Los primeros escritos cuneiformes, la joya del Instituto Bíblico Oriental de León

Los primeros escritos cuneiformes, la joya del Instituto Bíblico Oriental de León
Jesús García Recio, director del Instituto Bíblico Oriental, ante una torá medieval. EFE/Archivo – EFE

EFE – León – 10/03/2009 16:42

Una colección de textos cuneiformes del 3.400 a. C., que constituyen los primeros escritos de la humanidad, son algunas de las obras más valiosas del Instituto Bíblico Oriental de León, único en el mundo y que abre sus puertas este sábado con el fin de promover el estudio de la civilización.

Así lo ha indicado hoy Jesús García Recio, director de este instituto que será inaugurado mañana por la Reina Doña Sofía y que constituirá una referencia mundial para el estudio y divulgación de la cultura de oriente próximo en la antigüedad.

Este centro alberga la primera colección española de asiriología, el estudio de lo relacionado con Babilonia y Asiria, y que es una de las más importantes del mundo en esta materia.

Dichas colección contiene más de 10.000 libros y revistas especializadas relacionados con el Oriente Bíblico y los estudios del Antiguo y Nuevo Testamento, así como casi 1.000 piezas y objetos arqueológicos, los más antiguos del 6.000 y 7.000 a.C.

Desde mediados de la década de 1940, tanto en Europa como en Estados Unidos se empezó a concebir el estudio de las disciplinas de la biblia y de oriente por separado.

Sin embargo en este Instituto, según García Recio, estas dos materias se vuelven a juntar, con el convencimiento de que constituyen «una unidad cultural que no se puede separar», ha dicho.

En este instituto, la parte bíblica es la «más rica» e incluye obras, como un papiro del antiguo testamento, traducido al griego, del siglo III, de unos capítulos del libro del Éxodo, además de una torá (ley) en pergamino del Pentateuco, es decir, de los cinco primeros libros de la Biblia, en hebreo.

En cuanto a la parte oriental, destaca una valiosa colección de textos cuneiformes, muy valiosa, llamados «arcaicos», de la Baja Mesopotamia, del 3.400 a. C. y que constituyen los primeros textos escritos de la humanidad, según García Recio.

Todas estas obras del instituto, que se exhiben en la Real Colegiata de San Isidoro de León, corresponden al legado que el profesor holandés Van Dijk dejó en herencia a su alumno preferido, Jesús García Recio, un sacerdote leonés, ahora director del centro.

De las 1.000 piezas del museo, se exhiben al público algo menos de cien, y entre ellas destacan objetos como estelas sud-arábigas, bajos relieves de Mesopotamia y vasos egipcios, entre otros.

En cuanto a su antigüedad, hay piezas arqueológicas de Mesopotamia, que datan del 6.000 y 7.000 a.C.

Con motivo del acto inaugural, se mostrará una exposición sobre Alejandro Magno, con más de 170 piezas, una muestra «única» en España, según Recio.

En esta exposición temporal, que se abrirá al público el día 14 de marzo, se presenta al conquistador «no como una estratega político», sino como un ser que actuaba convencido de que estaba convocado por los dioses para hacer obras magnas.

Se trata de una exposición, que incluye obras donadas por el anticuario parisino Francisco Antonovich y que da la «clave» para entender a Alejandro Magno, en el sentido de que este convencimiento que tenía de ser llamado por los dioses le hizo casi invencible.

El Instituto Bíblico Oriental, regido por una fundación, cuyo patronato está integrado por el Grupo Eulen y Caja España, comenzó a fraguarse en 2003.

El objetivo del instituto es difundir el conocimiento de la biblia como a raíz de nuestra cultura y civilización cristiano occidental.

Impulsar los estudios de las lenguas orientales, proseguir con los estudios y comentarios bíblicos, contribuir al desarrollo de la asiriología y la egiptología son algunos de los objetivos del centro.

La biblioteca alberga valiosos libros, tres de los cuales serán mostrados a la Reina mañana.

Uno de ellos, en francés, titulado El descubrimiento del Antiguo Egipto, recoge un conjunto de litografías, en las que se presentan antiguos templos egipcios y que hacen referencia a la conquista de este país por Napoleón.

http://www.publico.es/agencias/efe/208294/primeros/escritos/cuneiformes/joya/instituto/biblico/oriental/leon

Tras las huellas de Jerico cap 3 – La Biblia y la Arqueología Bíblica

La opinión de la arqueología bíblica.

Foto de Gustav Jeeninga. Un arqueólogo saca cuidadosamente un esqueleto en una excavación cerca de la Cesarea marítima.

“La arqueología no es una ciencia, es una venganza.”

se expresó Geoffrey Wheatcroft sobre el asesinato de un estadounidense que fue atrapado en las disputas por tierras de Oriente Medio.

Los arqueólogos e historiadores del mundo antiguo han estado riñendo durante mucho tiempo. La suya, después de todo, no es una ciencia exacta, sino un oficio. Indios y pakistaníes, por ejemplo, han mantenido discusiones encarnizadas sobre la civilización del valle del Indo. Durante treinta años ha habido asimismo una guerra encarnizada entre el arqueólogo bíblico y sus críticos. Era costumbre, hasta hace escasas generaciones, utilizar el Antiguo Testamento como una guía para excavar en Tierra Santa, aunque los escépticos han abundado durante mucho tiempo.

La escuela de los minimalistas (también llamada la de Copenhague-Sheffield) sostuvo que la Biblia podría ser indudablemente una gran obra literaria y teológica pero que como guía para la antigua Palestina es inútil e incluso susceptible de inducir a error. El rey David, probablemente, nunca existió y el rey Salomón probablemente nunca llegó a construir un grande y espléndido templo.

Los dignatarios religiosos árabes palestinos fueron aún más lejos y afirmaron que no había pruebas de que los judíos hubieran vivido en Palestina; probablemente llegaron en fecha bastante reciente de algún lugar del sur de Rusia. Así, las disputas llegaron a tener una carga notablemente emocional. Un conocido arqueólogo, el profesor estadounidense Albert E. Glock, incluso fue asesinado en circunstancias no del todo aclaradas hoy, un tema para una novela de suspense de Agatha Christie. Las discusiones no siempre siguieron derroteros de naturaleza étnica y política.

En el libro “Geografía sagrada”, de Edward Fox, editado por Harper Collins,el autor investiga el caso de un asesinato no resuelto ocurrido en 1992 de un arqueólogo norteamericano, Albert Glock, que realiza excavaciones en la margen occidental del río Jordán, territorio ocupado por Israel. Es una obra que va más allá de la historia de un crimen, porque a partir del personaje aborda el conflicto árabe-israelita y el debate de quién controla la historia bíblica de la Tierra Santa.

Albert Glock un americano, misionero luterano que había renunciado a ese llamado para seguir con su profesión de arqueólogo en Jerusalén fue asesinado por razones que aun no se esclarecen.

Dos años después del asesinato, a leer un artículo sobre “Arqueología como Cultural Survival” en el Journal of Palestine Studies, Edward Fox un periodista estadounidense y autor que vive en Londres, quien nunca había oído hablar de Glock

Glock había pasado 17 años trabajando en Jerusalén y en la Ribera Occidental, donde fue el director del Instituto de Arqueología de Palestina en la Universidad de Birzeit. Un domingo de enero de 1992, a la edad de 67 años, fue muerto a tiros por asesinos desconocidos cerca de su campus. Glock fue fusilado “por un hombre enmascarado utilizando un arma del ejército israelí que fue conducido en un coche con matrícula israelí”.

A causa de sus investigaciones, hubo una variedad de grupos con rencor contra él. Y después de su muerte se convirtió en un juego político. La Prensa israelí citó “fuentes palestinas”, que sospechaban que Glock fue asesinado por terroristas de Hamas tratando de descarrilar el proceso de paz, mientras que la OLP denunció el asesinato de un hombre que había “contribuido con su investigación técnica para la refutación de las pretensiones sionistas de Palestina” , y vio en el asesinato de “nueva prueba de los intentos de Israel para manchar la reputación del pueblo palestino en la opinión pública norteamericana e internacional”.

Glock, quien fue pastor luterano de Illinois, había comenzado su carrera arqueológica en la región con las excavaciones en Tell Ta’anach, un sitio bíblico en el norte de Cisjordania, pero en el curso de una de 20 años de odisea personal en el Tierra Santa se había dado se transformó de un arqueólogo bíblico tradicional en un defensor de una arqueología alternativa de la Tierra Santa, que trató de corregir este desequilibrio en favor de una arqueología de los palestinos. Su artículo es una contribución poderosa a la política cultural del conflicto palestino-israelí desde el lado palestino, pero no era inusual, ya que coloca un tema habría pensado que no el derecho político en el corazón del conflicto. Glock estaba convencido de que la lucha por la historia de Palestina según lo revelado por la arqueología está en el centro de la lucha entre los dos pueblos.

Albert Glock, un arqueólogo y educador estadounidense que fue asesinado por un pistolero no identificado en Bir-Zeit, en Cisjordania, el 19 de enero de 1992, escribió este ensayo en 1990 … Dr. Glock había pasado 17 años en Jerusalén y la Ribera Occidental, primero como director del Instituto Albright de Arqueología y luego como jefe del departamento de arqueología de la Universidad de Birzeit, donde ayudó a fundar el Instituto de Arqueología. Una breve revisión de los hechos relacionados con el asesinato sin resolver está en orden. Dr. Glock recibió tres disparos a corta distancia (dos veces en la parte posterior de la cabeza y el cuello, y una vez en el corazón de la parte delantera) por un hombre enmascarado utilizando un arma del ejército israelí que fue expulsado en un coche con matrícula israelí. Le tomó a las autoridades israelíes, que estaban cerca, a tres horas para llegar a la escena. Aparte de una declaración de 10 minutos, viuda del Dr. Glock nunca se le preguntó sobre sus actividades, las entradas en su diario, sus posibles enemigos, y así sucesivamente. La falta de investigación israelí sobre el asesinato de un ciudadano estadounidense es quizás la característica más inusual del caso … Las perspectivas para resolver el caso por tanto, parecen remotas.

La primera reacción de Fox fue, “¿Por qué alguien querría matar a un arqueólogo?”

En busca de una respuesta, se fue a la Ribera Occidental y se matriculó en la universidad. Todo lo que descubrió sobre la vida propia de Glock y el carácter, su pregunta asombrado no era tan desconcertante como podría parecer. Todo el mundo cita a Sir Mortimer Wheeler, quien dijo que la arqueología no es una ciencia, es una venganza, pero se habla solamente de disputas feroces y celosías métier du entre los profesionales sin las profundas diferencias ideológicas.

En Tierra Santa, las venganzas son más amargas aún porque van al corazón de cuyas tierras se trata. Allí, la “arqueología” ha sido realmente una continuación de la lucha religiosa y comunal por otros medios.

Desde sus propios comienzos, el movimiento sionista incluidos los aficionados que le dio “excavar en busca de la victoria” un nuevo significado, a través de la investigación destinada a establecer el origen judío de la tierra, mucho superpone posterior conquista y colonización. Varios políticos israelíes han sido los arqueólogos interesados, y cualquiera que haya visitado el fuerte remate de Masada, por ejemplo, se han dado cuenta de que es tanto político como de la declaración como monumento antiguo.

Luego, más recientemente, ha habido lo que Fox llama a una revolución copernicana en el tema, con el mundo familiar de la arqueología bíblica al revés por un esfuerzo consciente para eliminar los prejuicios religiosos.

En su vida, el trabajo de Glock había todo tipo de implicaciones políticas. No menos importante, que creía que los organismos locales que son reliquias del imperio – la Escuela Británica de Arqueología y de la Escuela Bíblica – y se debe disminuir en importancia en comparación con la Home-Grown instituciones, a pesar de ellas, la Universidad Hebrea de Jerusalén y de su propia universidad, inevitablemente se considera flagbearers académico de sus nacionalismos respectivos. Al mismo tiempo, y para todos sus simpatías palestino, Glock quería ser un hombre honesto. Él no pudo haber sido un académico de renombre mundial (sus enemigos de Israel le denigraba señalando lo poco que había publicado), pero sí sabía la diferencia entre la erudición y la propaganda, y pensó que la arqueología palestina limita a las glorias de la época islámica, como algunos de sus estudiantes quería, no era mejor que la interpretación sionista-bíblica.

La Arqueología

La arqueología científica data de la excavación de Tell-el-Hesi por Sir Flinders Petrie en 1890. Los años transcurridos han servido para perfeccionar el método arqueológico.

Anteriormente se excavaba en busca de piezas para museo y hallazgos espectaculares. Petrie por primera vez prestó atención al método, al detalle y a la conservación de la evidencia obtenida. Hoy se excava con precisión y meticuloso cuidado porque el hallazgo arqueológico solo tiene valor si se estudia en su contexto. Como la excavación destruye ese contexto, es imprescindible mantener registros exactos, junto con planos y fotografías que permitan reconstruir la situación original de cada hallazgo.

Las condiciones naturales hacen que ciertos lugares sean más apropiados para la ocupación humana. En estos sitios la ocupación repetida ha formado a lo largo de los siglos una colina en forma de cono truncado, que en ocasiones alcanza 25 e incluso más metros de altura sobre el nivel original del terreno. Al excavar esta colina o Tell se presta especial atención a cada estrato o nivel de ocupación. La identificación del estrato a que corresponde cada piso, cada objeto, cada muro o pared es de vital importancia. Solo así se puede determinar la relación que existe entre los distintos hallazgos de un tell.

A cada estrato corresponden ciertos tipos de cerámica. La evolución en el estilo, decorado y método de fabricación permite distinguir distintos tipos. Debido a la fragilidad, ubicuidad y durabilidad de la cerámica, el estudio de sus tipos constituye hoy uno de los aspectos más importantes en la arqueología. Aunque son importantes la evolución tipológica del arte, la arquitectura, etc., nada es tan valioso como los cascos de cerámica que se encuentran por todas partes. Para los períodos precerámicos de la Edad de Piedra se estudia la industria pedernal. Las hachas, cuchillos y otros implementos de piedra presentan características de forma y estilo que permiten estudiar su evolución y la identificación de sus tipos.

Más que afortunado es el arqueólogo que encuentra alguna inscripción. Ya sea un ostracon (así se llama el casco de alfarería en que se ha escrito algo), una inscripción monumental, algunos trazos labrados en piedra, o un pedazo de papiro o pergamino tal como los rollos del mar Muerto. Epigrafía es la ciencia que descifra la inscripción y estudia la evolución de la escritura.

La arqueología bíblica es la ciencia que estudia los restos del pasado humano, aunque limitada en cuanto a que los «restos» solo ofrecen una vista parcial de la antigüedad. Descubre evidencias materiales que han sobrevivido al paso del tiempo, pero no así las ideas, la organización social y la vida de los antiguos. Estas las infiere, sin ofrecer seguridad absoluta. No obstante, la arqueología ha brindado un valioso aporte al estudio de las Escrituras.[0]

Joslin «Josh» McDowell es un apologista, evangelista y escritor cristiano evangélico estadounidense. Ha escrito cerca de 77 libros. Algunas de sus obras más conocidas son Más que un Carpintero, Nueva Evidencia que Demanda un Veredicto, y Es Bueno o Es Malo. Josh Mcdowell se expresó acerca de la opinión errónea de muchos supuestos historiadores respecto a la Biblia, afirmando que «Los que sostienen que la Biblia no es históricamente veraz, no son historiadores profesionales » [1]

Luego cita al gran arqueólogo William F. Albright, que dijo:

«Todas las escuelas radicales de crítica neotestamentaria que existieron en el pasado o que existen hoy en día son prearqueológicas y, como fueron edificadas ‘en el aire’, se consideran, por lo tanto, anticuadas en nuestros días» [2]

Thomas  F.Heinze cita al famoso arqueólogo W. F. Albright, quien recibió más de 20 títulos honoríficos, el que escribió que :

«Los datos de la arqueología y las inscripciones han establecido la historicidad de innumerables pasajes y declaraciones del Antiguo Testamento».[3]

El Dr. Nelson Glueck, un notable arqueólogo palestino, dijo:

«Se puede afirmar categóricamente que ningún descubrimiento arqueológico ha negado jamás una cita bíblica. Numerosos hallazgos arqueológicos confirman declaraciones históricas de la Biblia, ya sea como una clara descripción o con detalles precisos».[4]

La enciclopedia online wikipedia, define a la arqueología bíblica, diciendo que es la

«rama especializada de la moderna ciencia de la arqueología» , la parte de la arqueología que se especializa en el estudio de los restos materiales que tienen relación directa o indirecta con los relatos bíblicos, sean estos del Antiguo (Tanaj) o del Nuevo Testamento, y con la historia y cosmogonía de las religiones judeocristianas. El lugar principal de esta parte de las ciencias arqueológicas es lo que en dichas religiones es denominado Tierra Santa, y desde la perspectiva occidental Medio Oriente. Si bien los elementos principales de la arqueología bíblica son referentes teológicos y religiosos en su mayoría, esta es una ciencia en toda su dimensión metodológica. Como sucede con otros registros históricos de otras civilizaciones, los manuscritos deben ser comparados con otras sociedades contemporáneas de Europa, Mesopotamia y África. Las técnicas científicas empleadas son las mismas de la arqueología en general como las excavaciones y la datación por radiocarbono, entre otras. En contraste, la arqueología del antiguo Medio Oriente trata simplemente del Antiguo Oriente Próximo, o Medio Oriente, sin particulares consideraciones acerca de si sus descubrimientos se relacionan con la Biblia.La arqueología bíblica es una materia de estudio polémica, con varios puntos de vista sobre cuál es el propósito y las metas que esta tiene o debe tener.  [5]

La arqueología por ejemplo, trabaja con pruebas y no certezas, no tiene hechos que investigar, sino montones de basura que reacomodar cual puzzle y de ahi, sacar interpretaciones. Por ejemplo, se puede el dia de mañana encontrar el cimiento del palacio del rey Salomon, pero sin una identificación como su nombre grabado, ahi estaran las ruinas sin que sepamos jamas quien las mando a construir.

Ese es el punto, que la arqueología en una tierra como Israel, miles de veces excavada, pisoteada, reformada, mutilada, es casi imposible hoy, hallar evidencias de los reyes israelitas. Tanto esplendor de Salomón por ejemplo, y no se posee ni siquiera un texto de la época que amerite que el tipo existió.

La Arqueología bíblica, selecciona aquellos restos materiales de Palestina y países vecinos relacionados con la época y la historia bíblicas. Estos incluyen los restos de edificios, objetos de arte, inscripciones y todo elemento que ayude a comprender la historia, la vida, y las costumbres de los hebreos y otros pueblos que, como los egipcios, los fenicios, los sirios, los asirios y los babilonios, estuvieron en contacto con ellos y les dejaron su influencia. El interés en los lugares y las épocas mencionados en la Biblia proporcionó el impulso inicial para muchas de las primeras excavaciones, y el cuadro más amplio que actualmente tenemos del fondo religioso, histórico, y ético de la Biblia basado en los descubrimientos arqueológicos ha contribuido notablemente a explicar, ilustrar e, incluso, corroborar muchas afirmaciones bíblicas, como también a contrarrestar teorías insuficientemente basadas en los hechos.

Las limitaciones de la arqueología se deben al amplio lapso de tiempo y al espacio que debe cubrirse, como también al albur de la conservación de los elementos. Los objetos de madera, cuero, o tela raramente sobreviven y debemos suponer su existencia. Ninguno de los lugares bíblicos ha sido excavado completamente, y es probable que nunca lo será. Sólo en años recientes los métodos precisos de estratificación y registro han permitido la realización de comparaciones detalladas entre los diversos lugares excavados. Esto ha permitido revisar algunas conclusiones anteriores, p. ej.p. ej. por ejemplo la fijación de la fecha que había establecido Garstang para los muros de Jericó a unos cuantos siglos antes por Kenyon. Además, la escasez de inscripciones procedentes de Palestina misma significa que es limitado el conocimiento extrabíblico directo acerca de la vida y el pensamiento de los pueblos primitivos. Como la arqueología, que es una rama de la historia, se ocupa principalmente de los elementos materiales, nunca podrá someter a prueba las grandes doctrinas bíblicas tales como la existencia y la actividad redentora de Dios y de Cristo, el Verbo encarnado.

En Palestina (aceptando que este término incluya los modernos estados de Israel y Jordania) se utilizó por primera vez la técnica arqueológica del fechado sucesivo. En Tell el-Hesi, en 1890, Flinders Petrie llegó a la conclusión de que podían distinguirse diferentes niveles de ocupación tomando como base la alfarería característica y otros rasgos típicos correspondientes. Este esquema estratigráfico y tipológico se aplica actualmente en todo el mundo; excavadores posteriores lo han mejorado en Palestina, especialmente en Tell Beit Mirsín, Samaria, Laquis, y Jericó. Por comparación entre los sitios excavados en Palestina y en otros lugares se ha establecido una red de descubrimientos interrelacionados, que, unidos a los registros históricos ofrecen una cronología extraordinariamente ajustada a partir del 4º milenio a.C.

Las fechas anteriores a esa época son imprecisas todavía, aun cuando el método del carbono 14 proporciona algunos resultados. La tabla que acompaña a este artículo presenta las denominaciones actualmente aceptadas para dichos períodos arqueológicos. [6]

En la región donde los israelitas estuvieron prisioneros de los egipcios, solo se logra excavar a cuenta gotas, con vigilancia extrema de las autoridades egipcias. La razón, los egipcios no quieren que salga a la luz nada con marcas judías porque no quieren alentar ninguna pretención politica.

Hasta hace poco, los estudiosos asumiendo la historicidad fundamental de los relatos patriarcales han favorecido o Bronce Medio I o Bronce Medio II, como el fondo más probable para los movimientos de Abraham. Una fecha más tarde, en la Edad del Bronce, también se ha defendido, pero nunca ha tenido el mismo apoyo. Más recientemente, una fecha muy anterior, en la Edad del Bronce, se ha sugerido.

En 1949, Albright fue escribió que sólo «un pocos fanáticos entre los mayores estudiosos no han aceptado la historicidad esencial de la tradición patriarcal en la luz de los datos arqueológicos, y que ya no estaba de moda para ver las tradiciones, creaciones artificiales de los escribas de la época monárquica. 1 era capaz de repetir esta declaración de catorce años más tarde. Desde entonces, sin embargo, ha habido una fuerte reacción contra el uso de evidencia arqueológica en apoyo de las tradiciones bíblicas, y el comentario de Albright no podía repetirse con toda la verdad hoy en día.

Los estudiosos que prefieren ver los relatos patriarcales como productos anti-histórico del primer milenio a. C. han justificado su opinión, en parte, al referirse a la dificultad de localizar los Patriarcas, en un período arqueológico temprano. 4 En respuesta, Sarna con razón señaló que la incapacidad de los Patriarcas, en lugar de un marco histórico según el estado actual de nuestros conocimientos no invalida necesariamente la historicidad de las narraciones. Nuestro conocimiento de los siglos alrededor de 2000 AC es muy pequeña, y nuestra ignorancia muy grande. Sin embargo, algunas sugerencias concretas se pueden hacer para resolver las dificultades y responder a los críticos de la historicidad.

«Como toda ciencia, la arqueología y su rama bíblica tienen sus propias especializaciones así como su trabajo interdisciplinario. Ya se mencionó que la arqueología debe servirse y trabajar en equipo con disciplinas como la antropología, la geología y otras ciencias que permiten darse una idea del mundo antiguo. Otras disciplinas como la filosofía, la teología, la exégesis, la hermenéutica, se sirven de los resultados científicos de esta. Por ejemplo, la Biblia utiliza un lenguaje recurrente simbólico que puede hacer pensar que cuanto allí se menciona puede partenecer al plano estrictamente teológico y por lo tanto no necesariamente verificable. Sin embargo, gracias a la arqueología, muchos pasajes bíblicos han hallado una explicación más concreta, sin que por ello se quiera decir que la relación arqueología-estudios bíblicos sea pacífica o imprencindible. Hoy, y gracias a esta disciplina, se sabe por ejemplo que los muros de Jericó34 mencionados en el Libro de Josué y cuyas ruinas han sido excavadas, pueden datarse en un tiempo que coincide con la inmigración israelita en la Tierra Prometida.» [7]

«El propósito de la arqueología bíblica es clarificar e iluminar los textos bíblicos y contenidos a través de la investigación arqueológica del mundo bíblico», escrito por J.K. Eakins en un ensayo de 1977 en Benchmarks in Time and Culture [8]

Bryant G. Wood escribió:

«El propósito de la arqueología bíblica es aumentar nuestra comprensión de la Biblia y por tanto, su gran logro, a mi modo de ver, ha sido la extraordinaria iluminación de… el tiempo de la monarquía israelita»[9]

En una declaración acerca de la arqueología bíblica, Robert I. Bradshaw comentó:

«Es universal y virtualmente aceptado que el propósito de la arqueología bíblica no es probar la Biblia, sin embargo… así como la arqueología arroja luz en esa historia, esta es importante para los estudios bíblicos» [10]

El arqueólogo estadounidense William Dever contribuyó en el artículo «Arqueología» en The Anchor Bible Dictionary (ver «Anchor Bible Series»). En el mismo reitera su percepción de los efectos negativos de la estrecha relación que ha existido entre la arqueología sirio-palestina y la arqueología bíblica de Tierra Santa, lo que ha causado que, especialmente, los arqueólogos estadounidenses en este campo, se retrasen frente a la nueva «arqueología procesual» en la región, y considera: «Subrayando mucho escepticismo en nuestro propio campo [en lo que se refiere a la adaptación de conceptos y métodos de una «nueva arqueología»], uno sospecha que la asunción (aunque no expresada e incluso inconsciente) de que la Palestina antigua, especialmente de Israel en el periodo bíblico, fue única, de alguna manera «superhistóricamente» no gobernada por los principios normales de la evolución cultural» y sostiene que «…la «nueva arqueología» de los años 70 y 80, se volvió pasada de moda antes de que pudiéramos comprenderla»36 (p. 357). [11]

Dever encontró que la arqueología sirio-palestina ha sido tratada en los institutos estadounidenses como una subdisciplina de los estudios bíblicos. Se esperaba de los arqueólogos estadounidenses que trataran de «proveer evidencias históricas válidas de episodios de la tradición bíblica» en esta región. De acuerdo con Dever «la más ingenua [concepción acerca de la arqueología siro-palestina] es que la razón y el propósito de la «arqueología bíblica» (y, por extrapolación, de la arqueología siro-palestina) es simplemente delucidar la Biblia o las tierras de la Biblia»37 (p. 358). [12]

El Profesor de arqueología del Cercano Oriente, William G. Dever escribió:

Hasta hace una generación los arqueólogos bíblicos hablaban con confianza de la «revolución arqueológica» de William Foxwell Albright. Esta seguramente realzaría nuestra comprensión y apreciación de la Biblia y su mensaje atemporal – el cual fue pensando para ser absolutamente esencial a nuestra querida condición cultural occidental. La Biblia y la «Cultura Occidental» como fueron concebidas anteriormente, luchan por sus vidas. No sólo la arqueología moderna no pudo ayudar a confirmar la tradición antigua, sino que parece más bien tratar de socavarla. Este es un secreto, no bien guardado, de los arqueólogos profesionales.

El fallo de la «revolución arqueológica» significa el intento de ocupar el penoso término medio, no el extremo escepticismo o la ingenua credulidad. No se puede volver al tiempo en el cual la arqueología presumía de «probar la Biblia». La arqueología como se practica en la actualidad debe tener la capacidad de desafiar, y confirmar, los relatos bíblicos. Algunos cosas descritas sucedieron realmente, pero otras no. Las narraciones bíblicas acerca de Abraham, Moisés, Josué y Salomón probablemente reflejan algunos recuerdos históricas de pueblos y lugares, pero los «grandes personajes» de la Biblia son irreales y contradichos por las evidencias arqueológicas. Algunos antecesores de los israelitas probablemente escaparon a la esclavitud de Egipto, pero no hubo una conquista militar de Canaán y muchos, sino casi todos los israelitas, en tiempos de la monarquía, fueron politeístas. El monoteísmo fue un ideal de los escritores bíblicos. La arqueología no puede dilucidar cuál es el significado de los supuestos eventos descritos en la Biblia. Esa es una decisión enteramente personal. La arqueología no puede responder a esta pregunta. Esta sólo puede dar su visión. (Dever, 2006).[13]

Fecha histórica de redacción del libro de Josué.

Los eruditos difieren tanto en la fecha como en el autor de este libro anónimo (libro de Josué), porque usan diferentes métodos.

Sobre el problema del autor algunos eruditos, siguiendo el Talmud (c. 500 d. de J.C. ), asignan el libro al mismo Josué.

Se apoyan en que se dice que Rahab todavía estaba viva en la fecha en que se escribió (6:25) y que el autor, usando “nosotros”, se incluye a sí mismo entre quienes cruzaron el Jordán (5:1).

Sin embargo, la observación acerca de Rahab en 6:25 puede referirse a sus descendientes, y otros textos heb. dicen “ellos”, no “nosotros” en 5:1. Igualmente, como en 5:6, el autor pudo haber usado “nosotros” en un sentido de solidaridad con la generación que entraba a la tierra.

El problema de la fecha en ocasiones también se ha decidido enteramente sobre la base de observaciones dentro del libro de Jos., y algunos eruditos que usan este método datan el libro en una época entre la muerte de Josué y sus contemporáneos que lo sobrevivieron (24:29–31) y el tiempo de Samuel (c. 1050 a. de J.C.)

Porque Sidón se reconoce como la ciudad principal de Fenicia (11:8) y Tiro la conquistó por el año 1200 a. de J.C., algunos favorecen esa fecha como la de la terminación del libro. Otros indicadores internos de la fecha del libro son que Jebús, la antigua Jerusalén, y Gezer, todavía no habían sido conquistadas (15:63; 16:10). Jerusalén finalmente cayó con David (2 Sam. 5:6–10) y Gezer con Salomón (1 Rey. 9:16).

También en el 13:2, 3 los filisteos, quienes invadieron la planicie de la costa de Judá en 1175 a. de J.C., están presentes, aunque esta pudo haber sido una adición escrituraria posterior.

Más recientemente, los eruditos han comenzado a investigar fuera del libro mismo para decidir el problema de la fecha. Algunos de ellos ven vínculos entre Josué y el Pentateuco.

Piensan que hay una continuación de los pretendidos elementos literarios del Pentateuco: a saber, E en los caps. 2–11 y P en 13–22, con varias agregados de otras fuentes. Otros han llegado a la conclusión que en Deut., Jos., Jue., Sam. y Rey. hay una unidad más o menos estrecha, o por lo menos conformada.

El lenguaje, el estilo y la teología de estos libros apoyan la conclusión de que un así llamado deuteronomista (un individuo o una escuela) reunió una variedad de fuentes de varios períodos y los entretejió en un todo completo durante el exilio.

Esto significaría que Josué fue escrito c. 550 a. de J.C. Estos libros están ligados por conclusiones e introducciones que se sobreponen. Jos. 1:1 se equipara con Deut. 34:1–12, especialmente el v. 5, donde a Moisés se le llama por primera vez “siervo del Señor”.

La misma señal se confiere a Josué, también por primera vez, al final de Jos. (24:29). La conclusión de Josué (24:29–31) se repite como parte de la introducción a Jue. (2:6–9).

El estilo del deuteronomista es más evidente en los discursos de despedida de Moisés (Deut. 31), Josué (Jos. 23), Samuel (1 Sam. 12), David (1 Rey. 2:1–4) y Salomón (1 Rey. 8:54–61), coronados por el resumen editorial del propio deuteronomista (2 Rey. 17).

LA FECHA DE LA CONQUISTA

Cronología.

La primera edición del Diccionario de la Santa Biblia (1890) decía:

«En esta obra se ha adoptado la cronología de Ussher, generalmente aceptada. Si bien es cierto que hay incertidumbre no pequeña en cuanto a algunas épocas antiguas, también lo es que las especulaciones científicas que pretenden aumentar en muchos miles de años las edades primitivas de la humanidad sobre la tierra no han sido de ningún modo confirmadas por las investigaciones ulteriores».

La situación ha cambiado radicalmente desde entonces.

El análisis tipológico de los hallazgos arqueológicos, especialmente de la alfarería y de la industria pedernal, ha permitido la elaboración de una «cronología secuencial». Es decir, se ha podido establecer la posición relativa que corresponde a cada tipo. Esta Cronología secuencial se convierte en «cronología absoluta» cuando, gracias a un descubrimiento epigráfico, por ejemplo, se logran identificar los tipos con períodos determinados.

Para la cronología absoluta de la Palestina en tiempos históricos se depende de los sincronismos entre Palestina, Egipto y Mesopotamia, ya que las cronologías de estos lugares se han fijado con bastante exactitud sobre las bases de cálculos astronómicos. Para los tiempos prehistóricos se depende de otros métodos, por ejemplo, el análisis del contenido de carbono 14 en la materia orgánica.

Como resultado de estas investigaciones, hoy sabemos de la presencia humana en la Tierra Santa desde fines del período Paleolítico. El Homo galilaeensis de Capernaum y Nazaret vivió durante la tercera época interglacial (Riss-Würm), ca. 180.000–120.000 a.C. Desde entonces la Palestina ha sido escenario de la actividad humana.

La fecha de la conquista de la tierra por Israel

Hubo tiempo en que la Biblia era nuestra principal fuente de conocimiento sobre la historia antigua, y por tanto no se relacionaba con su marco histórico. Ha sido en este campo donde la arqueología ha hecho su mayor contribución, iluminando los antecedentes históricos y culturales de la Biblia. Basten algunos ejemplos. Las tabletas de Ras Sarma, halladas en el sitio de la antigua ciudad de Ugarit, al norte de Canaán, dan a conocer de primera mano la religión y cultura de los cananeos de la época preisraelita. Las tablas de Nuzi, al norte de Mesopotamia, nos ayudan a entender las costumbres características del período de Bronce Medio, la era de los patriarcas, tales como el interés de Raquel en los ídolos de Labán (estos transmitían el derecho de heredad) y la preocupación de Abram por el esclavo  Eliezer: Lo había adoptado para que le cuidase en el ocaso de su vida.

Las cartas de Tell el Amarna reflejan las condiciones políticas de Palestina, con las rivalidades entre los monarcas vasallos del faraón que derrumbaron el Imperio Egipcio y permitieron la conquista de Canaán por los israelitas.

Foto de Gustav Jeeninga. La libreta de un arqueólogo con anotaciones detalladas de todo lo descubierto en una excavación.

La verdad de la Biblia y la arqueología.

A pesar de que la arqueología ilumina el marco bíblico de manera maravillosa, no puede decirse, como con frecuencia se hace, que «la arqueología prueba la verdad de la Biblia». Tal afirmación pasa por alto no solo la naturaleza de la arqueología, sino el carácter de la Biblia misma.

Usar la arqueología para «probar» la verdad de la Biblia es negarle a la arqueología su valor de ciencia independiente. La investigación arqueológica no puede hacerse con ideas preconcebidas, sino objetivamente, de modo que su contribución al estudio de las Escrituras sea válida. Por otra parte, si fuese posible, por ejemplo, probar arqueológicamente la migración de Abraham desde Ur hasta Canaán, todavía no se habría probado que «la Biblia tenía razón». La Biblia no se interesa por explicar la migración de Abraham como parte de los movimientos de pueblos ocurridos durante el Bronce Medio, sino que nos dice que Abraham dejó Mesopotamia y se fue a Canaán porque Dios lo había llamado. Tal afirmación no se puede probar ni refutar sobre bases arqueológicas; pero es precisamente esta declaración de fe, y no el simple hecho de que Abraham cambió su domicilio, lo que constituye la verdad bíblica.

Dicho todo lo anterior, hay que añadir que en multitud de casos las investigaciones arqueológicas, precisamente porque son hechas de manera objetiva, han comprobado la exactitud de muchas referencias geográficas, históricas y de otro tipo que los detractores de la Biblia habían tildado de erróneas.

La arqueología y las lenguas bíblicas.

La arqueología ha hecho accesible un número extraordinario de documentos e inscripciones en las lenguas del Oriente antiguo. Aparte del valor de estos escritos para esclarecer el marco histórico y cultural de la Biblia, el estudio de estas lenguas nos ha permitido comprender los idiomas bíblicos mucho mejor. Palabras y hasta frases cuyo significado había que adivinar más bien que traducir, hoy son inteligibles gracias al estudio comparativo de estas lenguas. De ahí que las nuevas versiones bíblicas se aproximen más al sentido real de los originales hebreo y griego.

Foto de Gustav Jeeninga. Un especialista en monedas limpia y clasifica antiguos artefactos de una excavación arqueológica.

La Arqueología Y La Biblia

Período preisraelita.

Hacia fines del período Paleolítico apareció en la zona del Carmelo el Homo carmelitanus, identificado como tipo intermedio entre el hombre de Neanderthal y el Homo sapiens. Desde entonces, debido a su situación geográfica, la Palestina se hizo puente de transición. El hombre natufiano del Mesolítico (8000–6000 a.C.), tipo fundamental de la raza semítica, manifestó los comienzos de la agricultura y de la cultura sedentaria. En el Neolítico (6000–4000 a.C.) apareció la primera ciudad, Jericó, y se introdujo la alfarería (ca. 5000 a.C.). El Calcolítico (4000–3000 a.C.) se caracterizó por el uso corriente del cobre. De este período viene la Estrella de Gassul, figura geométrica de fino gusto artístico y expresión de una cultura avanzada.

La Edad de Bronce se divide en Bronce Antiguo (3000–2100 a.C.), Bronce Medio (2100–1550 a.C.) y Bronce Reciente (1550–1200 a.C.). Durante el Bronce Antiguo la población de la Palestina aumentó considerablemente. Se establecieron numerosas ciudades amuralladas con calles bien trazadas y alcantarilladas. Se inventó el torno y el horno cerámico que mejoraron muchísimo la alfarería. En el Bronce Medio, la época de los patriarcas, la invasión de los amorreos destruyó la civilización del Bronce Antiguo. Los estratos dan muestra de repetidas destrucciones, evidencia de la inseguridad reinante. Egipto ejerció cierta influencia cultural y política de manera esporádica, hasta que con el advenimiento de las dinastías XVIII y XIX, durante el Bronce Reciente, estableció una vez más su autoridad en el área.

Foto de Gustav Jeeninga.Aun las partículas diminutas, como estos huesos y micropedernales, deben ser cuidadosamente clasificadas y analizadas después que los arqueólogos las descubren.

Período israelita

Una nueva destrucción marca el comienzo de la Edad de Hierro. Los invasores llegaron en dos grupos. Desde el desierto los israelitas se apoderaron de la región montañosa y dejaron huellas de su destrucción en Bet-el, Laquis, Debir, Hazor y otras plazas fuertes. Desde el Mediterráneo los «Pueblos del Mar», entre ellos los filisteos, traían consigo el secreto de la siderurgia, aprendido de los heteos de la Anatolia.

  • Los períodos Hierro I (1200–900 a.C.) y Hierro II (900–600 a.C.) abarcan la conquista, la época de los jueces y la monarquía. Al principio los filisteos retuvieron el monopolio del hierro, obstaculizando así el desarrollo de Israel, pero en tiempos de David los israelitas aprendieron a trabajar ese metal.

De la época monárquica tenemos relativamente poca evidencia. Las excavaciones en Meguido y Samaria nos suministraron muestras del arte arquitectónico fenicio. La reciente expedición a Arad descubrió un templo israelita. Materiales de este tipo nos permiten inferir cómo debe haber sido la Jerusalén de Salomón.

  • El Hierro III (600–300 a.C.) se conoce también como Período Persa. De ahí en adelante los períodos reciben designación histórica: Helenista (300–63 a.C.), Romano (63 a.C.—323 d.C.), Bizantino (323–636 d.C.) e Islámico (636 d.C. hasta hoy).

Cada nueva excavación y cada nuevo descubrimiento arroja valiosísima luz sobre la Tierra Santa y las naciones vecinas, y nos permite así una mejor comprensión del mensaje eterno de Dios en el contexto histórico.

El intento por fijar fecha a la conquista de la tierra por Israel, lo obstaculiza la naturaleza de la escritura de la historia bíblica, la forma en que la Biblia calcula fechas y la ambigüedad de los descubrimientos arqueológicos.Los hombres que compilaron las historias de la Biblia tenían como meta principal enseñar teología, no escribir sobre meros hechos, de modo que a veces se pasan por alto los detalles. Sin embargo, algunas de las reconstrucciones que los historiadores modernos han hecho de lo que realmente sucedió, parten demasiado radicalmente de la Biblia para tomarlas en serio.

Tomando las fechas que se dan en 1 Rey. 6:1 y Jue. 11:26 al pie de la letra, uno podría fijar la fecha de la conquista c. 1400 a. de J.C. Sin embargo, uno no puede asumir que la Biblia sencillamente suma los años en esta forma.

No obstante, la evidencia arqueológica desde Jericó y Hazor apuntan a esta fecha.

  • En Jericó, el estudio de los restos de cerámica, los escarabajos reales, la actividad sísmica en la región, la destrucción por fuego y aun las ruinas de los muros derribados junto con el uso de carbono-14 reúne una evidencia impresionante de que la ciudad fortificada fue destruida finalmente por el año 1400.
  • En Hazor, hay niveles de destrucción en los años 1400, 1300 y 1230 a. de J.C.

Casi todos los eruditos asignan la destrucción del 1300 al faraón Seti I, dejando cualquiera de las otras a Israel. La referencia en Jue. 4:2 de Hazor como una ciudad cananea, en oposición a las tres o cuatro generaciones de Israel después de Josué, excluye una fecha posterior, a menos que uno suponga ya sea que la narración bíblica en Jue. 4 es imperfecta o que la evidencia arqueológica es in completa. Hai, si se identifica correctamente, carece de evidencia de una destrucción israelita, presentando un problema para cualquiera de los puntos de vista.

  • J. Bimson ha establecido el año 1400 a. de J.C. como la fecha de la conquista sobre base más firme, refinando las fechas de los períodos arqueológicos en cuestión.

Por otro lado, la evidencia arqueológica de Pitón y Ramesés en Egipto (Exo. 1:11), la falta de datos corroborando los reinos establecidos de Edom y Moab al oriente del Jordán antes del siglo XIII a. de J.C., y los cientos de nuevos asentamientos de pastores nómadas que se esparcieron en Israel alrededor del año 1200 en contraste con su ausencia en el período anterior, todo favorece fijar la fecha de la conquista en la segunda mitad del siglo XIII.

Sin embargo, la fecha de la conquista no afecta en realidad la teología o el mensaje de Josué, en tanto hubo una conquista.[14]

Algunos estudiosos creen que son honestos intelectualmente hablando al negar la historicidad del éxodo de los israelitas desde Egipto.

Con frecuencia aparece en la prensa como “Primera Noticia” que algún afamado autor niega la autenticidad de la Biblia. No es nada nuevo que apoyándose en la Alta Crítica (que en sí misma es de derecho usar) se hagan declaraciones con la intención de ser postulados, y no teorías de los eventos narrados en la Biblia. Así sobre el Éxodo, recientemente se anuncia que no existió, en base a la arqueología.

Es cierto que ésta ha evolucionado en todas las materias y con referencia al texto bíblico, parte a priori de principios analíticos menos sesgados que hace años, no forzando un hallazgo arqueológico para explicar un relato bíblico, sino dejando que éste hable por sí solo. Es en este punto donde aparecen factores a considerar; entre ellos no siempre los materiales encontrados, son sencillos de interpretar y por otro lado, la falta de los mismos inicia unos planteamientos que los más osados declaran como verdad objetiva, cuando son teorías personales que explican conceptos preconcebidos.

También se niega el Éxodo aludiendo a los anacronismos (palabras que provienen de un periodo posterior) para restar credibilidad a la Biblia, cuando estos no son más que inclusiones de glosas de escribas en las sucesivas revisiones y copias. Como ejemplo “el camino de la tierra de los filisteos” en Éxodo 13:17.

Es innegable la fuerza de una tradición histórica, de la que toma su identidad Israel, fundada sobre unos acontecimientos que marcan la religión monoteísta, y que parten de una esclavitud inconcebible de memorizar para el honor de un pueblo, sino fuera por el suceso trascendental y extraordinario narrado.

La falta de datos explícitos en fuentes externas al relato bíblico del Éxodo, difulta la defensa de los textos biblicos utilizando la arqueologia.Y muchos se aprovechan de este factor para disparar sus misiles en contra de los textos sagrados, debilitando no solo las creencias biblicas,sino ademas, quitándole historicidad al reclamo politico de Israel de sus territorios en Palestina.

Podemos citar a Israel Finkelstein, cuyos trabajos de arqueología cuestionaron el origen divino de los primeros libros del Antiguo Testamento.

Israel Finkelstein es un arqueólogo y académico israelita, director del instituto de arqueología de la universidad de Universidad de Tel Aviv y co-responsable de las excavaciones en Megido (25 estratos arquelologicos, 7000 años de historia) al norte de Israel. Se le debe igualmente importantes contribuciones a los recientes datos arqueológicos sobre los primeros israelitas en tierra de Palestina (excavaciones de 1990) utilizando un método que utiliza la estadística (exploración de toda la superficie a gran escala de la cual se extraen todas las signos de vida, luego se data y se cartografía por fecha) que permitió el descubrimiento de la sedentarización de los primeros israelitas sobre las altas tierras de Cisjordania. Finkelstein y Neil Asher Silbermann (director histórico de el centro Ename de Bruxelas por la arqueología y la herencia publica) son los autores de Best Seller “La Biblia Desenterrada: una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados” y de “David y Salomón: en busca de los reyes sagrados de la Biblia y de las raíces de la tradición occidental”  [15]

Pablo Hoff, teólogo y escritor latinoamericano, comenta que

«Aunque la arqueología no es inspirada ni infalible, no podemos pasarla por alto. Sea cual sea la fecha de la invasión de Canaán, sabemos que los israelitas ya estaban en Canaán hacia fines del siglo XIII a.C, porque un monumento de victoria erigido por el faraón Mer-nepath I en aquella fecha menciona una batalla entre los egipcios y los hebreos en Canaán.”  [16]

En 2001 Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman publicaron el libro «La Biblia desenterrada: Nueva visión arqueológica del Israel Antiguo y el origen de sus textos sagrados»,22 en el cual exponían un término medio hacia el minimalismo bíblico. El libro ocasionó una fuerte reacción entre los más conservadores. [17]

Israel Finkelstein, revolucionó de manera controversial la  arqueología bíblica al afirmar que la saga histórica relatada en los cinco libros que conforman el Pentateuco de los cristianos y la Torá de los judíos no responde a ninguna revelación divina. Dijo que, por el contrario, esa gesta es un brillante producto de la imaginación humana y que muchos de sus episodios nunca existieron.

Finkelstein, de 57 años, director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, considera al Pentateuco como

“ una genial reconstrucción literaria y política de la génesis del pueblo judío, realizada 1500 años después de lo que siempre creímos”

Tambien añade que esos textos bíblicos son una compilación iniciada durante la monarquía de Josías, rey de Judá, en el siglo VII a.C. En aquel momento, ese reino israelita del Sur comenzó a surgir como potencia regional, en una época en la cual Israel (reino israelita del Norte) había caído bajo control del imperio asirio. El principal objetivo de esa obra era crear una nación unificada, que pudiera cimentarse en una nueva religión. El proyecto, que marcó el nacimiento de la idea monoteísta, era constituir un solo pueblo judío, guiado por un solo Dios, gobernado por un solo rey, con una sola capital, Jerusalén, y un solo templo, el de Salomón. En sus trabajos, que han marcado a generaciones de la nueva escuela de la arqueología bíblica, Finkelstein establece una coherencia entre los cinco libros del Pentateuco: el Génesis, el Exodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio. Los siglos nos han traído esos episodios que relatan la creación del hombre, la vida del patriarca Abraham y su familia -fundadores de la nación judía-, el éxodo de Egipto, la instalación en la tierra prometida y la época de los Reyes. Según Finkelstein, esos relatos fueron embellecidos para servir al proyecto del rey Josías de reconciliar a los dos reinos israelitas (Israel y Judá) e imponerse frente a los grandes imperios regionales: Asiria, Egipto y Mesopotamia.

En dos siglos de investigación científica, la búsqueda de los patriarcas nunca dio resultados positivos. La supuesta migración hacia el Oeste de tribus provenientes de la Mesopotamia, con destino a Canaán, se reveló ilusoria. La arqueología cree haber probado que en esa época no se produjo ningún movimiento masivo de población. El texto bíblico da indicios que permiten precisar el momento de la composición final del libro de los Patriarcas.

Por ejemplo, la historia de los patriarcas está llena de camellos. Sin embargo, la arqueología revela que el dromedario sólo fue domesticado cuando se acababa el segundo milenio anterior a la era cristiana y que comenzó a ser utilizado como animal de carga en Medio Oriente mucho después del año 1000 a.C. La historia de José dice que la caravana de camellos transporta «goma tragacanto, bálsamo y láudano».

Esa inscripción corresponde al comercio realizado por los mercaderes árabes bajo control del imperio asirio en los siglos VIII y VII a.C. Otro hecho anacrónico es la primera aparición de los filisteos en el relato, cuando Isaac encuentra a Abimelech, rey de los filisteos. Esos filisteos -grupo migratorio proveniente del mar Egeo o de Asia Menor- se establecieron en la llanura litoral de Canaán a partir de 1200 a.C. Esos y otros detalles prueban que esos textos fueron escritos entre los siglos VIII y VII a.C.

Según la Biblia, los descendientes del patriarca Jacob permanecieron 430 años en Egipto antes de iniciar el éxodo hacia la Tierra Prometida, guiados por Moisés, a mediados del siglo XV a.C. Otra posibilidad es que ese viaje se haya producido dos siglos después. Los textos sagrados afirman que 600.000 hebreos cruzaron el Mar Rojo y que erraron durante 40 años por el desierto antes de llegar al monte Sinaí, donde Moisés selló la alianza de su pueblo con Dios. Sin embargo, los archivos egipcios, que consignaban todos los acontecimientos administrativos del reino faraónico, no conservaron ningún rastro de una presencia judía durante más de cuatro siglos en su territorio. Tampoco existían, en esas fechas, muchos sitios mencionados en el relato. Las ciudades de Pitom y Ramsés, que habrían sido construidas por los hebreos esclavos antes de partir, no existían en el siglo XV a.C. En cuanto al Exodo, desde el punto de vista científico no resiste el análisis.

Desde el siglo XVI a.C., Egipto había construido en toda la región una serie de fuertes militares, perfectamente administrados y equipados. Nada, desde el litoral oriental del Nilo hasta el más alejado de los pueblos de Canaán, escapaba a su control. Casi dos millones de israelitas que hubieran huido por el desierto durante 40 años tendrían que haber llamado la atención de esas tropas. Sin embargo, ni una estela de la época hace referencia a esa gente. Tampoco existieron las grandes batallas mencionadas en los textos sagrados. La orgullosa Jericó, cuyos muros se desplomaron con el sonar de las trompetas de los hebreos, era entonces un pobre caserío. Tampoco existían otros sitios célebres, como Bersheba o Edom. No había ningún rey en Edom para enfrentar a los israelitas. Esos sitios existieron, pero mucho tiempo después del Exodo, mucho después de la emergencia del reino de Judá. Ni siquiera hay rastros dejados por esa gente en su peregrinación de 40 años. Hemos sido capaces de hallar rastros de minúsculos caseríos de 40 o 50 personas. A menos que esa multitud nunca se haya detenido a dormir, comer o descansar: no existe el menor indicio de su paso por el desierto.

En resumen, los hebreos nunca conquistaron Palestina. Porque ya estaban allí. Los primeros israelitas eran pastores nómadas de Canaán que se instalaron en las regiones montañosas en el siglo XII a.C. Allí, unas 250 comunidades muy reducidas vivieron de la agricultura, aisladas unas de otras, sin administración ni organización política. Todas las excavaciones en la región exhumaron vestigios de poblados con silos para cereales, pero también de corrales rudimentarios. Esto nos lleva a pensar que esos individuos habían sido nómadas que se convirtieron en agricultores. Pero ésa fue la tercera ola de instalación sedentaria registrada en la región desde el 3500 a.C. Esos pobladores pasaban alternativamente del sedentarismo al nomadismo pastoral con mucha facilidad. [18]

Sin embargo, un nuevo documental que lleva por título «Exodus decoded» («El Éxodo descifrado») producido en 2006 por Simcha Jacobovici, un cineasta canadiense judío, argumenta que el Éxodo tuvo lugar en tiempos del faraón Ahmosis I (en torno a 1525-1500 a.C.) y que el Éxodo estaría relacionado con la erupción volcánica de Thera en el mar Egeo hace 3.500 años. El documental, que es relatado por el director James Cameron (Director de la película «Titanic»), también trata de explicar «la ubicación» del Monte Sinaí. La película, cargada de efectos especiales y que ha tenido un coste de 3,5 millones de dólares, revisa nuevamente los efectos del volcán Egeo y saca a la luz nuevas conclusiones tras muchos años de investigación. [19]

La historia de la arqueología bíblica es tan reciente como la de la arqueología en general y, lógicamente, su desarrollo tiene que ver con el descubrimiento de hallazgos antiguos de primera importancia para la misma. Los siguientes son los hallazgos arqueológicos bíblicos más importantes de las últimas décadas según la recopilación del Centro de Estudios Ratisbone de Jerusalén

Durante el XXV Aniversario del magazín «Biblical Archeological Review» (Reseña de Arqueología bíblica), en la edición de marzo-abril de 2001, el editor Hershel Shanks citó numerosas fuentes de arqueólogos y biblistas que insistían que el minimalismo estaba muriendo[20].

Períodos Arqueológicos

Los períodos arqueológicos del área han sido establecidos de la siguiente forma:

PERÍODO PREHISTÓRICO

  • Período Neolítico 8500-4300 A.C.
  • Período Calcolítico 4300-3300 A.C.

PERÍODO BÍBLICO1

  • Período Canaanita (edad de bronce) 3300-1200 A.C.
  • Edad de bronce temprana I (EB I) 3330-3050 A.C.
  • Edad de bronce temprana II-III (EB II-III) 3050-2300 A.C.
  • Edad de bronce temprana IV/Edad de bronce media I (EB IV/MBI) 2300-2000 A.C.
  • Edad de bronce media IIA (MB IIA) 2000-1750 A.C.
  • Edad de bronce media IIB (MB IIB) 1800-1550 A.C.
  • Última edad de bronce I-II (LB I-II) 1550-1200 A.C.
  • Período Israelita (edad de hierro) 1200-539 A.C.
  • Edad de hierro I (IA I) (jueces) 1200-1000 A.C.
  • Edad de hierro IIA (IA IIA) (Monarquía Unida) 1000-925 A.C.
  • Edad de hierro IIB-C (IA IIB-C) (Monarquía dividida) 925-586 A.C.
  • Edad de hierro III (período Neo-Babilónico) 586-539 A.C.
  • Período Persa 539-333 A.C.

PERÍODO CLÁSICO

  • Período Helenistico 333-165 A.C.
  • Período Maccabeo/Hasmoneano 165-63 A.C.
  • Período Romano 63 A.C.-330 E.C.
  • Período Romano Temprano (Período Herodiano) (Período del Nuevo Testamento) 63 A.C.-70 E.C.
  • Período Romano Medio(Período de Yavne) 70-135 E.C
  • Último Período Romano (Período de Mishnaic) 135-200 E.C.
  • Último Período Romano (Período Talmúdico) 200-330 E.c.
  • Período Bizantino 330-638 E.C.

PERÍODO ISLÁMICO

  • Período del Califato Arabe 638-1099 E.C.
  • Período de Umayyad 638-750 E.C.
  • Período de Abbasid 750-1099 E.C.
  • Período de los Cruzados 1099-1244 E.C.
  • Período del Reino de Jerusalén 1099-1187 E.C.
  • Período de Ayyubid 1187-1244 E.C.
  • (Período de Mamluk 1244-1291 E.C.)
  • Período de Mamluk 1244-1517 E.C.
  • Período Otomano1517-1917 E.C.

PERÍODO MODERNO

  • Período del Mandato Británico 1917-1948 E.C.
  • Período Israelí 1948-Presente [21]

Escuelas arqueológicas

La arqueología bíblica es materia de permanente debate. Uno de los objetos de mayor disputa es el periodo de la monarquía en Israel y en general la historicidad de la Biblia frente a la cual se pueden definir vagamente dos escuelas del pensamiento: minimalismo y maximalismo bíblicos, así como el método no-histórico de leer la Biblia, es decir la tradicional lectura religiosa de esta. Debe notarse que las dos escuelas no constituyen unidades sino un espectro que hace difícil definir campos y límites, pero se pueden establecer puntos descriptivos.

Minimalismo bíblico

El minimalismo bíblico o Escuela de Copenhague enfatiza que la Biblia debe ser leída y analizada ante todo como una colección de narraciones y no como un cuidadoso recuento histórico de la prehistoria del Medio Oriente. En 1968 Niels Peter Lemche y Heike Friis escribieron dos ensayos en los que llamaban a una revisión completa en los modos en que se estaba leyendo la Biblia y sacando conclusiones históricas de la misma. [22]

G. Garbini con su «Historia e ideología del Israel antiguo», T.L. Thompson con «Historia antigua de los israelitas: de fuentes escritas y arqueológicas» y P.R. Davies con su obra «En búsqueda del «Antiguo Israel», construyen las bases de lo que llegó a ser el minimalismo bíblico.

Davies, por ejemplo, dice que

el Israel histórico sólo puede ser encontrado en los restos arqueológicos, el Israel bíblico se percibe sólo en las Escrituras y el Israel antiguo como una amalgama de ambos.

Thomson y Davies ven el Antiguo Testamento (Tanaj) como

una creación mítica de una minoritaria comunidad de judíos en Jerusalén después del tiempo que la Biblia señala como el retorno del exilio de Babilonia (después del 539 a. C. en adelante).

Para esta escuela del pensamiento, ninguno de los más primitivos recuentos bíblicos tiene una solidez histórica y sólo algunos de los más recientes poseen pequeños fragmentos de una genuina memoria histórica que son los únicos puntos respaldados por los descubrimientos arqueológicos. En consecuencia, los recuentos acerca de los patriarcas bíblicos son tenidos como ficción, las doce tribus de Israel nunca existieron, tampoco los reyes David y Saúl ni la unidad de la monarquía bajo David y Salomón.

Maximalismo bíblico

El término «maximalismo» puede generar confusiones dado que algunos lo relacionan con la «inerrancia bíblica» y no todos los maximalistas pertenecen a dicha doctrina. La mayoría de los maximalistas bíblicos aceptan los descubrimientos de la arqueología y de los modernos estudios bíblicos. Sin embargo, los maximalistas sostienen que todo el conjunto de relatos bíblicos son en realidad referencias históricas y que los más recientes libros tienen mayor solidez histórica que los más primitivos.

La arqueología señala eras históricas y reinos, modos de vida y comercio, creencias y estructuras sociales: sin embargo, sólo en muy raros casos, los estudios arqueológicos presentan información acerca de familias individuales, por lo tanto, no es posible esperar ello de la arqueología. Hasta el momento, la arqueología no ha presentado ninguna prueba que asegure o niegue la existencia de los patriarcas. Los maximalistas están divididos en dos temas:

Unos sostienen que los patriarcas fueron en realidad personajes históricos, aunque los relatos bíblicos acerca de ellos no son siempre precisos, incluso en sentido amplio.

Otros señalan que algunos o todos los patriarcas pueden clasificarse como personajes ficticios que guardan una leve relación con distantes personajes históricos.

Los maximalistas bíblicos están de acuerdo en que las doce tribus de Israel existieron, aunque ello no signifique necesariamente que los recuentos bíblicos acerca de ellas correspondan del todo a la realidad histórica. También están de acuerdo en la existencia de grandes figuras como David, Saúl, Salomón, la monarquía de Israel y Jesús. Pero la gama de posiciones dentro del maximalismo es amplia e incluso algunos autores pueden presentar leves diferencias con los minimalistas.

En 2003, Kenneth Kitchen, un prominente maximalista, autor del libro «Fiabilidad del Antiguo Testamento»,critica la obra de Finkelstein y Silberman. Jennifer Wallace diría de Israel Finkelstein en su artículo «Tierra movida en la Tierra Santa»

Él [Finkelstein] cita el hecho – ahora aceptado por la mayoría de los arqueólogos – que muchas de las ciudades que Josué se supone saqueó a finales del siglo XIII a. C. habían dejado de existir para ese tiempo. Hazor fue destruida a mediados de ese siglo, Ai fue abandonada antes de 2000 a. C. Incluso Jericó, cuando se dice que Josué derribó las murallas después de dar siete vueltas a la ciudad con el retumbe de trompetas, fue destruida en 1500 a. C. Ahora controlada bajo la Autoridad Palestina, los sitios de Jericó consisten en hoyos y trincheras desmoronados que testimonian un siglo de infructuosas excavaciones.

Sin embargo, muchos especialistas de hoy día si creen que los hebreos habitaron verdaderamente en Egipto y que en algún momento estos abandonaron el Delta oriental.  Muchos diferentes textos de la Biblia mencionan este éxodo, y la tradición egipcia, como la memoria de Manetón no ignoran el hecho. Sin embargo, los críticos no están de acuerdo ampliamente cuando se trata de la interpretación de los pasajes que citan este éxodo.

Tres conjuntos de datos han de tenerse en cuenta:

  • (1) la geografía,
  • (2) los hechos de la arqueología;
  • (3) los hechos de la crítica bíblica.

Ninguno de estos puede ser ignorado. [23]

Hay pruebas, muchas, pero también hay negaciones a estas pruebas de parte de otras escuelas de pensamiento. No existe neutralidad en la ciencia. Las “pruebas” se interpretan de acuerdo a ciertos criterios, que muchas veces son subjetivos. No son neutrales los científicos, para nada, son humanos y tienen sus preconcepciones filosóficas.

Por esto,volviendo al tema que nos interesa, quisiera citar a eruditos como W.Eichrodt R.de Vaux y J. Bright, quienes

«han enfatizado la importancia de la historicidad sustancial de los relatos del Antiguo Testamento como esencial para mantener la coherencia entre la historia de Israel y la fe de Israel.»

La opinión de Eichrodt, es que

«…en el Antiguo Testamento no nos enfrentamos con una transformación antihistórica del curso de la historia en un cuento de hadas o en un poema, sino con una interpretación de acontecimientos reales inspirada por el contacto con la misteriosa creatividad del Dios que controla la historia y con la continua experiencia de su acción salvadora.»[24]

No hay razón suficiente para rechazar de plano todo intento de armonización -como sugería Calvino- entre la tradición bíblica y los resultados de la investigación histórica. Por otro lado, nada en buena lógica nos obliga a dudar sistemáticamente de la veracidad histórica de la Escritura, como algunos críticos han hecho. Una actitud prudente, pero positiva, parece del todo congruente y permite al exegeta beneficiarse de los logros del método histórico-crítico, sin tener que sacrificar una postura conservadora respecto a la Biblia y su inspiración.

Como bien hace notar I. H. Marshall,

«una cosa es ciertamente interrogar al texto de modo minucioso a fin de descubrir todo lo que realmente dice o implica; algo completamente distinto es negarse a creer toda afirmación en él hecha hasta que puede demostrarse su veracidad. Es aquí donde aparece una dará diferencia entre los puntos de vista llamados conservador y radical. La posición adoptada por el historiador escéptico es enteramente irrealista como se pondría pronto de manifiesto si trátese de aplicarla a todas las declaraciones ordinarias que le hacen otras personas en el curso de la vida diaria. Si tenemos una narración, que da a entender que es histórica, de un escritor cuya obra es reconocida como fidedigna, es más razonable aceptarla como veraz en tanto no sea aportada una evidencia satisfactoria en contra».[25]

La Biblia, en manos de los críticos, quedaba reducida a simple reliquia histérica, sin mensaje, sin espíritu, sin vida»[26],

Sir Frederic Kenyon dice:

«Es, enton­ces, legítimo decir que cn relación con esa parte del Antiguo Testamento contra la cual la crítica desintegrante de la úl­tima mitad del siglo XIX dirigió sus ata­ques, ahora la evidencia de la arqueo­logía ha servido para restablecer su autoridad y también para aumentar su valor, ya que ahora se entiende mejor, dado el conocimiento mayor de su situa­ción y trasfondo. La arqueología no ha dado su última palabra; pero los resul­tados hasta ahora obtenidos confirman lo que la fe sugiere, es decir, que la Biblia sólo gana del aumento de nuestros cono­cimientos» (656/279).

La arqueología ha producido una abun­dancia de evidencia que apoya la exactitud de nuestro Texto Masorético.

Bernard Ramm escribe acerca del Sello de Jeremías:

La arqueología nos ha dado evidencia en cuanto a la precisión sustancial de nuestro Texto Masorético. El Sello de Jeremías, un sello usado para estampar los sellos hechos de betún y colocados en las botellas de vino, cuya fecha ha sido calculada como del siglo I o del II d.C, lleva el texto de Jeremías 48:11

Y en general el texto se conforma con el texto masorético. Este sello da testimonio acerca de la precisión con la cual se transmitía el texto entre el tiempo en que se confeccionó el sello y cl tiempo en que los manuscritos fueron escritos originalmente». Ademas el Papiro Roberts, que data del siglo II a. de J.C., y el Papiro Nash, fechado por Albright como proveniente antes del año 100 a. de J.C., confirman nuestro Texto Masorético (1000/8-10).

William Albright afirma que

«po­demos tomar como cosa segura que el texto consonantico de la Biblia hebrea, aunque no infalible, ha sido preservado con una precisión tal vez sin paralelo en otra literatura del Medio Oriente… De veras, la inundación de luz que ahora se arroja sobre la poesía bíblica hebrea de todos los períodos por causa de la lite­ratura ugarítica garantiza su antigüedad relativa como también la precisión asom­brosa de su transmisión» (29/25).

El arqueólogo Albright escribe en re­lación con la confiabilidad de las Escri­turas a la luz de la arqueología:

«El con­tenido de nuestro Pentateuco es, en gene­ral, mucho más antiguo que la fecha de su edición final; nuevos descubrimientos siguen confirmando la precisión históri­ca o la antigüedad literaria, detalle tras detalle de él (el Pentateuco)… De modo que es pura crítica exagerada negar que el carácter de la tradición del Pentateuco no sea sustancialmente mosaico (305/224) [27]

Notas

Bibliografia consultada

  • Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia
  • Josh McDowell, Nueva evidencia que demanda un veredicto, ed. Mundo Hispano
  • Jose M.Martinez,Hermeneutica Biblica,ed. Clie
  • Josh Mc Dowell – Don Stewart, Razones ¿Tiene sentido la fe cristiana para el hombre de hoy?, pag. 60, editorial Vida
  • Pablo Hoff,Libros Históricos,ed. Vida,11º impresión, Florida,EE.UU,1993,p.-27
  • Thomas F. Heinze, ¿Como principió la vida?, ed. Chick publicaciones
  • Dicc. Bíblico. ed.Certeza
  • Biblical Archaeology Review, May-June, 1995, p. 33
  • Comentario biblico siglo XXI
  • Biblical Archaeology Review, March/April, 2006, volume 32, No 2, pp. 26 – 76.
  • The Anchor Bible Dictionary, Archaeology, W. Dever

Imagenes

  1. Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
  2. Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
  3. Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
  4. Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
  5. http://www.protestantedigital.com/new/imagenes/060305fb.jpg
  6. http://www.sindioses.org/examenreligiones/arqueobiblica04.jp

Adventista Del Séptimo Día

Adventista Del Séptimo Día, Iglesia

Denominación cristiana fundada por seguidores de William Miller y otros cristianos. Esperaban la inminente Segunda Venida de Cristo. Empezó a formarse en 1844, pero debido a las predicciones incumplidas de Miller, se organizó oficial y definitivamente en 1863. Su nombre revela el énfasis tanto en la Segunda Venida como en la observancia del sábado o séptimo día, práctica que tomaron de los «BAUTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA» y otros creyentes. Entre sus fundadores estuvieron Joseph Bates y Elena Harmon White. A esta dama, de origen metodista, se le atribuye una inspiración especial como autora de libros fundamentales para la denominación, entre ellos se encuentran El camino a Cristo, El Deseado de todas las gentes, y muchos otros.
Según los adventistas, la inmortalidad solo se otorga a los justos en ocasión del regreso de Cristo. Afirman que los muertos están en inconsciencia total. También insisten en la purificación del santuario celestial, debido a que se inició una obra de juicio en l844 que durará hasta concluir el tiempo de la gracia. La mayoría de las otras doctrinas son parecidas a las de los cristianos evangélicos. Bautizan por inmersión y solamente a creyentes con suficiente edad. Practican un estilo de vida conservador, rechazan las bebidas alcohólicas, el tabaco, el baile, el café y las comidas que pueden dañar la salud. Enfatizan mucho el cuidado corporal y favorecen una dieta vegetariana.
Cada iglesia local elige a ciertos dirigentes (ancianos, diáconos, etc.) y juntas que forman parte de conferencias regionales gobernadas por una directiva. Estas conferencias crean uniones. Estas, a su vez, forman las numerosas divisiones que integran la Asociación General, de carácter mundial. Los pastores están sujetos no solo a la iglesia local sino a la denominación. Los adventistas promueven la educación, la salud, así como la distribución de Biblias y literatura. Su revista más conocida es El Centinela y El Heraldo de la Salud. Esta iglesia se extiende por todo el mundo.
Los adventistas se van a un extremo pues inventaron otra MISHNA con muchas regulaciones (son la nueva ala farisea del cristianismo) olvidando que la obediencia es entre Dios y uno.
fuente bibl:
Ramos, Marcos Antonio, Nuevo Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas, (Nashville, TN / Miami, FL: Editorial Caribe Inc., Thomas Nelson, Inc.) 2000, c1998.