DE LA PREDESTINACIÓN DE LOS SANTOS. Por San Agustín de Hipona,obispo de Cartago (África):
INDICE
CAPÍTULO 1: RESPONDE AGUSTÍN A LAS CARTAS DE PRÓSPERO E HILARIO
CAPÍTULO II: EL PRINCIPIO DE LA FE ES TAMBIÉN UN DON DE DIOS
CAPÍTULO III: CONFIESA AGUSTÍN SU ANTIGUO ERROR ACERCA DE LA GRACIA
CAPÍTULO IV: TODO LO HEMOS RECIBIDO DE DIOS
CAPÍTULO V: LA GRACIA DIVINA ES LA QUE DA VENTAJA A LOS BUENOS SOBRE LOS MALOS
CAPÍTULO VI: LOS CAMINOS DE DIOS SON INESCRUTABLES
CAPÍTULO VII: LA FE, FUNDAMENTO DEL EDIFICIO ESPIRITUAL
CAPÍTULO VIII: LA ENSEÑANZA DEL PADRE ES OCULTÍSIMA
CAPÍTULO IX: REIVINDIA AGUSTÍN SU DOCTRINA DEFENDIDA EN OTRO TIEMPO
CAPÍTULO X: DIFERENCIA ENTRE LA PREDESTINACIÓN Y LA GRACIA
CAPÍTULO XI: ESTABILIDAD DE LAS PROMESAS DIVINAS
CAPÍTULO XII: QUE NADIE ES JUSTIFICADO EN VIRTUD DE LOS MERITOS FUTUROS
CAPÍTULO XIII: EL BAUTISMO NO ES EFECTO DE LA PRESCIENCIA DE LOS MERITOS FUTUROS
CAPÍTULO XIV: LOS PELAGIANOS, CONDENADOS POR LA ESCRITURA Y LA TRADICIÓN
CAPÍTULO XV: JESUCRISTO, EJEMPLAR PERFECTO DE LA PREDESTINACIÓN
CAPÍTULO XVI: DOBLE VOCACIÓN DIVINA
CAPÍTULO XVII: LA VOCACIÓN PROPIA DE LOS ELEGIDOS
CAPÍTULO XVIII: DIOS NOS ESCOGIÓ PARA QUE FUERAMOS SANTOS E INMACULADOS
CAPÍTULO XIX: EL PRINCIPIO DE LA FE ES TAMBIÉN OBRA DE DIOS
CAPÍTULO XX: DIOS DISPONE Y CONVIERTE LAS VOLUNTADES HUMANAS PARA EL REINO DE LOS CIELOS Y LA VIDA ETERNA
CAPÍTULO XXI: CONCLUSIÓN
CAPÍTULO 1
RESPONDE AGUSTÍN A LAS CARTAS
DE PRÓSPERO E HILARIO
1.Yo sé que el Apóstol dijo en su Epístola a los Filipenses: A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro. [1] No obstante, escribiendo sobre el mismo asunto a los Gálatas, juzgando haberlos instruido ya suficientemente y cuanto le parecía necesario, por el ministerio de su palabra, les dice: De aquí en adelante nadie me cause molestias; [2] o como se lee en otros códices: Nadie me sea importuno.
Pero yo, aunque confieso que me desagrada el que no se crea lo que se asegura en tantos y tan patentes lugares de las divinas letras acerca de la gracia de Dios—la cual no es gracia sí se nos da conforme a nuestros méritos—, sin embargo, no acierto a encarecer cuánto estimo vuestra solicitud, carísimos hijos Próspero e Hilario, y esa vuestra caridad fraterna, por la cual con tanto celo deseáis que no sigan en su error los que de aquella manera piensan que, después de los numerosos libros y epístolas mías en que he tratado acerca de esta cuestión, aún me pedís que escriba más acerca de ella; y siendo tanto lo que por todo esto os estimo, no osaré afirmar que os estimo cuanto debo. Por eso he tomado la resolución de escribiros nuevamente, para exponer, no porque lo necesitéis vosotros, sino por mediación vuestra, lo que ya creía haber expuesto suficientemente.
Comentarios