querían participar de la autoridad, designarse por sí mismos como líderes y maestros sobre la congregación. Ellos se valoraron demasiado a sí mismos, hablando mal de cosas que ellos no conocían (comparar Judas 10-11). Ellos se estaban rehusando en reconocer que Dios estaba trabajando de una manera especial con Moisés y Aarón, y ellos no habían aprendido algo del juicio erróneo de María y Aarón de un incidente similar respecto a Moisés. 

Moisés le dijo a Coré y a los 250 que trajesen incensarios de bronce (dispositivos para quemar incienso, cada uno hecho de un tazón con una coladera a lo alto, meciéndose en una cadena). ¿Por qué? Porque además de los argumentos  sobre juzgar a la nación, esos hombres estaban disputando también la posición de Aarón sobre el sacerdocio. Ellos no eran sacerdotes, y el quemar incienso era una responsabilidad sacerdotal, que esos hombres estaban tratando de usurpar (Números 16:40). Nuevamente, ellos aparentemente no habían aprendido algo del terrible error de Nadab y Abiú que habían muerto porque ofrecieron fuego extraño delante del SEÑOR (Números 3:4; Levítico 10:1-2). 

Debido a que Dios es el Único que puso a Moisés y a Aarón en sus respectivos cargos, la acción rebelde de los hombres guiados por Coré fue realmente contra Dios (Números 16:11, 30). Más aún,  los hijos de Leví ya habían sido nombrados a posiciones muy respetadas en el servicio de Su tabernáculo. Y a pesar de eso no estaban satisfechos—ellos  querían también la judicatura y el sacerdocio (versículos 9-10). “Los hombres que estaban buscando una posición más alta estaban en efecto siendo desdeñosos del lugar que Dios les había nombrado. La respuesta de Moisés fue condescendiente y sarcástica: “¿Os es poco…?” Los disidentes deberían de haberse dado cuenta de cuán amable había sido Dios al darles el trabajo para la vida que Él les había suministrado. Ellos no eran distintos de la gente que se quejaba de las dádivas que Dios les había dado” (Biblia de Estudio Nelson, nota sobre 16:9-11). 

Esos hombres rechazaron la autoridad de Moisés, reclamando que él se estaba enseñoreando en autoridad sobre ellos como cualquier príncipe mundano—lo  cual es absolutamente ridículo dada la humildad de Moisés y sus muchas intercesiones por los israelitas, incluyendo su ofrecimiento de dar su propia salvación eterna para salvarlos a ellos, Datán y Abirán, dos aliados de Coré, aún alabaron a Egipto como la tierra de leche y miel (versículo 13), acusaron a Moisés de maldad al guiarlos fuera de esa tierra, y absurdamente lo culparon por el hecho de que a los israelitas se les hubiese negado la entrada a la Tierra Prometida (versículo 14). Pudiese ser que muchos estuviesen comenzando a bambolearse por esas acusaciones, debido a que una vez más Dios está de pie listo para borrar la existencia de la nación entera—aunque  Él se desiste de esta maldición por la intercesión de Moisés y Aarón. No obstante, los principales malhechores llegan a un dramático fin. 

Es fácil pasarlo por alto, pero no toda la familia de Coré lo siguió en su rebelión (26:11). Verdaderamente los descendientes de Coré fueron posteriormente prominentes entre los levitas (vea 2 Crónicas 20:19), sirviendo como porteros del templo (1 Crónicas 26) y como músicos, contribuyendo con muchos salmos para la adoración del templo (vea Salmo 42; 44-49; 84-85; 87-88). Hay una tendencia humana natural de apoyar a aquellos dentro de nuestras familias. Pero esto se vuelve un problema cuando el miembro de la familia siendo apoyado se ocupa de maldad. Hay un pecado similar en apoyar a aquellos en posiciones de liderazgo cuando están llevando a cabo vidas pecaminosas (versículo 26). Las escrituras son claras acerca de que Dios descalifica a los líderes que se rehúsan arrepentirse de pecado ostensible en sus vidas. Nunca debemos de condonar el pecado. Decir solamente “lo pongo en las manos de Dios”, cuando tenemos la obligación de levantarnos y ser responsables, es lo mismo  que dar nuestra aprobación a una situación pecaminosa—y  esto siempre es erróneo. Esta es la razón por la que Moisés trazó la proverbial “línea en la arena”, pidiéndole al pueblo que mostrase su postura alejándose de los rebeldes. 

La gente de la congregación se alejó y atestiguó el increíble evento de la tierra tragándose a los principales rebeldes con sus familias y el fuego consumiendo las ofrendas no autorizadas de incienso. Pero asombrosamente la congregación se quejó al día siguiente contra Moisés y Aarón de matar al pueblo de Dios. Dios está indignado, y una vez más ¡esto ocurre solo al día siguiente! Él le dice a Moisés y a Aarón que se apartasen para que Él pudiese destruir a la nación (versículos 44-45). Dios en su ira envía una plaga terrible. Pero nuevamente Moisés desea salvar al pueblo y ordena a Aarón a que rápidamente haga expiación por ellos. Aarón como un claro tipo de Cristo—un  mediador, un salvador, un libertador—intercede  por la congregación de pie entre vivos y muertos para detener la plaga, la cual ya había matado a cerca de 15,000 personas (versículos 48-49). (http://www.unidamex.org.mx/Lectura_biblica/Numeros/Numeros16.htm)

20:1-3 «Llegaron los hijos de Israel,  toda la congregación,  al desierto de Zin,  en el mes primero,  y acampó el pueblo en Cades;  y allí murió María,  y allí fue sepultada. Y porque no había agua para la congregación,  se juntaron contra Moisés y Aarón.  Y habló el pueblo contra Moisés,  diciendo:  ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová!» 

El desierto de Zin se encuentra al nordeste del desierto de Parán; Cades , entre ambas zonas desérticas.  El v. 1 parece incluir globalmente el período de casi cuarenta años que los israelitas pasaron en el oasis de Cades.

Este relato contiene otra de las muchas referencias a la murmuración de los israelitas en el desierto

«Y porque no había agua para la congregación,  se juntaron contra Moisés y Aarón. Y habló el pueblo contra Moisés,  diciendo:  ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehová!  ¿Por qué hiciste venir la congregación de Jehová a este desierto,  para que muramos aquí nosotros y nuestras bestias? ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto,  para traernos a este mal lugar?  No es lugar de sementera,  de higueras,  de viñas ni de granadas;  ni aun de agua para beber. Y se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión,  y se postraron sobre sus rostros;  y la gloria de Jehová apareció sobre ellos.Y habló Jehová a Moisés,  diciendo:  Toma la vara,  y reúne la congregación,  tú y Aarón tu hermano,  y hablad a la peña a vista de ellos;  y ella dará su agua,  y les sacarás aguas de la peña,  y darás de beber a la congregación y a sus bestias.»

Dice la Escritura que Moises era el hombre más manso de la tierra. (Números 12:3). Dios le da una orden y, a diferencia de otras veces, Moisés no la cumple. En vez de hablarle a la roca, la golpea dos veces. Es Meriba. Son las aguas de la rencilla. (Núm. 20:1-13). 

Moisés representa mal al Señor, quien se enoja con él, y le dice: “Tú no entrarás en la tierra”. Moisés ruega, clama, gime, llora. Dios dice: “No”. Y no entró, tuvo que contentarse con mirar la tierra prometida desde lejos.

21:5 «Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés:  ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto?  Pues no hay pan ni agua,  y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.»

El siguiente relato presenta otro caso de rebelión y castigo, seguidos del arrepentimiento y el perdón.

El pueblo vuelve a rebelarse contra Dios, y Dios les envía un nuevo castigo. Estaban cansados del mana y se rebelaron feo contra Dios.DIos les envio de castigo serpientes venenosas que al picarlos  los hebrepos morían. «Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes,  que mordían al pueblo;  y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo:  Hemos pecado por haber hablado contra Jehová,  y contra ti;  ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes.  Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés:  Hazte una serpiente ardiente,  y ponla sobre una asta;  y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella,  vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce,  y la puso sobre una asta;  y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce,  y vivía.» v.21:6-9

Una mirada de fe a esta serpiente, que simbolizaba a Cristo en la cruz, traía sanidad al hebreo sincero.

22. Cuántas veces intenta Balac hacerle a Balaam maldecir al Pueblo de Dios? (24:10)

«Entonces se encendió la ira de Balac contra Balaam,  y batiendo sus manos le dijo:  Para maldecir a mis enemigos te he llamado,  y he aquí los has bendecido ya tres veces.» v.24:10

23. Qué vio la asna de Balaam que él no vio?

Un angel

24. Cuál es el tema principal de la historia de Balaam y Balac?

Balac Envía por Balaam (Números 22:1-40) 

 

La burra de Balaam

La burra de Balaam

 

 

El primero fue el rey de Moab, y el segundo un sacerdote/profeta pagano. En capítulos 22 – 24 nosotros leemos esta fascinante historia. Nosotros ya hemos visto que Dios está gobernando su pueblo por medio de un pacto que se define en leyes, bendiciones y maldiciones. En el capítulo 22 conocemos a Balac, este rey de los moabitas, y aprendemos como él trató de adueñarse del trabajo divino.

Por medio de Balaam, Balac intentó maldecir al pueblo de Dios. Números nos dice que Balac había escuchado del poder de este Dios de Israel y que él ya podía ver que el pueblo era muy grande. Tenía mucho miedo. Por esto, mandó a sus mensajeros a Balaam diciendo, “Pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito” (22:6). Pero Balaam, desde el principio, reconoce que él puede hacer solamente lo que el Señor le permite. En vez de maldecir a Israel, Balaam lo bendice varias veces. Después de este pasaje no queda ninguna duda en cuanto al control de Dios sobre su pueblo. Dios ha vuelto a tomar las riendas (las de la asna de Balaam y las de todas las naciones) y nadie puede desviarlo.

En el capítulo 22 nos encontramos con algunas personalidades muy fuertes. La primera es Balac, rey de los moabitas, cuyo nombre significa “Vacío”. Después está Balaam, un adivino (vea Josué 13:22) de Petor, una ciudad en el Éufrates en Mesopotamia (comparar Deuteronomio 23:4). Su nombre significa “Destructor del Pueblo”, y Balac lo contrata en un intento por destruir a los israelitas. Los ejércitos de Israel no se habían confrontado con Moab todavía, mas Balac enterado de lo que le había sucedido a su enemigo Sihon, estaba aterrorizado temiendo que él y su reino fuesen los siguientes. La ironía de todo lo que sigue es que Israel no tenía que pelear con Moab. Sólo querían pasar por su tierra en dirección a la Tierra Prometida. En efecto, Dios les había dicho a los israelitas que no atacasen a  Moab (Deuteronomio 2:1-9). Pero tal parece como si Balac  no lo supiese o que no lo creyese. Así que consultó a “los ancianos de Madián” con quienes podía haber tenido alianzas. (Aunque Moisés tenía asociación con Madián ya que había habitado con la familia de su esposa por 40 años, es probable que ellos estuviesen lejos de   los grupos que esos líderes representaban—siendo los madianitas  un pueblo extendido y nómada). Mas Balac  probablemente se dio cuenta que iniciar una campaña militar solo no iba a detener a los israelitas ni al poder sobrenatural que estaba detrás de ellos. En vez de esto, él necesitaba emplear un armamento espiritual—y  así manda llamar a Balaam. La Biblia de Estudio Nelson explica: 

“Los moabitas creían que las bendiciones y las maldiciones de los dioses podían ser manipuladas por agentes habilidosos, que presumiblemente eran capaces de  traficar con los dioses. En ese tiempo, el más famoso de esos agentes era Balaam de Mesopotamia. En 1967, se hizo un descubrimiento en Jordania de una inscripción del siglo octavo A.C. con profecías de Balaam. Este descubrimiento en lo que fue la antigua Moab es una evidencia abrumadora del renombre de éste profeta aún cientos de años después de su muerte. Sin embargo el Balaam de las escrituras es altamente censurable. En las escrituras él se convierte en el paradigma de la maldad, en una figura casi satánica (vea 31:8; Deut. 23:4, 5; Josué 13:22; 24:9, 10; Neh. 13:2; Miq. 6:5; 2 Pedro 2:15, Judas 11; Apo. 2:14). Balaam fue un profeta que se especializaba en la adivinación animal. Él inspeccionaba el hígado de un animal muerto ritualmente para averiguar por su forma y sus marcas la voluntad de los dioses. Se pensaba que dichos profetas  podían de alguna manera misteriosa influenciar a los dioses a través de varios ritos. Si Balaam pudiese influenciar al ‘dios’ de Israel (como lo suponía Balac), entonces él podía revertir sus bendiciones, convirtiéndolas en una maldición, y destruirlos… En el versículo 8, Balaam habla del SEÑOR como si fuese íntimo de Él. Debido a que Balaam era un adivino internacionalmente conocido, es probable que él hubiese oído lo suficiente acerca de Israel de los emisarios de Moab y de Madián para haberse aprendido el nombre del Dios de Israel. También, la historia de la liberación israelí de Egipto había sido conocida ampliamente a través del Medio Oriente (ver Deut. 2:25)” (notas sobre 22:5-8). 

Cuando los líderes moabitas y madianitas estaban por arribar con pagos a Balaam, Dios le informa a Balaam, evidentemente en una visión nocturna, que los israelitas están protegidos y que no vaya con esos hombres (Números 22:12). No es que Balaam no quisiese ir más allá de lo que Dios dice—él sí quería. Mas él sabe que no puede. Cuando un gran cortejo aparece con un “cheque en blanco” de Balac, aprendemos un poco acerca de la sinceridad de Balaam en seguir a Dios. Antes bien, motivado por la codicia, acepta la declaración que Dios ya ha hecho, pero pretende conseguir una “nueva” palabra de Él.  Dios le da permiso a Balaam de ir, con la restricción de que esperase a ser llamado por los príncipes y que hiciese únicamente lo que Dios le dice.

A pesar de esto, Balaam aparentemente no espera a los príncipes, va por sí mismo a encontrarse con ellos, contrario a las instrucciones específicas de Dios, enojando así a Dios. Tenemos entonces la colorida reversión de los papeles en el altercado de Balaam con su asna, ¡y el asna usando con él la lógica! (versículos 22-31). Más aún, el asna pudo ver al ángel con la espada desenvainada, mientras que Balaam no lo ve. Todo esto fue más bien irónico. “Balaam quien supuestamente era capaz de comunicarse con los dioses a través de animales. No obstante, en esta situación, el ‘vidente’ estaba ciego ante la presencia del Dios verdadero. Era el animal quien era el vidente y pudo percibir la verdadera voluntad de Dios en el Ángel que bloqueaba el sendero” (nota sobre 22:22-30). La conversación poco sincera de Balaam con el ángel muestra que los deseos de su corazón no son agradar a Dios. 

Cuando Balaam llega con Balac le explica que solo podrá  decirle lo que Dios le autorice, aunque con todo su corazón amaría hacer lo contrario y maldecir a Israel. 

http://www.unidamex.org.mx/lectura_biblica/Numeros/Numeros22_1al40.htm

25. Por qué no quería Dios que los hijos de Israel se mezclara con otras naciones?

Para que no se contaminaran con las practicas idolátricas de los pueblos y se apartaran de Dios.

En el capítulo 25 nosotros vemos como ellos fornicaron con las moabitas y como llegaron hasta participar en los sacrificios de Baal-peor. Números nos dice, ” y el furor de Jehová se encendió contra Israel.” Pero su juicio fue rápido y agudo. Vemos también que, casi por primera vez, hay alguien, que no fuera Moisés, celoso por Jehová. Por la reacción inmediata de Finees en contra de este pecado, el furor encendido de Jehová se apaga y Jehová hace un pacto sobre el sacerdocio con Finees y su descendencia.

26. Según Números 33, Cuantas paradas tuvo el pueblo de Israel en su viaje de Egipto hasta los campos de Moab?

Estas, pues,  son sus jornadas con arreglo a sus salidas. De Ramesés salieron en el mes primero,  a los quince días del mes primero;  el segundo día de la pascua salieron los hijos de Israel con mano poderosa,  a vista de todos los egipcios, mientras enterraban los egipcios a los que Jehová había herido de muerte de entre ellos,  a todo primogénito;  también había hecho Jehová juicios contra sus dioses.

1.Salieron,  pues,  los hijos de Israel de Ramesés,  y acamparon en Sucot.

2.Salieron de Sucot y acamparon en Etam,  que está al confín del desierto.

3.Salieron de Etam y volvieron sobre Pi-hahirot,  que está delante de Baal-zefón,  y acamparon delante de Migdol.

4.Salieron de Pi-hahirot y pasaron por en medio del mar al desierto,  y anduvieron tres días de camino por el desierto de Etam,  y acamparon en Mara.

5.Salieron de Mara y vinieron a Elim,  donde había doce fuentes de aguas,  y setenta palmeras;  y acamparon allí.

6.Salieron de Elim y acamparon junto al Mar Rojo.

7.Salieron del Mar Rojo y acamparon en el desierto de Sin.

8.Salieron del desierto de Sin y acamparon en Dofca.

9.Salieron de Dofca y acamparon en Alús.

10.Salieron de Alús y acamparon en Refidim,  donde el pueblo no tuvo aguas para beber.

11.Salieron de Refidim y acamparon en el desierto de Sinaí.

12.Salieron del desierto de Sinaí y acamparon en Kibrot- hataava.

13.Salieron de Kibrot-hataava y acamparon en Hazerot.

14.Salieron de Hazerot y acamparon en Ritma.

15.Salieron de Ritma y acamparon en Rimón-peres.

16.Salieron de Rimón-peres y acamparon en Libna.

17.Salieron de Libna y acamparon en Rissa.

18.Salieron de Rissa y acamparon en Ceelata.

19.Salieron de Ceelata y acamparon en el monte de Sefer.

20.Salieron del monte de Sefer y acamparon en Harada.

21.Salieron de Harada y acamparon en Macelot.

22.Salieron de Macelot y acamparon en Tahat.

23.Salieron de Tahat y acamparon en Tara.

24.Salieron de Tara y acamparon en Mitca.

25.Salieron de Mitca y acamparon en Hasmona.

26.Salieron de Hasmona y acamparon en Moserot.

27.Salieron de Moserot y acamparon en Bene-jaacán.

28.Salieron de Bene-jaacán y acamparon en el monte de Gidgad.

29.Salieron del monte de Gidgad y acamparon en Jotbata.

30.Salieron de Jotbata y acamparon en Abrona.

31.Salieron de Abrona y acamparon en Ezión-geber.

32.Salieron de Ezión-geber y acamparon en el desierto de Zin,  que es Cades.

33.Y salieron de Cades y acamparon en el monte de Hor,  en la extremidad del país de Edom. Y subió el sacerdote Aarón al monte de Hor,  conforme al dicho de Jehová,  y allí murió  a los cuarenta años de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto,  en el mes quinto,  en el primero del mes.Era Aarón de edad de ciento veintitrés años,  cuando murió en el monte de Hor.Y el cananeo,  rey de Arad,  que habitaba en el Neguev en la tierra de Canaán,  oyó que habían venido los hijos de Israel.

34.Y salieron del monte de Hor y acamparon en Zalmona.

35.Salieron de Zalmona y acamparon en Punón.

36.Salieron de Punón y acamparon en Obot.

37.Salieron de Obot y acamparon en Ije-abarim,  en la frontera de Moab.

38.Salieron de Ije-abarim y acamparon en Dibón-gad.

39.Salieron de Dibón-gad y acamparon en Almón-diblataim.

40.Salieron de Almón-diblataim y acamparon en los montes de Abarim,  delante de Nebo.

41.Salieron de los montes de Abarim y acamparon en los campos de Moab,  junto al Jordán,  frente a Jericó.

42.Finalmente acamparon junto al Jordán,  desde Bet-jesimot hasta Abel-sitim,  en los campos de Moab.Y habló Jehová a Moisés en los campos de Moab junto al Jordán frente a Jericó,  diciendo:Habla a los hijos de Israel,  y diles:  Cuando hayáis pasado el Jordán entrando en la tierra de Canaán,echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país,  y destruiréis todos sus ídolos de piedra,  y todas sus imágenes de fundición,  y destruiréis todos sus lugares altos;y echaréis a los moradores de la tierra,  y habitaréis en ella;  porque yo os la he dado para que sea vuestra propiedad.Y heredaréis la tierra por sorteo por vuestras familias;  a los muchos daréis mucho por herencia,  y a los pocos daréis menos por herencia;  donde le cayere la suerte,  allí la tendrá cada uno;  por las tribus de vuestros padres heredaréis.Y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros,  sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados,  y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis.Además,  haré a vosotros como yo pensé hacerles a ellos.

Total=42 paradas

El Pentateuco VII

El Pentateuco VII

Números: Un Viaje Espiritual

En el libro de Génesis Dios llama a Abram a comenzar una jornada de fe. Abram responde confiando en su Dios y así toma los primeros pasos de este viaje. Al final de Génesis y al principio de Éxodo vemos un desvío en Egipto. El pueblo de Dios, los hijos de Abraham, se convierte en una nación de esclavos y clama a los cielos. Ahora Dios responde y, sacándolo de Egipto, encamina a este pueblo de nuevo en su viaje de fe. Pero el pueblo no camina mucho hasta que llega al monte de Sinaí. Es allá que pasamos el resto de Éxodo y todo el libro de Levítico. Y estamos todavía allá cuando comenzamos con el libro de Números. Pero en Números el pueblo comienza a andar. De todos los libros del Pentateuco, Números es el que más movimiento tiene. Lamentablemente, no todo movimiento es bueno. En el libro de Números el pueblo de Israel pasa la mayoría de su tiempo echándose para atrás. Dios, casi de una vez, los lleva a la frontera de la tierra prometida. Pero ellos, por falta de fe y confianza en su Dios, rebelan y, como consecuencia de su rebelión, pasan los próximos 40 años andando en el desierto. De que este es un viaje espiritual, no cabe duda ninguna. Pero no es un viaje de grandes bendiciones. Es un viaje principalmente de castigo y nos deja ver cómo Dios responde a la rebelión de su pueblo.

El libro de Números está dividido geográficamente en tres partes.

1.Los acontecimientos del capítulo 1 hasta el capítulo 10:10 ocurren en Sinaí mientras el pueblo se prepara para el viaje.

2.Desde 10:11 hasta 22:1 el punto de referencia es Cades en el desierto de Parán. Parece que el pueblo de Dios comienza sus años de castigo en Cades (13:26) y que, al terminar los 40 años, se encuentra otra vez en Cades (20:1).

3.La tercera parte del libro toma lugar en los campos de Moab, junto al Jordán (22:1). Esta es la última parada en este viaje espiritual que comenzó con Abraham. De aquí Moisés dará los tres discursos de Deuteronomio y de aquí Josué llevará al pueblo a Canaán.

A. En Sinaí (1:1 – 10:10): El cuarto libro de Moisés lleva el título de Números por el censo que se tomó en preparación para su salida de Sinaí (1:2). Los primeros cuatro capítulos se ocupan de varios censos y de la organización del pueblo. En los capítulos 5 a 10 se dan algunas últimas leyes e instrucciones. En el capítulo 9 leemos que antes de dejar Sinaí, Israel celebró la Pascua. Ya había pasado un año desde su éxodo de Egipto (9:1), y les tocó la celebración de esta gran obra divina. Después, se repite la historia de como la nube de la presencia de Jehová desciende sobre el tabernáculo (contada primeramente en Éxodo 40:34-38). Se explica también cómo Israel había de guiarse por esta misma nube de la presencia de Jehová.

Con esta primera parte de Números el autor nos ayuda a ubicarnos de nuevo. Después del libro de Levítico era necesario recordar al lector de dónde está en la historia del pueblo de Israel. También era necesario fijar todas estas leyes en su contexto histórico. Habiendo cumplido con esta parte de su misión, el autor procede con el viaje de Israel.

B. En Cades – El Desierto (10:11 – 21:35): El pueblo de Israel llegó a Sinaí en el capítulo 19 del libro de Éxodo. Todo lo que se ha acontecido desde Éxodo 19 hasta Números 10:11 se ha sucedido en Sinaí. Durante este período intermediario nosotros hemos visto las leyes impuestas por Dios para proteger la santidad de su pueblo. Con el becerro de oro de Éxodo 32 vimos que Israel en si carecía de santidad. Y ahora volvemos a ver esta carencia como nunca. Las historias de los 40 años en el desierto son difíciles de creer. Cómo podía este pueblo volver a rechazar la obra redentora de su Dios? Cuán corta era la memoria de este pueblo? En todo esto el libro de Números nos deja ver a un Dios justo y misericordioso, un Dios de amor y de disciplina.

La imagen aquí presentada de Israel no es muy linda. Cuántos golpes de castigo pueden aguantar? Sin embargo el Señor sigue guiando su pueblo y, cuando se termina el período de su castigo, ellos se encuentran de nuevo a la puerta de la tierra prometida. Grande es Su fidelidad!

C. En Los Campos de Moab (22:1 – 36:13): Al ver la lucha que se ha mantenido entre Dios y su pueblo en la segunda parte de Números, puede ser que alguien se pregunte, «Quién está en control aquí?» Por 40 años en el desierto no hay nada de progreso y parece que ni siquiera Dios puede controlar a su gente. Tan pronto que Dios deja de castigar su pueblo comienza de nuevo a pecar. Para dónde vamos con esto?
La respuesta se halla en la tercera parte de Números. Dios había determinado el tiempo de castigo, este tiempo se terminó y ya el pueblo está en camino hacia Canaán. Ahora no hay ningún obstáculo que les pueda detener. Claro que hay obstáculos! Al comenzar esta tercera parte del libro nosotros vemos dos obstáculos en particular que son enormes. En ambos casos el Dios de Israel es mucho más grande y mucho más poderoso.

El primer obstáculo viene en forma de Balac y Balaam. El primero fue el rey de Moab, y el segundo un sacerdote/profeta pagano. En capítulos 22 – 24 nosotros leemos esta fascinante historia. Nosotros ya hemos visto que Dios está gobernando su pueblo por medio de un pacto que se define en leyes, bendiciones y maldiciones. En el capítulo 22 conocemos a Balac, este rey de los moabitas, y aprendemos como él trató de adueñarse del trabajo divino.

Por medio de Balaam, Balac intentó maldecir al pueblo de Dios. Números nos dice que Balac había escuchado del poder de este Dios de Israel y que él ya podía ver que el pueblo era muy grande. Tenía mucho miedo. Por esto, mandó a sus mensajeros a Balaam diciendo, «Pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito» (22:6). Pero Balaam, desde el principio, reconoce que él puede hacer solamente lo que el Señor le permite. En vez de maldecir a Israel, Balaam lo bendice varias veces. Después de este pasaje no queda ninguna duda en cuanto al control de Dios sobre su pueblo. Dios ha vuelto a tomar las riendas (las de la asna de Balaam y las de todas las naciones) y nadie puede desviarlo.

El segundo obstáculo para Israel en los campos de Moab era su propio pecado. En el capítulo 25 nosotros vemos como ellos fornicaron con las moabitas y como llegaron hasta participar en los sacrificios de Baal-peor. Números nos dice, » y el furor de Jehová se encendió contra Israel.» Pero su juicio fue rápido y agudo. Vemos también que, casi por primera vez, hay alguien, que no fuera Moisés, celoso por Jehová. Por la reacción inmediata de Finees en contra de este pecado, el furor encendido de Jehová se apaga y Jehová hace un pacto sobre el sacerdocio con Finees y su descendencia.

Después de pasar por estos obstáculos, las demás cosas en el libro de Números son preparativas; preparativas para la conquista de Canaán. Hay otro censo y hay muchas instrucciones en cuanto a la ocupación de la tierra prometida. Una parte del pueblo se establece al oriente del Jordán. Pero ellos lo hacen bajo la promesa de ayudar a las demás tribus con la ocupación del parte al oeste del Jordán. Por fin el pueblo ha llegado y está listo para la toma de Canaán. Pero, antes de entrar, Moisés quiere asegurar que ellos hayan escuchado todo lo que Dios les había tratando de decir. La aplicación de este «viaje espiritual,» la veremos en el libro de Deuteronomio. Es allá donde Moisés interpreta para Israel todos estos acontecimientos. Y es para allá que nosotros vamos ahora.

 

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