¿Se puede conocer a Dios? parte 5
Introducción
Siguiendo con esta serie de artículos acerca del conocimiento de Dios, en este artículo analizaremos de otra manera el problema del conocimiento de Dios.
En el artículo anterior, vimos un pasaje cristológico, de gran importancia. Que podemos aprender de la persona de Jesús acerca de nuestro tema, «como conocer a Dios»? Sencillo y contundente. La Palabra de Dios nos dice que
“Cristo es la imagen del Dios invisible”(Col. 1, 15).
Es por esta razón por lo que afirma claramente:
“Quien me ha visto ha mí ha visto al Padre” (Jn. 14, 9)
Esto quiere decir que las dos naturalezas unidas a la única hipóstasis del Señor nos ofrecen la imagen única del Dios-Hombre Jesús, una imagen que expresa a Dios mismo aunque Este sea del todo inconcebible e indescriptible.
La persona de Cristo tiene como misión hacer presente a Dios en el mundo y restablecer plenamente esa otra imagen que puso Dios en el hombre (Gen. 1, 26) y que se vio dañada totalmente por el pecado. Por la encarnación, Cristo “no se aferró a su condición divina, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos”(Flp. 2, 6-7)
El no despreció la naturaleza humana, lo material, como enseñan los gnósticos,sino que la asumió plenamente, uniéndola a la naturaleza divina en la persona del Logos.
Probablemente fue cerca de allí que Jesucristo prometió a Pedro las llaves del reino (ver Mt.16:19).Este manantial se encuentra al pie del monte Hermón y es una de las tres cabeceras del río Jordán. Herodes Filipo, gobernante de esta región, mandó construir una ciudad en este sitio en honor al César (su emperador) y a sí mismo; en un principio recibió el nombre de Paneas, y actualmente se la llama Banias o Cesarea de Filipo (1)
Jesús dirige una pregunta suspicaz a sus discípulos:
¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
Las respuestas dadas, engendrarán inmediatamente otra pregunta en Jesús:
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? «
San Mateo, su intención al escribir este libro a sus destinatarios, que eran principalmente judíos convertidos al cristianismo como lo demuestra la profusa utilización de extractos del Antiguo Testamento, fue demostrar que Jesús es el Mesías.
Este libro es anónimo, porque no está firmado. La tradición atribuye su autoría a Mateo Leví, un recaudador de impuestos a quien Jesús llamó para que le siguiera como uno de sus apóstoles.
San Mateo escribiendo el Evangelio
A favor de esta atribución, suele aducirse que es el único de los cuatro evangelios que llama a Leví por su segundo nombre -Mateo-, que siempre que lo cita dice «Mateo el publicano». También se considera que en su evangelio figuran 115 vocablos que no se hallan en los otros y tienen que ver con dinero, oro, plata, deudas, cuentas, cambios de dinero, etc., frases que estarían en la punta de la pluma de un ex publicano.»(2)
«Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. » (Mat. 16:13-17 RV 1960)
Jesús llegó de Galilea a la región de Cesarea de Filipo, hermosa localidad al pie del monte Hermón, sobre la fuente principal del río Jordán. Le seguían multitud de hombres, mujeres, niños y niñas. Antes de llegar a Cesarea de Filipo había dado de comer a más de cuatro mil personas. Siempre que Jesús salía de un lugar para dirigirse a otro punto geográfico, lo hacía ligero de equipaje, sin preocuparle el lugar donde pasaría la noche. No hacía reservaciones de lugares caros y suntuosos antes de llegar a determinado lugar. Su estilo de vida era totalmente diferente al de los líderes religiosos y políticos de su época.
¿Y dónde se encuentra Cesarea de Filipo?«En la parte norte de Israel hay un monte muy alto llamado Hermón. Todos pueden ver este monte desde la tierra de Canaán. Cuando la Biblia se refiere a él siempre se refiere a una vida ascendente, a la vida en un plano superior. Y siempre se asocia con los lugares celestiales. El distrito de Cesarea de Filipo se encuentra a los pies del monte. Es un área preciosa. Allí había muchos ciervos.
El salmo 42 fue escrito en este lugar:
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”.
Esos ciervos deseaban aguas vivas, ¿dónde podían encontrarlas?. Esta área está muy cerca del Mar de Galilea, hacia el norte.
En Isaías leemos:
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.”(Is. 9:1)
Esta es una profecía maravillosa. Un día, el Mesías vendría, y él haría de este lugar –el mar de Galilea– el centro de su obra.
“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”
¿Por qué dice “tierra de sombra”? Porque esa era una zona de volcanes. Toda la tierra en ese lugar es de un color oscuro, y por eso es muy absorbente de la luz solar. Por esa razón también el trigo crece muy rápidamente, porque recibe mucha energía desde el sol. Por eso cuando los sacerdotes ofrecían las primicias en el templo, ellos tenían muy claro que los primeros frutos venían de la tierra de Galilea. Si usted mira desde la distancia todas las casas están construidas con roca oscura. Cuando el Señor estaba en Capernaum, o en el mar de Galilea, al mirar desde la distancia veía una tierra oscura. Es “la tierra de sombras”.
Ahora entendemos por qué “el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz”, y “los que moraban en sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”. Esta profecía en particular se cumplió cuando el Señor estuvo en el mundo. La Palabra se hizo carne. Por un año y medio él caminó en ese lugar de la tierra.
Este es el trasfondo que hay en el pasaje de Cesarea de Filipo. Cuando ustedes van a esa región, van a una zona de volcanes, lo cual les habla de que una tragedia ocurrió hace muchos, muchos años. Muchas vidas fueron destruidas. Sin embargo, lo que quedó de eso fue una buena tierra. Y es por eso que ellos podían tener las primicias allí. La mejor tierra es la que está en aquel lugar.
Pero más que eso: en Cesarea de Filipo encontramos el nacimiento del río Jordán. Todos saben que ese río fluye de norte a sur. Por el lado oriental, fluye desde el monte hacia el Mar de Galilea, y después continúa avanzando hasta el Mar Muerto.
Cuando llega al mar, cerca de Jericó, el río está en su parte más baja. Por cuanto el río Jordán es un río de curvas, carga mucho sedimento. Cuando usted está cerca del Mar Muerto, ya no es cristalino; se pone oscuro pues lleva mucho barro.» (3)
Fue en Capernaún donde Jesús pasó el mayor tiempo de su ministerio. A Jesús no le importó entrar en la Decápolis para comenzar a predicar y enseñar, algo muy difícil en su tiempo si consideramos el ambiente político reinante en esa zona greco-romana.
Estupendamente ubicada en las adyacencias del elevado Monte Hermón, Cesarea de Filipo era un centro cultural y religioso donde se rendía honor a la antigua divinidad Pan, dios griego de la fertilidad. Frondosos bosques y amplios riachuelos abundaban en la región que también se le conoce como Panías o Banías. En el sitio yacía un templo construido anexado a una cueva exactamente en la base de una montaña rocosa. Es en este ambiente lleno de santuarios de adoración pagana es donde Jesús sostiene una crucial conversación con sus discípulos. Jesús hace la pregunta sobre quien creen los hombres que es El y los discípulos manifiestan lo que han venido escuchando por doquier.»(4)
Pero Jesús insiste:
¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
«Como era de esperarse, las respuestas fueron acordes a la pregunta: Unos dicen que Jesús es Juan el Bautista, aquel que dijo: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto. Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías; otros dicen que Jesús es el profeta Elías, el profeta que fue sustentado por varios días por una viuda de la ciudad de Sarepta que revivió al hijo de ésta cuando había fallecido; otros defienden que Jesús es Jeremías, hijo de Hilcías, de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en la tierra de Benjamín; otros dicen que Jesús es alguno de los profetas que ha revivido. ¿Quién tenía la razón? ¿Los que decían que Jesús era Juan el Bautista? ¿Qué era Elías? ¿Jeremías? ¿Otro profeta?
En la respuesta que encontramos en Mateo se encuentran las respuestas que encontramos en Marcos y en Lucas. Jesús, según la respuesta de Pedro, es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Ambas expresiones tienen un trasfondo veterotestamentario.
El calificativo “Cristo” equivale al hebreo “Mesías” y al castellano “Ungido”. Mesías, en el Antiguo Testamento era utilizado como título oficial de la figura central de la esperanza.
En el Nuevo Testamento, esa esperanza se concretiza en Jesús, la luz que viene a las tinieblas con una propuesta de vida y salvación integral.
La frase “Dios viviente” aparece en el Antiguo Testamento: “Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva.”
Esta frase se utiliza para describir al Dios verdadero en contraposición a los reclamos de divinidad de los emperadores romanos.» [5]
Continúa…
Notas
1. http://scriptures.lds.org/es/biblephotos/26
2. Wikipedia
3.http://www.aguasvivas.cl/revistas/25/03.htm
4.http://www.tzemach.org/articles/spanish/uponthisrock.htm
5. http://www.lupaprotestante.com/index.php?option=com_content&task=view&id=1206
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