Como supo Moisés de Adán y Eva?

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Los primeros humanos

Los primeros humanos

Hace 2.5 millones de años, el clima de la región africana donde habitaban los australopitecinos comenzó a cambiar haciéndose más árido. La sabana arbolada, a la que con tanto éxito se habían adaptado, se fue reduciendo, dando lugar a una sabana abierta, con arbustos pero sin árboles. Indudablemente, este cambio debió afectarles muy gravemente, ya que en este nuevo ambiente debieron encontrarse totalmente a merced de los depredadores. Ya no había un árbol cerca donde subirse en caso de peligro, y no podían correr tan rápido como un león o un grupo de hienas, ni tampoco hacerlos frente ¿Cómo pudieron sobrevivir? Es posible que fueran capaces de utilizar palos y piedras como armas, aunque no tenemos pruebas directas de que esto ocurriera. En ocasiones, se ha visto que los chimpancés pueden hacer estas cosas. En cualquier caso, las nuevas condiciones debieron imponer una fuerte ‘presión selectiva’ que permitiera la adaptación a este mundo nuevo y extraño.

Sin embargo, no todas las zonas de sabana arbolada desaparecieron, y en las que quedaron siguieron habitando los australopitecinos durante mucho tiempo. Tampoco puede dudarse que muchas poblaciones no lograron adaptarse a las nuevas condiciones y se extinguieron. Sin embargo, algunas se adaptaron y los cambios que dio lugar esta adaptación trazaron la senda hacia la aparición del hombre. A estas primeras especies pertenecientes al géneroHomo, las denominaremos colectivamente Homo habilis, aunque el nombre es con seguridad incorrecto, ya que se trata de varias especies y su filogenia todavía no está claramente establecida.

Los cambios que se observan en el registro fósil correspondiente a esa época son rápidos y fundamentales. En primer lugar, se observa el mayor incremento en el tamaño del cerebro. En segundo lugar, el dimorfismo sexual disminuyó desde el 50% típico de los autralopitecinos hasta cerca del 15% que existe en la actualidad. En tercer lugar, se produjo un cambio notable en la dentición, apreciándose una disminución del tamaño de los molares. Además, se observa un acortamiento de los brazos y un alargamiento de las piernas ¿Qué significan todos estos cambios? A ciencia cierta, no lo sabemos, pero los expertos han construido un escenario ‘razonable’, aunque especulativo. Veamos.

La desaparición del bosque debió suponer un cambio mucho más radical que el paso de la selva tropical a la sabana arbolada. Cabe pensar que la adaptación se produjo fundamentalmente en dos direcciones: hacia un completo bipedalismo y hacia un aumento del tamaño del cerebro. En ausencia de árboles, las ventajas del bipedalismo son evidentes. Esta forma de desplazamiento permite cubrir distancias mucho más largas en campo abierto. Además, la posición erguida permite ‘ver más lejos’ en un terreno despejado y estar sometido a una menor insolación. Finalmente, libera las manos para otros usos –significativamente, para utilizar palos y piedras como armas. No obstante, el cambio esencial hacia la posición erguida ya se había producido en losaustralopitecinos.

El cambio más importante radica probablemente en el aumento del tamaño del cerebro. Las ventajas potenciales que se derivarían de una mayor capacidad mental son, en principio, numerosas. Por ejemplo, podría haber permitido a los primeros humanos recorrer un terreno más amplio, ya que se necesita memoria y sentido de la orientación para encontrar la comida y poder ‘regresar’. Sin duda, una mayor capacidad mental es necesaria para el uso y fabricación de herramientas. Las primeras herramientas de piedra que han llegado hasta nosotros fueran fabricadas por Homo habilis. Hay una gran diferencia entre emplear un palo como bastón, como a veces hacen los chimpancés, y fabricar expresamente un instrumento cortante golpeando dos piedras. La segunda acción exige planificación, capacidad de abstracción y enorme destreza manual.

Por otra parte, un cerebro grande también tiene inconvenientes. En primer lugar, gasta mucha energía. Aunque sólo representa el 2% del peso del cuerpo, el cerebro gasta el 20% de la energía en reposo. En definitiva, un buen cerebro es útil pero sale caro. Es razonable que la selección natural no favoreciera el aumento del cerebro entre los chimpancés o los australopitecinos, debido a los costes que ello apareja. Sin embargo, es posible que en las nuevas y duras condiciones a las que se enfrentaban los primeros hombres, las ventajas derivadas de tener un cerebro mayor sí fueran los bastante grandes como para compensar los inconvenientes.

Dos factores han sido propuestos como los cambios claves en este proceso de transición: el uso del fuego y el paso de una dieta vegetariana a otra omnívora, donde la caza jugara un papel importante. En ambos casos, las hipótesis son muy controvertidas, sobre todo porque no están claras las fechas en que estas actividades se originaron y muchos investigadores piensa que no se produjeron sino muy posteriormente. Es plausible que el manejo del fuego fuera un elemento esencial en la ‘conquista’ de la sabana abierta, ya que habría permitido mantener a raya a muchos depredadores nocturnos, sustituyendo así al refugio que proporcionaban los árboles. El inicio de la caza en este periodo ha sido otra fuente de discusión entre los expertos. Algunos científicos se inclinan a pensar que Homo habilis era capaz de abatir presas de buen tamaño y que, justamente, las nuevas demandas derivadas de esta actividad habrían sido el motor de subsiguientes cambios evolutivos. Los partidarios de la ‘hipótesis del cazador’ argumentan que hace falta un cerebro muy grande para seguir los rastros de otros animales y para coordinar la caza dentro de un grupo de individuos. Por otra parte, la disminución de los molares podría reflejar este cambio en la dieta. En cambio, otros investigadores argumentan que eran, a los sumo, cazadores oportunistas y carroñeros, y que los cambios en la dentición pueden explicarse en función del manejo del fuego, que habría permitido ablandar alimentos recolectados de origen vegetal. Aunque no podemos estar seguros de la fecha exacta en que se produjeron todos estos cambios, es razonable pensar que este proceso ya se había completado con la aparición de Homo erectus, hace unos1.9 millones de años. Esta especie resultó ser extraordinariamente exitosa y fue capaz de salir del continente africano y extenderse por Asia y Europa, por lo que podemos considerar a erectus como el ‘primer turista’. Existen pocas dudas de que esta especie llegara a dominar el fuego y a ella se asocia la primera gran industria de herramientas de piedra, denominada achelense.

Los primeros humanos

Los Primeros humanos (y 2)

Curiosamente, los dos factores fundamentales de hominización, la posición erguida y el tamaño del cerebro, debieron entrar en conflicto en un momento dado, generando a su vez otros cambios importantes. Recordemos que el bipedalismo requiere una cierta re-organización del cuerpo para funcionar. Notablemente, el paso a la posición erguida requiere cambios en la forma de la pelvis, lo que se traduce en una menor anchura del canal pélvico; una pelvis más estrecha significa un parto más difícil. Esto no debía ser un problema grave entre los australopitecinos, ya que el tamaño del cerebro de las crías era también pequeño. Pero cuando el cerebro empezó a aumentar, debido a la mayor demanda de ‘poder mental’, el problema debió agudizarse. En sentido figurado, podríamos decir que la selección natural se encontró con un problema. Por un lado, resultaba favorable tener un cerebro grande y por otro, resultaba imposible parir a las crías con semejante cabezón. También en sentido figurado, podríamos decir que la selección natural lo ‘resolvió’ de la siguiente forma. Las crías de los primeros humanos nacían con una cabeza tan grande como era posible, dentro de los límites marcados por la abertura de la pelvis. Y el resto del desarrollo del cerebro tenía lugar después del parto. Esto explica dos características peculiares de los humanos actuales: que el parto sea difícil (comparado con otros mamíferos) y que los bebés humanos sean mucho más desvalidos que los de especies relacionadas. Para que un bebé humano fuera equivalente en sus ‘capacidades’ al nacer a uno de chimpancé, tendría que pasar 17 meses en el útero, y habría que practicarle obligatoriamente la cesárea (una opción que no estaba disponible entonces). En definitiva, el conflicto entre el problema del parto y la necesidad de un gran cerebro debió aumentar espectacularmente las necesidades de cuidados parentales, con objeto de que estas (inusitadamente) torpes criaturas tuvieran alguna opción de crecer y reproducirse. Y esto trajo consigo otros cambios.

La prolongada lactancia y la dificultad de criar a la prole explica otra de las características más peculiares de la especie humana, ya comentada, y que no se da entre las especies más próximas a la nuestra: la necesidad de que los machos contribuyan a esta crianza, aportando recursos y protección. De aquí debió surgir la constitución de la ‘pareja’ como elemento característico de nuestra especie. Recordemos que los machos de chimpancé no contribuyen en nada al cuidado de su prole, en buena parte porque los machos individuales no pueden estar seguros si una cría dada es suya o no (sigo hablando en sentido figurado; esto no quiere decir literalmente que un chimpancé macho tenga que tener el concepto de paternidad). Al mismo tiempo, la disminución de la poligamia debió contribuir a equilibrar el tamaño corporal de ambos sexos. Por una parte, a los machos ya no les resultaba tan ventajoso monopolizar a muchas hembras porque no podían generar los suficientes recursos alimenticios para contribuir a su alimentación y las de sus hijos. Por otra parte, para las hembras debía ser ventajoso un tamaño corporal grande para facilitar el parto. Existen buenas razones para creer que el mencionado conflicto ‘cabeza-pelvis’ originó una cascada de cambios esenciales en nuestra evolución como especie y contribuyó a perfilar numerosos aspectos de nuestra psicología, tales como la (relativa) tendencia a la monogamia o las preferencias innatas en la elección de pareja.

La aparición de la ‘pareja’ como ‘institución’ debió producirse en paralelo a otro proceso no menos importante: el aumento del tamaño y cohesión del grupo. El carácter ‘desvalido’ de los primeros humanos en la sabana abierta debió hacer de la vida social un elemento particularmente importante en la supervivencia. Es lógico pensar que nuestros antecesores tuvieran que actuar de forma coordinada para defenderse de animales más grandes y fuertes, así como para llevar a cabo estrategias colectivas de caza o recolección. Muchos etólogos y antropólogos evolutivos han argumentado que la vida social impone a los individuos una fuerte demanda de ‘capacidad mental’ para sacar el máximo partido de un ambiente donde hay una fuerte competencia por alimentos y privilegios reproductivos. Según este argumento, los individuos con gran ‘inteligencia social’ serían capaces de formar alianzas ventajosas (o desertar ventajosamente) y de cooperar o engañar a otros individuos según lo requirieran las circunstancias. Esta ‘inteligencia maquiavélica’ habría conferido una ventaja reproductiva a los que la tuvieran y por eso la hemos acabado heredando nosotros, aunque las ventajas reproductivas que en la actualidad nos pueda ofrecer sean dudosas. La crianza en parejas es algo relativamente normal; casi todas las aves la practican. Lo que es excepcional en los humanos es la doble necesidad de formar parejas estables dentro de grupos sociales más amplios. Esta situación debía ser particularmente conflictiva para nuestros antecesores; de hecho, sigue siéndolo para nosotros en la actualidad ¿Cómo se resolvió este nuevo conflicto entre el grupo y la pareja? Seguimos sin saberlo, aunque se ha aventurado alguna hipótesis, pero para poder entrar en ello tenemos que regresar a la cuestión del lenguaje.

Los Primeros humanos (y 2)

Lilit

Lilit

Lilit es una figura legendaria del folclore judío, de origen mesopotámico. Se la considera la primera esposa de Adán, anterior a Eva. Abandonó el Edén por propia iniciativa y se instaló junto al Mar Rojo, uniéndose allí con Asmodeo, que sería su amante, y con otros demonios. Más tarde, se convirtió en una demonesa que rapta a los niños en sus cunas por la noche y se une a los hombres como un súcubo, engendrando hijos (los lilim) con el semen que los varones derraman involuntariamente cuando están durmiendo (polución nocturna). Se la representa con el aspecto de mujer muy hermosa, con el pelo largo y rizado, generalmente pelirroja, y a veces alada.

El Libro de Génesis: Mito o Verdad?

El Libro de Génesis: Mito o Verdad?

Posted: 06 Nov 2008 04:00 AM CST

Como he dejado notar, no son pocos los cristianos los que creen en el creacionismo progresivo, el Big Bang, y/o la evolución. Es claro que para poder expresar sus creencias, deben recurrir a la ciencia para que ésta les brinde las explicaciones con respecto al inicio del universo.

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¿Cómo nos hizo Dios?

¿Cómo nos hizo Dios?

Todos los hombres descienden de un hombre y de una mujer. Adán y Eva fueron los primeros padres de toda la humanidad. No hay en la Sagrada Escritura verdad más claramente enseñada que ésta. El libro del Génesis establece conclusivamente nuestra común descendencia de esa única pareja.

¿Qué pasa entonces con la teoría de la evolución en su formulación más extrema: que la humanidad evolucionó de una forma de vida animal inferior, de algún tipo de mono?

No es esta la ocasión para un examen detallado de la teoría de la evolución, la teoría que establece que todo lo que existe -el mundo y lo que contiene- ha evolucionado de una masa informe de materia primigenia. En lo que concierne al mundo mismo, el mundo de minerales, rocas y materia inerte, hay sólida evidencia científica de que sufrió un proceso lento y gradual, que se extendió durante un período muy largo de tiempo.

No hay nada contrario a la Biblia o la fe en esa teoría. Si Dios escogió formar el mundo creando originalmente una masa de átomos y estableciendo al mismo tiempo las leyes naturales por las que, paso a paso, evolucionaría hasta hacerse el universo como hoy lo conocemos, pudo muy bien hacerlo así. Seguiría siendo el Creador de todas las cosas.

Además, un desenvolvimiento gradual de su plan, actuado por causas segundas, reflejaría mejor su poder creador que si hubiera hecho el universo que conocemos en un instante. El fabricante que hace sus productos enseñando a supervisores y capataces, muestra mejor sus talentos que el patrón que tiene que atender personalmente cada paso del proceso.

A esta fase del proceso creativo, al desarrollo de la materia inerte, se llama «evolución inorgánica». Si aplicamos la misma teoría a la materia viviente, tenemos la llamada teoría de la «evolución orgánica». Pero el cuadro aquí no está tan claro ni mucho menos; la evidencia se presenta llena de huecos y la teoría necesita más pruebas científicas. Esta teoría propugna que la vida que conocemos hoy, incluso la del cuerpo humano, ha evolucionado por largas eras desde ciertas formas simples de células vivas a plantas y peces, de aves y reptiles al hombre.

La teoría de la evolución orgánica está muy lejos de ser probada científicamente. Hay buenos libros que podrán proporcionar al lector interesado un examen equilibrado de toda esta cuestión (*). Pero para nuestro propósito basta señalar que la exhaustiva investigación científica no ha podido hallar los restos de la criatura que estaría a medio camino entre el hombre y el mono. Los evolucionistas orgánicos basan mucho su doctrina en las similitudes entre el cuerpo de los simios y el del hombre, pero un juicio realmente imparcial nos hará ver que las diferencias son tan grandes como las semejanzas.

Y la búsqueda del «eslabón perdido» continúa. De vez en cuando se descubren unos huesos antiguos en cuevas y excavaciones. Por un rato hay gran excitación, pero luego se ve que aquellos huesos eran o claramente humanos o claramente de mono. Tenemos «el hombre de Pekín», «el hombre mono de Java», «el hombre de Foxhall» y una colección más. Pero estas criaturas, un poquito más que los monos y un poquito menos que el hombre, están aún por desenterrar.

Pero, al final, nuestro interés es relativo. En lo que concierne a la fe, no importa en absoluto. Dios pudo haber moldeado el cuerpo del hombre por medio de un proceso evolutivo, si así lo quiso. Pudo haber dirigido el desarrollo de una especie determinada de mono hasta que alcanzara el punto de perfección que quería. Dios entonces crearía almas espirituales para un macho y una hembra de esa especie, y tendríamos el primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva. Sería igualmente cierto que Dios creó al hombre del barro de la tierra.

Lo que debemos creer y lo que el Génesis enseña sin calificaciones es que el género humano desciende de una pareja original, y que las almas de Adán y Eva (como cada una de las nuestras) fueron directa e inmediatamente creadas por Dios. El alma es espíritu; no puede «evolucionar» de la materia, como tampoco puede heredarse de nuestros padres.

Marido y mujer cooperan con Dios en la formación del cuerpo humano. Pero el alma espiritual que hace de ese cuerpo un ser humano ha de ser creada directamente por Dios, e infundida en el cuerpo embriónico en el seno materno.

(*) En castellano pueden consultarse sobre este tema: Luis ARNALBICH, El origen del mundo y del hombre según la Biblia, Ed. Rialp, Madrid 1972; XAVIER ZUBIRI, El origen del hombre, Ed. Revista de Occidente, Madrid 1964; REMY COLLIN, La evolución: hipótesis y problemas, Ed. Casal i Vall, Andorra 1962; NICOLÁS CORTE, Los orígenes del hombre, Ed. Casal i Vall, Andorra 1959; PmRo LEONAROI, Carlos Darwin y el evolucionismo, Ed. Fax, Madrid, 1961; CLAUDIO TRESMONTAN, Introducción al pensamiento de Teilhard de Chardin, Ed. Taurus, Madrid 1964.

La búsqueda del «eslabón perdido» continuará, y científicos católicos participarán en ella.

Saben que, como toda verdad viene de Dios, no puede haber conflicto entre un dato religioso y otro científico. Mientras tanto, los demás católicos seguiremos imperturbados.

Sea cuál fuere la forma que Dios eligió para hacer nuestro cuerpo, es el alma lo que importa más. Es el alma la que alza del suelo los ojos del animal -de su limitada búsqueda de alimento y sexo, de placer y evitación de dolor-. Es el alma la que alza nuestros ojos a las estrellas para que veamos la belleza, conozcamos la verdad y amemos el bien(*).

A algunas personas les gusta hablar de sus antepasados. Especialmente si en el árbol familiar aparece un noble, un gran estadista o algún personaje de algún modo famoso, les gusta presumir un poco.

Si quisiéramos, cada uno de nosotros se podría jactar de los antepasados de su árbol familiar, Adán y Eva. Al salir de las manos de Dios eran personas espléndidas. Dios no los hizo seres humanos corrientes, sometidos a las ordinarias leyes de la naturaleza, como las del inevitable decaimiento y la muerte final, una muerte a la que seguiría una mera felicidad natural, sin visión beatífica. Tampoco los hizo sujetos a las normales limitaciones de la naturaleza humana, como son la necesidad de adquirir sus conocimientos por estudio e investigación laboriosos, y la de mantener el control del espíritu sobre la carne por una esforzada vigilancia.

Con los dones que Dios confirió a Adán y Eva en el primer instante de su existencia, nuestros primeros padres eran inmensamente ricos. Primero, contaban con los dones que denominamos «preternaturales» para distinguirlos de los «sobrenaturales». Los dones preternaturales son aquellos que no pertenecen por derecho a la naturaleza humana, y, sin embargo, no está enteramente fuera de la capacidad de la naturaleza humana el recibirlos y poseerlos.

Por usar un ejemplo casero sobre un orden inferior de la creación, digamos que si a un caballo se le diera el poder de volar, esa habilidad sería un don preternatural. Volar no es propio de la naturaleza del caballo, pero hay otras criaturas capaces de hacerlo. La palabra «preternatural» significa, pues, «fuera o más allá del curso ordinario de la naturaleza».

(*) En su encíclica Humani Generis el Papa Pío XII nos indica la cautela necesaria en la investigación de estas materias científicas. «El Magisterio de la Iglesia -dice el Papa Pío XII- no prohíbe el que -según el estado actual de las ciencias y de la teología-, en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en *canto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente -pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios-. Pero todo ello ha de hacerse de modo que las razones de una y otra opinión -es decir, la defensora y la contraria al evolucionismo- sean examinadas y juzgadas seria, moderada y templadamente; y con tal que todos se muestren dispuestos a someterse al juicio de la Iglesia, a quien Cristo confirió el encargo de interpretar auténticamente las Sagradas Escrituras y defender los dogmas de la fe.»

(Colección de Encíclicas y documentos pontificios, ed. A.C.E., volumen 1, 7 ed., Madrid 1967, pág. 1132).

Pero si a un caballo se le diera el poder de PENSAR y comprender verdades abstractas, eso no sería preternatural; sería, en cierto modo, SOBRENATURAL. Pensar no sólo está más allá de la naturaleza del caballo, sino absoluta y enteramente POR ENCIMA de su naturaleza. Este es exactamente el significado de la palabra «sobrenatural»: algo que está totalmente sobre la naturaleza de la criatura; no sólo de un caballo o un hombre, sino de cualquier criatura.

Quizá ese ejemplo nos ayude un poco a entender las dos clases de don que Dios concedió a Adán y Eva. Primero, tenían los dones preternaturales, entre los que se incluían una sabiduría de un orden inmensamente superior, un conocimiento natural de Dios y del mundo, claro y sin impedimentos, que de otro modo sólo podrían adquirir con una investigación y estudio penosos. Luego, contaban con una elevada fuerza de voluntad y el perfecto control de las pasiones y de los sentidos, que les proporcionaban perfecta tranquilidad interior y ausencia de conflictos personales. En el plano espiritual, estos dos dones preternaturales eran los más importantes con que estaban dotadas su mente y su voluntad.

En el plano físico, sus grandes dádivas fueron la ausencia de dolor y de muerte. Tal como Dios había creado a Adán y Eva, éstos habrían vivido en la tierra el tiempo asignado, libres de dolor y sufrimiento, que de otro modo eran inevitables a un cuerpo físico en un mundo físico. Cuando hubieran acabado sus años de vida temporal, habrían entrado en la vida eterna en cuerpo y alma, sin experimentar la tremenda separación de ‘alma y cuerpo que llamamos muerte.

Pero un don mayor que los preternaturales era el sobrenatural que Dios confirió a Adán y Eva. Nada menos que la participación de su propia naturaleza divina. De una manera maravillosa que no podremos comprender del todo hasta que contemplemos a Dios en el cielo, permitió que su amor (que es el Espíritu Santo) fluyera y llenara las almas de Adán y Eva. Es, por supuesto, un ejemplo muy inadecuado, pero me gusta imaginar este flujo del amor de Dios al alma como el de la sangre en una transfusión. Así como el paciente se une a la sangre del donante por el flujo de ésta, las almas de Adán y Eva estaban unidas a Dios por el flujo de su amor.

La nueva clase de vida que, como resultado de su unión con Dios, poseían Adán y Eva es la vida sobrenatural que llamamos «gracia santificante». Más adelante la trataremos con más extensión, pues desempeña una función en nuestra vida espiritual de importancia absoluta.

Pero ya nos resulta fácil deducir que si Dios se dignó hacer partícipe a nuestra alma de su propia vida en esta tierra temporal, es porque quiere también que participe de su vida divina eternamente en el cielo.

Como consecuencia del don de la gracia santificante, Adán y Eva ya no estaban destinados a una felicidad meramente natural, o sea a una felicidad basada en el simple conocimiento natural de Dios, a quien seguirían sin ver. En cambio, con la gracia santificante, Adán y Eva podrían conocer a Dios tal como es, cara a cara, una vez terminaran su vida en la tierra. Y al verle cara a cara le amarían con un éxtasis de amor de tal intensidad que nunca el hombre hubiera podido aspirar a él por propia naturaleza.

Y ésta es la clase de antepasados que tú y yo hemos tenido. Así es como Dios había hecho a Adán y Eva.

http://www.conoze.com/doc.php?doc=3364

LA MUJER, LA OTRA MITAD DEL HOMBRE

LA MUJER, LA OTRA MITAD DEL HOMBRE

Este es un artículo muy interesante que encontré en internet, que es un comentario de una nota publicada el 9 de dic. de 2007 en EL MINUTO DIGITAL:.

El artículo dice así: «La mujer y el sexo de los ángeles» es un artículo en el que Pedro Rizo demuestra que la mujer no es la antagonista del varón –como hace creer el «feminismo» y las «ideas modernas»–, sino que con el varón forma la pareja humana.

Yo encuentro que la mujer, en igualdad de origen y educación, es mejor criatura que el hombre; más sutil, delicada, receptiva e intuitiva; más capacitada para la abnegación y más preparada para pisar tierra firme, lo cual no la priva de idealismo.

El hombre es más creativo, más desvalido y, por tanto, más audaz en su fuerza y enfrentamiento con la supervivencia y el dominio de su entorno, lo cual no le impide sentir lo espiritual.

La Iglesia, en virtud de la Nueva Alianza que representó Jesucristo (Jn 19, 26-27) fue la primera institución que se rebeló contra la marginación de la mujer que en la Antigüedad no era mucho más que un recipiente procreador y en cuanto al amor se la desechaba para preferir los efebos, lo cual para Platón era el amor más generoso ya que de él no se esperaba descendencia.

Caradura aberrante que ignora el objeto de la genitalidad y se queda de guagua con el premio; esto es, lo que los antiguos llamaban lascivia. Por su naturaleza de esposa y madre la mujer conserva la especie y blinda a la sociedad por la creación y gobierno de la familia, donde el hombre es un bruto que se humaniza a través de la experiencia en su regazo.

Enorme, imprescindible experiencia vital es la mujer para el hombre, criatura que Dios creó sola y corrigió con la compañía de Eva.

De ella empezamos a beneficiarnos en el habitat natural de su vientre, cuando nos alimenta a sus pechos, maravilla desde cualquier perspectiva que se estudie; cuando nos asea acostumbrándonos de niños a la limpieza; cuando llena de besos al bebé que fuimos, «alimento» irreemplazable para nuestro desarrollo; mientras mece la cuna, de sus labios tomamos «inconsciente conciencia» de que Dios existe; de su amor por el esposo se infunde en el hijo el amor al padre.

Todo eso y más nos llega de la mujer en diferentes grados, según el rango de su entorno y clase. Ellas, me refiero a las cristianas, desde niños hasta ancianos nos disponen un hogar acogedor, nos cuidan en la enfermedad, son durante toda la vida la amistad serena del alma… y la pasión unificadora que parece fruta que jamás caduque.

Y – no sé por qué no lo dije ya -, nos regalan nuestra sucesión en los hijos.

Dios quiso tanto al hombre que les mandó del cielo el enamoramiento y con ello el don de sacarnos cualidades «olvidadas y cubiertas de polvo». Pienso que el que las ofende quizás sea porque sólo trató con mujeres heridas que odian al hombre por torpe instinto de conservación. Para conocerlas lo mejor es amarlas: como hijos, primero, y como hombres, después.

Y si en el tráfico de sentimientos nos tienta el culparlas de nuestros males, leamos las redondillas de Sor Juana Inés de la Cruz y examinemos si escondemos subconscientes turbadoresr.

Jesús dijo que «la dureza de corazón de los hombres de la Antigua Ley» relegó a la mujer a condición denigrante. (Mt 19, 5-8)

( pincha aquí )
Fuente:http://www.3montes.blogspot.com/

La caída de la humanidad

La caída de la humanidad

En el jardín nuevo y hermoso, donde habitaban Adán y Eva, Satanás, como una serpiente, se le apareció a Eva.

Serpiente. Copyrighted.

Esta serpiente era más astuta que otros animales creados por el Señor Dios. Y la serpiente dijo a la mujer: «¿Es cierto que Dios les dijo a ustedes que no deberían comer de ninguno de los árboles del jardín?»

La mujer contestó: «Nosotros podemos comer la fruta de todos los árboles del jardín, sólo del fruto del árbol en medio del jardín no podemos comer. Acerca de él Dios nos dijo: ‘Ustedes no deben comer de ese árbol. Si lo hacen, morirán.'»

Entonces la serpiente le dijo a la mujer: «Ustedes no morirán; Dios sabe que el día en que ustedes comán este fruto, sus ojos se abrirán y ustedes serán como dioses, conociendo el bien y el mal.»

Desobediencia. Copyrighted. Eva tomó del fruto, comió, y se lo ofreció a su esposo, Adán, quien estaba junto a ella. Él también comió.

La Biblia dice que Satanás es el Padre de Mentiras, y naturalmente–él trató de engañar a la mujer–y le mintió acerca de Dios.

Cuando la mujer juzgó que los frutos del árbol eran buenos para comerse, que se veían bien y, sobre todo, que también podían darle sabiduría, tomó uno de sus frutos y comío y también le dio a su marido, el cual también comió.

Inmediatamente, sus ojos fueron abiertos y sus espíritus murieron. Ellos vieron que estaban desnudos, y cosieron hojas de higuera juntas para vestirse.

Entonces, cuando oyeron la voz del Señor que se paseaba en el huerto durante la hora fresca del día, Adán y su esposa se escondieron de la presencia de Dios entre los árboles del huerto. Porque ellos confiaron en su propio razonamiento en lugar de las palabras de Dios, murierón espiritualmente y perdieron la comunión con Dios.

Adam wearing fig leaves. Copyrighted.
Adán y Eva vieron que estaban desnudos, así que se cosieron unos delantares de hojas de higuera.

Entonces el Señor Dios llamó a Adán diciendo: «¿Dónde estás?»

Adán respondío: «Oí Tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.»

Entonces Dios le preguntó: «Quién te hizo saber que estabas desnudo? ¿Has comido del único árbol del cual te mandé que no comieras?» Adán respondió: «La mujer que Tú me diste, me dio de esa fruta y yo la comí.»

Y el Señor le dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?» La mujer repondió: «La serpiente me engañó, y yo comí de esa fruta.»

Serpent. Copyrighted.

Entonces el Señor dijo a la serpiente: «Por haber hecho ésto, maldita serás entre todos los animales; sobre tu vientre andarás, y comerás polvo todos los días de tu vida: Y yo pondré enemistad entre ti y la mujer y su descendiente te aplastará la cabeza.»

Eve talking with the Lord. Copyrighted

Esta maldición contra Satanás es donde primero se menciona en el libro de Dios que un dia Él enviaría un Salvador, nacido de una mujer, para vencer a Satanás.

Weeds. Copyrighted.
La tierra te producirá espinos y cardos, y con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra.

A la mujer Dios le dijo: «Yo aumentaré en gran manera tus pesares. El dar a luz te causará dolor; y tu marido te gobernará.»

Y dijo a Adán: «Por cuanto obedeciste a tu esposa y comiste del árbol prohibido, la tierra queda maldita. Desde ahora, todos los días de tu vida, sólo con dificultad podrás obtener de ella tu alimento.

Ella producirá espinas y cardos, y con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra. Te hice del polvo y al polvo regresarás.»

Animal skin coverings. Copyrighted. Dios hizo ropa de pieles de animales para cubrir a Adán y Eva.

Las hojas de higuera no cubrierón la desnudez de Adán Y Eva, así que el Señor Dios hizo vestidos de pieles para cubrir a Adán Y a su mujer. Dios tuvo que matar un animal para darles abrigo a ellos dos. Así pues, el pecado y la muerte entraron al mundo, a través de Adán.

Este método–de cubrir la desobediencia de la humanidad con la muerte de un inocente, fue el plan de Dios, aun antes que Él creara al mundo. Él sabía que la humanidad rechazaría Su dirección y fracazariá al tratar de ser dios de sus propias vidas. Dios le llama a este rechazo «pecado.»

Pero, por el amor de Dios para toda la humanidad, El planificó enviar a un Salvador que moriría para proveer el perdón por los pecados de toda la gente.

Cherubim. Copyrighted.

Así que, el Señor expulsó a Adán y Eva del huerto de Edén, y colocó ángeles, llamados querubines, al oriente del jardín, y una espada de fuego girando en todas direcciones, impidiendo el acceso al Árbol de la Vida.

En el momento que Adán pecó, toda la humanidad estuvo sentenciada a morir. Pero en el plan de Dios, aún hay esperanza.

La familia destruída de Caín y Abel

La Ofrenda de Abel. Copyrighted.

Cuando Eva, la mujer de Adán concibió, tuvo un hijo. Y Eva dijo, «He recibído un varón del Señor.» Y le llamó Caín.

Ella tuvo otro hijo, al que llamó Abel. Este decidió ser un pastor de ovejas, y Caín fue un agricultor. En el tiempo establecido por Dios, Caín trajo, de los frutos de su cosecha, una ofrenda al Señor, pero Abel trajo un cordero. Y al Señor le agradó la ofrenda de Abel, pero el Señor no aceptó a Caín y su ofrenda.

La Ofrenda de Ca�n. Copyrighted.

Caín estaba furioso, y Dios le preguntó, «Caín, ¿por qué estás enojado?» Dios le recordó a Caín que para el sacrificio se requiere la muerte de un animal. Así como las hojas de higuera no cubrierón el pecado de Adán y Eva, una ofrenda sin sangre, de plantas y vegetales, nunca cubriría los pecados.

Dios dijo que el rechazo del sacrificio de un animal demostró la rebelión de Caín, porque no estaba adorando a Dios en la forma que Él había mandado. La Biblia dice que el sacrificio de Abel mostró confianza en las palabras de Dios, pero el sacrificio de Caín, no. En todas las Escrituras Dios nos da a conocer que sin derramamiento de sangre no se obtiene perdón de pecados.

Ca�n matando a Abel. Copyrighted.

Pero Caín aún así se negó a obedecer a Dios y no trajo un animal para sacrificarlo. En cambio, culpó a Abel, su hermano, por el problema y cuando estaban los dos en el campo, Caín atacó a Abel y lo mató.

Ca�n maldito. Copyrighted.
Dios maldijo a Caín por haber matado a su hermano, y Caín se fue de la presencia del Señor.

Entonces el Señor le pregunto a Caín: «¿Dónde está Abel, tu hermano.»

Caín le respondió: «Yo no sé. ¿O es que soy yo el guardián de mi hermano?»

Dios le dijo: «¿Qué es lo que has hecho? Yo oigo la voz de la sange de tu hermano, clamando a Mí, desde la tierra. Desde ahora, maldito serás sobre esa tierra que bebió la sangre de tu hermano que tú mismo derramaste con tus manos.»

Caín se fue de la presencia del Señor. Su rebelión contra Dios fue la causa del primer asesinato y la primera destrucción de familia.

Pero, Dios bendijo a Adán y Eva, y tuvieron muchos otros hijos e hijas.

Fuente:

http://www.proyectosalonhogar.com/Diversos_Temas/La_creacion_de_Dios2.htm